sábado, 17 de septiembre de 2016

(TaeWin) Somebody to Love -One shot-


Título: Somebody to Love

Pareja: TaeWin (TaeYong + Win Win) [NCT 127]

Tipo: Yaoi

Géneros: hybrids!AU, romance, fluff, slight drama

Clasificación: PG–13

Descripción: TaeYong encuentra un híbrido de perro en la calle al salir del trabajo y decide quedarse con él hasta dar con su legítimo dueño.

Advertencias: ¡Atención diabéticos! Os puede dar una subida de azúcar leyendo este fic, así que, hacedlo bajo vuestra responsabilidad (???????????)

Notas: Las conversaciones made in Kim Sis siempre degeneran en cosas que ninguna puede evitar y, para nosotras, Win Win es un perrito adorablemente tonto. Espero que os guste.

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          TaeYong salió por la puerta del establecimiento de comida rápida en el que trabajaba después de despedirse de su compañero TaeIl con un silencioso y lánguido movimiento de su cabeza. Estaba bastante cansado después de echar más horas que un reloj en aquel lugar y no tenía ganas ni de respirar, pero no podía quedarse a vivir en la puerta trasera de aquella casa pre-fabricada que un día había aparecido de repente ahí. No, no podía quedarse allí. Por ese motivo, el chico se forzó a arrastrar sus pies por la calle hasta la parada más cercana del bus que lo llevaría hasta el asqueroso apartamento uni-habitacional que estaba alquilando por una millonada. Quizás, con suerte, todavía podría pillar el último autobús… o quizás podría pedirle a TaeIl que lo acercara.

El joven solo había sido consciente de haber dado un par de pasos, pero al parecer debían haber sido muchos más, puesto que se encontraba a unos cincuenta metros de su parada. TaeYong esbozó la primera sonrisa de verdadera felicidad en todo el día y se dirigió hacia allí con energías renovadas. Sin embargo, hubo algo que lo detuvo en seco cuando le quedaban diez metros escasos para llegar. Al principio no había podido identificar qué era, de lejos simplemente era un bulto en la acera, en un punto en el que la oscuridad de la noche no había podido ser combatida con las luces de las farolas cercanas, pero conforme se fue acercando, TaeYong pudo comprobar que se trataba de la silueta de una persona, sentada en el sucio suelo, con la cabeza gacha y abrazándose las rodillas.

TaeYong se sintió bastante confuso. ¿Qué hacía a aquellas horas de la madrugada una persona de aquella forma? ¿Le habría sucedido algo?

Normalmente el chico no era alguien que mostrase sus emociones fácilmente, pero sí que tenía sentimientos y estos a veces eran demasiado intensos. Sin saber por qué exactamente, TaeYong se acabó desviando de su camino inicial para acercarse a aquella persona que parecía necesitar de su ayuda.

—Perdona… —murmuró, colocándole la mano en el hombro a la persona desconocida, intentando llamar su atención—. ¿Estás bien?

Lentamente, la cabeza que estaba escondida en el hueco entre sus brazos y piernas fue elevándose y TaeYong casi se llevó un susto de muerte al ver unas pequeñas orejitas peludas y gachas sobre su cabeza. No era una persona, era un híbrido. Inmediatamente, muchas preguntas atacaron la dormida mente del chico, que no pudo responder ninguna de ellas porque se quedó completamente en blanco cuando vio el rostro de aquel híbrido. Tenía tal expresión de confusión, tristeza, pérdida y desolación que lo único que a TaeYong se le vino a la mente hacer fue agacharse a su altura y abrazarlo fuertemente contra su pecho.

—Tranquilo… estoy aquí… —le susurró—. Yo te ayudaré.

No tenía ni idea de por qué decía eso, no tenía ni idea de qué iba a hacer para ayudarlo. Ni siquiera sabía híbrido de qué era, qué le había pasado, por qué estaba allí… pero su corazón se había conmovido de tal manera que no podía hacer otra cosa.

El híbrido se echó a llorar en sus brazos y TaeYong lo meció levemente entre estos para calmarlo mientras le acariciaba la cabeza y le susurraba palabras tranquilizadoras. No estaba seguro de si lo entendía o no, no sabía mucho acerca de los híbridos. El único contacto que había tenido con uno era con el medio loro que tenía su amigo Mark en su casa y el chico esperaba sinceramente que el resto de híbridos no fueran igual que DongHyuck o el mundo sucumbiría. Después de todo, la experimentación con la genética solo llevaba haciéndose un par de décadas y algunos salían defectuosos, ¿no? TaeYong esperó sinceramente que aquel pobre híbrido que lloraba sin consuelo entre sus brazos no fuera sido abandonado por su dueño por aquel motivo.

