martes, 19 de agosto de 2014

(YeWook) Drugs & Love -Serial- Capitulo 6 [Final]



[Cuatro años después.]

-¡Tío, tío! ¡Ven y mira lo que he encontrado! ¡Corre!

La niña, llena de euforia, tiró con toda la fuerza que podía permitirse de mi mano. No sabía donde me llevaba ni qué era lo que quería mostrarme, pero era imposible no sonreír. Su emoción era sin duda contagiosa.

Ambos cruzamos el parque agarrados de la mano hasta uno de los muchos árboles que adornaban el lugar. Levantó su pequeño y delgadito brazo libre y señaló un nido bien colocado entre dos ramas. Su sonrisa se agrandó considerablemente al enseñármelo. Al igual que la mía al observar lo que con tanto interés e ilusión había querido que viera.

-Que bonito, cielo.

-¡Seguro que tiene huevos dentro! ¿Podemos llevarnos uno a casa? ¡Por favor! ¡Lo cuidaré bien!

Reí ante la inocencia de la pequeña.

-Lo siento, pero no podemos.

Esta vez la miré a ella, quien había dibujado en su rostro un tierno puchero y me miraba con suplica.

-¿Por qué no...?

-Tienen que estar con su mamá.

Parecía estar pensando en ello, pero mis argumentos no la convencían.

-Pero yo lo cuidaré bien... Quiero un pajarito. -Susurró al mismo tiempo que agachó la cabeza.

-Cielo... A ti no te gustaría que viniera alguien que no conoces y se te llevara lejos de tu familia ¿A que no?

Me agaché un poco para quedar a su altura, dedicándole una dulce sonrisa y esperando que entendiera los motivos. Pareció estar pensando en ello. Levantó la mirada de nuevo al niño y lo observó durante unos escasos segundos. Después volvió a mirarme a mí y negó con la cabeza.

-No... Me pondría triste.

-Por eso no podemos llevarnos un huevo. Si lo hacemos el pajarito y su mamá estarán tristes.

Esta vez asintió, dando a entender que lo había entendido. Le sonreí de nuevo y la rodeé con mis brazos fuertemente.

-Pero yo quiero un pajarito... -Repitió en un suave susurro.

Me separé un poco de ella para poder mirarle bien, sin llegar a soltar el abrazo.

-El tío te comprará un pajarito ¿Vale? ¿Qué te parece?

Su rostro volvió a mostrar la misma ilusión de hacía un momento, cómo si realmente no pudiera creer que yo había dicho aquello. Esta vez fue ella la que me abrazó con todas sus fuerzas, dándome las gracias una y otra vez.

Le correspondí el abrazo con una amplia sonrisa, cargada de felicidad. Aquella niña se había convertido en mi mayor prioridad y tesoro. La quería cómo si fuera mi propia hija y pensaba protegerla y hacerle sonreír hasta el fin.

-¿Es tu hija?

Aquella voz femenina rompió el tierno momento que estábamos compartiendo. Aún agachado a la altura de la pequeña, levanté la cabeza para poder ver de donde procedía. Una chica morena, alta y bastante bonita. Con el pelo recogido en una larga y bien peinada coleta. Vestía unos pantalones largos negros y una camisa blanca. Su rostro me pareció extrañamente familiar, pero no lograba recordar donde la había visto.

-No. No lo es. Es mi sobrina. ¿Por qué? -Respondí con una sonrisa a la vez que me incorporaba hasta quedar en pie nuevamente. -Ya decía yo. Me parecía muy mayor para ser hija tuya.

Aquellas palabras me resultaron especialmente curiosas. En mi rostro era más que evidente la confusión.

Ella rió al percatarse de ello.

-¿No me recuerdas?

Presté más atención a su rostro, intentando por todos los medios reconocer a aquella misteriosa joven. Sin embargo me era imposible saber de quien se trataba.

-No, lo siento mucho. No sé quien eres. -Reí. Aquella situación era realmente vergonzosa.

-Debí haberlo imaginado. Tampoco esperaba que hubieras querido recordarme.

-Tío... -Sentí la pequeña mano de la niña tirar de la tela de mi camiseta, buscando así mi atención.

-Dime ¿Qué pasa? -Le respondí, desviando mi atención de aquella chica por un momento.

