Título: Answer Me 1994
Pareja: JaeSeong (InSeong + JaeYoon) [SF9] y leve mención a JuMin (ZuHo + Mina) [A9A – AOA + SF9]
Tipo: Yaoi
Géneros: AU | Romance | Humor
Clasificación: PG–13
Número de capítulos: 3 capítulos
Descripción: JaeYoon, un chico de Busan, va a estudiar a Seúl donde se encontrará con InSeong, la orma de su zapato.
Aclaraciones: esta historia tiene como contexto el año 1994 en Corea del Sur. Sobra decir que yo no viví ese año de forma consciente y que menos lo hice en ese país, así que, lo único con lo que cuento para ambientarlo es el dorama 'Reply 1994' e internet. Espero no meter demasiado la pata con el fondo.
Notas: antes de empezar, me gustaría dar unas mínimas indicaciones sobre la época para quiénes no han visto el dorama y para quienes no saben absolutamente nada de Corea del Sur en los años 90. (Habrá más explicaciones en las notas finales que aclararán los aspectos más confusos de la historia).
—En Seúl había algunas familias que se dedicaban a regentar “pensiones” (en realidad eran casas grandes) en las que los chicos y chicas de fuera de la capital que iban a estudiar a la universidad se podían quedar, pagando un módico precio por ello.
—Los MT son campamentos que hacen la gente de una carrera y desde el último curso, hasta los de primero van al viaje para estrechar relaciones sunbae-hobae y para beber alcohol y desconectar de todas las cosas que tienen que hacer en su vida universitaria.
—Las relaciones homosexuales no estaban nada bien vistas, al igual que ahora, pero en esa época era un poquito peor, por eso va a ser todo clandestino y por eso los chicos tendrán muchos conflictos consigo mismos.
Part I
Busan boy in Seoul City
Cuando JaeYoon salió de la boca del metro miró una vez mal el trozo de papel en el que tenía apuntada la dirección a la que tenía que ir y recordó las indicaciones que le había dado la señora Park por teléfono cuando la había llamado nada más llegar a la capital, hacía solo un par de horas. Según lo que la mujer le había dicho, la pensión en la que se iba a quedar para poder cursar sus estudios de Comunicación en la Universidad de Seúl no se encontraba muy lejos de la estación de metro en la que se había apeado, solo debía seguir la calle principal por la acera en la que se encontraba hacia arriba hasta llegar a la segunda calle que la cruzaba y girar una vez a la izquierda y otra a la derecha. Una vez lo hiciera, encontraría un cartel que anunciaba la pensión y solo tenía que seguir la flecha que indicaba ese cartel para encontrar la casa.
JaeYoon cogió aire y se guardó el papel en el bolsillo de la chaqueta, luego recogió sus bolsas del suelo y tomó el mando de su maleta para echar a andar de nuevo. El chico quería llegar lo más pronto posible a su destino porque llevaba todo el día viajando desde su Busan natal para llegar a Seúl y solo quería tumbarse en la que sería su cama y no volver a levantarse hasta el día siguiente.
Siguiendo las indicaciones que tenía frescas en su cabeza, el chico no tardó más de diez minutos en encontrar el cartel que le había nombrado la señora Park. En éste se podía leer con letra clara el nombre de la Pensión FNC seguido por el número de teléfono de la casa. También se podía ver una flecha pintada de color azul, como el resto de las letras, que indicaba que siguiera el camino señalado hacia una pequeña bocacalle durante unos cien metros para llegar al lugar.
Ante la expectativa de que en solo un par de minutos estaría en su nuevo hogar, JaeYoon sonrió y caminó por el sitio indicado con energías renovadas, solo deteniéndose una vez llegó frente a la verja que le cortaba el paso a su destino. El chico dejó todas sus cosas en el suelo para poder llamar al interfono que se encontraba justo al lado de la verja. Mantuvo pulsado el botón durante unos segundos, escuchando el zumbido que emitió el aparato electrónico, y luego esperó hasta que alguien le contestara y le abriera la puerta de la verja. No tuvo que esperar más que algunos segundos antes de que la voz de una chica con un fuerte acento de Busan se escuchara a través del altavoz.
—¿Quién es? —le cuestionó.
—Lee JaeYoon —respondió él—. Soy el chico que va a quedarse este curso en la pensión, he alquilado la habitación compartida.
—Oh, te abro en seguida.
Un momento más tarde, la puerta emitía un fuerte zumbido y JaeYoon la empujó para abrirla sin que esta opusiera resistencia alguna. El chico la mantuvo abierta utilizando su trasero para ello y recogió todas sus cosas haciendo malabares antes de entrar por fin en la propiedad. Una vez lo tuvo todo dentro y agarrado de forma cómoda para poder tirar de ello hasta la puerta de la casa, se dirigió hacia allí. En el umbral de la puerta, lo esperaban dos chicas que parecían tener más o menos su edad, por lo que supuso que debían de ser también inquilinos en aquel lugar. Cuando JaeYoon llegó hasta ellas las saludó de una forma caballerosa, tal y como su padre le había enseñado a tratar con las mujeres hermosas, y se presentó de nuevo.
—Buenas tardes, señoritas, soy Lee JaeYoon.
—Bienvenido a la Pensión FNC —comenzó una de las chicas, la que tenía el rostro un poco más alargado, y cuya voz reconoció como la que había atendido al interfono—. Soy MinAh y como mis padres no están en este momento aquí, te tengo que guiar yo hasta la habitación y explicarte cómo son las cosas en esta casa.
—Hola, yo soy ChanMi —dijo la otra chica—. Vivo aquí también porque estudio Literatura, pero soy de Gumi.
—Encantado —les respondió a ambas con una leve inclinación de cabeza.
—Sígueme por aquí —dijo la tal MinAh—. Tendrás que estar harto de tirar de la maleta durante todo el día.
—Estoy muerto —contestó con sinceridad, haciéndolas sonreír.
Las chicas se apartaron de la puerta y JaeYoon por fin entró a la casa, arrastrando sus pertenencias. El lugar tenía un salón bastante amplio y algunas habitaciones en la planta baja de la casa, junto con el baño y la cocina; en la segunda planta se encontraban las demás habitaciones, aquellas que se alquilaban a los huéspedes, que no eran más que alumnos de las distintas especialidades universitarias de la capital que venían desde todas las provincias de Corea del Sur. La familia de JaeYoon había encontrado aquel lugar para que él pudiera vivir allí gracias a que uno de los chicos de su vecindario había estado estudiando en Seúl los años anteriores y se había alojado en esa pensión les había hablado de lo bien que se vivía en el lugar y como no tenían tampoco tanto dinero como para alquilarle una habitación individual, habían conseguido la compartida. JaeYoon no tenía ningún problema con compartir la habitación, así que, había acabado allí para iniciar una nueva etapa de su vida.
