lunes, 21 de julio de 2014

(YeWook) Drugs & Love -Serial- Capitulo 5


Las horas pasaron más rápidas de lo esperado. Me entretuve haciendo cualquier cosa que se me pasara por la cabeza. No había vuelto a hablar con YeSung desde entonces, no quería molestar. Tras nuestra pequeña charla se había encerrado en su propio dormitorio y no había salido de allí para nada más que ir al baño un par de veces. Lo cierto es que tal comportamiento no me parecía extraño. Muchos días los pasaba allí, sin salir. Haciendo a saber qué cosas. Lo más seguro es que en aquel mismo instante estuviera hasta arriba de cualquier droga que hubiera comprado esa misma mañana o tuviera guardada ya de antes en alguno de sus desordenados cajones. Lo dejaría solo cómo siempre hacía. Ya saldría él cuando se le pasaran los efectos de lo que fuera que había decidido tomarse. Y en todo caso, si necesitaba mi ayuda para algo, me llamaría desde allí.

No habría sido la primera vez. Pensando en ello recordé que semanas atrás me había despertado en plena madrugada con un mareo monumental, temblores por gran parte de su cuerpo e incapaz de mantenerse en pie. Yo cómo un bobo fui corriendo en su ayuda, lo cuidé para que no acabara en algo peor y pasé el resto de la noche despierto, pendiente de su estado. A la mañana siguiente, no recibí ni un simple y soso ''gracias''.

Lo había hecho tantas veces que mi preocupación había empezado a desaparecer con el tiempo. Sabía que era fuerte y en cierto modo, comenzaba a pensar que su cuerpo a esas alturas ya estaría inmunizado a cualquier sustancia existente en el mundo.

Y entonces, cuando me encontraba sumergido totalmente en mis pensamientos y en el recuerdo de ciertos momentos vividos desde que YeSung entró en mi vida, lo escuché llamarme desde la habitación de al lado. Pero no era la típica voz con la que me llamaba cuando se metía de todo. No, su voz no había sonado para nada débil. Todo lo contrario.

Fui hasta allí sin demorarme ni un segundo, curioso por saber qué era lo que quería de mí ahora.

Abrí la puerta de su dormitorio para encontrarme con él. Me sorprendí. No había rastros de que hubiera tomado algo y parecía bastante sereno. Tan solo estaba tumbado sobre su cama, mirándome tranquilo y con una sonrisa. Sospechoso. Demasiado sospechoso.

-¿Qué querías? -Pregunté, devolviéndole la sonrisa casi inevitablemente. Aquella era una de mis muchas debilidades con ese hombre. Su perfecta y hermosa sonrisa.

-Uhm, bueno... -Se incorporó en la cama hasta quedar sentado sobre esta. Sus ojos seguían fijos en mí y parecía incluso animado por algo que yo desconocía.- Hay algo que tienes que hacer por mí.

-Claro... ¿De qué se trata?

-Tienes que ir a la cafetería que está justo al lado de la biblioteca. Allí hay un tipo que te estará esperando. Recoge lo que tiene que darte y vuelve. Sin más paradas y sin entretenerse ¿Está claro?

Asentí sin ganas. Lo cierto es que me esperaba otra cosa antes de hablar con él. Pensaba que querría comentarme algo sobre lo ocurrido y no volver a usarme de recadero para sus asuntos. Me sentía indignado, pero no tenía más remedio que obedecer una vez más sus ordenes. Ya estaba acostumbrado.

-Sí, claro. Iré y volveré todo lo rápido que pueda. Pero... YeSung, eso está muy lejos ¿No? Pensé que esa zona ya no era parte de ''tu territorio''. Nunca me has mandado tan lejos.

Y así era. Me resultaba extraño que me mandara a la otra punta de la ciudad por algo así. Nunca lo hacía. Siempre eran sitios cercanos a donde vivíamos.

Noté que su sonrisa se había agrandado y le vi negar con la cabeza. Mi mirada se volvió confusa ante aquello.

-No te estoy diciendo que vayas allí por eso. Ya verás tú mismo de qué se trata. Y ahora vete antes de que se haga más tarde.

-Vale, está bien.

