Part II
Busan boy vs Seoul boy
Los
exámenes estaban a la vuelta de la esquina, solo quedaban un par de semanas
para que comenzaran y las clases habían finalizado, por lo que JaeYoon había
pensado en utilizar todo aquel tiempo que iba a tener libre para dedicarse en
cuerpo y alma a estudiar y sacar las mejores notas posibles; sin embargo, el
chico no había contado con cierta persona que estudiaba lo mismo que él y que
los planes del mayor iban a ser tan distintos a los suyos y lo iban a incluir.
JaeYoon no tenía ni idea de que InSeong lo iba a “invitar” al MT organizado por
algunos de los chicos del último curso de su facultad —aunque más bien lo
obligó a ir haciendo valer su posición de sunbae
y el menor no pudo negarse a aquello porque lo había hecho delante de un montón
de personas, en mitad de los pasillos de la universidad—.
JaeYoon cerró sus ojos
fuertemente y se llevó las manos a la cara tratando de esconder la expresión de
asesino en serie que se instaló en su rostro al recordar el motivo por el cual
en aquellos momentos se encontraba sentado junto a InSeong en el autobús camino
a algún lugar perdido de la monte en el que no harían más que senderismo hasta
quedar reventados y jugar a estupideces bebiendo alcohol como cosacos. Tenía
muchas ganas de matar al mayor a pesar de que en los últimos tiempos había
comenzado a tolerarlo más y, quizás, a llevarse algo mejor con él por haberlo
obligado a aquello… pero aunque había tratado por todos los medios saltarse
aquella excursión, no había tenido escapatoria y ya no tenía nada más que hacer
que apechugar hasta que el MT finalizara para volver a casa y aprovechar el
resto de días que le quedaban para estudiar duramente para los exámenes.
—¡Vamos a pasarlo de
maravilla! —le gritó InSeong en la oreja, sacándolo de sus pensamientos y
JaeYoon se giró hacia él con la intención de pegarle, pero se contuvo porque en
aquel lugar, si le pegaba a un sunbae,
declaraba su sentencia de muerte.
—No lo creo —contestó en
cambio, tratando de tranquilizarse.
—Verás cómo van a pasar
cosas increíbles —replicó el mayor, con una sonrisa de oreja a oreja—. Durante
los MT siempre parece que haya magia por los alrededores.
JaeYoon simplemente le
puso mala cara al otro porque obviamente no creía que la magia existiera y
menos que se hiciera presente cuando los alumnos de las diferentes facultades
del país se fueran de MT y siguió tratando de aislarse del ruido que había en
el autobús, de los compañeros de carrera cantando a grito pelado las canciones
del momento y de InSeong queriendo que se uniera a la fiesta que tenían allí
montada. El menor no tenía ganas de fiesta porque sabía perfectamente que
todavía le quedaba un día demasiado largo por delante como para desperdiciar
las energías cuando todavía no había ni amanecido.
Y efectivamente, JaeYoon
supo que había hecho lo correcto al tratar de no seguirles el ritmo a sus
compañeros en el autobús por la mañana temprano cuando nada más llegar al lugar
en el que pasarían los siguientes dos días y soltar sus pertenencias, los de
último curso anunciaron que tenían que llegar a la cima de la montaña antes del
mediodía y que una vez almorzaran habría algunos juegos más preparados hasta
que fuera cayendo la noche y tuvieran que regresar a la zona de las cabañas, en
la que habían alquilado un par para alojarse el tiempo que iba a durar aquel
MT.
Muchas horas después,
todas las personas que habían ido a aquel “campamento organizado para reforzar
los lazos entre los estudiantes de diferentes cursos” se hallaban sentadas
formando un círculo en la más amplia de las cabañas, con un montón de botellas
de diferentes tipos de alcohol dispersas por toda la habitación, esperando a
ser vaciadas en los próximos momentos. JaeYoon se sentía un poco incómodo
porque realmente no conocía a mucha gente allí —solo a algunos de sus
compañeros de clase que se habían atrevido a ir y a InSeong— por lo que estaba
completamente seguro de que sería a él a quien le caería tener que beber la
mayoría de las veces —o eso era lo que le había contado que sucedía en los MT
por la noche su vecino, que ya había terminado sus estudios—.
Los sunbaes comenzaron a mezclar todas las botellas que habían llevado
en una olla enorme de las especiales para hacer ramyun, haciendo que JaeYoon se sintiera algo preocupado porque
tanta mezcla de diferentes bebidas no debía de ser bueno. Sin embargo, no podía
decir nada porque se señalaría y, en aquellos momentos, solo quería pasar
desapercibido e, incluso esconderse lo máximo posible detrás del cuerpo de
InSeong, que se encontraba a su derecha. Sin embargo, lo único que podía hacer
en realidad era esperar a que terminaran de mezclar el alcohol y rezar para que
comenzaran con la ronda en un lugar cercano a él y no tener que ser el último y
por eso tener que beberse todo lo que quedara en la olla.
—Ahora vamos a echar a
suertes quién comenzará a beber y esa persona decidirá quién le seguirá —dijo
uno de los sunbaes.
En ese momento,
comenzaron a dar unos papeles a todos los que se habían concentrado en aquel
lugar en los que tenían que escribir sus nombres para echarlos luego a un
cuenco y mezclarlos para sacar a la persona afortunada. JaeYoon metió su papel
deseando ser él el primero, pero aquel día la suerte no estaba de su parte,
realmente. Llamaron a una chica que se encontraba a tres personas de distancia
y ésta, en vez de señalar en su dirección para que le tocara pronto, señaló la
contraria. Pero aunque no le había tocado beber de los primeros, al menos se
iba a poder librar de ser el último. JaeYoon esperó su turno pacientemente y
cuando InSeong le dio un trago largo y vio que no quedaba tampoco demasiado
dentro de la olla, se sintió algo mejor por el pobre diablo al que le había
tocado ser el último, porque no tendría que beber tanto. Le dio un trago largo
y se lo pasó al siguiente para que hiciera lo propio, sintiendo la mezcla
alcohólica bajarle como fuego por la garganta.