Las chicas lo ayudaron con las bolsas mientras él subía las escaleras con la pesada maleta y luego le indicaron cual era la puerta de su habitación, para después bajar a la planta principal y meter en la nevera algunas cosas que JaeYoon había llevado, cortesía de su madre. Él llamó a la puerta, por si había alguien en el lugar para no molestar entrando de sopetón, y una voz masculina le contestó desde el interior que podía pasar, así que, el chico abrió la puerta y lo hizo. Allí se encontró a un chico sentado frente a la ventana, con un libro en sus manos, pero con la cabeza alzada para ver quién era el intruso.
—Hola, soy JaeYoon, tu compañero de habitación —se presentó de nuevo.
—Oh, ya has llegado —comentó el chico con una sonrisa encantadora, poniendo un señalador en la página del libro en la que se había quedado leyendo y cerrando éste antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta para tenderle la mano a JaeYoon—. Yo soy YoungBin. Vienes de Busan, ¿no?
—Sí —el chico le estrechó la mano y después entró a la habitación, cerrando la puerta y comenzando a soltar sus cosas.
—Pues sigue habiendo mayoría de Busan en esta casa —dijo YoungBin con aquella sonrisa—. Los dueños y sus hijos son de allí… y ahora tú también.
—¿De dónde eres tú? —le preguntó a la persona que acababa de conocer porque no reconocía su acento—. ¿Puedo dejar esto por aquí? —señaló la ropa que estaba sacando de la maleta y luego el armario.
—Sí, claro, te he hecho hueco en el armario en cuanto mamá ha dicho que venías hoy —respondió a su última pregunta—. Y soy de Gyeonggi.
JaeYoon asintió a aquello y comenzó a guardar sus pertenencias en el armario, tratando de hacerlo de forma ordenada para no ocupar todo el espacio disponible en el lugar y que le cupiera todo lo que se había traído desde casa. Mientras hacía aquello, el chico que a partir de ese momento iba a ser su compañero de habitación, comenzó a contarle cómo era la rutina de la casa y de las personas que vivían en aquel lugar. Además de las dos muchachas que ya había conocido, allí también se encontraba un chico de primero año, como JaeYoon, que había llegado algunos días atrás, llamado SangHyuk y que venía de Busan, aparte de la familia que lo había acogido en su casa, el señor Jung, la señora Park y el hijo menor, YoungKyun. YoungBin le comentó igualmente sobre todos los horarios y las normas que había que seguir para asegurar una convivencia buena entre todos; también le habló de la norma más absoluta que había en aquella casa: no acercarse a las chicas que vivían allí con malas intenciones.
JaeYoon lo escuchó atentamente mientras terminaba de colocar todos sus objetos personales, sabiendo perfectamente que ninguna de esas normas le iba a suponer problemas. Era un chico bastante metódico y ordenado, así había sido educado en casa y no le gustaba dejar las cosas tiradas por medio, tampoco le suponían mayor problema los horarios o las pequeñas normas para sobrellevar el día a día. Y sobre la norma más absoluta de la Pensión FNC, estaba completamente seguro de que no la iba a quebrantar. JaeYoon había ido a la capital a sacarse una carrera universitaria y se tenía que enfocar al completo en ello, por lo que no estaba interesado en salir con ninguna chica, así que, las que vivían en esa casa podían estar tranquilas, porque solo se acercaría con intención de ser su amigo.
Gracias a las cosas que YoungBin le contó sobre los habitantes de la casa, cuando JaeYoon salió para la cena de la habitación, tras haber dejado todas sus cosas ordenadas, pudo reconocer a todas y cada una de las personas antes de que éstas se presentaran incluso. También, estaba preparado para las personalidades únicas que cada uno de ellos tenía, y así, pudo combatir contra la personalidad cargante de SangHyuk, los chistes malos del señor Jung y el cariño que mostraba YoungKyun a todo el mundo, fuera conocido o desconocido.
Antes de que el día finalizara, todos los chicos que comenzarían el semestre universitario a la mañana siguiente, se reunieron en la planta alta, en el descansillo entre las habitaciones que usaban los chicos de las provincias, para compartir unas botellas de soju y conocerse un poco más, disfrutando del último día en el que serían completamente libres.
응답하라 1994
A medida que iban pasando los días, JaeYoon se iba acostumbrando más a la vida en su nueva casa y a los horarios de ésta, así como a todos sus habitantes. Al chico le gustaba muchísimo aquel lugar y probablemente querría seguir viviendo allí todos los años que le quedaban para acabar sus estudios universitarios. También se estaba acostumbrando a la dinámica de las clases y de la universidad en general, aunque a eso le estaba costando cogerle un poco más el truquillo porque todo era demasiado diferente a lo que había experimentado en su educación a lo largo de sus veinte años de vida. Sin embargo, se estaba adaptando bastante bien a todo y eso era algo por lo que se sentía bastante orgulloso, ya que apenas llevaba un par de semanas viviendo en la capital.
JaeYoon se encontraba terminando de recoger sus pertenencias para dirigirse hacia casa después de una jornada intensiva en clases cuando en su bolsillo vibró su busca un par de veces. El chico paró de guardar cosas en su mochila para sacar aquel aparato y mirar quién había sido la persona que le había dejado un mensaje, descubriendo que era desde su casa de donde había sido enviado porque aquel era el número que le aparecía en la pantalla. JaeYoon se extrañó un poco porque había hablado con su madre hacía solo un par de días por teléfono desde la Pensión FNC, así que, recogió lo más rápido que pudo para poder ir a la cabina telefónica más cercana y llamar a casa para ver qué era lo que había sucedido.
Sin tener nada que hacer realmente mientras esperaba, el chico comenzó a mirar a su alrededor, a las personas que estaban en la fila, como él, y a aquellas que pasaban por el lugar. JaeYoon había descubierto en los pocos días que llevaba en Seúl, que la capital era un lugar completamente diferente a Busan. La gente se comportaba de forma totalmente distinta a pesar de que no estaban a tanta distancia una ciudad de la otra y eso era algo que sacaba la curiosidad del chico a la luz. Mientras echaba vistazos a su entorno, la fila iba moviéndose poco a poco, pasando así el tiempo lentamente.