Para empeorar aquella situación en la que se encontraba, el autobús que tanto había ansiado coger para irse a casa, pasó repentinamente por su lado, ya totalmente fuera de su alcance y, el cielo que llevaba encapotado desde el mediodía, decidió que aquel era el mejor momento para ponerse a llover, como si hubiera querido acompañar con sus gotas de lluvia a la lágrimas que el híbrido estaba derramando sobre su sudadera.

TaeYong maldijo por dentro. Tenía que hallar una solución pronto y lo único que se le ocurrió fue echar mano de su teléfono y llamar a TaeIl. Solo tuvo que esperar un par de tonos para escuchar su dulce voz al otro lado de la línea.

—¿Sí?
—Hyung… necesito tu ayuda —le dijo, sin siquiera saludar, algo que seguramente alarmó al otro, ya que su voz sonó totalmente distinta justo después.
—¿Te ha pasado algo? —le cuestionó.
—A mí no… —murmuró—. Te lo contaré después, pero… ¿podrías venir a recogerme?
—Sí, claro. ¿Dónde estás?
—En la parada del bus a mi casa —le respondió.
—Tardaré unos minutos. No te muevas de ahí.

La llamada fue cortada abruptamente y TaeYong supo que el chico ya había emprendido el camino a casa y que tendría que dar la vuelta para recogerlo y luego dar un gran rodeo para llevarlo hasta su apartamento. Le tenía que agradecer todo lo que iba a hacer por él de alguna forma, pero ya lo pensaría, en aquel momento había otra cosa más importante.

TaeYong se separó lentamente del cuerpo del híbrido para poder mirarlo a la cara. Sus lágrimas se confundían con la lluvia que caía cada vez más fuerte desde el cielo. Todavía tenía aquella mezcla de expresiones desoladoras en su rostro y el corazón del chico se encogió otra vez. Alargó la mano con cuidado de no asustarlo hasta su rostro y le secó las lágrimas lo mejor que pudo con su pulgar antes de dedicarle una sonrisa tranquilizadora. Después, se abrió la sudadera roja que llevaba puesta y se la puso por los hombros, ya que lo que estaba vistiendo era una ropa demasiado fina y hacía algo de fresco. TaeYong reprimió el escalofrío que quiso viajar por su cuerpo debido a que se quedó en manga corta y le colocó bien la sudadera al híbrido, fijándose por primera vez en el collar de cuero que llevaba y en el que había una pequeña placa de color plateado que colgaba con algo grabado. El chico no pudo evitar tomar entre sus dedos aquella placa y, con la escasa luz que había, leer lo que estaba escrito en ella.

—Win Win —inmediatamente, el híbrido emitió un débil ladrido y TaeYong confirmó dos cosas; una, que era un híbrido de perro; dos, que su nombre era Win Win—. Así que te llamas así —murmuró—. Win Win —tomó el rostro del híbrido entre sus manos e hizo que lo mirara a los ojos—. Encontraré a tu dueño y te devolveré a él si te has perdido… si te ha abandonado le daré una paliza, porque eres adorable.

El híbrido inclinó su cabeza levemente y levantó sus orejas, poniéndolas de punta, como si no entendiera lo que acababa de decirle. TaeYong pensó que quizás debía de usar palabras más simples para que lo entendiera, pero antes de que pudiera hacer nada más, éste le plantó un beso en los labios y cuando se separó le sonrió adorablemente. El chico inmediatamente se llevó las manos a su boca, sintiendo todavía el cosquilleo de los labios ajenos y notando cómo el rubor ascendía a sus mejillas rápidamente. Win Win no parecía haberse dado cuenta de que aquello que había hecho no era algo normal y seguía sonriendo como su hubiera encontrado la felicidad eterna.

Unos minutos después, el claxon de un coche resonaba en el silencio de la noche y sacó a TaeYong de su estupor, devolviéndolo a la realidad. Giró su cabeza rapidamente hacia la carretera y se encontró con el coche de TaeIl iluminando la escena con los faros delanteros y a su compañero de trabajo y amigo bajando del coche con una sombrilla oscura plegable para acercarse a él. En la expresión de su rostro, TaeYong pudo ver que estaba muy preocupado.

—¿Qué es lo que ha pasado? —fue lo primero que le preguntó—. ¿Quién es él? —fue lo segundo, al darse cuenta de la figura que se encontraba a su lado.
—Ayúdame a meterlo en el coche —fue la única explicación que TaeYong le dio.

TaeIl no dijo nada más, simplemente le cogió el brazo y le dejó el paraguas en la mano antes de acercarse a Win Win y cogerlo en brazos para llevarlo hasta el coche. TaeYong rápidamente se ocupó de intentar taparlos lo mejor que pudo y luego de abrir la puerta trasera mientras el mayor sentaba al híbrido y le colocaba el cinturón. La puerta fue cerrada en menos de un minuto y TaeIl se giró hacia él, en busca de alguna explicación. El menor nunca había sido demasiado bueno con las palabras, pero se forzó a hablar y a agradecer.