Sin decirme nada más hizo un gesto con la mano, indicándome que me retirara mientras él se inclinaba hacia la mesita para buscar algo que no alcancé a ver. Pues antes de eso me di media vuelta y cerré de nuevo la puerta tras de mí.

¿Algo que no tenía que ver con eso? ¿Entonces qué? Durante todo ese tiempo tan solo me había dado el mismo tipo de recados. ¿De qué podría tratarse ahora? Fuera cómo fuera, tan solo había una forma de averiguarlo.

Volví a mi habitación para ponerme una ropa más decente para salir. Iba hecho un completo asco y no me apetecía pasearme mientras las demás personas me miraban con horror. Miré el despertador antes de irme. Las 18:34. Definitivamente todo estaba siendo muy extraño. Nunca me pedía salir tan pronto. Me tenía intrigado saber de qué se trataría ahora y quien iba a estar esperándome allí.

Así pues, no tardé en salir de casa y alejarme rápidamente de la zona para poner rumbo a la biblioteca de la cuidad. Iba a ser un largo paseo, pero lo cierto es que no me molestaba en absoluto. Me vendría bien un pequeño cambio de aires. Y tan bien, pues después de muchos días me sentía vivo de nuevo. Un inexplicable sentimiento de libertad me invadió por completo cuando empecé a pasear por las calles llenas de gente. Miraba a mi alrededor allá por donde pasaba, observando el comportamiento de esas personas. Sintiéndome feliz por rodearme de ellos y dejar atrás el mundo en el que me había visto obligado a vivir durante tanto tiempo. Aunque fuera solo por un rato.

Cuanto más los veía, más recordaba la sensación de ser uno más de esa multitud. Gente normal. Gente hablando y riendo con sus amigos. Paseando con sus familias. Jugando con sus hijos. Lo echaba tanto de menos...

Recordé las palabras exactas que YeSung me había dicho ese mismo día. ¿Por qué no? ¿Por qué no irme y dejar todo aquello atrás? Podía hacerlo y lo estaba deseando. Podía volver a ser yo mismo. ¿Por qué no lo hacía? No lograba entender del todo el motivo, pero una pequeña parte de mí quería seguir atado a aquel lugar. Atado a él. El amor estaba siendo cruel conmigo. Solo me quedaba reunir las fueras suficientes para hacerle frente y escapar.

Perdí la cuenta de los minutos que llevaba caminando cuando por fin, al otro lado de la calle, alcancé a ver el edificio que ocupaba la biblioteca. A un lado de una plaza enorme, con una hermosa y gran fuente al centro de esta. Conforme me iba acercando visualicé la cafetería donde me había pedido ir. Mis nervios crecían a cada paso que daba. Estaba ansioso por saber porqué tanto misterio.

Por fin llegué a la puerta del local. Al abrirla no supe exactamente a donde ir. Había demasiadas personas como para saber a simple vista quien era el hombre que me esperaba allí. Estuve de pie frente a la puerta un momento mientras examinaba el lugar con la mirada, buscando una simple señal que me diera una pista para saber de quien se trataba. Mientras lo hacía, pude ver al fondo de la sala a un hombre, aparentemente mayor, sentado solo en una de las mesas del fondo. Me pareció sospechoso el hecho de que nadie más estuviera con él y se encontrara tan alejado del resto, así que supuse que se trataba de aquel desconocido.

Me acerqué algo indeciso por miedo a equivocarme y quedar en ridículo ante aquel señor. Una vez junto a su mesa intenté ocultar mis nervios, más que notables, antes de hablar.

-Hola... -Murmuré, recorriéndole con la mirada de arriba a abajo. No parecía el tipo de persona con la que YeSung solía juntarse. Eso me preocupó. Antes de que llegara a levantar la mirada del periódico en el que estaba concentrado, eché un último vistazo a mi alrededor para ver si encontraba a alguien que diera un poco más con el aspecto esperado de esa clase de gente.

Tardó un poco en reaccionar. De hecho, al principio incluso dudé de si me había escuchado o simplemente ignorado. Cuando iba a volver a saludar, pensando en levantar un poco más la voz para ser oído entre los murmullos de la gente, levantó la cabeza para mirarme al rostro.