De madrugada, cuando ya
pocas personas quedaban conscientes en la habitación, se echaron a dormir en
los huecos que quedaban entre los cuerpos tirados en el suelo que ya llevaban
un tiempo durmiendo la mona. JaeYoon había aguantado bastante bien la noche y
se sentía orgulloso por ello, realmente orgulloso, así que, no le importó en lo
más mínimo tener que echarse a dormir junto a InSeong, cuando no había
prácticamente separación entre sus cuerpo. Estaba bastante borracho, así que,
no le importaba absolutamente nada, solo tenía sueño y algo de frío porque
habían dejado las ventanas abiertas, por eso, tampoco le importó lo más mínimo
que el mayor se pegara a su cuerpo tanto que todas las partes de sus cuerpos
estuvieron en contacto. JaeYoon se durmió profundamente acunado por los brazos
de InSeong.
En algún momento, en sus
sueños, JaeYoon escuchó la voz del mayor susurrando algo que no podía entender.
En el sueño, el chico abrió sus ojos y se encontró el rostro de InSeong a
escasos centímetros del suyo, sonriéndole de forma encantadora, haciendo que
otra sonrisa en respuesta se extendiera por su rostro sin que pudiera hacer
nada para evitarlo. Justo después, InSeong llevaba una mano a su rostro y le
retiraba el flequillo de los ojos, para a continuación rozar con las yemas de
sus dedos la mejilla que no tenía apoyada contra el suelo duro de aquella habitación
en penumbra.
“Me gustas” dijo el InSeong de su sueño y justo después salvaba la distancia que
quedaba entre sus rostros para darle un beso en los labios que JaeYoon no supo
por qué respondió.
A la
mañana siguiente, cuando JaeYoon se despertó, se dio cuenta de que justo a su
lado había un hueco vacío que con anterioridad había tenido que estar ocupado
por alguien, pero por más que intentó recordar, solo un dolor punzante le
atravesaba el cerebro de parte a parte. Por ese motivo, el chico dejó de querer
averiguar quién había dormido a su lado y cuál era el sueño que había tenido
esa noche que todavía sentía en el fondo de su mente, pero del que no podía ver
ni un solo fragmento.
응답하라 1994
A pesar
de que la época de exámenes fue dura para JaeYoon, puesto que todos los que
había hecho en las distintas etapas en el instituto no habían sido para nada
complicados si los comparaba con los que había tenido que hacer en la
universidad —ni siquiera el examen de acceso que había hecho para poder entrar
a aquel lugar había tenido tanta dificultad como los que hizo en aquel primer
semestre en la universidad… y algo le decía al chico que aquello no era nada
comparado con lo que iba a llegar cuando fuera avanzando en la carrera— había
sido un tiempo bastante satisfactorio. JaeYoon sabía que había dado lo máximo
de sí mismo y en los resultados se vio perfectamente lo mucho que se lo había
currado. De aquella forma, podría mantener la beca que le daba acceso a poder
estudiar en la capital, tan lejos de su tierra natal.
Acabados
los exámenes y con las notas ya en su poder, JaeYoon sintió que absolutamente
nada le iba a aguar lo bien que se sentía, lo feliz que era por haber salido
airoso de aquella batalla y lo emocionado que se sentía por volver a casa en un
par de días aunque no se pudiera quedar siquiera un mes completo en el lugar
porque tendría que regresar a Seúl a hacer el papeleo para el siguiente
semestre en la facultad. Pero por el momento, iba a disfrutar de las vacaciones
que comenzarían en cuanto terminara de hacer su maleta.
—Voy a
bajar —le comentó YoungBin, llamando su atención y haciendo que sacara la
cabeza del armario—. Ya he terminado de arreglar mis cosas, así que voy a
ayudar a preparar la fiesta.
JaeYoon
asintió a aquellas palabras y después le aseguró que no tardaría en bajar. El
mayor salió entonces de la habitación y el chico siguió a lo suyo,
seleccionando la ropa que se llevaría y también los apuntes que no le volverían
a hacer más falta durante la carrera para no ocupar tanto espacio en la
habitación compartida, porque al final de aquel semestre habían acumulado ambos
demasiados chismes y cosas de la facultad y ya casi ni cabían dentro. Estaba
tan atareado y concentrado en su tarea, que no se dio cuenta de que el tiempo
había pasado rápido y que aún no había terminado cuando las personas ajenas a
esa casa que estaban invitadas a la fiesta —InSeong y HyeJeong— ya habían
llegado, solo se dio cuenta de este hecho cuando alguien tocó a la puerta de la
habitación.
Generalmente,
en aquella casa no se tocaban a las puertas, simplemente se entraba sin
anunciarse, así que, JaeYoon supuso que debía de ser alguien externo el que
había llamado a la puerta. El chico dejó del taco de papeles que estaba
revisando en el suelo a su lado y se levantó para abrir la puerta,
encontrándose al hacerlo a un sonriente InSeong apoyado en el marco de ésta,
como si estuviera encantado de verlo. La verdad era que, desde que habían
vuelto del MT no se habían visto, al menos no de cerca, porque en la asignatura
que compartían lo había visto llegar para hacer el examen y en algún momento lo
había visto en la biblioteca estudiando. Como ambos habían estado tan ocupados
estudiando para los exámenes, tampoco habían querido molestarse el uno al otro —de
la misma forma, apenas había visto a los inquilinos de la pensión porque sus
horarios no habían coincidió más que en las horas de las comidas… y a veces ni
eso—.
—Me han
mandado a buscarte porque no bajabas —dijo a modo de saludo el mayor. JaeYoon
alzó una ceja, sin creer que lo hubieran mandado a él a buscarlo cuando era uno
de los mayores del lugar, en todo caso, habrían mandado a YoungKyun, a quien
siempre tenían de recadero—. Bueno, en realidad han dicho que aún no habías
bajado y que alguien debería avisarte de que ya estaba todo listo y me he
ofrecido voluntario.
Aquella
explicación le cuadraba mucho más al chico, así que asintió y después se dio la
vuelta para recoger un poco el desorden que había formado con los apuntes,
porque cuando volviera a subir, después de beber, estaba seguro de que no iba a
querer recoger nada, solo echarse a dormir la mona.