—Iba a la parada cuando me lo encontré —dijo—. Estaba destrozado y llorando y luego comenzó a llover, así que no podía dejarlo aquí —le explicó—. Te agradezco mucho que hayas venido —fue lo último que salió de sus labios.
—Si hubieras sido otra persona no me habría tomado la molestia de venir —dijo TaeIl, como si con aquello lo explicara todo y después se dirigió al asiento del conductor. TaeYong cerró la sombrilla y se sentó de copiloto.

El viaje fue muy silencioso. TaeIl no le preguntó nada más y TaeYong no quiso decir nada tampoco. El primero solo lo miraba de reojo de vez en cuando antes de devolver su vista hacia la carretera, mientras que el segundo no podía parar de girar su cabeza hacia Win Win. Aquellos fueron los veinte minutos más largos de su vida y TaeYong casi agradeció ver la silueta de su edificio y salir del coche para empezar a ser golpeado por la lluvia. Sacó al híbrido del vehículo y luego se asomó a la ventanilla para agradecerle por última vez a TaeIl lo que había hecho antes de subirle la capucha a Win Win y pasarle el brazo por los hombros para correr juntos hacia el edificio.

Solo una vez estuvo dentro de su apartamento, a TaeYong se le cayó encima todo. No sabía nada de aquel híbrido, no sabía cómo iba a poder ayudarlo. Lo único que sabía era que éste se había dirigido directamente hacia su futón extendido en mitad de la habitación y tenía pensamientos de tumbarse en él todo mojado. El chico lo detuvo a tiempo, abrazándolo por la espalda y lo guió hasta su pequeño baño diciéndole una y otra vez que lo primero era ducharse con agua caliente y luego secarse bien y ponerse ropa limpiar para no resfriarse. Win Win no parecía entenderlo, pero de todas formas se lo explicó.

Una vez allí, le quitó la ropa y se desnudó él mismo antes de meterse en la ducha con el híbrido, bajo el agua caliente. Win Win al principio tembló un poco entre sus brazos la primera vez que lo mojó con la alcachofa, pero una vez se fue acostumbrando parecía feliz con el baño porque TaeYong nunca había visto una sonrisa tan brillante. El chico deseó que no se enfermara o se volvería todo algo mayor y apenas tenía dinero para vivir, así que, menos podía pagar las medicinas especiales que seguro necesitaría.

Al final de aquella jornada, TaeYong por fin se tumbó en la cama después de secar al híbrido, secarse él mismo y sacar ropa limpia para los dos. El día había sido demasiado agotador entre unas cosas y otras, pero cuando notó unos brazos delgados y cálidos abrazando su cintura desde atrás, sintió que quizás no había sido tan malo, después de todo.

~.~.~

Habían pasado algunas semanas desde que TaeYong encontrara al híbrido de perro llamado Win Win en mitad de la calle, perdido y desolado. El chico había decidido que se iba a quedar con él para que no estuviera vagando por las calles y le ocurriera algo malo, pero sabía que tenía que encontrar pronto a su dueño, ya fuera para devolverle a aquella adorable criatura o para denunciarlo por si lo había dejado abandonado. Sin embargo, a pesar de que era más que consciente de que en poco tiempo tendría que despedirse del híbrido, TaeYong no podía evitar haberle cogido cariño.

Desde que se había independizado de la casa de sus padres, TaeYong había vivido solitariamente en aquella vivienda uni-habitacional, sin más compañía que el ruido que hacían sus vecinos de al lado cuando practicaban sexo. Ahora, cada vez que regresaba de madrugada después de trabajar a ese lugar al que se había acostumbrado a llamar casa, Win Win se encontraba allí, con una sonrisa encantadora en su rostro, esperándolo y corriendo a abrazarlo en cuanto entraba para poder llenarlo de besos. TaeYong se sentía mucho más feliz y menos cansado desde que lo tenía con él allí y, a pesar de que sabía que aquella situación no iba a poder ser para siempre, atesoraba cada pequeño momento con el híbrido.

Intentando ser justo con el anterior dueño de Win Win y con éste, TaeYong pensó que lo mejor que podía hacer en el día libre que le habían dado en el trabajo era buscar al dueño del híbrido… aunque lo que de verdad quería hacer era pasarse todo el día tumbado en su futón abrazado a su nuevo compañero, dejando que éste lo colmara de besos.