En una de aquellas miradas al horizonte, JaeYoon vio a un chico que estaba rodeado por un montón de chicas a las que no paraba de sonreír encantadoramente como si se creyera una estrella de la liga de béisbol o algo parecido. JaeYoon esbozó una mueca de desagrado ante aquella escena porque el carácter de ese muchacho no le gustaba absolutamente nada. Ya había conocido a un par de chicos en Busan que eran de la misma forma, comportándose como si fueran alguien importante y teniendo a un montón de chicas detrás de ellos, y nunca le habían caído bien. JaeYoon apartó la mirada de él y miró su beeper, como si fuera la cosa más interesante del mundo hasta que por el rabillo del ojo a notó que aquel grupito de chicas que esperaban obtener la atención de aquel niñato se alejaba totalmente de su campo de visión.
Tuvo que esperar cerca de un cuarto de hora más hasta que por fin pudo coger el teléfono de la cabina, pero cuando por fin fue su turno, JaeYoon introdujo unas monedas y tecleó su pin para poder escuchar el mensaje de voz que le había dejado su madre antes.
"JaeYoon-ah, ¿cómo estás, hijo mío? Solo hace unos días que no hablamos, pero ya te echo de menos, la casa está muy vacía sin ti en ella. ¿Lo estás haciendo bien? ¿Has podido hacer amigos en clase? Sabes que es muy importante hacer amigos los primeros días, ¿verdad? Bueno, solo quería saber de ti, que estabas bien, llámame cuando puedas para que escuche tu voz. Hasta más tarde, cariño".
JaeYoon colgó el teléfono tras el pitido que indicaba que el mensaje de voz había finalizado con una sonrisa en sus labios y tras esto, salió de la cabina y caminó en dirección a la pensión para poder llamar cuanto antes a su madre y hacerle saber que estaba perfectamente y que él también la echaba de menos. Puede que fuera un chico de Busan y no mostrará generalmente sus sentimientos, pero a su madre la quería y sí se lo demostraba. Podría haberla llamado desde la cabina, pero en realidad no llevaba tanto suelto como para poder hacerlo y los gastos de teléfono estaban incluidos entre el importe que pagaba por haber alquilado la habitación compartida en aquella pensión.
El chico no tardó demasiado en llegar a la que en esos momentos era su casa, soltar sus pertenencias en su habitación, saludando a YoungBin, que se encontraba con la cabeza metida dentro de un libro y luego volver a bajar al salón para poder llamar a su madre. Cuando la mujer descolgó el teléfono, JaeYoon le contestó a todas las preguntas que le había dejado en el mensaje de voz y estuvo hablando unos momentos con ella, preguntándole cómo se encontraban por casa, tanto ella como su padre. Quizás no estuvo más de diez minutos en el teléfono, pero esos minutos hicieron que su día fuera un poco más brillante de lo que lo había sido hasta el momento y JaeYoon se sintió muy agradecido por ello.
Apenas había dejado el auricular sobre el teléfono cuando la puerta que tenía a su espalda y que daba a la habitación que ocupaba YoungKyun, el hijo menor de la familia que lo había acogido, se abrió. JaeYoon se giró para saludarlo con una sonrisa, por había hecho buenas migas con él en los pocos días que llevaba en aquella casa, pero la sonrisa que había esbozado murió lentamente en sus labios al ver que el menor estaba acompañado por otra persona.
El chico de Busan no era demasiado bueno recordando caras, pero aquella la había visto hacía apenas un par de horas y todavía la tenía demasiado grabada en su retina. Aquel era el muchacho que había visto rodeado de chicas en el campus y pavoneándose entre ellas como si se creyera alguien a quien todos debían admirar.
—JaeYoon hyung —lo llamó YoungKyun al verlo, atrayendo de esta forma la mirada del otro hacia él—. No sabía que estabas en casa ya.
—Acabo de llegar —le respondió—. Solo me ha dado tiempo a dejar mis cosas en la habitación y bajar.
YoungKyun le sonrió encantadoramente y después cogió del brazo a su acompañante para tirar de él hasta el sofá en el que JaeYoon se encontraba, para sentarse a su lado, dejando al desconocido que no le caía bien a su lado. Sus brazos se rozaron y el chico de Busan sintió unos escalofríos que decidió ignorar para que no notaran lo poco que le gustaba aquel chico.
—Supongo que no os habréis conocido —comentó YoungKyun—, pero los dos estudiáis lo mismo, aunque InSeong hyung es de la clase del 93 y tú de la del 94.
—Encantado de conocerte, JaeYoonnie —le dijo el chico, tendiéndole la mano.
Maravilloso. Era todo maravilloso. No le había caído bien por lo que había visto en el campus, pero después de escucharlo llamarlo “JaeYoonnie”, le caía todavía más gordo que antes. Pero para mejorarlo todo, encima estudiaba lo mismo que él y para colmo era su sunbae, por lo que lo iba a tener que tratar bien cada vez que se lo encontrara. JaeYoon maldijo su mala suerte en su cabeza y le tendió la mano al tal InSeong para estrechársela, aunque lo que menos quería en aquellos momentos era tener que aparentar que le caía en gracia.
—Encantado, sunbae —murmuró—. Pero… ¿te importaría no llamarme JaeYoonnie? Ya soy un adulto.
—Mmmmm… —el otro se llevó la mano al mentón, como si se estuviera pensando si acceder a su petición o no—. Podría, pero no lo haré —respondió finalmente, crispándole los nervios a JaeYoon—. La verdad es que eres mi hobbae y me has parecido mono, así que, te llamaré JaeYoonnie.
JaeYoon lo miró a los ojos con ganas de matarlo, echando chispas por ellos, pero el otro, o no se dio cuenta de que lo estaba odiando con toda su alma o simplemente pasaba de él olímpicamente.
—InSeong hyung es un buen amigo mío —dijo YoungKyun—, así que, espero que os llevéis bien porque seguro que tenéis mucho en común y viene mucho por casa.
—A veces siento que esta es mi casa en vez de la real —comentó el otro, riendo—. Desde que vine la primera vez me sentí así.