Señaló los columpios, haciéndome saber que era ella donde iba a estar. Le sonreí antes de asentir tranquilamente y se alejó de nosotros para irse a jugar. No eran necesarias más palabras. Nos entendíamos bien.

-Que guapa es -Escuché decir a ella. Volví a mirarla para darle la razón.

-¿Verdad que sí? Y bueno... Entonces... ¿Quien eres? De verdad que siento mucho no acordarme de ti. Me suenas muchísimo pero... -Reí nuevamente. Ella dejó escapar una suave risa, mirándome divertida.

-Incluso si te dijera mi nombre dudaría que me recordaras por eso. Quizás sería más fácil si siguiera siendo rubia y fuera más ligera de ropa ¿No?

El silencio se hizo entre ambos y la expresión de mi rostro cambió repentinamente. Asombro, miedo, enfado... no sabía qué sentir en ese momento. ¿Por qué...? ¿Por qué ahora?

-¿Qué quieres...? -Fue lo único que logré decir tras saber quien. Ahora mi rostro no mostraba ni el más mínimo rastro de la amabilidad que hasta hace poco le había ofrecido. Se había ido para dejar paso a la seriedad y el dolor.

-Vaya... Yo también me alegro de verte, RyeoWook.

Su expresión seguía mostrando una leve sonrisa. Pero esta vez no pensaba devolvérsela. Con el solo hecho de ver a aquella mujer de nuevo ante mí, todos los recuerdos que con el tiempo había logrado borrar estaban volviendo, destrozándome dolorosamente.

-¿Qué quieres? -Repetí con sequedad. No. No me alegraba de verla y iba a hacérselo saber. La quería de nuevo lejos de mí. Lejos de mi vida. Donde no pudiera hacerme más daño.

-Escucha. No tengo intención de molestarte. Y no haría esto si no hubiera hecho una promesa... Yo tampoco es que tenga ganas de remover mierda del pasado ¿Está claro?

¿Qué quería decir con eso? ¿Promesa? Todo aquello era demasiado confuso e inesperado.

-Explica.

Se mantuvo callada durante un momento. Parecía dudar. Había desviado su mirada de mí y pude verla suspirar. Definitivamente no entendía nada de lo que estaba pasando. Y lo peor de todo es que no sabía si quería una explicación a ello.

-Esto no es fácil para ninguno de los dos. Así que no te creas que eres aquí el único que se está haciendo daño. Estaba muy feliz sin saber nada de esto. -Hizo una pausa antes de suspirar de nuevo y seguir hablando. Esta vez, mirándome directamente a los ojos.- Tengo que darte algo... Pero no lo tengo aquí.

-¿Qué tienes que darme?

-Una cosa... necesito ir a mi casa a por eso. ¿Seguirás aquí?

-Lo dudo. Tenemos prisa.

Era más que evidente en el tono de mi voz que no me hacía ninguna gracia hablar con ella. Ni hablar, ni verla, ni nada. Ni siquiera podía aguantar dos segundos mirándola a la cara. Esas imágenes... Esos recuerdos...

No me contestó. En su lugar sacó una pequeña libreta de su bolso junto con un bolígrafo de tinta negra. Apuntó algo con rapidez, arrancó la hoja y me la dio. Dudé de si agarrarla o no, pero por doloroso que aquello estuviera resultando, había algo que podía conmigo. La curiosidad. Odiaba ser tan curioso incluso para las cosas que no tenía que saber.

-Cuando te de la gana. Ahí tienes mi dirección. Me gustaría decir que ha sido un placer volver a verte, pero ambos sabríamos que estoy mintiendo.

Dicho esto, se dio media vuelta y se fue. Antes de llegar a girarse pude ver sus ojos llorosos y llenos de dolor. Eso me dolió aún más. La idea de que estuviera así por recordar lo mismo que yo mismo estaba intentando sacar de mi corazón era insoportable.

-Igualmente... -Murmuré cuando se fue. Siguiéndola con la mirada y viendo cómo cruzaba la carretera hasta perderse entre las calles.

Un prolongado suspiro escapó de mis propios labios. Ni siquiera miré la dirección del papel. Simplemente lo guardé en uno de mis bolsillos, esperando que por que se me olvidara allí y no volviera a recordar ese tema.