—Win Win… —lo llamó, haciendo que el híbrido se alejara de su rostro y dejara por un momento de darle besos en cada lugar que se encontraba accesible para él. Lo miró con su cabeza inclinada, esperando a que le dijera algo y TaeYong tuvo que cerrar los ojos para no verlo al decir las siguientes palabras—. Hoy vamos a buscar a tu dueño, ¿vale? —después de eso, los abrió, para ver su reacción.

No estuvo seguro de que éste lo entendiera o no, nunca lo estaba realmente, pero el híbrido pareció percibir el cambio de su estado de ánimo y que no era el momento para jugar porque se quedó completamente quieto, mirándolo fijamente. TaeYong decidió aprovechar que estaba tranquilo para quedarse sentado sobre el colchón, preparándose para levantarse; sin embargo, antes de que pudiera ponerse en pie, Win Win se le lanzó encima y lo volvió a tumbar sobre el futón, abrazándolo con fuerza, como si intuyera que podían separarse al final de ese día y TaeYong le devolvió el abrazo, susurrándole palabras tranquilizadoras, decidido a que si debía dejarlo ir, al menos quería pasar un poco de tiempo junto a él, pasándolo bien.

—Vamos a ir al parque primero —murmuró, llamando la atención del híbrido, que dejó de abrazarlo para mirarlo—, a jugar un poco antes de eso, ¿te parece?

Win Win no contestó a su pregunta, no emitió ningún débil ladrido, como acostumbraba a hacer de vez en cuando, simplemente se acercó a su rostro para darle un corto beso en los labios antes de levantarse de su cuerpo y correr hacia el pequeño baño. En el poco tiempo que llevaba junto a él, TaeYong se había acostumbrado a todas sus muestras de cariño, a sus abrazos, a sus besos, a sus caricias… pero todavía no se había acostumbrado del todo a que de vez en cuando decidiera besar sus labios. Aquellos besos castos le provocaban extrañas reacciones en su cuerpo, reacciones que sabía perfectamente que era mejor no tener, sentimientos por el híbrido que era mejor no tener para no sufrir en un futuro bastante cercano... pero no podía evitarlo.

TaeYong sacudió su cabeza, intentando alejar todos aquellos pensamientos de ella y luego por fin se levantó de la cama y fue hacia el baño en pos de Win Win para asearse un poco antes de salir. El híbrido es estaba lavando los dientes, tal y como le había enseñado a hacer y TaeYong se sintió bastante orgulloso de él. Cuando lo llevó a casa simplemente lo seguía de un lado a otro apoyándose sobre su espalda y asomando su cabeza sobre su hombro para ver qué hacía y dejaba que fuera TaeYong quien lo ayudara con todo, bañarse, vestirse, comer… los primeros días parecía tener un bebé en lugar de un híbrido de perro.

Como no sabía muy bien qué era lo que hacer con él, había llamado a su amigo Mark, que era el único que tenía un híbrido a su cargo y éste le contestó que debía ir enseñándole poco a poco las cosas que quería que hiciera y que incluso, con el tiempo, podía enseñarle a hablar. También le había comentado que si no sabía valerse por sí mismo era porque había sido creado hacía poco tiempo y nadie le había enseñado nada. Por eso, a partir de ese momento, se había empeñado en, los ratos que estaba en casa, ir enseñándole a hacer distintas cosas a su disperso compañero. La mayoría de las veces tenía que intentarlo demasiadas veces hasta que el híbrido lo atendía y se enfocaba en lo que debía de hacer y eso lo desesperaba hasta límites insospechados, pero cada vez que lo veía hacer bien algo que le había enseñado, se sentía muy feliz y lo premiaba.

Aquella vez, después de que Win Win se enjuagara la boca de pasta de dientes con el agua del grifo, TaeYong se acercó a él y le rascó detrás de una de las peludas orejas que se encontraban sobre su cabeza, haciendo que éste las alzara inmediatamente y que una expresión de gusto se instalara en su rostro.

—Bien hecho, Win Win —le dijo y aquella expresión se acentuó más.

Un poco más tarde, ambos salían de la casa y se encaminaban a un parque cercano. Como era sábado, por las calles del vecindario, generalmente vacías, había algunas personas caminando, aprovechando el día libre para ir de compras o para simplemente llevar a sus hijos o mascotas al parque al que ellos también se dirigían. TaeYong caminaba agarrando la mano de Win Win y tirando suavemente de él para que fuera a su mismo paso, pero éste se empeñaba en detenerse de pronto, cada dos por tres, observándolo todo con ojos curiosos. El chico tenía que detenerse cada vez que el híbrido lo hacía, pero aunque al principio lo puso de los nervios, después se dio cuenta de que todo debía de ser nuevo para éste y que lo mejor que podía hacer era ir explicándole qué era cada cosa, para así satisfacer la curiosidad de Win Win.

