jueves, 27 de octubre de 2016

(RaBin) ¿Qué apostamos? -Oneshot-


   Título: ¿Qué apostamos?

   Pareja: RaBin (Ravi + Hongbin) [VIXX]

   Tipo: Yaoi

   Géneros: Misterio | Terror (?).

   Clasificación: G/PG

   Descripción: Hongbin quiere que sus amigos dejen de recordarle aquel vergonzoso susto que le dieron y borren el vídeo que grabaron del momento. Para ello apuestan que lo harán si es capaz de entrar a una casa abandonada y maldita para demostrar valentía. Lo que no sabe es que su amigo Ravi tiene otros planes en mente.

   Advertencias: Ninguna.

   Notas: Aquí tenéis uno de los oneshots que os hemos preparado este Halloween. La pareja fue elegida de entre todas las que nos habéis sugerido en la encuesta, así que felicidades a quien le haya tocado jajajaja.

•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•*´¨`*•.¸¸.•

   Estaba cansado de la misma burla de todos los años. Desde aquel Halloween en el que sus amigos le gastaron aquella pesada broma que le asustó de esa forma tan ridícula, cada vez que llegaba el día se lo recordaban.

   Él no era ningún cobarde como se empeñaban en repetirle. Vale, admitía que la broma no fue de las más horribles y tenebrosas que había visto, pero fue lo suficientemente inesperada para que su reacción resultara de lo más cómica. Lo peor de todo es que no solo estaba en la memoria de los chicos, sino que existía un vídeo que de milagro había conseguido que no fuera publicado en internet.

   Era el día de Halloween, pronto anochecería y él no tenía ningunas ganas de salir de su casa. Estaba cansado y ya sabía por donde iban a ir los tiros con él si decidía salir. Sin embargo, su mejor amigo Ravi no pensaba dejarle en casa una noche como aquella.

  -Vamos, que sin ti no es lo mismo. -Estaban en la entrada de la casa del chico. Ravi había ido a por él sin avisarle y ahora le intentaba convencer sacando todos sus encantos a la luz. Realmente deseaba que fuera con ellos.

   A pesar de ser quien más se metía con él, Ravi era la persona de la que menos le molestaba. Hongbin tenía claro que sus comentarios eran sin maldad y pasaba de tomarlos en serio. Sin embargo, que no le hicieran daño no quería decir que no se sintiera ligeramente aburrido de escucharlos.

   -Va ¿quieres demostrar que eres todo un valiente? Yo sé lo que tienes que hacer. -Aquel comentario captó especialmente su atención.

   -¿Qué tienes pensado? -Preguntó, tratando de no mostrar su verdadero interés en ello y en hacer que se callaran de una vez.

   -Hay una casa abandonada cerca del pueblo de al lado. Además, dicen que está maldita. Estoy seguro de que si fueras capaz de entrar allí dentro no volverían a decirte nada. -Le contó, hablando con cierto tonito de misterio-. Es más, te prometo que si entras y sales de allí no volveré a recordarte aquello y me aseguraré de que el vídeo desaparezca.

   Hongbin no terminaba de fiarse. En realidad y aunque sus amigos no lo vieran así, no era un tipo miedoso y que creyera que los fantasmas y ese tipo de cosas eran reales. Por lo tanto, el hecho de entrar a esa casa supuestamente maldita no le asustaba tanto como ellos se creían.

   -¿Y si lo hago os olvidaréis de aquello para siempre? -Preguntó, mostrando esta vez su verdadero interés en las palabras de Ravi.

   -Bueno… Olvidarnos no porque eso es imposible, pero no te lo recordaremos y el vídeo será borrado. -Le aclaró con una sonrisa ligeramente ladeada en los labios-. Tendrías que hacerlo sin nadie más, eso sí.

   Hongbin lo meditó durante un momento. Tampoco sonaba tan mal si con eso se aseguraba que le dejaran tranquilo con la broma y encima la evidencia quedase destruida. Finalmente aceptó, sin pensarlo demasiado. Después de todo podría ser interesante y acabar resultando una buena noche.