Muy en el fondo, JaeYoon quiso saber por qué aquellos dos se habían conocido y por qué se llevaban tan bien si los separaban unos seis años, pero fue un pensamiento tan profundo que no le hizo caso y simplemente se miró las uñas de las manos. Las tenía un poco largas, quizás era hora de cortárselas. Sin embargo, aunque se había auto aislado de la conversación, un manotazo en la pierna del chico que se encontraba a su lado lo devolvió de nuevo a la realidad.
—¿No vas a preguntar de qué nos conocemos? —le dijo, haciendo que JaeYoon tuviera que inspirar hondo para no soltarle una burrada.
—Bueno, cada cual tiene su historia y… —comenzó, pero el otro no lo dejó continuar.
—Hace un par de años fui su profesor particular y desde entonces nos volvimos inseparables… —empezó a relatar y el chico de Busan desconectó de nuevo de la conversación, agradeciendo infinitamente que YoungBin asomara por las escaleras para usarlo como excusa para escapar de allí.
No le gustaba un pelo el tal InSeong y, a partir de ese momento, trataría de esquivarlo lo máximo posible para no tener que bregar con él… lo que JaeYoon no sabía, era que el otro chico tenía intenciones completamente opuestas a las suyas.
응답하라 1994
Como aquel día en concreto. JaeYoon había llegado pronto a su primera clase de la mañana y se había sentado en el lugar en el que solía hacerlo para esperar a que llegara el aburrido profesor de aquella asignatura. Generalmente no iban muchas personas a esa clase por ese mismo motivo, así que, al chico le gustaba bastante poder relajarse mientras el docente repetía treinta veces la misma idea y podía disfrutar de unas clases mucho más relajadas que las del resto de asignaturas. Debido a todo aquello, JaeYoon jamás pensó que en esa misma clase, estuviera Kim InSeong, por lo que se sorprendió cuando alzó la cabeza al notar que alguien se sentaba en el asiento de al lado justo cuando el profesor hacía su aparición el aula y verlo allí. JaeYoon estuvo muy tentado a salir de allí lo más rápido posible, porque no tenía ningún ánimo para tratar con aquel chico, pero no pudo hacer nada por escapar porque si lo hacía, llamaría la atención de los pocos alumnos que asistían a la asignatura y del profesor.
—No sabía que te habías cogido esta optativa —le dijo InSeong, haciéndose el sorprendido, aunque JaeYoon tenía grandes sospechas de que YoungKyun le podía haber dicho algo sobre aquello—. Es una asignatura difícil para alguien de primero.
—Solo es difícil si no se viene a clase y no se presta atención —le respondió, dando por zanjada aquella conversación.
El chico abrió el cuaderno en el que tomaba los apuntes de ese profesor y comenzó a escribir diligentemente todo lo que el profesor iba diciendo, tratando de no prestar atención ninguna a la persona que se encontraba a su lado porque a JaeYoon no le interesaba lo más mínimo lo que éste hiciera o dejara de hacer, solo tenía que enfocarse en su clase y tratar de coger lo máximo posible para tener unos apuntes completos y no tener que pasarse demasiadas tardes en la biblioteca tratando de entender lo que significaban la mayoría de las cosas. Sin embargo, a pesar de que el menor no tenía interés ninguno en InSeong, por el rabillo del ojo no podía evitar ver todo lo que éste hacía. Lo veía bostezar, echarse sobre la mesa, tratar de coger apuntes y rendirse al segundo, suspirar y mirar las lámparas del techo como si fueran el objeto más interesante del Universo… pero sobre todo, JaeYoon notó en infinidad de ocasiones que el mayor no le quitaba la vista de encima, haciéndolo sentir verdaderamente incómodo.
Cuando el profesor dio por terminada aquella clase, JaeYoon salió del aula como alma que llevaba el diablo y sin mirar atrás, tratando de no cruzar su camino más con el mayor por el resto de la semana, porque haberlo tenido a su lado durante todo el tiempo que había durado la lección, lo había puesto de los nervios. No obstante, aunque el menor trató de evitar a InSeong el máximo tiempo que pudo, de vez en cuando, se lo encontró en su camino y tuvo que soltarle mil y una excusas para no tener que lidiar con él en los días en los que se cruzaron por los pasillos de la facultad. A JaeYoon le gustaba aquella rutina, pero sabía que tarde o temprano terminaría acabando y que no tardaría ni mucho en hacerlo.
No había pasado ni siquiera una semana desde que lo estaba evitando de forma descarada cuando InSeong lo cogió por banda en uno de los pasillos más concurridos, en hora punta, sin dejarle oportunidad alguna de escapar de su agarre.
—Hoy que es el último día de clase de la semana, tengo muchísimas ganas de estar en la pensión con todos vosotros y beber hasta quedarme a gusto —le dijo, echándole uno de sus brazos por los hombros, para no dejarle escapatoria alguna—. YoungKyun me dijo que me podía unir a vuestras reuniones de fin de semana cada vez que quisiera, que uno más que menos no importaba, así que, me acoplo.
Y dicho aquello, el chico echó a andar, todavía agarrado a JaeYoon, probablemente como medida de prevención a que volviera a escapar, llamando la atención de muchas de las personas que se congregaban en el lugar y que querían salir lo más rápido posible del campus para llegar a sus casas y descansar o para ver si podían entrar en las discotecas de moda que estaban abriendo por toda la ciudad. Al menor no le gustaba nada llamar la atención de aquella extravagante manera, pero a InSeong no parecía molestarle en absoluto que todos los observaran caminar y saludaba de vez en cuando a aquellos a los que conocía. El mayor parecía estar demasiado acostumbrado a llamar la atención de todas las personas que lo rodeaban y JaeYoon creía que incluso lo tenía que estar disfrutando… por eso seguía sin caerle nada bien aquel chico —por mucho que YoungKyun le dijera que era una de las personas más increíbles que había conocido en su vida—.
JaeYoon tuvo que aguantar todo el camino de vuelta a casa a Kim InSeong pegado a él y hablándole de tonterías varias a las que a veces respondía y otras veces no lo hacía, haciendo eterno aquel camino que generalmente se le hacía relativamente corto todos los demás días. Sin embargo, una vez llegaron a la Pensión FNC, el menor pudo descolgarse de él para dejar sus cosas en su habitación y relajarse durante algunos momentos antes de tener que enfrentarse a su presencia de nuevo.