Tardaron una hora en llegar al parque, a pesar de que éste se encontraba a unos diez minutos del bloque de pisos del que habían salido. Nada más llegar al lugar, Win Win se soltó de su mano y corrió hasta lanzarse sobre la hierba, rodando de un lado para otro. TaeYong soltó un suspiro profundo al verlo, porque le iba a manchar la ropa de verde y aquella suciedad no era fácil de sacar aunque frotara y frotara. Sin embargo, lo dejó hacer porque, de todas formas, aquel probablemente sería su último día juntos y corrió también hacia la hierba para jugar con él.

Padres y madres con sus hijos se encontraban también en aquel lugar, en la zona de los columpios, cerca de allí, y los observaban con los ojos como platos. Los niños los señalaban y probablemente les preguntaran a sus padres por qué había un chico con orejas y cola de perro jugando en la hierba y que hacía otro que parecía normal con él. TaeYong no hizo caso de las miradas, porque solo tenía ojos para Win Win y para lo que éste hacía. El híbrido repentinamente se levantó y corrió a su alrededor un par de veces, con una sonrisa de felicidad inmensa en su rostro antes de lanzarse sobre él para abrazarlo con fuerza trazar un sinuoso camino de besos por su rostro hasta que se cansó de ser cariñoso y simplemente se quedó abrazándolo, tumbado sobre él. TaeYong sintió muchas más miradas puestas en ellos que antes. Sabía que no eran nada discretos y que Win Win llamaba mucho la atención porque aquel era un vecindario pobre, lleno de personas trabajadoras que, aunque ahorraran toda su vida, jamás podrían permitirse un híbrido; pero también sabía que no por eso tenían que observar todos y cada uno de sus movimientos. Durante todo el rato que estuvieron jugando allí —casi toda la mañana— TaeYong estuvo tentado a acercarse a todos y comentarles que era de mala educación observar fijamente a las personas desconocidas, pero cuando comenzaba a perder la paciencia, Win Win se comportaba de forma adorable frente a él y se le olvidaba por completo de los que lo rodeaban, enfocándose en el híbrido.

Para la hora de comer, TaeYong le tendió la mano a Win Win para salir ambos del parque y dirigirse a alguna de las pequeñas tiendas que había por el barrio para comprar cualquier cosa barata que poder comer fuera y después dirigirse al centro, a la única tienda de híbridos de la ciudad de Seúl, para encontrar al dueño de aquella criatura adorable que se había encontrado en la calle. Entraron en la primera tienda que encontraron y TaeYong se detuvo en la puerta para girarse hacia Win Win y hablarle. Tuvo que tomar su rostro entre sus manos para que lo mirara a los ojos y lo atendiera, porque el híbrido estaba mirando curioso a todos lados, por la gran cantidad de estantes de comida que había allí dentro.

—Win Win —le dijo—. Atiende —el híbrido inclinó su cabeza, como siempre hacía cada vez que comenzaba a hablarle—. Dime qué quieres comer y yo te lo compraré.

Después de decirlo, deseó que el híbrido lo hubiera entendido, tal y como deseaba siempre que le hablaba, y después de eso lo llevó por toda la tienda, señalando las cosas que podía comprar con el escaso sueldo que le pagaban en el trabajo. Win Win lo seguía, asintiendo a todo y señalando diversas cosas hasta que al final se decidió por un paquete de ramyun, insistiendo mucho más al señalarlo. TaeYong le sonrió y cogió dos paquetes de los que apenas llevaban picante para ambos y después se dispuso a cocinarlos en la misma tienda mientras dejaba que híbrido se paseara libremente por el lugar, siempre y cuando estuviera a su vista.

Unos minutos después la comida estaba lista y los dos la comían con ganas porque después de haber pasado la mañana fuera correteando de un lado a otro estaban famélicos. Win Win tenía problemas para usar lo palillos correctamente, así que TaeYong aprovechó para ir dándole él de comer, a la vez que le iba enseñando cómo se cogían correctamente. Apenas estuvieron en la tienda una media hora, pero justo antes de salir, el híbrido lo cogió del brazo y tiró de él hacia uno de los congeladores, donde estaban los helados y señaló uno de ellos, con una expresión adorable en su rostro. TaeYong tragó saliva. No sabía si llevaba suficiente dinero para comprarlo, pero la expresión de Win Win hizo que simplemente abriera el congelador y tomara el helado para después dirigirse a la caja. Sin embargo, cuando el cajero le dijo la cantidad que debía de pagar, se sintió terriblemente mal porque, efectivamente, no tenía suficiente dinero.

—Creo que no va a poder ser —susurró, girándose hacia el híbrido, que hizo un puchero con sus labios, como si estuviera a punto de llorar—. Lo siento mucho, Win Win —cogió su rostro entre sus manos y juntó sus frentes unos instantes—. No tengo suficiente dinero.
—Puedes llevártelo —dijo el muchacho que había en la caja—. Yo pongo lo que te falta y no pasa nada. Parece que él quiere mucho el helado.