   Pasados unos minutos ambos chicos estaban en la calle. Se habían reunido con el resto del grupo y caminaban hacia aquella misteriosa casa mientras terminaba de anochecer. Hongbin iba bastante seguro de su decisión y de lo que iba a pasar. Allí no encontraría nada extraño, como mucho algún gato o rata, pero nada de cosas paranormales como las que le había descrito Ravi y le llevaban recordando durante gran parte del camino con la intención de meterle el miedo en el cuerpo.

   -Bueno, aquí estamos. -Anunció uno de los chicos que les acompañaban.

   Se habían parado frente una alta verja cubierta de ramas y hojas que habían crecido sin control debido a que no hubiera nadie que cuidase aquel lugar. Casi no podía verse lo que había tras ella.

   -Tienes que entrar solo, pasar dentro un cuarto de hora y volver con nosotros. Si vuelves antes seguiremos poniéndote en duda y si no eres capaz el vídeo será publicado. -Contó Ravi, nombrando las normas de la apuesta con una divertida sonrisa en su cara.

   Hongbin estuvo atento en todo momento. En cierto modo la situación le parecía realmente entretenida. Nunca había hecho una locura como aquella y oye, podía ser una experiencia realmente interesante para alguien que no le temía a los fantasmas como era él.

   -Sí, sí. Todo claro -Le dijo, no queriendo perder más el tiempo y de paso buscando demostrar que aquello no era algo que le preocupara en absoluto.

   -Pues venga, adelante. -Le animaron.

   Le guiaron hasta el lugar desde donde era más fácil colarse dentro de la propiedad abandonada, una zona de la verja que estaba rota. A esas horas el grupo ya se estaba alumbrando con linternas y tenían la idea de cederle una de estas a Hongbin para que al menos pudiera ver por donde iba.

   El hueco por donde debía entrar era un poco estrecho, pero haciendo el esfuerzo lograba pasar bien por allí. Se coló en el jardín de aquella enorme casa linterna en mano y completamente solo, pero no asustado. Sin ninguna duda cruzó aquel descuidado jardín donde las plantas y malas hierbas habían crecido demasiado, tanto que le dificultaba un poco el paso.

   Enfocó la luz de la linterna al suelo, intentando encontrar los lugares adecuados por los que ir pasando sin tropezar con nada. Hubo un momento en el que se detuvo y se atrevió a mirar hacia la casa, alumbrando con la linterna. Vaya… Desde luego no le asustaban aquellas tonterías, pero esa casa imponía respeto con su aspecto. La fachada no estaba en su mejor momento, algunas de las ventanas estaban rotas y la pintura con la que en su momento fue cubierta la madera de las paredes estaba desconchada y agrietada, era una casa abandonada en toda regla.

   Conforme se fue acercando se dio cuenta de que la puerta principal estaba entreabierta, seguramente forzada en algún momento por alguien para poder colarse en el interior, a saber por qué motivo. No pensaba que ya nadie fuera a preocuparse por vigilar aquel lugar.

   Al subir los escalones hasta el porche la madera crujió bajo sus pies de una forma que no transmitía demasiada confianza. El ambiente era escalofriante y el aire frío que le rodeaba le daba un toque aún más tenebroso a todo. Se detuvo frente a la puerta antes de dar el paso y entrar, mirando a su alrededor una última vez con ayuda de la linterna. Lo único que se oía allí era el sonido de algún que otro grillo que habitaba en el descuidado jardín y no tenía claro qué tan buena podía ser aquella tranquilidad.

   Tuvo que empujar un poco la puerta hacia el interior para poder entrar. Lo primero que hizo fue enfocar con la linterna a un lado y a otro para ver cómo era por dentro y si había algo con lo que pudiera chocar en medio del recibidor. Por dentro el aspecto no era mucho mejor, pero tampoco daba tanto miedo como le habían asegurado.