En la cena, Kim InSeong fue totalmente encantador con el señor Jung y adulador con la señora Park, haciendo que sus nervios se crisparan un poco y que rompiera un par de servilletas de papel en el proceso. No obstante, la cena no duró demasiado y cuando JaeYoon se dio cuenta, ya estaban todos los universitarios en la planta de arriba con varias botellas de soju abiertas, después de haber mandado a la cama a YoungKyun porque seguía siendo menor de edad a pesar de todas sus protestas. JaeYoon se sentó en la esquina más alejada, tratando de no participar realmente de lo que allí ocurría y con la intención de simplemente beber un poco antes de encerrarse en su habitación a dormir.
—MinAh tiene algo que contar —dijo de repente ChanMi, rompiendo el silencio que se había formado en el lugar, solo roto de vez en cuando por el sonido que hacían las botellas de cristal al ser dejadas en el suelo.
—Anda, calla —le replicó la otra, tratando de pegarle—. No le interesa a ninguno nada de esto, no lo voy a contar.
—¿Por qué sabes que no nos va a interesar? —cuestionó YoungBin entonces, haciendo que las chicas dejaran de lanzarse golpes y esquivarlos para mirarlo.
—Son cosas de chicas —contestó MinAh.
La conversación podía haber acabado allí, porque en opinión de JaeYoon cuando eran cosas de chicas lo mejor era quedarse al margen, pero al parecer a SangHyuk ya se le había subido a la cabeza la botella de soju que se había tomado y no lo dejó correr.
—A mí me interesan las cosas de chicas —fue lo que dijo y eso solo fue suficiente como para que ChanMi lo tomara como que podía exponer la vida de su amiga ante todos los demás habitantes de la casa.
—MinAh ha ligado con un chico que está como un tren —contó, con su voz una octava por encima de lo que lo solía estar.
—¡No he ligado con nadie! —replicó la otra.
—Sí lo ha hecho —dijo ChanMi—. Esta mañana, le dieron la nota del examen y lo había suspendido, así que, cuando volvía a casa se echó a llorar en el autobús.
—No estaba llorando en el autobús —MinAh le tapó la boca con la mano a su amiga—. Solo estaba triste, pero no me puse a llorar ni nada por el estilo.
ChanMi forcejeó un poco, hasta que se dio cuenta de que la chica tenía más fuerza que ella y acabó lamiéndole la mano para que la dejara seguir con su relato.
—Es una mentirosa, estaba llorando —dijo—, pero eso no viene al caso, lo que viene al caso es que cogió el bus para venir y que había un chico allí que la vio “triste” —la menor hizo comillas con sus dedos—. Después de bajarse en la parada que hay cerca de casa el chico buenorro la invitó a teobokki para animarla porque “solo estaba triste”.
—¿Y por eso crees que ha ligado? —cuestionó SangHyuk, bebiendo de su botella.
—Por supuesto —respondió ChanMi, muy convencida—. Porque luego le dijo “Espero que nos volvamos a ver”.
Después de aquello, ChanMi lanzó un gritito ultrasónico y comenzó a reírse, haciendo que todos los demás no pudieran evitar contagiarse de su risa porque el alcohol comenzaba a hacer estragos. En realidad, JaeYoon no había prestado demasiada atención a lo que se había dicho, había estado más centrado en beber tranquilamente, pero no había podido evitar fijarse en que YoungBin estado bebiendo demasiado en aquellos últimos minutos. A medida que la narración de aquel encuentro entre MinAh y aquel chico avanzaba, JaeYoon había ido viendo cómo la expresión de su compañero de habitación mutaba hasta volverse un semblante totalmente serio, algo que lo extrañó, pero el chico no dijo nada, así que él tampoco lo mencionó en ese momento, pero se lo guardó para preguntarle en algún otro momento qué era lo que le había sucedido.
MinAh estaba todavía colorada y ChanMi todavía seguía fangirleando por todo aquello cuando por las escaleras asomó la cabeza morena de YoungKyun, carraspeando para llamar la atención de todos.
—Me niego a un tipo como ese trate de aprovecharse de mi hermana —dijo.
—¿Pero a ti no te habíamos mandado a la cama? —le cuestionó MinAh, pareciendo un poco indignada porque su hermano menor había escuchado toda la conversación.
—Soy lo suficientemente mayor como para quedarme a escuchar a escondidas aunque no lo sea para beber alcohol todavía —replicó.
MinAh fue a responderle, pero InSeong se levantó de su sitio y dijo que él se haría cargo de todo antes de dirigirse hacia YoungKyun y arrastrarlo escaleras abajo mientras éste pataleaba y gritaba que no quería que nadie tocara a su hermana. Cuando sus gritos dejaron de escucharse después de que la puerta de su habitación fuera cerrada, todos los que se encontraban en el piso de arriba se levantaron como si se hubieran puesto de acuerdo y, tras darse las buenas noches, cada uno se fue a su habitación a dormir un poco.
응답하라 1994
Poco a poco, el tiempo fue pasando y, poco a poco, JaeYoon se fue acostumbrando a la presencia de InSeong prácticamente todos los días de su vida —ya fuera en algunas clases en la universidad o en la pensión junto a todos los demás—. Pero aunque se había ido acostumbrando a tenerlo alrededor, eso no quería decir que le hubiera comenzado a caer mejor porque seguía pensando del mayor de la misma manera que lo había hecho en el primer momento. InSeong seguía sin darle ninguna confianza a pesar de que YoungKyun tratara de que ambos se hicieran amigos, buscando las cosas que tuvieran en común. Por este motivo, JaeYoon simplemente trataba de evitar al mayor lo máximo que podía para seguir haciendo su vida de forma tranquila y listo… aunque muchas veces no pudiera librarse de él.
JaeYoon había salido aquel día de la universidad temprano porque, según le había comentado YoungBin aquella mañana en el desayuno, por la noche iban a hacer sentada en el salón para comer pollo frito mientras veían el partido de las semifinales de la Liga de Baloncesto. El chico nunca había sido demasiado aficionado al deporte, no lo practicaba ni lo veía en la tele asiduamente, pero desde que había comenzado a vivir en la pensión, se había ido metiendo poco a poco en el emocionante ambiente que se respiraba en aquella casa cada vez que había un partido de baloncesto. Después de un par de meses en aquel lugar, JaeYoon podía decir que quizás se había hecho un aficionado del baloncesto y estaba bastante encantado con ver aquel partido tan importante con todos los demás —aunque en ese todo también entrara Kim InSeong—.