Respiré hondo. No quería mostrarme mal o desanimado delante de mi sobrina. No había necesidad de hacer que se preocupara. Me volví hacia donde ella estaba intentando fingir la mejor de mis sonrisas.

Quería volver a casa y seguir con mi vida. Hacer como si nada de aquello había pasado. Cómo tanto tiempo llevaba haciendo. Mi mente había bloqueado todo lo relacionado con aquellos meses y había logrado, de alguna forma, mantenerme fuerte. Pero desde que esa había vuelto a aparecer no hacía otra cosa que recordar y recordar. Intentaba ocultarlo, pero no podía. Era demasiado para mí. La odiaba. La odiaba por todo. Por destrozarme entonces y destrozarme ahora. No... no quería acordarme... no de él...

Pero allí estaba yo. El gran idiota. Torturándome a mí mismo por culpa de un pasado que ni siquiera quería que volviera. No lograba entenderme. ¿Por qué? ¿Qué hacía yo en el portal de esa desgraciada, dispuesto a terminar de sacarlo todo? ¿Por qué no podía simplemente olvidarlo?

Llamé a la puerta, sin tener muy claro lo que estaba haciendo. Ni siquiera sabía si estaba en casa. Tampoco me apetecía verle la cara. ¿Entonces? Era idiota. Definitivamente era idiota.

-No esperaba que vinieras.

Aquello fue lo primero que me dijo al abrir y verme allí, plantado y con cara de pocos amigos. Su expresión tampoco era la más amigable. La tensión en el ambiente era más que notable.

-No tenía pensado venir.

Asintió y me dejó paso, apartándose de la puerta para que yo pudiera entrar.

Tardé un poco, pensando en si hacerlo o dar media vuelta. Pero ya estaba allí ¿No? Así que acepté su invitación y pasé al interior de la casa. Miré a mi alrededor. Lo cierto es que me costaba verla en aquel ambiente tan formal en comparación al recuerdo que tenía de ella.

-Siéntate ahí -Me señaló el sofá mientras caminaba frente a mí. Parecía alterada. Y no la culpaba por ello. Yo tampoco estaba en mi mejor momento. Tenerla cerca me incomodaba enormemente.

Desapareció por la puerta que daba al pasillo sin decirme nada más y yo fui directo a sentarme y esperar que volviera y me diera lo que fuera que tenía que darme. Después me iría y no volvería a verla jamás. Cómo tendría que haber sido desde un principio. Esperé allí. Impaciente. Imaginando miles de cosas por las que yo podría estar allí. No tenía ni idea de qué era lo que iba a darme. Pero tenía miedo.

Por fin volvió a aparecer por la misma puerta por la que minutos antes se había ido. Iba cabizbaja, sosteniendo lo que parecía un papel blanco entre sus manos. Ni siquiera me miró cuando me lo pasó. Yo tampoco fui capaz de mirarle.

-Toma. No quiero saber nada más de esto. Cuando acabes simplemente vete de mi casa, por favor...

-¿Por qué has tardado tanto en darme esto? -Aquella era una de las muchas cosas que no lograba comprender. ¿Por qué después de tanto?

-Cuando te busqué ya no estabas. Lo guardé por si acaso... Y admito que ya no esperaba verte. Ahora lee y vete.

-Tampoco tenía pensado quedarme.

Pero cuando me di cuenta, tras pronunciar aquellas palabras, ella ya no estaba. Se había ido de nuevo dejándome solo con aquello. Mejor. Mucho mejor. No quería tenerla cerca.

Bajé la mirada para observar con más atención el objeto sujeto entre mis dos manos. Parecía una carta. El sobre estaba un poco arrugado. Por lo demás parecía completamente nuevo. Incluso no había sido abierto.

Entonces comprendí de qué se trataba. Las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas incluso antes de llegar a leer el contenido de aquel sobre. Esto no podía estar pasándome a mí. Si eso era lo que realmente pensaba que era... No sabía si tendría el valor suficiente para afrontarlo todo de nuevo. Para volver a empezar desde cero. No me atrevía a abrirlo. Estaba asustado. Asustado de saber qué era lo que habría allí escrito. Cuales habrían sido sus palabras. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué se fue...? Tomé aire e intenté hacer todo lo posible por calmarme. Ni siquiera sabía seguro si era de él y ya estaba muriéndome por dentro. Respiré hondo. Una vez. Dos. Tenía que estar seguro de ello. Seguro de que sería capaz de sobrevivir una vez más al doloroso recuerdo de su perdida.