—En un
minuto termino de recoger esto y bajo —le dijo a InSeong, dándole vía libre
para que se fuera tranquilo después de haber recibido su aviso.
—Creo
que sería más rápido si te ayudo —respondió el otro.
—Como
quieras —murmuró JaeYoon, encogiéndose de hombros—, aunque no creo que tarde
mucho en mover algunos folios.
InSeong
se adentró en la habitación y comenzó a mover los tacos de folios con los
apuntes que el menor había tomado durante todo el semestre, colocándolos en la
esquina más alejada de la habitación para que no molestaran. Con la ayuda de
InSeong apenas tardó un par de minutos en hacer aquello y mentalmente le dio la
razón al mayor con respecto a que con su ayuda seguro que terminaban antes,
porque si JaeYoon lo hubiera hecho solo, se habría puesto de nuevo a ojear los
papeles.
—Tienes
una letra curiosa —le comentó InSeong—, al menos yo no la entiendo muy bien, no
sé cómo tú puedes hacerlo y encima sacar tan buenas notas.
JaeYoon
se sorprendió al escucharlo decir aquello porque no se esperaba que el otro le
dijera algo por el estilo después de comentar que su letra era fea. No le había
dicho a ninguno de la pensión las notas que había sacado, solo que había
aprobado todo, así que, el otro debía de haber visto todas las listas con su
nombre en la facultad. Sin embargo, no tenía sentido que lo hubiera hecho, ya
que solo compartían una asignatura, las demás no.
—¿Cómo…? —empezó
a preguntar, pero el mayor respondió antes de que finalizara su pregunta.
—Al ver
que tenías tan buena nota cuando fui a mirar la mía, me dio curiosidad por
saber cómo lo habías hecho en las demás y le pregunté a la mujer de secretaría
que me dejara ver tus notas —dijo.
—Pero
eso no es legal, ¿no? —cuestionó JaeYoon—. No pueden enseñarle el expediente de
nadie a alguien cualquiera.
—Pero yo
no soy alguien cualquiera —replicó InSeong, guiñándole un ojo, algo que frustró
al menor porque le recordó al InSeong que conoció meses atrás, al InSeong al
que no se quería acercar por nada del mundo.
—La
próxima vez que tenga que ir a secretaría daré instrucciones para que nunca
jamás te enseñen mis notas.
—Bueno,
en ese caso solo tendré que darme una vuelta por todos los departamentos cuando
estén las listas con las notas y así podré saberlas.
Y tras
decir aquello, InSeong salió de la habitación para dirigirse a la planta baja.
JaeYoon se tuvo que morder el interior de la mejilla para no gritar de
frustración porque se había olvidado de lo insufrible que el otro podía llegar
a ser debido a que en los últimos tiempos no se habían llevado tan mal y se
recriminó por ello. Kim InSeong seguía siendo como cuando lo había conocido, a
pesar de que también tuviera otras facetas.
JaeYoon
respiró hondo para calmarse y, en cuanto lo hizo, salió también de la
habitación y se dirigió a la planta baja. Mientras descendía por las escaleras,
pudo ver cómo en el salón habían acampado todos y cómo en la televisión estaba
pausada el inicio de alguna película, mientras en el suelo había un montón de
aperitivos y de botellas de soju y
cerveza —también había zumo para el menor de edad—. Todos estaban repartidos
entre los sofás y el suelo, no dejando más que el espacio junto a InSeong
libre, quien lo invitó a sentarse allí palmeando la madera con su mano. El
chico no pudo hacer otra cosa más que suspirar y sentarse en aquel lugar,
agarrando justo después uno de los botellines de cerveza, dispuesto a disfrutar
de la película, la que sea que hubieran puesto, en vez de fijarse en la persona
que tenía al lado y que tanto lo frustraba.
En
cuanto JaeYoon se acomodó, alguien le dio al botón del play para que la película comenzara y cuando el chico vio el
título, no pudo evitar sonreír. El último
Mohicano había sido una sensación un par de años atrás, pero ninguno de
ellos había podido ir al cine porque en ese momento todos eran menores de edad,
así que, habían estado hablando en una de sus reuniones para beber de que en
algún momento tenían que alquilarla y verla juntos. JaeYoon no pudo evitar
sentirse emocionado porque por fin la vería, después de tanto tiempo esperando
por ello, así que se acomodó lo mejor que pudo y se dispuso a disfrutar de
aquella maravillosa historia.
Sin
embargo, a pesar de que todos habían querido verla desde hacía muchísimo
tiempo, a medida que la película fue avanzando, las personas que se encontraban
en el salón comenzaron a ponerse más y más cómodas hasta que algunos acabaron
durmiéndose. JaeYoon se dio cuenta de que aquello había sucedido al ir a coger
otra cerveza y ver que solo MinAh estaba viendo realmente la película.
YoungKyun y SangHyuk estaban tirados en el suelo durmiendo a pierna suelta,
mientras que ChanMi se había acurrucado en el sillón y HyeJeong había recargado
su cabeza sobre el hombro de YoungBin y éste estaba mirando hacia la cocina
como si fuera lo más interesante del mundo. InSeong tampoco se había quedado
dormido, al menos no por el momento, porque estaba comiendo sin prestar
atención a nada más, pero llevaba bostezando toda la película, JaeYoon lo había
visto por el rabillo del ojo.
La
verdad era que aquella película no era tan interesante como la habían pintado,
pero tampoco era para que todos se quedaran dormidos de aquella forma. Sin
embargo, poco después, JaeYoon también comenzó a sentir los efectos de no haber
dormido mucho durante la época de exámenes y comenzó a bostezar también. En ese
mismo momento, sintió un movimiento a su lado y vio cómo InSeong se tiraba
sobre el suelo y decidía que sus piernas eran la mejor almohada que podía usar
para dormir sin dolor de cuello. El menor se aguantó las ganas de apartarlo
porque tampoco era nadie para hacerlo, era su hyung y su sunbae, así
que, simplemente, aguantó despierto hasta que la película terminó… solo se le
quedaron dormidas las piernas.
