sábado, 30 de diciembre de 2017

(JaeYoung) Hacker -Oneshot-



          Título: Hacker

          Personajes: Young.K + Jae [DAY6]

          Tipo: Yaoi

          Género: AU | Drama

          Clasificación: G/PG

          Descripción: Jae tiene un propósito del que depende mucha gente, algo que siente que tiene que hacer por el bien de todos, pero las cosas no salen como planeamos…

          Advertencias: Ninguna.

          Notas: Tenía muchas ganas de escribir algo de DAY6 y más de ellos dos que me gustan mucho. Últimamente no estoy muy animada a escribir y espero que al menos os guste la historia y nos apoyéis a todas, porque aunque no lo parezca lo necesitamos ¡besos!


          Era hora de que alguien metiera mano en el asunto gubernamental. Desde hacía años siempre había estado el mismo partido político gobernando. No se sabía el motivo, pero elecciones tras elecciones siempre salía ganando la misma gente ¿Por qué?

          Todo el mundo se hacía la misma pregunta una y otra vez pero sin llegar a tener una respuesta con pruebas contundentes. Simplemente había rumores infundados. Rumores que no favorecía ni mucho menos la imagen y el trabajo de ese partido político el cual gobernaba su país desde que tenía memoria él. Cuando era pequeño pensaba que era bueno, que hacía cosas importantes y ayudaba a toda la ciudadanía con el fin de crear un país que destacara por encima del resto. 

          Sin embargo conforme fue creciendo los rumores fueron llegando a él. En un principio no quiso creerlos, pero cada vez cogían más fuerza; era como si cada vez hubiera más indicios de corrupción. Lo sabía, y aquel que se fijaba un poco más de la cuenta, podía verlos perfectamente; aunque nadie tenía esas pruebas. Muchos prefería mirar a otro lado y otros rezaba un porque un día aquello cambiase y un nuevo partido que les diera otra forma de vida surgiera. Pero no parecía que eso fuera a suceder.

          Casos de toma de dinero de las arcas públicas, tratos con mafias, contrabando de drogas y muy posiblemente también contrabando humano. Esas eran de las sonadas y de las más fuertes que podías pensar, aunque había quien no descartaba que hubiera más. El propio gobierno se había ido encargando de hacer callar de manera sutil a cualquiera que dijese eso sin argumentos suficientes como para comprobarlo. Sin embargo entre los corros de vecinos, reuniones de amigos o en los trabajos, había quien comentaba esas cosas y a pesar de todo el esfuerzo que el gobierno había puesto en eliminar aquellos rumores infundados, le era imposible eliminarlos del todo.

          Pero todo empezó a cambiar hace unos meses. Cuando salió la noticia de contrabando de niños raptados en hospitales, la gente miró hacia ese partido político. Enseguida quisieron desmentirlo como si no tuviera nada que ver, pero cada vez se cogía más y más fuerza. Hasta llegar a un punto en el que misteriosamente, todas las televisiones, radios o revistas dejaron de hablar del tema como si nunca hubiera existido.

          Esto levantó sospechas en la gran mayoría de la población, sobre todo en un pequeño grupo de hackers que se dedicaban a introducirse en los sistemas mejores protegidos como hobby. Nunca antes habían probado hacer algo como tal, incluso dentro de su pequeño círculo escuchaban rumores de otros hackers que eran mucho mejores que ellos que lo habían intentado. Introducirse en la red del gobierno era como meterse en la casa de alguien y rebuscar entre sus cosas buscando indicios de todas aquellas malas acciones que habían estado haciendo lo largo de tantos años. Sí llegaban a introducirse dentro de dicha red, serían capaces de conseguir cualquier información que les fuera relevante para aplastar a que el gobierno corrupto. Así que tras una noche de partida de cartas, a modo de broma empezaron a intentarlo. Lo que no supieron es que poco a poco fueron avanzando en el trabajo y cuando quisieron darse cuenta, habían dado con un código de des encriptación que, con un poco más de trabajo, conseguirían acceder a dicha red sin problemas.

          Jae estaba muy contento con aquella misión la cual habían denominado “misión halcón”. Él era uno más de aquellos hackers que fueron amigos durante la universidad y que por diversión se habían introducido en los sistemas informáticos de algunas empresas más importantes de su país. Y ni él mismo se lo había creído cuando fue él quien comenzó a descubrir aquel código de des encriptación. No pudo evitar compartirlo con sus compañeros y con su nuevo novio en seguida.

          Aunque no terminaría de considerarlo nuevo novio ya que llevaban bastantes meses juntos. Podría decir que llevaba con él pocas semanas después de que hubieran empezado a trabajar en hackear el sistema informático del gobierno. Youngk era todo un cielo, era el hombre ideal, esa persona que siempre está ahí cuando más lo necesitas con una amplia sonrisa y con fuerzas para poder llegar a cualquier lado. Había sido gracias a sus fuerzas las que le habían animado a seguir con todo ese proyecto.