El chico apenas había salido del recinto universitario cuando sintió que alguien se colgaba de su brazo y no tuvo que girar su cabeza para darse cuenta de que se trataba de InSeong. JaeYoon cerró sus ojos unos segundos e inspiró hondo para hacer de tripas corazón y simplemente cargar con aquel peso de más hasta la casa.
—Hoy vais a ver el partido, ¿verdad? —le cuestionó InSeong.
—Sabes que siempre que televisan partido se ve en casa —respondió, algo desganado.
—Pues me acoplo —dijo el mayor, a JaeYoon no le hizo falta girarse para saber que lo había dicho con una sonrisa de oreja a oreja—. Suenas muy desganado para estar dirigiéndote a ver una semifinal, por cierto.
—¿No tienes una casa? —le preguntó, girándose hacia el mayor.
—La tengo —contestó éste—, pero me gusta mucho más estar con vosotros.
InSeong le sonrió y luego le guiñó un ojo antes de tirar de su brazo para que comenzara a andar rápido, yendo en dirección a la Pensión FNC. JaeYon no pudo evitar el suspiro que salió de sus labios en ese momento y solo se dejó llevar por el otro sin poner tampoco demasiado de su parte. No le gustaba que las personas de la universidad los vieran juntos y relacionaran que eran amigos y se llevaban bien porque él no quería ser relacionado con una persona como InSeong, pero a pesar de todos sus intentos, no había podido hacer que éste dejara de colgársele del brazo y lo llevara de un lado a otro o que de vez en cuando lo acompañara a la pensión. Por eso, porque todos creían que era amigo del popular Kim InSeong, habían comenzado a saludarlo aun cuando iba solo.
Lee JaeYoon solo había querido vivir una vida tranquila universitaria, una normal y corriente, anónima y en la que solo se dedicaba a estudiar y hacer todos los trabajos que los profesores se dedicaban a mandarle.
El chico estaba metido en sus propios pensamientos, sin prestar atención a nada y dejándose arrastrar por InSeong, por lo que cuando éste se detuvo de golpe, se acabó chocando contra él sin poder evitarlo. El mayor se giró hacia él y JaeYoon le preguntó mudamente por qué narices se había detenido tan de golpe, haciendo que éste le señalara a un grupo de al menos veinte chicas bastante ruidosas que estaban pegadas a una tienda de electrónica en la que había varios televisores encendidos y echando diferentes programaciones. JaeYoon no entendió qué quería decirle con aquello hasta que, de repente se dio cuenta de que entre las chicas se encontraba ChanMi, gritando como la que más.
El chico se extrañó un poco, porque ChanMi generalmente era bastante tranquila en casa y solo se emocionaba cuando se trataban temas de amoríos o cosas por el estilo, pero nunca antes la había visto tan exaltada con en aquellos momentos.
—¿Nos la llevamos a casa? —le preguntó InSeong—. Va a hacerse de noche en un rato y no es bueno que vuelva sola, hay unas calles muy oscuras antes de llegar a la pensión.
—Haz lo que quieras —dijo JaeYoon, encogiéndose de hombros.
InSeong pareció tomarse aquello como un sí y lo soltó a él para dirigirse hacia el grupo de chicas y sacar a ChanMi de la multitud. JaeYoon observó la escena siguiente con una sonrisa en su rostro porque el mayor tardó bastante en adentrarse entre ellas y recibió algunos golpes por ello antes de poder llegar hasta la chica y sacarla de la multitud, totalmente a regañadientes, acompañada de otra chica algo más alta que JaeYoon había visto algunas veces por la pensión —probablemente su amiga HyeJeong, si no recordaba mal—. Probablemente habían pasado diez minutos desde que InSeong se dirigiera hacia ellas hasta que por fin regresó hasta donde se encontraba JaeYoon.
—¿Qué estabais viendo tan entretenidas? —les cuestionó JaeYoon a las chicas—. Parece que estáis molestas por no poder seguir.
—Y lo estamos —respondió ChanMi, echándole una mirada de odio infinito a InSeong—, pero el señor sargento no quiere que vayamos de noche solas hasta casa y se ha empeñado en que teníamos que ir con vosotros. La presión social de las demás ha hecho el resto.
—Todo porque teníamos sitios buenos viendo el vídeo musical de “oppa” —contestó la otra chica—. Se han alegrado una barbaridad de que nos “tengamos que ir”.
—¿“Oppa”? —preguntó JaeYoon confuso.
—Seo TaiJi —respondieron las dos a la vez y al chico ya no le hizo falta saber nada más del tema.
InSeong echó a andar, todavía agarrando del brazo a ChanMi, que arrastraba con ella a su amiga a su vez, para que no pudieran seguir con aquella conversación y JaeYoon lo agradeció en parte. El chico sabía que ‘Seo TaiJi and Boys’ era la sensación musical del momento y que todas las chicas estaban loquitas con aquel grupo de tres chicos que arrastraban masas, pero lo que no sabía era que ChanMi era una de aquellas niñas locas que incluso viendo los vídeos musicales del grupo se ponían a gritar como si Seo TaiJi se encontrara justo frente a ellas. Aunque hasta el momento no había tenido ningún problema, a partir de ese día, JaeYoon tendría mucho cuidado con lo que decía o dejaba de decir sobre aquel fenómeno de masas, solo por si acaso la chica lo escuchaba y quería matarlo por deshonrar a “su oppa” con sus palabras inconscientes.
No tardaron mucho en llegar a la Pensión FNC y, una vez lo hicieron, las chicas se metieron directamente en la habitación de MinAh, sin llamar siquiera a la puerta. Los demás habitantes de la casa ya se encontraban todos amontonados en el salón, con varios boles hasta rebosar de pollo frito, esperando a que comenzara el partido y no se inmutaron con su llegada triunfal porque estaban demasiado concentrados en los anuncios de la televisión. JaeYoon dejó sus pertenencias a un lado, donde no molestaran a nadie y luego se sentó en el suelo, entre YoungBin y SangHyuk, para que InSeong no se le pudiera sentar mínimamente cerca y comenzó a piquear de los frutos secos que había en algunas bolsas dispersas por todo el lugar, preparándose para el partido.