응답하라 1994
Cuando
JaeYoon llegó a Seúl una semana antes de lo planeado para pasar algo de tiempo
relajándose en la capital y visitando algunos de los lugares más hermosos de
ella, algo que no había podido hacer durante el semestre debido a que los
estudios habían colmado la mayor parte de su tiempo, no se esperaba que solo un
par de días después de llegar y, solo habiendo ido con la familia en cuya casa
se estaba quedando a Gwanghwamun, ésta se tendría que ir hasta Busan por un
asunto familiar. Él había planeado pasar aquellos días yendo de un lado a otro
y tratando de que aquella familia disfrutara de un poco de tiempo libre también
viendo las cosas que tenían tan cerca y que tampoco habían visitado, pero
JaeYoon se empezaba a dar cuenta de que la mayoría de las cosas que planeaba no
le salían nada bien. Por ese mismo motivo, simplemente comentó que no tendría
ningún problema en cuidar solo de la casa mientras ellos regresaban a Busan
para el funeral de la centenaria abuela del señor Jung y para organizar algunas
cosas.
Sin
embargo, a pesar de que sabía que aquello era algo inevitable y que había
sucedido y no tenía ningún remedio, se sentía un poco decepcionado por no poder
cumplir con todo lo que había planeado… y por quedarse solo en aquella casa tan
grande durante al menos una semana —porque la familia no volvería hasta que no
lo tuvieran todo arreglado y, porque la primera persona que llegaba a la
Pensión FNC, SangHyuk, no iba a llegar hasta el siguiente viernes—. JaeYoon se
resignó, por tanto, a pasar todos aquellos días con solo su compañía y
encerrado en casa, sin poder hacer aquellas pequeñas excursiones que con tanto
cuidado había planeado. Pero de la misma manera que en los planes de JaeYoon no
estaba quedarse solo cerca de una semana en la pensión, tampoco entraba en sus
planes el chico de Seúl, InSeong.
A la
mañana siguiente de haberse ido los dueños de la casa con sus hijos, alguien
llamó a la puerta y cuando el chico abrió, se sorprendió al ver que allí se
encontraba InSeong, con una sonrisa deslumbrante en su rostro.
—¿Qué
haces aquí? —preguntó JaeYoon al verlo, olvidándose de toda formalidad y de
saludarlo incluso porque no lo esperaba allí.
—Hola,
primero —dijo el otro, dando un paso adelante—. Al menos esperaba un saludo y
un “cuánto tiempo sin vernos, te he echado de menos” aunque sé que no te caigo
tan bien como tú me caes a mí.
JaeYoon
trató de tragar saliva ante el nudo en la garganta que se le formó ante
aquellas palabras. Desde el principio siempre había tratado de mantener las
distancias con InSeong por lo que había visto del chico en la universidad, pero
con él nunca se había comportado mal o había hecho algo que realmente lo
molestara como para hacer que lo tratara de aquella forma. Por ese motivo,
JaeYoon comenzó a sentirse un poco mal por el mayor, porque quizás había sido
un poco injusto con él cuando realmente no se lo merecía, pero solo en ese
momento se había dado cuenta de todo aquello, cuando el otro le había dicho
aquellas palabras.
—Lo
siento, de verdad —murmuró JaeYoon, refiriéndose a lo mal que se había
comportado con él—. No te esperaba aquí, así que me ha sorprendido verte —continuó—.
Si buscas a YoungKyun, está en Busan con la familia.
—Te
buscaba a ti —respondió el otro—. YoungKyun me llamó anoche para decirme que
ibas a estar solo en la pensión y que te ibas a aburrir mucho, así que, me
pidió que te hiciera un poco de compañía.
—Oh… —el
menor no pudo decir nada más porque no se había esperado que el chico hubiera
pensado en algo como aquello.
—Así
que, vamos a pasarlo bien estos días —dijo InSeong, dando otro paso adelante
para quedarse a pocos centímetros del cuerpo de JaeYoon, haciendo que ambos
compartieran el aliento prácticamente. El menor hizo el amago de echarse hacia
atrás, pero el otro simplemente alzó sus brazos y rodeó su cuerpo para
apretarlo fuertemente contra el suyo durante unos momentos—. Te he echado de
menos, JaeYoonnie —le susurró contra el cuello y un escalofrío le recorrió el
cuerpo casi al instante, antes de que InSeong rompiera finalmente aquel
inesperado abrazo—. ¿Cómo has pasado las vacaciones? ¿Cómo es Busan? —le
preguntó, entrando a la casa—. Nunca he estado en Busan, me gustaría ir, la
mayoría de las personas que viven en esta casa son de allí y tengo mucha
curiosidad.
JaeYoon
siguió plantado en la puerta durante algunos segundos más, sintiendo todavía el
contacto de InSeong a pesar de que éste se había retirado de su lado, pero
sacudió su cabeza levemente, saliendo de aquel extraño trance y cerró la
puerta, girándose hacia el mayor para responderle sin pensar siquiera.
—Algún
día, si quieres, podrías venir a visitarme.
—Me
encantaría.
Quizás,
los primeros dos días fueron algo extraños para JaeYoon teniendo como única
compañía en aquella enorme casa a InSeong, porque aunque estaba
acostumbrado a que pasara muchos días en
aquel lugar y a encontrárselo a la hora de las comidas o cuando veían la
televisión, no lo estaba a convivir prácticamente veinticuatro horas al día con
él; sin embargo, a pesar de no estar acostumbrado a ello, poco a poco, JaeYoon
comenzó a disfrutar de cada momento que pasaban juntos en la casa, ya fuera
simplemente tratando de cocinar algo mínimamente comestible para ambos con las
cosas que había dejado la señora Park o haciendo el vago tirados por el suelo,
viendo la televisión o dándoles uso a los viejos juegos de mesa que se
encontraban en el lugar. Poco a poco, JaeYoon comenzó a entender el motivo por
el cuál todo el mundo caía rendido en las redes de InSeong, pero a pesar de
aquella apariencia de jugador nato, era alguien encantador. Aceptar esa
realidad le había llevado al menor un poco de tiempo, pero una vez lo hizo, los
siguientes días mejoró de forma considerable aquella extraña convivencia entre
ambos.