          Lo conoció en una cafetería cuando hizo sus primeros intentos de buscar la clave del encriptado de la red gubernamental. Él parecía estar trabajando en algún proyecto cuándo acabaron conociéndose debido al café que la camarera les trajo. Se equivocó al entregarlos y eso fue lo que les hizo comenzar Hablar. Día tras día siguieron viéndose en dicho café y por lo tanto acabaron teniendo algo más que una amistad. Se notaba tan solo con mirarse a los ojos que había algo más que una simple relación de amistad. Nunca había sentido algo similar a lo que mucha gente llamaba amor. Pensaba que era sólo una invención del ser humano para sentirse cómodo y acompañado. Sin embargo cuando observaba los ojos de Youngk, un torrente de mariposas se despertaba en su interior provocándole unas tremendas ganas de mimarlo y de darle todo aquello que quisiera. Además de que le constaba que el chico sentía lo mismo por él y eso lo hacía todo más hermoso.

          Youngk recibió la noticia con una expresión de sorpresa un tanto extraña que nunca antes había visto Jae en el. Siempre le había animado a seguir con el proyecto, pero aquella vez le empezó a realizar preguntas de si estaba seguro de querer continuar con aquello. Por supuesto que él estaba. Desde el primer momento. Hubo momentos en los que quiso abandonarlo pero fue él quien le ánimo ¿Porque ahora le estaba preguntando aquello?

          Jae achacó el comportamiento de su novio debido al cansancio del trabajo que tenía como reportero. Pero a los pocos días le preguntó cuándo iban a hacer el ataque cibernético para poder dejarle toda la privacidad posible. Era todo un detalle por su parte, ya que el hacker estaría muy ocupado junto con sus amigos intentando abrirse pasó en las fronteras cibernéticas del sistema gubernamental. Por lo que no dudó en decirle que lo harían dentro de dos días y que el iría la cafetería de siempre para que no pudieran rastrear su IP. Youngk pareció estar de acuerdo. Así que sin ningún incidente más, los días pasaron hasta que llegó el día en el que decretaron que sería oficialmente el día en el que acabarían con ese gobierno sin que nada se lo impidiera. O al menos eso creía.

          Todo comenzó con buen pie. A media hora tarde cuando las actividades dentro de la red del gobierno fueran más leves, era el momento adecuado para ellos irrumpir en ella. Jae se había ido cerca de una hora antes de la acordada para buscarse un sitio lo suficientemente bueno y adecuado en el que él se sintiera tranquilo. Por la tarde en la cafetería estaba a rebosar de gente, y no le apetecía estar concentrado en su “misión halcón” mientras miraba un lado y otro incómodo por la gente que pasaba detrás de él, evitando que miraran lo que estaba haciendo. Era algo con mucho riesgo y no podía jugársela de esa manera. Sabía que lo que estaban haciendo sus amigos y él era algo ilegal pero se consolaban pensando que una vez hecho conseguirían cambiar el rumbo de su país que cada vez se iba más a la quiebra.

          Sin ningún tipo de problema, la primera fase de su misión comenzó y acabo bien. Le llevó cerca de media hora a sus amigos y a él llevarla a cabo pero lo consiguieron con buenos resultados. Ya solo quedaba empezar con su sistema de des encriptación. Le temblaban las manos, sudaba. Jae estaba muy nervioso. Era un paso muy importante; y se la jugaba todo a una.

          Pero misteriosamente en cuestiones de segundos, todo empezó a torcerse. Un grupo de hombres armados y vestidos de pies a cabeza completamente de negro, irrumpió en la cafetería apuntando a cualquiera que tuviera cerca. Jae se asustó, pero no fue consciente de que aquello sucedía por él, hasta que casi todas las pistolas que llevaban en sus manos apuntaban hacia su persona ahora.

          -Levanta las manos y no toques nada más en ese ordenador -le dijo el hombre que más cerca tenía con una voz ronca debido al pasamontañas que cubría completamente todo su rostro-. ¡Las manos en alto he dicho!

          Jae quería decir algo, no sabía que pasaba. Se sintió abrumado por la situación. Por unos segundos su corazón se detuvo al pensar que lo habían descubierto ¿Pero cómo si aún no se habían introducido dentro del sistema? Un sinfín de preguntas comenzaron a surgir en su cabeza que funcionaba a toda velocidad intentando encontrar una solución o una respuesta a todo lo que estaba sucediendo ante sus ojos.

          En la cafetería se había montado un gran alboroto. Todos los clientes que estaban antes de la intromisión de aquellas personas, ahora se encontraban apartados de él mientras que los recién llegados le apuntaban con las pistolas directamente. Sin embargo, el mundo se detuvo para el hacker cuando entre toda la gente se fue dando a paso a uno de los inquilinos vestido de negro que al ponerse ante él se quitó su pasamontañas. Por un momento todo el mundo de Jae se desmoronó. Lo último que pensaba que era encontrarse aquellos hermosos ojos que veía todas las mañanas al despertar ahora con una pistola apuntándole.