TaeYong le agradeció una y otra vez lo que acababa de hacer y luego buscó en todos los bolsillos de su pantalón y chaqueta y en los de Win Win para sacar la mayor cantidad posible de dinero. Se despidieron del muchacho con una gran sonrisa y, mientras el híbrido se comía felizmente su helado, TaeYong lo guio de la mano por las calles de la ciudad hasta llegar a la parada de autobús más cercana, donde cogerían el urbano que más cerca los dejara de la tienda de híbridos. El chico no quería tener que alejarse de Win Win, pero era lo correcto, lo que debía hacer, y lo que debía haber hecho antes de tomarle cariño a la persona que caminaba a su lado con una enorme sonrisa en su rostro, ajena a todas sus preocupaciones… de momento.

 ~.~.~

TaeYong dejó sentado a Win Win en la sala de espera con unas pequeñas indicaciones para que se portara bien y no se levantara de allí hasta que no se lo comunicara y después se fue hacia el mostrador de la tienda, donde lo esperaba un joven con una expresión de malhumor en su rostro. Desde allí le echó un par de vistazos al híbrido, que estaba sentado con las piernas muy juntas y la espalda recta, moviendo sus pies nerviosamente, queriendo seguramente salir corriendo de allí, pero sin poder hacerlo hasta que él se lo dijera. Esbozó una pequeña sonrisa triste antes de encararse a aquel joven malhumorado.

—Hola —saludó—. Me llamo Lee TaeYong y hace unos días encontré a este híbrido en la calle, abandonado, y me gustaría saber qué pasó con su dueño —el chico señaló a Win Win y el trabajador lo observó durante unos momentos—. Querría saber si fue abandonado o si se perdió y, en caso de que fuera lo primero, me gustaría quedarme con él.
—Perfecto —dijo el chico—. Necesitamos ver los datos del chip que tiene incrustado en la muñeca para poder contactar con su dueño y hacerle unas pruebas rutinarias.
—¿Tardará mucho? —cuestionó TaeYong.
—Solo unos minutos —le respondió, TaeYong se fijó por primera vez en que había una plaquita con su nombre en el mostrador que rezaba Seo YoungHo—. Y el híbrido estará con su dueño en lo que tarde éste en llegar hasta aquí para recogerlo.
—Vale.
—Dígale que venga —el tal YoungHo, levantándose de su silla, sorprendiéndolo por su altura.
—Está bien… —TaeYong se giró hacia el híbrido que lo esperaba impacientemente y lo llamó—. Win Win… ven…

Inmediatamente, éste se levantó del sillón y corrió hacia él, colocándose en un segundo a su lado con una enorme sonrisa en su rostro. TaeYong sintió cómo su corazón se encogía porque aquel sería el último día que podría disfrutar de aquella sonrisa de felicidad, inocente y despreocupada que tanto lo animaba a seguir adelante tras sus intensas jornadas de trabajo. El chico inspiró hondo y tomó la mano de Win Win con una, mientras que con la otra, acarició su rostro suavemente para hacer que se enfocara y lo atendiera, una vez la dispersa mirada del híbrido conectó con la suya, TaeYong volvió a hablar.

—Vas a irte con este chico unos momentos —murmuró, señalando con su cabeza al otro—. Pórtate bien, te estaré esperando aquí fuera.

La sonrisa que adornaba el rostro del híbrido de repente dejó de existir y sus ojos comenzaron a moverse nerviosos dentro de sus cuencas, haciendo que a TaeYong se le encogiera el corazón por segunda vez en apenas un par de minutos. Unos momentos, comenzaba a negar con su cabeza rápidamente, a la vez que apretaba con fuerza su mano, para asegurarse de que no iba a mandarlo solo a ningún sitio, como si supiera que si se iba en aquel momento, lo más probable era que no se volvieran a encontrar nunca más. TaeYong tampoco quería tener que separarse de él, pero era lo correcto, lo que debía hacer.

—Creo que será mejor que entres con él —escuchó decir al chico del mostrador, que los esperaba en una de las tres puertas que había en un lado de la sala—. Sino no se quedará quieto y no dejará que se haga bien el trabajo.
—¿Se puede? —cuestionó TaeYong y el otro asintió—. Está bien —dijo, dirigiéndose ya a Win Win—. Vamos los dos juntos, no te voy a dejar.

El híbrido dejó de temblar y poco a poco se serenó. TaeYong aprovechó ese momento para echar a andar hacia donde se encontraba YoungHo, tirando levemente del híbrido hasta que ambos se adentraron en el interior de la nueva habitación y el empleado cerró la puerta a sus espaldas. Esta nueva sala era un poco pequeña y en ella solo había un escritorio donde estaba sentado otro empleado de aquella empresa, con una bata de médico, que se levantó inmediatamente al verlos entrar, con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.