A un día
de que SangHyuk llegara a la casa y ésta dejara de estar simplemente ocupada
por ellos dos, JaeYoon estaba casi sumido en el mundo de los sueños cuando
escuchó unos golpes suaves en su puerta que terminaron de alejar todo el sueño
que pudiera tener.
—Mmmmm… —murmuró.
—¿Puedo
pasar? —escuchó decir a InSeong a través de la puerta.
—Puedes,
claro —respondió, alzándose del colchón que se encontraba en el suelo y en el
que solía dormir junto a YoungBin por la falta de espacio en aquella
habitación.
La
puerta se abrió lentamente e InSeong entró a través de ella, dejando que un
poco de la luz del exterior que proporcionaba el reciente rayo caído se colara
en el cuarto y probablemente iluminara a JaeYoon. El mayor le dedicó una
pequeña e incómoda sonrisa y después pasó a la habitación, cerrando la puerta a
sus espaldas.
—Igual
te puede sonar un poco extraño —escuchó decir al chico mientras se agachaba a
su altura—, pero me siento un poco solo en la habitación de YoungKyun y creo
que estoy empezando a escuchar ruidos extraños y…
—¿Tienes
miedo? —le cuestionó JaeYoon, sin poder evitar que una sonrisa se le escapara.
—No es
eso… —respondió el mayor, pero obviamente sí que era eso, porque cuando se
escuchó caer un trueno en la distancia, el chico se encogió sobre sí mismo y
soltó un pequeño ruidito.
—Le
tienes miedo a la tormenta —afirmó JaeYoon—, es curioso, muy curioso.
—Solo
quiero compañía, allí abajo estoy muy solo…
JaeYoon
amplió su sonrisa sin poder evitarlo y se echó a un lado en el colchón sin
pensarlo siquiera, dejándole espacio al mayor para que se echara con él. En
algún momento de aquellos días que habían pasado juntos, por fin había dejado
de lado aquella reticencia que sentía por el mayor y había acabado bajando
todas las defensas que había levantado desde la primera vez que lo había visto.
Era algo curioso que lo hubiera hecho de aquella forma, pero así había sido y
al JaeYoon actual no le importaba ayudar al mayor con aquel problema.
—¿Estás
seguro? —le cuestionó InSeong.
—Claro,
llevo como medio año durmiendo con YoungBin hyung
—contestó—. No me importa que te quedes aquí por una noche.
Durante
unos momentos, InSeong dudó, pero un rayo iluminó la estancia y el chico acabó
asintiendo y tumbándose en la cama con él. Todavía hacía algo de calor a pesar
de la tormenta y la lluvia que caía fuera, pero a JaeYoon no le molestó que el
cuerpo de InSeong se pegara al suyo como forma de protección. En ese momento,
el chico se sintió algo extraño, como si ya hubiera pasado por algo parecido,
pero no recordaba cuándo ni cómo; también, sintió que era el momento para decir
algo que llevaba un tiempo pensando decir.
—Lo
siento —murmuró y, aunque no supo si InSeong lo escuchaba o se había quedado
dormido, continuó—. Y yo también te he echado de menos.
응답하라 1994
Una vez
comenzó el siguiente semestre, JaeYoon se dio cuenta de lo mucho que había
cambiado su vida comparándola con cómo ésta había sido los meses anteriores,
cuando era alguien nuevo en la facultad que apenas hablaba con nadie y que
pasaba los días en la biblioteca, solo, tratando de hacer todas las cosas que
le mandaban, calentándose la cabeza para entender lo que no entendía —o con la
ocasional ayuda de InSeong cuando de verdad era incapaz de encontrar la
respuesta—. Después de haber pasado cerca de una semana viviendo solo con
InSeong, habían limado todas las asperezas entre ambos y JaeYoon se había dado
cuenta de que había estado siendo muy injusto con el otro durante todo aquel
tiempo y había acabado aceptando su compañía y su amistad. Eso era lo que había
hecho que su vida en la facultad cambiara totalmente —porque aunque en el
semestre anterior, había muchas veces en las que el otro lo había buscado y lo
había acompañado en clase o por los pasillos, el menor siempre había estado
incómodo a su lado, algo que ahora ya no sucedía y el chico estaba disfrutando
de absolutamente todo lo que le mostraba InSeong—.
Pero no
solo había cambiado su vida como estudiante, también había cambiado la forma en
la que se relacionaba con las demás personas en aquel lugar, abriéndose a
conocer a algunas personas, amigos y amigas de InSeong o sunbaes y hobaes.
Mientras que en el primer semestre solo había establecido relaciones mínimas
con algunos chicos de su clase, ahora había mucha gente a su alrededor que
conocía, aunque no los pudiera llamar “amigos”. JaeYoon no estaba completamente
solo, gracias a InSeong y, aunque le seguía molestando aquella actitud en la
que el mayor se creía el playboy del
campus y traía a todas las chicas locas, cuando el chico comenzaba, el menor
simplemente trataba de no prestarle ninguna atención. Todavía seguía sin
gustarle aquello, pero tampoco era algo que él pudiera cambiar porque era parte
de la personalidad del mayor y él no era absolutamente nadie para pedirle que
lo dejara de hacer.
—¿Qué te
sucede? —le cuestionó el mayor un día cualquiera que estaban comiendo
tranquilamente en la cafetería de la facultad, solos, después de que InSeong
alejara a las chicas que se habían acercado hasta ellos porque querían comer a
su lado.
—¿A mí? —dijo
JaeYoon.
—Creo
que no hay nadie más en esta mesa —respondió el otro—, claro que te lo pregunto
a ti.
—No me
sucede nada —contestó el menor, porque aunque seguramente seguía con el gesto
torcido por la reciente visita que habían tenido, no le iba a decir al otro que
había sido por aquello.
—Has
torcido el gesto cuando las chicas se han acercado a nosotros —relató InSeong,
haciendo que el chico dejara los palillos con los que comía a mitad de camino
entre el plato y sus labios para mirarlo. Obviamente, InSeong no era tonto y se
daba cuenta de que no le gustaba cuando se ponía en aquel plan, pero si podía
evitar aquella conversación, JaeYoon la evitaría.
