domingo, 24 de agosto de 2014

(Zelo x girl) So stupid -Serial- Capitulo 3


Era en una, y en otra, y en otra. En revistas y prensa. En la televisión. En redes sociales… Por todos lados estaba la noticia de Zelo y su nueva novia. Los medios lo habían difundido en segundos, y ahora, medio planeta se creía que Zelo tenía una novia ¡No era así!

El pobre, se encontraba frustrado ante su ordenador, donde leía una noticia de su supuesta novia y él. ¿La gente es que no se daba cuenta que eso no era verdad?

-¿Aún sigues mal? –Himchan apareció por la puerta de su habitación. Desde la noche de la fiesta, Zelo, estaba peor que de costumbre. Y ninguno sabía ciertamente cual era el motivo.

-¿Tú que crees? Llevan cinco días hablando de lo mismo y no ven que no es cierto... No puedo ni ir a comprar, ni al gimnasio, ni a la empresa, ni a ningún lado tranquilo…

-Pues peor te vas a poner –La voz de Moon salió tras ellos. Apareció con su móvil en la mano, parecía estar viendo algo bastante interesante, y se lo tendió a los otros dos para que lo vieran.

Se trataba de un vídeo, y conforme este iba sucediendo, Zelo no daba crédito a lo que iba sucediendo. Se trataba de una entrevista a la chica que apareció en la fiesta diciendo que era su novia y que le amaba. Estaba diciendo que llevaban muchos meses juntos, que se amaban con locura y eran muy felices. Las cámaras la rodeaban, mientras miles de periodistas tomaban nota de todo lo que decían.

Las fans no estaban contentas con lo que había sucedido. No porque la chica esta fuera mintiendo, sino porque él tenía novia ¿es qué nadie veía la verdad?

-Esto está pasando ya sus límites.

-Voy a ir a la empresa ahora mismo. Quiero que hagan un comunicado de que eso no es cierto. Que les hagan saber a todos que eso no es verdad – Zelo dejó el móvil a un lado, y comenzó a vestirse, ya que estaba con unas pintas poco aptas para salir a la calle.

-Si es que puedes salir… -Acabó diciendo Moon con un tono de voz bastante gracioso.

-¿Qué quieres decir? –Preguntó Himchan por Zelo, pero ambos estaban atentos a la respuesta que les pudiera dar el otro.

-Pues como que los periodistas y fans están atrincherados en la salida del edificio.

-No me jodas, tío –Cuando se asomaron con cuidado de no ser vistos por la ventana, pudieron ver que era cierto, que estaban amontonados en la puerta de su edificio, a la espera de que saliera para poder averiguar algo.- ¿Y cómo salgo yo ahora de aquí?

-Fácil –Moon, parecía que ya lo tuviera todo planeado de antemano, los llevó hasta la puerta de su piso, y le dio unas llaves, que parecían ser las del coche de Yongguk.- Aquí tienes. Solo tienes que bajar hasta la cochera y salir hasta la empresa.

-Pero el líder se enfadara…

-¡Que va! Si no está, y hasta la noche no vendrá, así que aprovecha.

-Está bien, tíos, muchas gracias –Y con esas últimas palabras, Zelo salió de allí, deseando que ni aunque escapara con el coche de Yongguk, lo descubrieran. No tenía ningunas ganas de tener que estar dando explicaciones a nadie sobre algo que no era cierto.

Sobre cogido, salió del apartamento, y directo al ascensor, descendió por este hasta lo que eran las cocheras. Una vez allí, se aseguró de que nadie lo estuviera observando o que se hubieran colado por allí también. Cuando hubo mirado bien, salió corriendo hasta el coche de su líder.

Se apresuró todo o que su cuerpo le permitió para introducirse en el vehículo. Una vez dentro, se colocó el cinturón y se quedó un momento mirando el volante. ¿Por qué estaba haciendo eso? Por él, porque la tía esa estaba destrozando su imagen. Pero dentro de él, una parte de él, sabía que había otro motivo, y era lo que pudiera pensar Yundae ahora. No lo quería ni imaginar.

No quiso estar allí más rato parado, así que puso en marcha el coche, y comenzó a salir del aparcamiento. Por suerte, la salida de estaba, estaba en el lado contrario de donde estaba la puerta del edificio, así que cruzaba los dedos para que allí tampoco hubiera nadie esperando.

Y en efecto, cuando hubo salido, ni fans ni paparazzi, solo una chica de espaldas justo delante de la puerta de la cochera. Tuvo que dar un frenazo para no atropellarla, porque parecía ni inmutarse de que había aparecido. ¿Qué le pasaba a esa? ¿Es que no veía que iba a salir?

Justo cuando iba a llamarle la atención, esa chica rara, se dio la vuelta, y el corazón de Zelo, dio un vuelco. Era Yundae, y lucía en su rostro una sonrisa. Parecía como si supiera que iba a salir por allí y que lo estaba esperando, pero no, eso no podía ser, de seguro que tan solo era una mera coincidencia.