Pelo negro y canoso. Mirada amable y una cálida sonrisa. No, definitivamente no parecía ese tipo de persona. Sin embargo, no dijo una sola palabra. Lo cual me obligó a un segundo intento a pesar de saber que había sido visto.

-Siento molestarle. Pero me dijeron que viniera a ver a alguien que aún no conozco y sospeché que era usted.

El hombre asintió lentamente, sin dejar de mirarme. Daba la sensación de que siempre se tomaba la misma tranquilidad para hacer las cosas. Esta vez tampoco dijo nada, pero hubo reacción. Extendió su brazo dirección a una de las sillas vacías de aquella mesa. Gesto más que suficiente para hacerme saber que por suerte no iba mal encaminado.

Obedecí a su petición y me senté en la silla que estaba frente a la de él. Algo me impedía dejar de mirarle con absoluta curiosidad. ¿Quien era y por qué tenía que verle? No podía esperar más para aclarar todas mis dudas.

-Así que eres RyeoWook ¿No? -Dijo, siempre con total tranquilidad. Su voz, tan grave, hizo que me sobresaltara un poco. Pero no lo notó.

-Sí. Soy yo. ¿Y usted es...? -Dejé la pregunta inacabada, esperando recibir mi respuesta.

-Eso no es importante, joven. Nada cambiará lo sepas o no.

Mi ceño se frunció en plena confusión. ¿Por qué? Yo quería saber. Sabía que se había percatado de mi expresión pero por lo visto, la ignoró por completo. Asimilé que no tenía intención de darme esa clase de información. En vez de eso coló una mano en el interior del bolsillo de su abrigo, sacando de este un pequeño sobre blanco que hizo crecer mi interés.

-Toma. -Dejó el sobre encima de la superficie de la mesa y lo deslizó lentamente hasta colocarlo justo delante de mí. Todo bajo mi atenta y curiosa mirada.- Espero que seas inteligente y no lo desaproveches.

Miré el sobre. Lo miré a él. No entendía nada de lo que estaba pasando.

-¿Es para mí? ¿No es algo que tenga que entregarle a YeSung?

La única respuesta que me dio fue una amplia y de nuevo, amable sonrisa. Después de eso simplemente se levantó de la silla y se alejó de mí dirección a la puerta de la cafetería. Me giré para mirarlo una última vez, observando la forma en la que se iba y salía del local para perderse entre las muchas personas que ocupaban la plaza. Tardé un poco en asimilar lo que acababa de pasar. ¿Ya estaba? ¿Nada más? Cuando por fin despegué la mirada de la puerta para llevarla de nuevo al sobre que aún se encontraba sobre la mesa, lo cogí y sostuve en mi mano, pensativo. Me moría por saber su contenido. Así que no pude resistir las ganas de echar un vistazo y lo abrí con cuidadosamente.

No había forma de creer aquello. El sobre estaba a rebosar de billetes. Debía de haber una gran cantidad de dinero allí dentro y ahora estaba todo en mi poder. Sus últimas palabras antes de irse habían sido que no lo desaprovechara... ¿Era para mí? ¿Todo? Pero... ¿Para qué? Y lo que me resultaba más intrigante ¿Qué tenía que ver YeSung en todo esto?

Lo cerré de nuevo. Mi respiración empezó a acelerarse levemente. Miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie que no fuera yo había visto el interior del sobre. Si todo aquello venía de YeSung no podía haber salido de ningún lado bueno o legal. O quizás sí. No tenía ni idea. Había recibido tan pocos detalles del asunto que no tenía claro qué era lo que tenía que hacer con todos esos billetes.

Decidí seguir con las ordenes de YeSung y volver sin entretenerme ni un segundo más. Seguro que él me explicaría mejor una vez en casa. Oculté el sobre guardándolo en uno de los bolsillos delanteros de mi pantalón y me levanté intentando no levantar sospechas. ¿Cuanto tiempo había estado en la cafetería? No fueron más de cinco minutos. Me habría gustado disfrutar un poco más de aquel ambiente. Tomarme algo y descansar. Pero no podía. Debía terminar el trabajo. Quizás alguna tarde volvería allí con más calma y tiempo libre. Por ahora, era el momento de marcharme.