—Soy el doctor Ji —se presentó y calmadamente se dirigió hacia Win Win—. ¿Puedo cogerte el brazo un momento?

El híbrido miró a TaeYong y éste asintió, así que, el híbrido cerró sus ojos y dejó que lo tomaran del brazo derecho. El chico vio cómo el médico pasó una especie de escáner por la muñeca de Win Win hasta que emitió una débil luz rojiza y después lo retiró, yéndose hacia su mesa sin decir una palabra. El híbrido aprovechó para esconderse en su pecho en ese momento y TaeYong comenzó a acariciarle el cabello y las orejas para tranquilizarlo porque, después de todo, lo que le iban a hacer allí no era nada malo… solo iban a encontrar a su verdadero dueño y a ver cómo se encontraba de salud. Mientras sentía a Win Win temblar entre sus brazos, el chico observó al doctor mirar detenidamente el monitor de su ordenador hasta que después tecleó algo y se volvió a levantar del escritorio.

—Ya he contactado con el dueño de Win Win a través del número que se encontraba en el chip y éste vendrá lo más rápido posible —anunció—. Ahora solo falta hacerle el reconocimiento médico. Si eres, tan amable de abandonar la habitación —le pidió a TaeYong.

El chico sentía punzadas en su pecho porque ya habían encontrado al verdadero dueño de Win Win y quería pasar el poco tiempo que le quedaba junto a él en todo momento, pero no lo iban a dejar, así que, hizo lo que pudo para dejar al híbrido sentado en la camilla con las instrucciones de hacer caso a todo lo que le dijera del doctor Ji antes de salir de la habitación, deseando que tardara poco en regresar a sus brazos. Con la cabeza gacha, se dirigió hacia la puerta, girando su cabeza una última vez antes de salir, viendo a Win Win con la expresión más triste que jamás había visto en su rostro, mucho más desgarradora que la de la primera vez que lo vio, tirando en la calle.

—No te preocupes —le dijo YoungHo, que había salido con él a la sala de espera—. No suelen tardar más de diez minutos en estar de vuelta —lo tranquilizó—. Esto es solo algo rutinario para ver si el híbrido ha sufrido algún daño, no ha sido bien alimentado o lo han violado; pero éste se ve perfectamente.

El chico se sentó en su sitio, detrás del mostrador, dejando a TaeYong impactado. ¿Quién querría hacerle daño a una cosita tan adorable como lo era Win Win? El híbrido inspiraba todo tipo de sentimientos buenos hacia él, solo un monstruo podría hacerle algo malo. Intentó no pensar en qué le hubiera pasado si no hubiera sido él quien lo hubiera encontrado y recogido en la calle y comenzó a rememorar aquellos primeros días con él, en los que todo era una odisea, aquellos días que habían pasado juntos después de comenzar a entenderse y los eventos de aquel mismo día.

Lo iba a echar tanto de menos…

Mucho antes de lo que se esperaba, la puerta de la sala en la que había dejado a Win Win se abrió y el híbrido corrió hacia él, lanzándose a sus brazos y comenzando a dejarle besos por todo el rostro, incluidos los labios, tal y como siempre hacía cuando estaba feliz de volverlo a ver y TaeYong simplemente se dejó hacer, disfrutando por última vez de todas aquellas muestras de cariño que iba a echar también tanto de menos.

—Está todo en orden —dijo el doctor—. Lo has cuidado bien —TaeYong asintió, sabiendo que en sus manos el híbrido había estado viviendo como un verdadero rey, y el joven médico entró de nuevo en la otra habitación.
—Podéis sentaros aquí mismo —les llamó la atención YoungHo, señalando la sala de espera en la que había un sofá y un par de sillones—, mientras esperáis a que vengan a por él.
—Claro —murmuró TaeYong.

El chico tardó unos momentos en poder soltar a Win Win de su cuerpo para poder avanzar hasta el sofá, donde se sentó él y donde el híbrido se tumbó, con la cabeza sobre sus piernas, pidiendo una atención que TaeYong no se negó a proporcionarle. De inmediato, comenzó a acariciarle el cabello y a rascarle levemente por detrás de las orejas, haciendo aparecer en el rostro del otro una enorme sonrisa de felicidad y de gusto. Desde que habían entrado en aquel lugar, Win Win no lo había pasado del todo bien, así que, aquel era su premio por haberse comportado y, también, era una despedida silenciosa.