Esa noche, JaeYoon no se tuvo que preocupar ni un segundo por InSeong porque éste se había sentado bastante lejos de él y porque el partido fue demasiado absorbente, al igual que el ambiente que se vivió en la casa con cada minuto que pasaba y con cada punto del equipo de la Universidad de Seúl que subía al marcador —cada triple era celebrado como si fuera el punto que les daba el acceso a la final—. Lo único que consiguió hacer que su concentración en la pantalla del televisor se disolviera durante unos instantes fue el pequeño número de hermano sobreprotector que montó YoungKyun pegando la oreja a la puerta de la habitación de MinAh, jurando y perjurando que, se había llevado el teléfono allí dentro para hablar con aquel chico que había conocido semanas atrás y que seguro que estaba saliendo con él porque solo escuchaba frases en tono agudo de las tres chicas que se encontraban en el cuarto y risitas emocionadas.
JaeYoon se encontraba cada vez más cómodo en aquel lugar al que podía llamar hogar y las distintas situaciones que el chico vivía en él se convertían en nuevas experiencias para él que le daban una nueva perspectiva de la vida y del mundo que le rodeaba. Las diferentes personas que había conocido allí también lo habían ayudado muchísimo a adaptarse a todo lo nuevo y JaeYoon se alegraba muchísimo de haber acabado en aquella pensión en lugar de en otro sitio, aunque conocer a InSeong no le había hecho tanta gracia como conocerlos a todos los demás.
Cuando terminó el partido, cada uno se fue a su propia habitación para dormir hasta el día siguiente con una gran sonrisa en sus rostros porque el equipo que apoyaban había acabado entrando a la final de la Liga de Baloncesto, imponiéndose al otro por bastantes puntos. JaeYoon estaba a punto de dormirse, acunado por el silencio de la noche y bastante cansado por todo lo que había animado durante el partido, cuando la voz de YoungBin a su lado lo sacó de sus pensamientos.
—JaeYoon —lo llamó el chico.
—Mmmmm…
—¿Crees que si me declaro a MinAh antes de que comience a salir con ese tipo del autobús me aceptará? —cuestionó el mayor, haciendo que JaeYoon saliera del sopor del sueño y se enfocara en la conversación, entendiendo también el motivo por el cuál le había parecido tan extraño el comportamiento de su compañero de habitación cuando la chica había estado contando su historia—. ¿O crees que me rechazará y todo acabará siendo incómodo para todos?
—No sé qué decirte, YoungBin —contestó después de pensarlo unos momentos—. No soy muy diestro en las relaciones sentimentales, solo puedo decir que quien no arriesga, no gana.
—Gracias por tu consejo, JaeYoon —dijo el chico—. Lo meditaré estos días antes de decidir qué hacer.
—No hay de qué —murmuró el menor.
응답하라 1994
JaeYoon siempre había sido un chico muy listo y muy aplicado, por lo que los estudios se le habían dado de maravilla desde el primer momento. Comprendía las cosas a la primera y si no lo hacía, no paraba de buscarle el sentido hasta que se lo encontraba o simplemente se estudiaba lo que fuera de memoria y lo almacenaba en su cerebro para cualquier uso posterior. Gracias a aquella gran capacidad, cada vez que jugaban a algo relacionado con recordar lo que hacían sus compañeros mientras bebían, era él siempre quien ganaba y se enorgullecía bastante de aquella capacidad mental. Nunca nada en su vida se había interpuesto entre él y su camino hacia el conocimiento porque siempre sorteaba todos los obstáculos… hasta aquel momento.
Al chico le habían advertido una y otra vez que aunque hubiera sido admitido en una de las mejores universidades del país porque tenía muy buenas notas y muy buenas referencias, no podía bajar la guardia…pero sobre todo, le habían advertido que todo iba a ser mucho más difícil y que habría veces en las que solo no podría con todo. Desde que JaeYoon había llegado a la capital, había dado todo de sí mismo para seguir haciendo las cosas bien y para que, aunque hubiera partes que eran muy difíciles, pudiera sacarlas con su fuerza de voluntad y empeño. Sin embargo, cada día que pasaba en aquella carrera, la materia avanzaba y todo se iba haciendo mucho más difícil. Los profesores daban por supuestos que tenían unos conocimientos que el noventa por ciento de los alumnos no tenían y se saltaban todos los pasos básicos, haciendo que JaeYoon se encontrara frustrado y perdido cada vez más a menudo.
El chico había cogido la costumbre de pasar cada minuto de su vida metido en la biblioteca, leyendo absolutamente todos y cada uno de los libros que le podían solucionar un poco la vida, buscando las fórmulas que debía de usar para resolver los problemas que se le planteaban y copiándolas cuando las encontraba para después tener un acceso más rápido a ellas en el momento en el que las necesitara. JaeYoon siempre había estado muy orgulloso de su educación porque, a pesar de haber estudiado en Busan y no en Seúl, sus profesores se habían volcado en darle todo el acceso posible a cosas que le harían la vida más fácil en la universidad; sin embargo, ni con aquello, el chico podía seguir el nivel de las personas que habían estudiado en los institutos más prestigiosos y caros de la capital. Algunos de sus compañeros tenían unos conocimientos que él no tenía y esos conocimientos, al parecer, era algo que debía haber adquirido antes de entrar a la carrera, porque muchas de las fórmulas que necesitaba para poder seguir adelante, ni siquiera los libros más básicos las nombraban.
Por eso, Lee JaeYoon había comenzado a frustrarse muchísimo e incluso en la casa habían notado que algo le sucedía, aunque ninguno de sus habitantes sabía qué era porque el chico no había contado absolutamente nada.
—¿Qué es lo que te pasa? —le preguntó un día la señora Park, mientras estaban en el salón de la casa, JaeYoon ante un montón de libros abiertos y ella justo al lado, tratando de remendar un agujero que había aparecido en una de las camisas del señor Jung—. Por cómo buscas desesperadamente una respuesta en esos libros podría decir que es algo de la universidad y sé que no puedo ayudarte con ello, pero al menos puedo hacerte sentir mejor y ayudarte a dar con una solución. Hablar con alguien de lo que nos preocupa siempre nos da un punto de vista diferente que quizás no habíamos contemplado y lo mismo encontramos la solución.
—Muchas gracias, señora Park —murmuró el chico.
—Llámame mamá —lo cortó la mujer—. Todos en esta casa lo hacen menos tú y me haces sentir como una persona mayor.
—Lo siento —susurró él avergonzado—. No me acostumbro.
—Sé que no soy tu madre, pero soy la de repuesto en estos momentos, así que, no quiero que pienses en mí como una extraña —respondió ella—. Ahora cuéntame qué te pasa, cariño.