Mientras caminaba de regreso a casa no podía evitar ir con una mano sobre el bolsillo donde estaba el sobre, queriendo asegurarme en todo momento de que seguía ahí. Era muchísimo dinero y ni siquiera tenía claro si era todo para mí. Seguramente si lo perdía YeSung iba a matarme.

De nuevo el camino iba a ser largo. Y ahora estaba ansioso por llegar a casa y que se me aclarara todo aquello de una vez. Esta vez no iba a ir con calma, observando con envidia a todo el que me rodeaba. No. Esta vez andaba con prisas. Cómo quien llega tarde a una cita importante.

Pero eso no me impidió ponerme a pensar en todo lo ocurrido y enlazar unas cosas con otras. ¿Por qué iría a regalarme tal cantidad de dinero a mí, así porque sí? Recordé una vez más nuestra conversación de aquella mañana. La idea de que fuera una ayuda para irme de la cuidad y empezar una nueva vida lejos de todo empezó a rondar por mi cabeza. Eso me inquietó aún más. ¿Y si realmente lo era? ¿Haría él eso por mí? En ese caso no tendría forma de agradecérselo. Aunque era una cantidad excesiva de dinero y no sabía si podría llegar a aceptarlo.

Y entonces comenzaron las dudas y el arrepentimiento. No sabía si quería irme. No tenía claro si realmente era eso lo que deseaba. Bueno, sí. Lo tenía claro. Pero sabía que eso supondría alejarme de YeSung y seguramente, no volver a cruzarme con él durante el resto de mi vida. Él no pasaría a ser más que un recuerdo, cada vez más y más lejano. Alguien que una vez lo fue todo y ya no estaría a mi lado. Odiaba que todo fuera tan complicado. Y por si acaso, tenía que tomar una decisión ya. Se me acababa el tiempo. Una vez llegara a casa... ¿Qué iría a decirle? ¿Que no quería alejarme de él? ¿Con qué excusa? Y... ¿Por qué no? ¿Por qué no simplemente decírselo? Ya no tenía nada que perder. Lo más seguro sería que me rechazara, pero yo me iría. Tendría los medios suficientes para irme y no volver jamás. Podría olvidarme de él con el tiempo si no le tenía cerca. Y si por el contrario fuera correspondido le convencería. Lo intentaría por todos los medios para que aceptara escapar conmigo y formar una vida juntos, lejos de ese lugar. Seguro que con tanto dinero sobraría para pagar algún tipo de rehabilitación en el caso de que ese fuera el problema. Seguro que él podría volver a ser alguien normal. Estaba seguro. Solo tenía que proponérselo y tener fuerza de voluntad. Y quizás si sabía que yo le amaba... y él me amaba, todo sería más fácil.

Sin duda la idea era tentadora. Pero no estaba haciendo otra cosa más que soñar despierto con algo que jamás ocurriría. YeSung no me amaba y nunca lo haría. Y yo era un idiota por pensar que algo así podría suceder.

A pesar de saberlo, ya había tomado mi decisión. Si era verdad que ese dinero era para que yo me fuera, lo mejor sería hacerlo. Él se había tomado la molestia de ayudarme y no quería decepcionarlo. No quería hacerle sentir mal o enfadarlo si le decía que prefería quedarme rodeado de tanta mierda a escapar y ser feliz lejos de todo. Pero antes de irme le confesaría mis sentimientos. Si no iba a verle más... ¿Qué importaba ya? Me quitaría un gran peso de encima y huiría para nunca más volver. Aunque primero me aseguraría del objetivo del dinero. Preguntaría. Si era para lo que yo sospechaba, se lo diría. Si no lo era, todo seguiría igual que siempre.

Finalmente llegué al portal del edificio donde se encontraba nuestra pequeña casa. Tenía la horrible sensación de que en cualquier momento mi corazón saldría disparado del pecho. Estaba decidido. Pero eso no quitaba los nervios que sentía.