—Imaginaciones
tuyas —respondió.
—¿Cada
vez que muestro mis encantos con las chicas de la facultad? —preguntó el otro,
enarcando una ceja.
—No sé
de qué me hablas —contestó de nuevo JaeYoon, tratando de seguir con la comida,
pero le fue imposible hacerlo debido a la mirada fija del mayor. Por ese
motivo, simplemente claudicó y tuvo que darle una respuesta, aunque había
pensado en no dársela—. En Busan conocí a gente que trataba como tú a las
chicas, que iba de flor en flor, buscando el amor en todas y en ninguna a la
vez…
—Yo no… —comenzó
InSeong, pero JaeYoon no lo dejó continuar.
—Uno de
esos chicos acabó rompiéndole el corazón a mi hermana menor y desde ese momento
no me gustan especialmente las personas que se comportan de esa manera —explicó—.
Por eso al principio no quería tener nada que ver contigo.
Después
de explicarlo, JaeYoon se sintió un poco mejor consigo mismo, aunque por la
expresión confusa que había en el rostro de InSeong, éste no parecía del todo
feliz por lo que había dicho. Después de meses conociéndolo, el menor sabía que
realmente el otro no era exactamente igual que los tipos que había conocido en
Busan, pero al principio sí que había pensado eso sobre él y por eso se había
intentado alejar lo máximo posible. Por ese motivo, torcía el gesto cada vez
que fanfarroneaba cuando había chicas a su alrededor o por la forma encantadora
con la que las trataba a todas, dándoles un motivo tras otro para que éstas
pensaran que tenían alguna oportunidad para salir con él —aunque a juzgar por
lo que había visto y lo poco que sabía, ninguna tenía oportunidades porque, al
parecer, InSeong era muy exigente con las mujeres—.
—Entonces…
¿era por eso por lo que me odiabas al principio? —cuestionó InSeong, en voz
baja, como si le diera miedo escuchar aquella respuesta.
—Nunca
te he odiado —contestó él—. Solo no me gustaba esa parte de ti… y no me sigue
gustando, pero es parte de ti, así que, supongo que tendré que controlar mi
cara.
—Vaya…
nunca lo habría pensado… —murmuró el mayor—. No sabía que era por eso por lo
que tratabas de evitarme. Trataré de controlarlo, no quiero que ahora que somos
cercanos me odies por algo como esto.
JaeYoon
abrió sus ojos, sorprendido, sin poder creer lo que acababa de escuchar porque
él no era absolutamente nadie para que InSeong cambiara su forma de ser solo
porque algo le molestaba.
—No
tienes por qué… —comenzó, pero el otro lo cortó.
—No, sí
tengo que hacerlo —respondió—. A veces hasta yo creo que se me ha ido de las
manos este juego y que debería pararlo. Ya soy popular en el campus, ya no es
necesario seguir con esto.
—Pero…
—Hoy nos
vamos juntos a la pensión —dijo InSeong, cambiando completamente la
conversación—. Hemos quedado con todos para beber, ¿verdad?
—Sí,
pero…
—Sales a
las cinco, ¿verdad? —JaeYoon asintió con la cabeza por costumbre—. Entonces te
esperaré en la puerta de la clase.
—Hyung…
Pero en
el momento en el que abrió la boca, el mayor le metió en ésta algo de comida
con sus palillos para que no pudiera seguir hablando y lo miró fijamente,
pidiéndole que dejara aquella conversación y que siguiera comiendo sin decir
absolutamente nada más. JaeYoon masticó mientras seguía queriendo decirle algo
más al respecto, pero aquella mirada de InSeong hizo que finalmente desistiera
de seguir con aquella conversación. No sentía que fuera nada justo, pero
también sabía que en aquellos momentos no iba a conseguir nada continuando con
aquello, teniendo en cuenta la personalidad del mayor. Por ese motivo,
simplemente lo dejó correr en aquellos momentos, sabiendo perfectamente que, en
pocos días, seguirían la conversación y le diría lo que pensaba sobre ello.
Después
de comer, cada uno se dirigió a sus respectivas clases y JaeYoon aquel día se
pasó las horas pensando en lo que había pasado durante la hora de la comida y
en cómo iba a sacar el tema de nuevo, cuando a InSeong se le hubiera olvidado
por completo que lo habían hablado.
Después
de clases, cuando salió del aula en la que había tenido la última, se encontró
con el mayor en la puerta y, después de un breve saludo, éste le echó un brazo
por los hombros como era costumbre en él y se fueron directos hacia la pensión,
sin detenerse en ningún lugar mientras hablaban de todo y de nada a la vez. La
casa no estaba muy lejos del campus, así que el viaje no fue largo, pero cuando
llegaron a ésta, ya se encontraban todos allí, en el salón, incluyendo a un
chico de rasgos afilados que JaeYoon nunca antes había visto.
—Ya era
hora de que llegarais —dijo SangHyuk—. Tenemos unas grandes noticias para
vosotros.
—¿Qué
grandes noticias? —preguntó JaeYoon.
El chico
soltó su mochila en un rincón e InSeong la dejó también, para después seguir
guiándolo agarrándolo por los hombros hasta el sitio en el que se sentaron el
uno al lado del otro, mirando a SangHyuk con curiosidad para que éste les
explicara cuáles eran las grandes noticias; sin embargo, el chico no habló,
sino que fue MinAh la que lo hizo.
—Este es
JuHo —dijo ella, señalando al chico desconocido—. Os he hablado de él en alguna
que otra ocasión. A partir de ahora va a venir a algunas de nuestras reuniones…
si no os importa, claro.
—A mí no
me importa —murmuró JaeYoon.
—Yo ni
siquiera vivo aquí —respondió InSeong.
—Perfecto
entonces —contestó ella.
—Por
cierto —dijo SangHyuk, llamando la atención de todos—. ¿Vosotros dos no os
odiabais? —señaló a JaeYoon e InSeong y ellos no pudieron hacer otra cosa más
que reír.