JaeYoon le sonrió a la mujer y después comenzó a relatarle los problemas que tenía en la universidad, la de vueltas que tenía que dar para poder encontrar poco a poco las soluciones y lo agobiado que se sentía por no ser capaz de hacer las cosas bien desde primera hora. Además de aquello, los exámenes cada vez eran más frecuentes y complicados y el chico no tenía todos los conocimientos necesarios para poder hacerlos bien, lo que lo frustraba todavía más y lo hacía sentir mucho peor. Hablar con la señora Park no solucionó sus problemas, porque ella no sabía enseñarle las fórmulas que necesitaba para resolver los ejercicios, pero al menos le dio un poco de paz a su alma y a su mente y JaeYoon se sintió muy agradecido con la mujer por escuchar todas sus preocupaciones y animarlo a seguir adelante sin rendirse.
Para cuando llegaron todos los demás inquilinos de la Pensión FNC esa noche a casa, JaeYoon se sentía mucho mejor, aunque seguía sin saber lo que necesitaba para poder hacer los ejercicios que tenía que entregar a la semana siguiente. Pero ya tendría tiempo para solucionar aquello, por aquella noche lo dejaría todo y se dedicaría a disfrutar un poco de no hacer nada y beber con los demás.
Durante la cena se dedicó a tratar de seguir la conversación que había iniciado el señor Jung sobre los nuevos beepers que iban a salir al mercado y que iban a tener muchas más prestaciones que los que por ahora estaban en el mercado —incluso contestó a algunas de las cosas que InSeong propuso durante la comida, aunque solo por el gusto de poder rebatirlo—. Cuando la comida hubo finalizado y recogieron entre todos la mesa, los dueños de la pensión se retiraron a dormir pidiéndoles encarecidamente que no hicieran demasiado ruido mientras bebían y mandando a la cama también a YoungKyun. JaeYoon fue al salón a recoger todos los libros que había dejado tirados por el lugar para llevarlos a su habitación antes de que alguien se matara porque estaban por medio, sin darse cuenta de que todos habían subido a la planta de arriba listos para la larga noche que se les presentaba por delante, menos una persona.
—Esta asignatura es difícil —escuchó decir a la voz de InSeong a sus espaldas y se sobresaltó, casi tirando al suelo algunos de los libros que acababa de recoger—. Sobre todo porque el profesor piensa que todos sus alumnos saben todas las fórmulas que deben aplicar en cada ejercicio y no se molesta en explicarlas, ¿verdad, JaeYoonnie?
JaeYoon todavía no se había girado hacia el chico porque seguía notando cómo su corazón latía rápidamente dentro de su pecho por el susto que le había dado al hablarle de la nada cuando se creía que estaba solo, pero tuvo que hacerlo para ponerle mala cara después de escuchar aquel “JaeYoonnie”. Le había dejado claro en muchas ocasiones que no quería que lo llamara de aquella forma, pero el otro simplemente lo había ignorado de forma magistral y seguía haciendo lo que le daba la gana. De todas formas, sí que tenía razón en lo que había dicho, aunque obviamente él no se la iba a dar del todo.
—Es complicado encontrar las fórmulas —reconoció—, pero hacer un poco de trabajo de investigación en los fondos de la biblioteca y aprender a usar varias fórmulas mientras das con la correcta es algo muy bueno para la formación de los futuros Químicos.
—Por supuesto —le concedió InSeong con una sonrisa—, pero es mucho más rápido y eficaz que alguien que sepa esas fórmulas te las enseñe. Yo, por ejemplo.
El mayor le guiñó un ojo, de la misma forma en la que JaeYoon le había visto hacer con las chicas que lo rondaban por el campus, tratando de parecer encantador y seductor cuando no era ninguna de las dos cosas y al chico de Busan solo le dieron ganas de atizarle en la cabeza con uno de los libros que tenía entre sus manos, a ver si la única neurona que le funcionaba comenzaba a hacerlo de forma correcta después del certero golpe.
—Lo siento, pero prefiero seguir mi propio método —replicó, tratando de pasar junto a él para subir arriba, dejar los libros en la habitación y ponerse a beber como un cosaco. Sin embargo, no pudo hacer absolutamente nada de lo que pensaba porque InSeong lo retuvo, tomándolo por el brazo.
—Anda, dame un poco de crédito, que este es ya mi tercer semestre en la facultad y sé muchas más cosas que tú —dijo el chico—. Déjame que te ayude.
—No hace falta… —JaeYoon trató de librarse de su agarre pero no pudo.
—Claro que hace falta —le respondió InSeong.
Y antes de que pudiera darse cuenta, ya estaba sentado en la mesa de la cocina, con InSeong junto a él y sus ejercicios puestos sobre la superficie de madera mientras el mayor le explicaba de forma clara cómo usar las fórmulas que no sabía utilizar o cuáles eran aquellas que tenía que coger para otros ejercicios. Al principio, JaeYoon estaba reticente a que el mayor le enseñara porque nunca lo había visto dar un palo al agua, pero poco a poco comenzó a darse cuenta de que el chico era realmente muy listo y que precisamente por eso, apenas tenía que trabajar para poder llegar al mismo lugar al que las personas le dedicaban todo su tiempo y esfuerzo. Poco a poco, JaeYoon comenzó a dejarse llevar por aquella corriente de pensamiento en la que InSeong no era solo un playboy que jugaba con todas las chicas del campus y empezó a ver aquel lado bueno del que tanto le había hablado YoungKyun.
Para antes de que llegara un nuevo día, JaeYoon ya había finalizado todos los ejercicios que pensaba que iba a tardar en realizar siglos —o un par de semanas, al menos— y se había comenzado a dar cuenta de que había algunas cosas de Kim InSeong que no lo desagradaban tanto.
—Gracias —murmuró después de revisar que lo tenía todo hecho, realmente agradecido por lo que el mayor había hecho por él.
—No hay de qué —respondió el otro, bostezando y echando su cabeza sobre la mesa—. Espero que a partir de ahora comiences a verme con mejores ojos… JaeYoonnie.
JaeYoon quiso replicarle que no lo vería con buenos ojos hasta que no dejara de llamarlo así, pero InSeong ya había cerrado sus ojos y comenzado a respirar profundamente, totalmente dormido. El chico solo inspiró hondo para calmarse y después echó su cabeza sobre la mesa también para dormir un poco porque estaba demasiado cansado y su cama estaba demasiado lejos como para ir hasta ella.
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