Tras subir las escaleras, tomé aire y abrí decidido la puerta de la casa, dispuesto a plantar cara a mi temor a ser rechazado. Miré a un lado y a otro. Todo estaba en absoluto silencio. Tan solo los sonidos procedentes de la calle se escuchaban de fondo. No había ninguna luz encendida ni rastro de YeSung. ¿Donde habría ido ahora? Supuse que no me quedaría más remedio que esperarle. Pensar en ello me ponía más nervioso. Tan solo era más tiempo para alterarme antes de hablar con él. Después de estar un buen rato haciéndome a la idea necesitaba decírselo ya.

Cerré la puerta y fui directo a mi habitación. Todo estaba tal y cómo lo había dejado antes de irme. Con la ropa que me había quitado sobre la cama y el armario abierto por haber estado buscando otra cosa que ponerme. Pensé que lo primero sería vestir algo más cómodo de nuevo. Me quité la ropa que llevaba y me puse otra vez, sin prisas, la que tenía encima de la cama. Una camiseta azul oscuro, bastante ancha y un pantalón gris de pijama. No era necesario nada más para estar en casa y no recibir visitas. Saqué el sobre del bolsillo del pantalón y lo dejé sobre la mesita, visible para que no se me olvidara o perdiera.

Lo cierto es que tanto silencio me incomodaba. No me gustaba estar solo en esa casa a ciertas horas. No era normal. Si YeSung salía alguna noche me lo decía porque sabía que me preocupaba por nada. Me habría dejado al menos un mensaje. Una nota. Cualquier cosa. Observé atentamente por el dormitorio. Definitivamente no había nada de eso. Quizás en algún otro lugar de la casa encontraría lo que buscaba.

Fui a la cocina, al salón e incluso al baño. Pero no había nada. Solo me quedaba por mirar su habitación. Pero no solía dejar ese tipo de cosas allí. Sino en un lugar donde me fuera más fácil verlo. Sin embargo no perdía nada por echar un vistazo.

Recorrí el pasillo hasta la puerta del dormitorio y la abrí pensando que no encontraría nada. Me equivoqué. Allí estaba él, tumbado en la cama tan tranquilo. ¿Es que no se había movido de allí en todo el día? Era un vago. Parecía dormido así que no quise molestar. Me di media vuelta y me fui a preparar la cena. Al menos me serviría para mantenerme entretenido un rato y no pensar en lo que tendría que decirle más tarde.

Una hora. Dos. Tres. Cuatro. YeSung seguía dormido. Yo hacía ya un buen rato que había cenado y me había tirado en el sofá, cambiando los canales de la televisión y no encontrando nada bueno que ver. Me estaba impacientando de una forma que no era ni normal. Lo necesitaba. Necesitaba ir y decirle de una vez lo mucho que significaba para mí. Al final no aguantaría más e iría a despertarlo. No iba a ser capaz de esperarme al día siguiente para decirle algo así. Decidí esperar un rato más a ver si despertaba él solito, pero nada. Otra hora más y seguía sin dar señales.

Al final, cómo era de esperar, me cansé. Lo sentía mucho, pero no aguantaba ni un segundo más. La espera se me estaba haciendo eterna y desesperante.

Me levanté del sofá, dejando la tele encendida y fui directo hacia su habitación. Sentía de nuevo la sensación de estar a nada de ahogarme en cualquier momento. Los nervios, cada vez más fuertes, invadían cada parte de mi cuerpo.

Entré de nuevo allí, con decisión. Nada ni nadie iba a pararme. Iba a hacerlo. Podía hacerlo. Ya ni siquiera iba a esperarme a saber si el sobre con dinero era o no para mí. Ya me había hecho a la idea para confesárselo todo y no había vuelta atrás.

Tal y cómo esperaba, seguía dormido. Me acerqué a la cama con sigilo buscando no hacer ruidos bruscos. Quería despertarle con delicadeza para, de alguna forma, hacer ese momento bonito. Aún sabiendo que el resultado iba a ser el mismo siendo bonito o no.

Me senté despacio en su cama, junto a él. Giré parte de mi cuerpo en su dirección y me mantuve observándole dudoso. Era mi última oportunidad para dar marcha atrás con todo aquello. Pero no. Esta vez no. Estaba harto de huir cómo un cobarde y no enfrentarme a las cosas cómo era debido. Ya había perdido demasiado por ser así.