   Observó todo lo que podía desde allí, desde el pasillo hasta las escaleras que subían al segundo piso, pasando por la entrada de la cocina y del salón. Algunos cajones estaban sacados de su lugar y había papeles y otros objetos tirados cerca, en el suelo. Era como si alguien se hubiera dedicado a saquear cada rincón de aquella casa por si acaso los últimos dueños habían dejado algo de valor en ella. Por otro lado, eso era algo que no le extrañaba. De hecho tampoco le sorprendería encontrarse con algún mendigo durmiendo allí dentro.

   Entró al salón, caminando con pasos lentos en medio de un silencio total y una oscuridad que si no fuera por la linterna no le dejaría ver nada. Las viejas y rasgadas cortinas no permitían que la poca luz entrara dentro.

   El estilo de la decoración se veía muy anticuado ¿cuanto tiempo llevaría aquel lugar abandonado? Y lo más importante ¿qué fue lo que pasó para llegar a aquel estado tan pésimo? Su curiosidad crecía cuanto más tiempo pasaba allí dentro.

   De repente, le entraron ganas de reír. Él estaba allí tan tranquilo, cotilleando cada rincón con interés mientras los demás estarían pensando que se encontraba en una esquinita encogido y al borde del llanto. Qué ilusos. Tanto que decían y se reían, seguro que serían ellos los que no se atreverían a entrar.

   Mientras alumbraba a un lado y a otro, algo llamó especialmente la atención del chico. Sobre la chimenea había un llamativo y polvoriento cuadro al cual sintió la necesidad de acercarse un poco más. Una vez frente a este, lo alumbró para observar cada mínimo detalle de la pintura. Se le pusieron los pelos de punta. Se centraba en la imagen de una corpulenta mujer que vestía como si hubiera sido plasmada en el lienzo en otra época muy antigua. Su rostro era lo que más le inquietaba, casi parecía que te seguía con la mirada allá donde ibas.

   Un escalofrío recorrió su cuerpo por primera vez desde que entró ¿Quién habría sido esa mujer? A simple vista parecía alguien que fue muy importante. Se notaba que el cuadro había sido dibujado de forma que transmitiera grandeza y respeto.

   Estaba tan concentrado observando la imagen que cuando escuchó el golpe proveniente del piso de arriba se asustó de tal forma que dio un cómico botecito. El corazón empezó a latirle con rapidez mientras enfocaba inconscientemente al techo como si realmente fuera a ver algo de esa forma. Había sonado como si hubiera caído un objeto pesado y metálico al suelo.

   Su cabeza empezó a repasar rápidamente las opciones en un intento de tranquilizarse y dejar de estar al borde de un infarto. Gato, rata, puede que un vagabundo... todo real, nada de fantasmas.

   Miró la hora en su teléfono móvil. A pesar de haber intentado distraerse mirando cosas para que el tiempo pasara más rápido, aún no llegaba ni a los diez minutos, por lo tanto no tenía permitido salir.

   ¿Y si iba a mirar? No tenía nada que temer ¿no? Aun así, buscó algún objeto contundente con el que poder defenderse en caso de una posible agresión. Fantasmas estaba seguro de que no iba a encontrar, le temía más a las personas vivas que a las muertas.

   Volvió al recibidor con cautela, con la linterna en una mano y el viejo atizador de la chimenea en la otra. Antes de llegar a poner un pie en el primer escalón, reflexionó bien sobre lo que iba a hacer ¿Y si era realmente peligroso? Ya no porque fuera un ser de otro mundo, sino porque no sabía qué clase de personas podrían haberse colado allí dentro.

   Aun así, decidió seguir por culpa de su incansable curiosidad a la que odiaba tantísimo en ocasiones. Subió los escalones lo más sigiloso que pudo, no queriendo alarmar a lo que fuera que hubiera allí arriba. Cuando iba por la mitad, un nuevo sonido hizo que se detuviera en seco y su corazón latiera desbocado una vez más.