Lo hice. Abrí el sobre con torpeza, aterrado. Lo aparté y sujeté firmemente el folio doblado que había dentro. Lo desdoblé. Respiré profundamente de nuevo y empecé a leer, sintiendo, por primera vez desde que había logrado superarlo, todo el dolor que me invadió aquella noche.


''Lo más seguro es que cuando leas esto estés odiándome. No te culpo ¿Quien no lo haría? Desde mi nacimiento hasta mi muerte he sido lo peor que puede pasarle a alguien. Pero si hay alguna forma de que puedas perdonarme la intentaré. Incluso si ya no estoy ahí contigo.

Seguramente te estarás preguntando porqué he hecho esto. Sobretodo con esa imagen tan dura y fuerte que tenías de mí. No todo es lo que parece. Si desde un principio hubiera sido fuerte no habría acabado donde estoy. No me habría metido en esto. Soy más débil de lo que jamás podrías llegar a imaginar. Un puto cobarde que prefiere la muerte a afrontarlo todo. No tengo mucho más que hacer en este mundo. No hay nada por lo que vivir. Y lo único que tengo debo dejarlo marchar para que pueda ser feliz y llevar la vida que merece. Conmigo no tendrás esa vida, RyeoWook. Si te hubiera dicho todo esto antes no te habrías ido. Te conozco. Y conmigo a tu lado nunca podrías tener lo que mereces tener. No quiero que te quedes estancado en este tipo de vida, cómo yo... Tú no. Debo decir que eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Gracias a ti he aprendido lo que es tener a alguien que realmente te importe. Tener a alguien por quien darlo todo y por quien serías capaz de sacrificar hasta tu propia vida... Sin ti ya no me queda nada y no puedo retenerte conmigo más tiempo. Por eso tengo que decirte adiós... Sé que no es la mejor forma de hacerlo pero no hay otra. No quiero seguir viviendo si es sin ti. No quiero seguir con esto y no tenerte a mi lado. Solo tú eres quien puede aportar luz a mi vida. Si no estás tan solo queda la misma odiosa oscuridad de siempre. Soy un cobarde, ya lo sé. Y no te pido que me entiendas. Pero sí que me perdones.

¿Y sabes qué? Me alegra haber podido verte sonreír por última vez antes de irme... Aunque para ello haya tenido que guardarme todo mi dolor. Espero que en un futuro sonrías de la misma forma que esta tarde. Hazlo por mí, por favor... Se feliz por mí. Aunque tengas que olvidarme para poder serlo. Borra mi recuerdo de tu mente y de tu corazón si lo necesitas. Pero se feliz. Siento mucho todo el daño causado... ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias. Lo habría dado todo por hacerte feliz yo mismo, cada día de tu vida. Mi corazón será eternamente tuyo. Te amo... Adiós. ''


Apreté la carta contra mi pecho con fuerza, arrugando aún más el papel. Las lágrimas, cargadas de sentimientos, escapaban sin ningún control. Las palabras escritas en aquella carta habían dado en lo más profundo de mi alma, despertando una vez más todos los recuerdos enterrados hace mucho. No tenía ni idea de cómo debía sentirme respecto a eso. Simplemente me dejé llevar y lloré cómo nunca lo había hecho. Pero no era tristeza lo que sentía. Ni enfado. Ni siquiera rencor. Lo que invadía mi cuerpo era más poderoso que cualquiera de esos sentimientos. Era amor. Amor de verdad. Del que nunca muere. Lo echaba de menos... echaba de menos su presencia, su voz, su rostro. Lo echaba de menos todo de él. Pero una parte de mí se sentía feliz al saber que yo había sido para él lo mismo que él para mí. Después de tanto tiempo lo sabía. Ya era demasiado tarde, pero lo sabía. YeSung me amaba. Y no pensaba volver a olvidarme de él. Viviría el resto de mi vida recordando lo que solo él pudo hacerme sentir.

-Estás perdonado... Tonto, claro que lo estás...


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