Estaba tumbado de lado, dándome la espalda. Sonreí cómo un tonto al imaginarme a mi mismo dormido junto a él, en sus brazos. Una escena que había recreado en mi mente incontables veces.

Llevé la mano hasta su hombro y le proporcioné una lenta caricia, disfrutando de aquel simple contacto con su cuerpo. Acabé recostándome a su lado y abrazándolo desde atrás. Lo estreché con fuerza, sin importarme ya nada. Sin pensar en otra cosa más que decírselo y acabar con todo. Quizás me estaba pasando de la ralla, pero eso ya me daba igual.

Cerré los ojos con fuerza esperando algún tipo de reacción tras el abrazo. Pero nada. Pensé que aquello sería suficiente para despertarlo. Sin duda tenía un sueño muy profundo.

-YeSung... -Susurré con los labios pegados a su nuca, sintiendo mi propio aliento al chocar con su piel. Aquello me hizo sonreír.- Despierta... tengo que decirte algo.

Esta vez levanté un poco la cabeza en busca de alcanzar su oído y hablar cerca de este. Quizás así me escucharía mejor y despertaría de una maldita vez. No hubo respuesta. Aquello empezó a extrañarme. ¿Es que no había forma de hacer que aquel hombre se levantara para poder tener una charla con él?

Aun con mis brazos rodeando su cuerpo, busqué una de sus manos con la propia para estrecharla. Aparté la mano enseguida una vez sentí el frío contacto de la suya. Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendido. El pobre estaba helado.

-¿YeSung...? Va, despierta de una vez...

Todo aquel asunto estaba comenzando a alarmarme. No. No era normal. Nada de aquello era normal. Nada de lo ocurrido durante ese día era normal. Primero la reveladora conversación. Luego el dinero ¿Y ahora esto?

-Estoy empezando a preocuparme... Si es una broma no tiene ninguna gracia.

Algo dentro de mí, no sabría decir el qué, quiso abrazarlo con más fuerza y no separarse jamás de él. Fue entonces cuando me di cuenta. Había algo que fallaba. Algo de lo que no me había percatado hasta ese preciso instante en el que, sin poder evitar las ganas, lo había atraído hasta mi cuerpo con más fuerza de la normal. Su respiración... El miedo empezó a invadirme y en un intento de no creer que aquello era real, volví a abrazar su cuerpo con fuerza, rogando poder sentir que estaba respirando.

-No... no, por favor... Dime que no. Despierta y dime que no es verdad...

Cerré con fuerza los ojos y lo apreté aún más contra mí. Me negaba a creerlo. Esto no podía estar pasando. Quería creer que tan solo era una horrible pesadilla de la cual iba a despertar. No. Cualquier cosa menos eso. Todo menos eso. Incluso si me rechazaba. Pero eso no.

-Despierta... por favor... YeSung, despierta... No me dejes ahora... No ahora...

Sentía cómo mi voz perdía fuerza. Cada vez me costaba más pronunciar cada una de las palabras que salían de mis labios. Las lágrimas comenzaron a brotar sin ningún control, volviendo el llanto cada vez más intenso mientras solo podía suplicar que aquello no estuviera pasando. ¿Por qué? ¿Por qué él? ¿Por qué ahora? No... YeSung...

A cada segundo que pasaba mi corazón se rompía un poco más. Mi silencioso llanto, acompañado de palabras que ni yo mismo lograba entender, era lo único que podía escucharse allí. Ni siquiera era capaz de moverme. Estaba bloqueado. Aferrándome con desesperación al cuerpo sin vida de mi amado. Ahogándome en un mar imparable de lágrimas y sentimientos que nunca quise sentir. Las mismas palabras se repetían una y otra vez, cómo un disco rallado. Esperando un milagro que nunca llegaría.

-Vuelve... Por favor, vuelve... No te vayas... Te amo... -Murmuraba casi sin voz, deseando con todo mi corazón que fuera un sueño o una mala broma. Pero no era así... En el fondo, aunque no quisiera admitirlo y me negara a creer lo que estaba pasando... sabía que nunca más iba a volver. Todo había acabado. Para siempre.


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