   Esta vez había sido una puerta cerrarse, estaba seguro. Los animales no solían cerrar puertas. Sintió la irremediable tentación de dar media vuelta para salir de allí lo más rápido posible y miró de inmediato la hora de nuevo ¡Mierda, aún siete minutos! Se negaba a quedarse en un rincón muerto de miedo. Respiró hondo y cerró los ojos, tratando de calmarse de nuevo y seguir con la investigación que él mismo se había propuesto.

   Un escalón más. Y otro más. Y otro hasta por fin poner los pies en el segundo piso. Allí todo estaba todavía más oscuro, el ambiente parecía más cargado y varias puertas le rodeaban. Todas estaban cerradas ¿de cual de ellas había venido el segundo ruido?

   Por su cabeza solo pasaba el pensamiento de no saber si estaba o no haciendo bien. Mientras tanto, se adentró en el pasillo enfocando con la luz a un lado y a otro, esperando llevarse un buen susto en cualquier momento y preparado para salir corriendo o atacar, lo que le saliera antes.

   Llegó al final del pasillo y nada pasó, algo que en cierto modo le alivió un poco. Pero aún quedaba la vuelta para volver al piso de abajo y pronto salir de aquel aterrador lugar que, aunque había pasado momentos en los que había disfrutado investigando, en otros le había faltado muy poco para gritar con todas sus fuerzas.

   Se giró decidido, sin pensar que al hacerlo encontraría allí parado a aquel espantoso ser.

   El grito del chico fue de horror total. Aquella criatura tenía un rostro deforme y sus ropas estaban manchadas de lo que parecía sangre reciente. Aparte de eso, emitía un desagradable chillido agudo que no se detenía.

   Hongbin, con su corazón a punto de salir del pecho, lanzó con todas sus fuerzas el atizador contra aquel monstruo en un acto reflejo, como si el impacto realmente fuera a detenerle cuando en realidad lo que estaba haciendo era la estupidez de perder su arma.

   -¡Ah! ¡Estúpido!

   Esa voz...

   -¿Ravi...? -Preguntó, anonadado.

   El molesto grito se detuvo con solo apretar un botón en el móvil y el chico se retiró la horrenda careta, dejando ver bajo esta una expresión de dolor y al mismo tiempo, una lucha tremenda por no soltar una carcajada.

   -¡Tendrías que haberte visto! -Se burló-. Pero casi me dejas sin brazo cuando me has tirado esa cosa, podrías haber tenido más cuidado.

   -¡Pues no haberme asustado de esa forma! -Se quejó, acercándose a su amigo mientras le recriminaba molesto y a su vez, aliviado-. Estaba perfectamente hasta que has empezado con este jueguecito de tirar cosas al suelo y cerrar puertas.

   -Eh, no no. Yo he entrado por una ventana porque es fácil subir por una de ellas y tenía la idea de bajar a asustarte, pero entonces he visto la luz de la linterna y es cuando he ido a esconderme. -Le explicó, no sabiendo de qué le hablaba. Él no había estado haciendo ruidos.

   -¿No has tirado tú algo de peso al suelo para asustarme sabiendo que yo estaba bajo? -Preguntó Hongbin con desconfianza. Ya no se creía nada de nada.

   -Te lo juro. -Dijo realmente serio mientras con una mano se frotaba donde había recibido el doloroso golpe.

   Ambos chicos se miraron, pensando exactamente lo mismo mientras sus rostros se mostraban confusos y alarmados.

   -Ya ha pasado el cuarto de hora, creo que podemos irnos ¿verdad, Ravi? -Se apresuró en decir Hongbin a la vez que no perdía tiempo para ir hacia las escaleras y salir corriendo de allí.

   -Sí, sí. Reto superado. Vayámonos de aquí ya antes de que nos maten.

   Salieron de allí lo antes posible, teniendo claro que era un lugar al que no querían volver. Al final los chicos cumplieron su promesa y el humillante vídeo fue borrado para suerte de Hongbin. Aunque conseguirlo le hubiera costado unos cuantos sustos inolvidables y la duda de no saber qué escondía realmente aquel tenebroso lugar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Tus comentarios son importantes para que el blog siga creciendo!