Quizás pasaron una hora de aquella forma… o quizás pasaron solo diez minutos, TaeYong no podía decirlo con seguridad porque no había mirado la hora en todo aquel tiempo; pero éste se le hizo muy corto cuando vio entrar a un joven corriendo en el lugar y quedarse paralizado en la entrada, mirando fijamente al híbrido que se encontraba sobre sus piernas.

—Win Win —lo llamó y el híbrido alzó sus orejas ante aquella voz, como si la reconociera, pero no hizo nada más.

TaeYong no pudo evitar tragar saliva al ver al joven. Era alto, bastante atractivo y, además, tenía estilo. Parecía el típico chico rico que lo tenía todo y él no podía evitar envidiarlo porque, además de tenerlo todo, se iba a llevar a Win Win también. Suspiró. No quería alejarse del híbrido, pero lo tenía que hacer.

—Win Win… —le susurró, apartándole el flequillo de la frente para poder mirarlo a los ojos—. Tienes que levantarte —el híbrido negó y se agarró con sus manos a sus pantalones—. Vamos…
—Win Win —dijo de nuevo el recién llegado, acercándose al lugar en el que estaban—. Parece que no se quiere alejar de ti —comentó, con una sonrisa—, ¿lo has cuidado bien?
—He hecho todo lo que he podido por él —murmuró TaeYong, continuando sus caricias, siendo incapaz de alejar las manos del cuerpo del híbrido.
—Pensé que jamás volvería a verlo —dijo el otro—. Fuimos al centro comercial y me descuidé un segundo… cuando volví a mirar, ya no estaba —contó—. Lo busqué por todas partes, pero no fui capaz de encontrarlo… ¿Dónde lo recogiste?
—Estaba cerca del lugar en el que trabajo —respondió TaeYong—, bastante lejos de cualquier sitio parecido a un centro comercial…
—Vaya… seguro que fue muy duro para él… —comentó—. Menos mal que lo encontraste tú.

El chico acarició la cabeza de Win Win durante un segundo y luego se retiró al mostrador a hablar con el joven que allí se encontraba. TaeYong agradeció aquellos pocos minutos que todavía le quedaban con el híbrido y se dedicó a intentar memorizar cada rincón de su cuerpo, para así no poder olvidarlo nunca. Lo echaría tanto de menos…

Unos momentos después, TaeYong era llamado a que se acercara al mostrador también, seguramente para que dejara todos sus datos de manera que le pudieran dar la recompensa por haber devuelto al híbrido sano y salvo a su legítimo dueño. Mark le había hablado de ello, pero a pesar de que la cantidad de dinero que recibiera sería un desahogo para su situación, él no quería dinero, él solo quería quedarse con la personita que se encontraba sobre sus piernas. Con todo el dolor de su corazón, por tener que perturbar a Win Win para poder levantarse, pero lo tuvo que hacer, acercándose después a los dos chicos que lo esperaban.

—¿Qué sucede? —preguntó.
—Necesito que rellenes con tus datos aquí y aquí —señaló YoungHo sobre un papel que se encontraba sobre la mesa—, y luego firma aquí.

TaeYong rellenó con sus datos personales en los lugares que le habían indicado, sin siquiera pararse a leer lo que le habían puesto por delante. Cuanto antes terminara todo mejor. El chico terminó firmando el papel y luego alzó la cabeza, encontrándose al dueño de Win Win con una sonrisa en su rostro, tendiéndole una mano para que la estrechara. TaeYong lo hizo, con el ánimo por los suelos.

—Cuídalo bien, como has hecho hasta ahora —le dijo éste, dejándolo totalmente confuso.
—¿Qué?
—Te he dado la custodia de Win Win —le aclaró—, porque para que un híbrido se quede contigo toda la vida es muy importante pasar junto a él los primeros días, cuidarlo, atenderlo —comentó—. Tú has sido quién ha hecho eso por él y si ahora me lo llevara solo os haría a ambos desgraciados.

TaeYong no se podía creer lo que estaba escuchando. ¿Podía quedarse junto a Win Win? ¿No tenía que separarse de él? No lo entendía del todo, su cerebro no funcionaba como debía, pero estaba demasiado feliz por aquello.

—Es… ¿de verdad? —no pudo evitar preguntar, obteniendo el asentimiento de ambos.
—Lo acabas de firmar —le señaló YoungHo en el papel.

El chico se acercó el folio al rostro para poder leer lo que había firmado y en él encontró su consentimiento para la cesión de la propiedad de Win Win. Una sonrisa apareció en su rostro y no tardó ni un segundo en soltar el papel de cualquier manera y correr hacia el sofá para tumbarse junto al híbrido, abrazarlo y llenarlo de besos, tal y como éste había hecho tantas veces con él. TaeYong seguía sin poder creerse que pudiera quedarse con Win Win, pero iba a disfrutar de aquel sueño hecho realidad siempre.



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