응답하라 1994
Después
de un par de semanas se hizo completamente natural que JuHo se encontrara entre
ellos cada vez que iban a hacer algo especial o simplemente, alguna tarde que
otra por el simple placer de estar allí con todos y se integró sin ningún problema
en la dinámica de aquel grupo —a pesar de que YoungKyun le echara miradas
asesinas cada dos segundos porque todavía seguía cayéndole mal por robarle a su
querida hermana y, a pesar de que YoungBin lo ignorara la mayor parte del
tiempo—. JuHo al principio había sido un poco tímido con todos, pero después
había comenzado a hablar por los codos y era bastante divertido. A JaeYoon le
gustaba que anduviera por allí porque se notaba perfectamente que quería mucho
a MinAh y, aunque ninguno de los dos había dicho que estuvieran saliendo
juntos, parecía que al menos estaban pensando en que deberían hacerlo pronto y
algunos de los inquilinos de la pensión comenzaron a pensar que debían hacer
que todo fuera un poco más rápido.
—La
próxima vez que nos juntemos deberíamos jugar a que uno sea el rey para hacer
que ambos se besen —dijo ChanMi un día—, así avanzarán más rápido y MinAh
dejará de calentarme la cabeza con que quiere comenzar a salir con él pero está
esperando a que JuHo se lo pida formalmente y éste no lo hace porque es tímido.
Todos
estuvieron de acuerdo en que era algo que debía hacerse porque si no iban a
pasar muchos más meses de los que ya habían pasado antes de que se decidieran
dar el paso adelante y si seguían de aquella forma. Todos menos YoungBin. A
JaeYoon le había llamado la atención que siempre que hablaban de JuHo o éste se
encontraba allí, su compañero de habitación parecía no encontrarse muy a gusto,
así que, esa noche, por fin aprovechó para preguntarle qué era lo que le
sucedía.
—He visto
que JuHo no te hace mucha gracia —le comentó, cuando estaban a punto de meterse
en la cama para dormir. YoungBin no le contestó, pero se le agrió el gesto, de
la misma forma en la que suponía que a él mismo se le agriaba cuando veía a
InSeong fanfarroneando con las chicas—. No sé por qué pueda ser, pero me
gustaría saber si te sientes mal y ver si podemos hallar una solución para que
eso no pase. Somos amigos, después de todo, ¿no?
—Gracias,
Jae, pero no me apetece hablar del tema, de verdad —murmuró el mayor, haciendo
que el chico se preocupara un poco más.
—Pero me
preocupas…
En la
semioscuridad de la habitación, JaeYoon vio cómo YoungBin giraba su rostro
completamente hacia él, al contrario que anteriormente, y lo escuchó suspirar
profundamente. Aquel parecía un tema que le dolía especialmente y del que de
verdad no estaba muy dispuesto a hablar, pero el menor lo único que quería era
ayudarlo para que no siguiera sintiéndose mal cada vez que JuHo rondaba por el
lugar o cada vez que su nombre salía en la conversación.
—Desde
que llegué a esta casa hace más de un año, me enamoré perdidamente de MinAh —murmuró
YoungBin, sorprendiéndolo—, pero como no quería faltarle al respeto al señor
Jung, no he querido acercarme a ella más de la cuenta… por eso había pensado
que en cuanto acabara la carrera y saliera de la pensión, me declararía. Sin
embargo, ha llegado este chico antes y le ha robado completamente el corazón y
yo no puedo hacer otra cosa más que morirme de celos y de envidia mientras
trato de que no se me note.
—¿Por
qué no lo dijiste antes? —no pudo evitar preguntar JaeYoon—. Podríamos haber
hecho campaña en tu favor y en contra de JuHo…
—Porque
cuando MinAh estuvo contando la vez que lo conoció estaba tan ilusionada y
feliz que no pude hacer nada más que callarme —respondió.
—Lo
siento mucho —murmuró el menor.
—No es
culpa tuya, Jae —dijo YoungBin—. No es culpa de nadie, en realidad, así que,
solo me queda esperar porque lo suyo no salga bien o simplemente comenzar a
olvidarla y ya está.
—Si
quieres abrazarme esta noche me dejaré sin ningún problema —comentó JaeYoon—,
puede que no se pueda hacer nada, pero estoy contigo si lo necesitas.
—Muchas
gracias.
Después
de aquello, ambos se echaron a dormir en el colchón que compartían y JaeYoon se
adentró en el mundo de los sueños casi de forma inmediata; pero, aunque estaba
profundamente dormido, el chico notó cómo a mitad de la noche, los brazos de
YoungBin lo abrazaban fuertemente por la espalda, atrayéndolo contra su cuerpo
como si se tratara de un peluche gigante.
Fue el
siguiente fin de semana el que habían elegido SangHyuk y ChanMi para comenzar
con el plan que había propuesto la chica, un fin de semana en el que ninguno
tenía nada especial que hacer —aprovechando que YoungKyun se había quedado en
casa de su amigo TaeYang también— y en el que en apariencia solo iban a beber y
a jugar, como solían hacerlo de vez en cuando. Por ese motivo, se habían
apontocado en el piso superior, donde no molestarían a los propietarios de la
casa y donde luego tenían las habitaciones a mano para irse a dormir cuando lo
necesitaran sin tener que matarse subiendo las escaleras. Allí se encontraban
todos los habituales, los habitantes de la casa y HyeJeong, InSeong y JuHo,
sentados en corro y con varias botellas de alcohol sobre el suelo del lugar,
esperando pacientemente a que diera comienzo el juego que tan especialmente
había sido preparado para aquella ocasión.
Ni
MinAh, ni JuHo tenían conocimiento de lo que allí iba a suceder, ninguno sabía
que todo aquel paripés había sido organizado para ellos por SangHyuk y ChanMi;
pero lo que estos dos tampoco sabían era que JaeYoon iba a hacer todo lo
posible para que no se pudiera cumplir lo que los otros dos habían planeado
porque aunque MinAh era amiga suya y quería su felicidad, YoungBin era todavía
más amigo suyo porque además de compartir habitación, compartían cama, por lo
que JaeYoon le debía mucha más lealtad al chico.
—Muy
bien —dijo SangHyuk, llamando la atención de todos—. Aprovechando que tenemos a
un montón de mujeres hermosas en esta sala, me gustaría hacer que esta noche
hubiera besos.