          -Lo siento, Jae... -escucho decir en apenas un susurro aquellas palabras provenientes de Youngk.

          Lo último que se esperaba era encontrarse con esa situación. No entendía nada. El hecho de su ataque cibernético y que lo hubieran irrumpido en la cumbre de su hackeo había quedado aparcado a un lado para dar paso a la incertidumbre de lo que sucedía ¿por qué estaba él ahí? ¿Qué estaba pasando?

          -¿Qué...? -comenzó a decir pero sus palabras no siguieron saliendo de entre sus labios.

          -Lo siento mucho, de verdad, pero era algo que tenía que hacer... -Quien sí habló fue YoungK que se disculpaba una y otra vez por algo que aún Jae no alcanzaba a comprender.

          -¿De qué estás hablando...?

          -Estás detenido por la policía gubernamental... por hacer un ataque cibernético al gobierno en funciones... -Aquellas palabras fueron escupidas por YoungK, dañando y alborotando los pensamientos del hacker.

          -Trabajas para el gobierno... -Fue lo único que terminó de comprender. El que estaba arrestado era algo que pasó totalmente desapercibido para Jae-. ¿A caso... te acercaste a mí por tu trabajo...? ¿Por saber lo que hacía...?

          -Realmente lo siento... Lo hice por mi trabajo pero todo comenzó a cambiar conforme te fui conociendo... No pensaba que fueras a despertar algún sentimiento en mí, lo digo en serio, pero...

          -No quiero saber nada más -irrumpió Jae su discurso. Ahora no estaba seguro de nada, incluso apostaría a que esas palabras las había ido estudiando y preparando desde que lo conoció, para que no tuviera una mala imagen suya encima.

          Por eso estuvo animándolo a seguir, por eso le estuvo apoyando... Si lo pillaba con las manos en la masa, sería mucho más fácil cargar contra él. Ahora Jae se sentía el mayor estúpido que pisaba el planeta. No supo cómo había podido confiar en esa persona tan fácilmente, sin ni siquiera tener un estivo de duda. Que inocente y estúpido había sido...

          No le dio tiempo a decir nada más, tampoco tenía intenciones de hacerlo, cuando varios de los acompañantes del que creía su novio tomaron sus manos para esposarlas tras su espalda y lo sacaron a tiendas de la cafetería. Vio como otro tipo cogía su portátil con sumo cuidado y lo metía en una bolsa de plástico. Lo último que pudo ver antes de salir esposado de la cafetería fue la mirada cargada de lastima de YoungK que no se apartaba de él. Si ahora lo que sentía era lastima, le repugnaba. Que se lo hubiera pensado antes de hacerle aquello.

          Mientras tanto, los hombres vestidos de negro iban saliendo uno tras otro, hasta que solo uno quedó en medio de la estancia, abatido. El resto de la gente de la cafetería miraba a un lado y a otro, susurraban entre ellos buscando una explicación a lo que acababan de presenciar. Sin éxito.

          Pero para YoungK había sido muy difícil. Para la vista de otros tal vez fuera muy sencillo, sin embargo en su posición no lo era. Cuando descubrieron que podría haber un grupo de hackers que podía atacar al gobierno, se le ordenó que fuera a conocer a uno de los miembros para tenerlo controlado. Lo que menos se esperaba de su trabajo como espía es que acabara enamorado finalmente de su sujeto de investigación.

          Realmente estaba de acuerdo con el pensamiento de Jae. Tenían un gobierno corrupto y de verdad se merecían que sacaran a la luz todos sus trapicheos, pero trabajaba para ese gobierno y ama su trabajo como agente especial. Por eso mismo, por fidelidad a su trabajo, tuvo que decidir entre su amor o su trabajo y se quedó con lo último. Tuvo mucho que pensar, dudó en varias ocasiones si era lo correcto; pero era lo que le tocaba hacer. Delatar a Jae cuando estuviera ejecutando el ataque cibernético. Para eso estaba allí.

          Sin embargo, tras ver la triste mirada de la persona con la que había compartido esos últimos meses momentos increíbles, todo su autocontrol y su auto convicción, acabó despareciendo. Si se quiso hacer el fuerte y parecer seguro, todo era una treta, porque sinceramente no se sentía así.
No se merecía su perdón. Era muy consciente de que jamás lo perdonaría. Él tampoco se perdonaría.

          Ahora su vida sería vacía. Ni si quiera se veía capaz de salir de allí con la cabeza alta y enfrentarse de nuevo con la acusadora mirada de Jae. Todo su mundo se había desmoronado por esa estúpida elección de la que se había arrepentido en el mismo momento que sus ojos se encontraron con los de esa persona que había llenado su corazón al completo.


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