domingo, 29 de diciembre de 2013

(ZeBer) Teacher -Serial- Capitulo 7


Y miró sus ojos una vez más, se dejó llevar por ellos, se sumergió en estos, se perdió en su interior. Eran muy hermosos ¿y por qué sus rostros estaban cada vez más cerca? Algo  le atraía a acercarse más y más. Bajó la mirada hasta sus labios. Estaban muy cerca. Tanto que podía sentir si respiración, sus latidos, pero su cuerpo se movía solo, lo estaba pidiendo, y ella no se lo iba a impedir, cuando lo estaba deseando.

No era ningún sueño. Se estaban besando. Sentía los labios de Zelo junto a los suyos. Era realidad.

Tras unos segundos, se separaron, se miraron a los ojos, y pudieron ver en ellos la necesidad del otro. No tardaron mucho en volver a unirlos, pero esta vez con intensidad. Movían sus labios a la misma vez, coordinados, dejándose llevar por el momento.

Zelo lamía sus labios de manera tímida, pero ella entreabrió sus labios y entrelazó su lengua con la de él, en una caricia. Se degustaban lentamente, ninguno tenía prisa por recorrer la boca del otro.

Por falta de aire,  separaron sus labios, pero sus manos tomaron el relevo, no paraban quietas. Las de él jugaban a acariciar su cintura, a atraerla a él poco a poco. Las de ella dejaban pasear los dedos por su pecho, sobre la tela de la camiseta.

Sin miedo, él se inclinó sobre su cuello, el de ella, comenzando a dejar pequeños besos, mientras ella contenía un leve suspiro entre sus labios, debido a sus caricias, los besos, los roces con los labios. Él entreabrió un poco sus labios, dejando un rastro con la saliva. Ella colocó las manos  bajo la camiseta de él, subiendo esta cada vez que pretendía alcanzar más  parte de su piel, acabando por quitarle la prenda.

Se quedó observando su torso, sus músculos definidos, suspirando por la perfección que tenía ante sus ojos. Él mordió la piel de su cuello, dejando en esta una notoria marca. Se relamió.  Bajó de nuevo, por su clavícula, apartando el cuello de su camiseta. Con las manos, bordeaba el filo de su pantalón, rozando su piel. No podía contenerse. Le estaba encendiendo con su tacto y los suspiros que escapaban de sus labios. La necesitaba. No sabía cuanto, pero ya no pararía.

Con agilidad, desabrocha el pantalón de ella, deseoso de sentirle más. Ella contuvo el aliento cuando sintió como la mano de él se abría paso najo su pantalón y acariciaba su trasero, con ganas. Ella no esperaba aquello, pero su cuerpo le estaba pidiendo más, mucho más, por momentos y no se lo iba a negar.

Amber se movió y quedó sentada sobre él, con una pierna a cada lado de él. Volvían a unir sus labios, en un beso desesperado. Se devoraban entre sí. Ella revolvía su pelo con los dedos y él la abrazaba por la cintura, intentando pegarla más a su cuerpo.  Sentada sobre su cintura, quería más. Zelo acariciaba con una de sus manos sus piernas, blancas y suaves, a la que observaba como ella se quitaba la camiseta, recorriendo con la mirada todo su cuerpo. Perfecto. Cuerpo que tentaba al pecado.

Sin pensárselo mucho, se inclinó sobre su pecho, aún cubierto, y comenzó a dejar besos húmedos por donde alcanzaba. Ambos sabían que los dos lo querían, sus cuerpos lo estaban pidiendo y dudaban, que llegados a esas alturas, pudieran parar.

Con una mano tímida, él alcanzó el broche del sostén, el cual no tardó mucho en desabrochar, dejando sus pechos desnudos. Los observaba embobado, eran realmente hermosos. Deseaba recorrerlos, cada uno de ellos. Hundió su rostro entre ellos, aspirando el aroma que desprendía su piel, sin dejar de repartir besos, no sabía porque, pero no podía parar de hacerlo.

Deslizaba los labios por ambos pechos, junto con sus dientes, mientras que la chica, desabrochaba los pantalones de él y se los quitaba. Nunca pensó que pudiera ser tan hermoso. Delineaba con los dientes su propio labio inferior, se sentía realmente bien, deseaba sentir más y mucho más.