—¿Qué? —cuestionó
MinAh.
—Sí,
mujer, no seas recatada —respondió él, con una sonrisa—. Cogemos cada uno un
palo y el que sea el rey que diga dos números y a los dos que le toquen que se
besen en los labios, un pico solo, no un morreo de película.
—A mí me
parece bien —dijo ChanMi, siguiéndole el rollo.
Tras ella, todos los
demás de esa sala también le dieron la razón, con la excepción de JaeYoon,
YoungBin y MinAh, quienes simplemente no dijeron nada.
—Entonces decidido —dijo
SangHyuk, cogiendo unos palitos que previamente había estado preparando y
tapando con sus manos la parte en la que se encontraban los números y aquel que
tenía el carácter chino “王” que indicaba cuál era el del rey—. Cada uno de vosotros
coged uno y quien tenga el rey que lo enseñe a los demás y diga los dos
primeros números que se le vengan a la cabeza.
SangHyuk removió los
palitos en sus manos y después los mostró a todos para que fueran cogiendo uno
a uno el que más les gustara y así comenzar con el plan. JaeYoon había
escuchado que iban a hacer algunas rondas al azar para que nadie sospechara
nada, pero que la mayoría iban a tratar de que fueran los escogidos JuHo y
MinAh, mirando las personas que tenían a su lado por encima de su hombro para
decir a quien le tocara ser el rey en esa ronda qué números tenía que decir. El
primer rey de la noche fue ChanMi y ella señaló al azar para que se besaran a
los números 3 y 6, los que pertenecían a HyeJeong y YoungBin respectivamente.
—Podéis besaros —dijo
SangHyuk, como si se tratara de un cura en una boda mientras recogía de nuevo
los palillos con los números.
YoungBin parecía no
querer hacerlo y JaeYoon lo entendía, porque si le gustaba MinAh, no era demasiado
bueno besar a su mejor amiga; pero aquello realmente era un juego y no tendría
que pasar nada. Probablemente el mayor también tuvo aquellos pensamientos y
simplemente la besó para que aquel absurdo juego pudiera continuar. Hubo
algunos turnos más y en algunos de ellos, hubo magia para que JuHo y MinAh se
besaran tal y como la mayoría de los allí congregados quería. En el fondo,
JaeYoon lo estaba pasando bien porque estaba viendo cómo todos acababan dándose
besos entre ellos —incluso YoungBin y SangHyuk se habían tenido que besar a
petición de MinAh— y él aún no había tenido que hacerlo con nadie. Pero todo
cambió cuando le tocó a JuHo ser el rey.
—Uno y cinco —dijo.
JaeYoon miró el palo que
había cogido y vio escrito en él el número 1, haciéndolo uno de los elegidos.
El chico se preparó para darle un beso a quien fuera, pero no esperaba que el
número 5 fuera la persona que tenía sentada al lado: Kim InSeong. El mayor le
sonrió, enseñándole el palillo y después tratando de acercarse para besarlo en los
labios, como si no pasara nada, pero el chico no pudo evitar echarse hacia
atrás, con su corazón acelerado por la sorpresa que le había producido que el
otro se inclinara rápidamente para besar sus labios.
—Vamos, Jae —le dijo
ChanMi—. YoungBin y SangHyuk oppa se
han besado también, no es nada.
Sin embargo, aunque los
otros también lo habían hecho, él no quería hacerlo, no con InSeong, por lo que
se retiró un poco más cuando el otro trató de nuevo de acercarse a él para
besarlo. Todos en el lugar comenzaron a protestar y a decirle que era un juego,
simplemente un juego, que acabaría el sufrimiento más rápido cuanto más rápido
se dieran el beso; sin embargo, al mirar los ojos castaños de InSeong que
estaban mirando fijamente sus labios, el chico no pudo evitar sentirse nervioso
y querer alejarse todavía más del mayor, pero YoungBin lo tenía sujeto para que
no se alejara más. Era muy extraño, porque él no había visto a ninguno de sus
amigos sentirse nervioso por tener que besar a otro chico, pero JaeYoon no
podía evitar su corazón acelerado por el pensamiento de rozar los labios de
InSeong, aunque solo fuera durante unos breves segundos.
—Será rápido, no te
preocupes —le dijo InSeong.
JaeYoon comenzó a
respirar rápidamente, cada vez más rápido, mientras que InSeong se acercaba
hasta él con la intención de besarlo en los labios. En aquellos segundos, el
chico se trató de mentalizar en que aquello no iba a ser absolutamente nada,
pero le fue totalmente imposible y justo cuando solo estaban a unos pocos
centímetros, JaeYoon le giró la cara y los labios de InSeong acabaron rozando
su mejilla izquierda. Aquel gesto hizo que un suspiro de decepción generalizado
se escuchara en el lugar y, cuando JaeYoon miró al otro, también vio en sus
ojos cierta decepción.
—Lo siento —murmuró
JaeYoon—. Es que sería mi primer beso y me da cosa…
—También ha sido mi
primer beso —replicó MinAh, tapándose la cara tímidamente después de decir
aquello.
—Y el mío —también dijo
SangHyuk—. Hyung, te has llevado mi
primer beso, quiero una compensación —le reprochó a YoungBin y éste simplemente
lo ignoró.
—Un beso no significa
nada si tú no quieres que lo signifique —comentó InSeong—. A mí no me importa
besarte porque no significa nada, pero si de verdad quieres darle tu primer
beso a alguien importante para ti, no seré yo quien se ponga en contra.
—Muchas gracias, hyung.
—Eso no vale —dijo
ChanMi.
Pero antes de que
pudieran decir nada más, JaeYoon cogió la mano de InSeong para darle un beso en
el dorso y así acabar con todo. El otro se sorprendió un poco, pero pareció
aceptar su decisión… al menos eso fue lo que le pareció a JaeYoon, porque en el
momento en el que se descuidó, InSeong tomó su rostro con sus manos para que no
pudiera huir y le plantó un beso en los labios antes de que pudiera protestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Tus comentarios son importantes para que el blog siga creciendo!