Pero ella, fue directa a montarse en el lado del copiloto, sin darle tiempo a Zelo a reaccionar.

-Vaya, ya pensaba que nunca saldrías de ahí – Ella se estaba poniendo el cinturón, totalmente cómoda, como si fuera su propio coche. Zelo no sabía que decir, no encontraba palabras. Aquello no era lo que tenía planeado.- Supongo que irías hasta tu empresa para que los rumores de esa chica sean negados, tal y como es la realidad ¿no?

-S-sí, claro… Espera, ¿Cómo sabes tú que no es realidad?

-Dudo que si lo fuera, que tú estuvieras recluido en tu casa, y ella, de revista en revista, diciendo mil cosas sobre lo mucho que os queréis ¿no crees?

Pero que lista era Yundae, aparte de hermosa. Llevaba unos pantalones cortos y una camiseta ancha. Su pelo estaba recogido en una coleta alta. Eso hacía más visible su níveo cuello. Estaba babeando con ella sin darse ni cuenta.

-¿Zelo? ¡Vamos! No te quedes ahí parado, que otros coches quieren entrar –Le llamó la atención al chico, el cual, tan colorado como un tomate, actuó y se puso manos a la obra a volver a conducir.

Si Yundae le creía, ¿De qué le servía ahora ir a la empresa? ¿Qué hacia allí? ¿Por qué estaba sentada a su lado en el coche de su líder?

-¿Podría preguntar el motivo por el que estás aquí?

-Verás, quiero ayudarte con esto. No sé, me caes bien – Yundae, se encogió de hombros, mientras soltaba una dulce carcajada. Zelo estaba como en otro mundo. Tenía una hermosa risa, le encantaba. ¿Cómo había llegado a esto?.- Además, no tienes por qué ir a la empresa, esta ya ha transmitido un mensaje, yo misma fui a que lo hicieran.

-¿Por qué has hecho eso?

-Ya te lo he dicho, quería ayudarte.

-Bueno… Entonces estar aquí, en el coche, es una tontería, ya no tenemos donde dirigirnos.

-Eso no es verdad.

Las misteriosas palabras de la chica, le había dado justo en su curiosidad, y ahora, sus manos sudaban de los nervios por estar con ella, y por saber qué es lo que pasaba por su hermosa cabeza

-¿Qué quieres decir?

-Tú solo hazme caso y conduce por donde yo te diga.

Sin decir nada, durante todo el trayecto, Zelo conducía por todo el trayecto que la chica le estaba llevando. Las calles le sonaban, pero ciertamente, no sabía dónde podrían acabar los dos. Aunque la verdad es que no le importaba mucho eso, el simple hecho de estar a su lado, pudiendo escucharla, ya era más que suficiente para él.

El cielo se estaba oscureciendo, la noche estaba cayendo sobre ellos, pero Yundae, solo estaba concentrada en guiarlo a través de la ciudad, y Zelo solo escuchaba su voz y conducía. No eran conscientes de lo que aquella noche les depararía.

Tras recorrer varias calles más, Yundae le hizo aparcar. Lo cierto, es que esa calle, estaba desierta, y muy poco cuidada por no decir nada cuidada. No le daba buena espina a Zelo, cuando salieron del coche. Ni si quiera era capaz de situarse en qué zona de la ciudad se encontraba y eso no le hacía sentir mejor.

Justo, cuando más distraído estaba, una suave mano, agarró la suya, sacándolo de un estado, para meterlo en una nube. Yundae, le sujetaba la mano con fuerza y lo llevaba, casi a rastras, por la calle, hasta una puerta de hierro. Sacó unas llaves y la abrió ¿qué tenía que ver ella con aquel lugar? Era lo que se preguntaba Zelo, mientras ambos entraban en el lugar. Si era sincero, no sentía miedo, ni mucho menos. Solo curiosidad, a pesar de que una parte de él, estuviera alerta.

-Zelo, me vas a hacer un favor.

-¿Cuál?

No recibió más respuesta que un empujón a una especie de cambiador, cuando encendió la luz, y ropa en su cara. ¿Qué significaba aquello? La miraba sin entender. Era ropa elegante, pero de fiesta.

-Póntela, y sal en cuanto lo hagas.

-No hay zapatos…

-Están aquí fuera.

Si pronunciar ni una sola palabra más. ¿A que venía todo eso? No se atrevía a preguntar el motivo de todo eso, por miedo a hacerlo mal y que a ella le molestara. Sin pensar más, para no arrepentirse y salir corriendo, se desnudó, y se puso la ropa que ella le dio. Era casi brillante, pantalones ajustados y una camisa a cuadros, de manga corta y con pocos botones, que dejaban parte de su pecho a la vista. Tampoco es que le quedara mal, o eso pensaba él.