Aprovechó cuando él se separó, para alcanzar el cajón de un mueble que hacía cerca de ellos. Sacó  de allí un pequeño sobrecito y se lo mostró al chico. Él asintió. Como pudo se quedó completamente desnudo ante ella. No le dio tiempo a sonrojarse porque ya estaba ella rompiendo aquel sobrecito y con cuidado, puso el contenido de este sobre el despierto miembro del chico. Una vez hecho, ella se quedó completamente desnuda, al igual que él. Se miraban, se recorrían mutuamente, maravillados y deseosos. Ella sentada sobre él, movía sus caderas, creando un lento roce entre ambos sexos. Ellos suspiraban, con la mirada fija en el otro.

Se encontraba más que excitados, y se notaba, se necesitaban mutuamente,¡. Así que en un momento, ella levantó sus caderas, y con la ayuda del chico, bajó de nuevo, haciendo que él se introdujera en su interior. Era tan estrecho, que un escapó de los labios de él.

El placer se hacía más que inminente en ellos. Amber movía sus caderas lentamente, con la ayuda de él, que la guiaba con las manos, posadas en sus caderas. Gemidos escapaban de los labios de ambos, cada vez más intensos.

Estaban siendo uno, estaban completamente unidos. Sus labios se rozaban, se unían en húmedos besos. Recostados en el sillón, con ella encima de él, se movían a la vez, dándose a si mismos placer, gusto. Disfrutaban como nunca lo habían hecho. 

Él, a la misma vez que ella, movía sus caderas, como podía, para poder hacerle sentir a ella más. Le gustaba ver la expresión de su rostro, cargado de placer, sabía que le estaba encantando, y eso era lo que él quería ver.

Se dejaba llevar por aquella danza, mientras los gemidos inundaban la estancia, dejando un ambiente cargado de sexo y amor que los rodeaba a ambos.

Tan solo se necesitaban a ellos mismo, al otro, y a su amor. Sí. El amor era lo que llenaba sus corazones, lo que albergaba en su interior. Estaban extasiados por el placer a más no poder.

Ella a lo poco, llegó a un orgasmo, sintiendo una descarga que se sucede tras un escalofrío que recorre su cuerpo entero.  Un jadeo profundo y sonoro sale, atravesando su garganta, lo que provocó que él también llegase al orgasmo que era tan esperado.

Respiraban con dificultad, sonreían mientras lo intentaban controlar.  Con mucho cuidado, él la dejó echada, recostada en el sillón, completamente relajada.  Zelo se tumbó a su lado, pasando un brazo por su cintura, sin querer separarse de ella.  La chica con una mano acariciaba el pecho de este, a la vez que se acurrucaba, con una feliz sonrisa en el rostro.

-Te amo.

Él se quedó helado ante el susurro de la chica ¿estaba soñando o algo?

-¿Qué has dicho?

-Que te amo, Zelo.

-¿Lo estás diciendo en broma o algo?

-Es de verdad, te lo digo de corazón.

No supo cómo reaccionar, no habría esperado escuchar aquello por parte de ella, por lo menos en tan poco tiempo. No dijo nada, ni protestó, solo la apretó más fuerte a su cuerpo y se negó a soltarla. Pero lo que sí hizo, fue acercar sus labios al oído de ella para murmurar.

-Yo sí que te amo.

La chica se sentía más feliz que nunca, no se había sentido tan llena y con fuerza, ni si quiera con Taemin ¿era Zelo el amor de su vida? No lo sabía, pero lo descubriría.  Miró el reloj de la pared y del salto que dio sobre el sillón al ver que era tan tarde, provocó que él cayera al suelo.

-¡Oh! Lo siento, lo siento ¿te has hecho daño?

-No, estoy bien –Zelo se frotaba el trasero, que era donde se había llevado el golpe- ¿Qué pasa para haberme tirado al suelo?

-Ha sido sin querer, pero mi madre está a punto de volver y mira como estamos.

-¡¿Qué?!

Ambos se apresuraron a vestirse y a hacer parecer que allí no pasó nada.

No les dio tiempo ni si quera a ser conscientes de lo que habían hecho.

-¡Amber! Ya estoy en casa.

La voz de su madre sonó, tras el ruido de la puerta abriéndose ¿y ahora que escusa ponían?

-Hola, Zelo ¿has traído los cacharros que le dejé a tu madre?

-Sí, los he traído todos.

-¿Quieres quedarte a cenar?

-No, gracias, me estarán esperando en casa.

-Como quieras.

Zelo se fue directo a la puerta, algo nervioso  por la situación que acababa de experimentar, pero justo cuando estaba saliendo, Amber lo frenó y le robó un beso de los labios.

-Espero verte pronto.

-Mañana como quedamos ¿no?

-No, me refiero a como nos hemos visto hoy.

Con sus palabras, a Zelo casi le arden las mejillas.

-C-cuando tú quieras.

-Pronto, seguro.

-Por supuesto.


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