Sin pensar ni nada, salió de ese cambiador, y que sorpresa se llevó. Yundae también estaba cambiándose, y justo cuando él salió se estaba poniendo, lo que parecía un vestido. Ella no se percató de su presencia, pero lo haría cuando viera el rostro totalmente rojo de Zelo, quien había visto toda su espalda desnuda, que eso ya era mucho lo que había visto de la chica. No sabía si volver a ocultarse, así que fue lo que hizo, antes de que lo pillara allí mirándola.

Contó hasta diez, y cuando pensó que ella ya estaría vestida, salió de nuevo. En efecto ella ya estaba vestida, con un hermoso y pomposo vestido que resaltaba sus piernas, unos tacones que la hacía más alta, y su pelo totalmente suelto. Tendría que tener cara de tonto, porque ni si quiera encontraba palabras que pronunciar.

Yundae, sin decir nada, le acercó los zapatos y le peinó, como pudo, ya que sus pelos eran un poco rebeldes y no eran tan fáciles de moldear. Zelo ya estaba listo, al igual que ella.

-Una cosa, Zelo. Tú solo déjate llevar. Ya verás.

Esas fueron las últimas palabras de Yundae antes de salir de allí con Zelo. Recorrían unos pasillos mal iluminados y bastantes sucios. Ya en serio ¿Dónde lo había llevado? Estaba bastante perdido, sin saber nada. Pero la veía tan segura, delante de él, agarrada a su mano… Que no podía oponerse, solo se dejaba llevar.

Una puerta frente a ellos, y tras ella, muchas luces. Una fuerte música de tecno de fondo, muchas voces, pero sobre todo, luces. Luces de todos los colores recorrían todo aquel amplio salón. Sí, estaban en un salón, o mejor dicho, en una pista de baile.

Yundae lo había llevado hasta una discoteca. Ahora entendía las ropas. Y porque esa calle tan desierta. Habían entrado por la parte trasera de la discoteca.

Con una bonita sonrisa dibujada en el rostro, la chica lo llevó hasta el centro de aquella pista donde la gente bailaba, charlaba y bebía al son de la música que un dj, al final de la sala, pinchaba.

-Quería que disfrutases y te despejaras del tema de esa chica impertinente -Yundae le gritó aquellas palabras cerca del oído para que la pudiese escuchar bien.

-Muchas gracias, de verdad -Zelo le respondió más que feliz.

Así que por eso tanto misterio y tanto silencio. Se lo quería llevar con ella a pasarlo bien. Y eso iba a hacer. No quería quedarse atrás. Estaba con Yundae y eso tenía que disfrutarlo a toda costa.

Los dos, casi al mismo par, comenzaron a mover sus cuerpos, al ritmo de la música, la cual entraba en sus cuerpos, adueñándose de sus huesos y haciéndolos bailar con ganas y sin pensar en nada más.

Estaban cada vez más cerca. Sus cuerpos se atraían, y ellos eran conscientes, pero ninguno lo detenía. Querían hacerlo. Bailar juntos. Les gustaba lo que estaban haciendo.

Tan inmersos estaban en el baile, que no eran conscientes, que incluso sus rostros estaban cada vez más juntos. Sus ojos, fijos en los del otro, navegando cada uno en los del otro, como si solo en ese momento existieran ellos dos. Sus labios, estaban muy próximos. Sentían la respiración del otros, entremezclándose con la propia.

Que decir, que a sus labios, apenas les quedaban escasos centímetros para unirse en un inocente beso, pero, fueron interrumpidos, por un estruendoso ruido que penetraba en la sala.

Al levantar la cabeza, Zelo, pudo observar, como unos hombre enfundados con unos trajes que le cubrían el cuerpo entero, irrumpían en el lugar a la fuerza.

A su alrededor la gente corría. Se alejaban de ellos, pero hasta por donde ellos mismos habían entrado, también aparecían esos extraños hombres. Zelo no podía ver bien de quienes se trataban, pero los estaban rodeando. A todos. El pobre miraba a un lado y a otro, pero no veía a nada, solo a Yundae, asustada a su lado.

-Yundae, ¿Que está pasando?

-No lo sé, Zelo, nos han pillado.

-Espera, ¿cómo que nos han pillado?

Estaba sorprendido y estupefacto por sus palabras. Parecía que ella si sabía quiénes eran y que estaba pasando, pero no le dio tiempo ni a recibir una respuesta por su parte ni hacer más preguntas al respecto.

Un duro golpe en su espalda, causado por algo que desconocía, lo había tambaleado. No podía pensar bien. Estaba mareado. ¿Y Yundae?

No la conseguía ver, pero a él lo habían cogido por un brazo, y lo arrastraban prácticamente por el suelo ¿dónde? No era consciente. Solo escuchaba ruidos, gritos, golpes, sirenas, y las luces sobrepasaban por encima de él.

Pero a pesar de estar en ese estado, una preguntaba le importaba más que ninguna ¿dónde estaba Yundae que no estaba a su lado?


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