jueves, 21 de diciembre de 2017

(JiCheol) A Christmas to Remember -Oneshot-


Título: A Christmas to Remember

Autora: Mrs. Daisy (Cel + Gundana)

Pareja: JiCheol (S.Coups + Woozi), mención a GyuHan (JeongHan + MinGyu) [SEVENTEEN]

Calificación: PG–13

Géneros: AU | Romance | Drama | Fluff | Humor

Resumen: para JiHoon la Navidad no es nada especial… hasta que conoce a SeungCheol y él le hace ver lo especial que tiene.

Notas: el fic ha sido escrito por mí, Cel y Gundana, sin guía alguna, solo escribiendo lo que a cada una se le venía a la mente. Es la primera vez que hago algo como esto y, la verdad, me ha encantado relegar un poco en otros la responsabilidad de crear una historia y no tener que hacerlo todo yo sola.



JiHoon seguía sin entender cómo se había dejado convencer de salir de casa con aquel frío de mil pares de narices y encima para adentrarse dentro de la marea humana que poblaba las calles buscando sus regalos de Navidad. No lo entendía, porque él estaba de lo más tranquilo en su solitario, silencioso y calentito apartamento viviendo la buena vida después de haber cogido las vacaciones tumbado en el sofá y viendo las horas pasar… pero JeongHan siempre había sabido qué era lo que tenía que decir para moverlo y aquel día había llegado con el plan de salir para comprarle un regalo a su novio —a su larguirucho y molesto novio al que JiHoon le daban ganas de estamparle su guitarra en la cabeza cuando comenzaba a hacer bromas sin gracia— perturbando la tranquilidad del chico, no había sido diferente.

(JeongHan lo había chantajeado con subir una foto suya durmiendo a pierna suelta, en calzoncillos y babeando la almohada, abrazado a un peluche casi más grande que él a las redes… y no es que a JiHoon le preocupara mucho su reputación, pero le importaba que después de eso sus adolescentes alumnos trataran de subírseles a las barbas ahora que se había ganado la fama de ser el demoniaco profesor de música).

Por eso, JiHoon se había visto arrastrado a hacer algo que no le gustaba nada y que lo aburría a niveles insospechados. La Navidad era un invento de las grandes superficies para potenciar el consumismo, la fraternidad, el amor y todas esas cosas que vendían no eran más que gilipolleces para el chico; además, el ambiente lo estresaba un poco. Tantos villancicos puestos a todo volumen hacían que le doliera la cabeza y las luces por todos lados lo mareaban, de igual forma que lo mareaba verse envuelto por un montón de personas, rodeado por todas partes y sin ver más allá de unos pocos centímetros.

La Navidad era un asco. Eso era lo que JiHoon había decidido muchos años atrás y nada iba a cambiar el pensamiento que tenía sobre ella.

Bueno… al menos eso era lo que JiHoon pensaba, pero entonces, ese día en el que JeongHan lo había chantajeado para que saliera con él de compras, todo comenzó a cambiar en el interior del chico —aunque en ese momento ni siquiera se dio cuenta de ello— en el mismo instante en el que se encontró frente a un joven Santa Claus, caracterizado de forma bastante pobre, pero tratando con todas sus fuerzas hacer felices a todos los niños que se sentaban en sus rodillas.

A JiHoon no le gustaban ni Santa Claus ni los niños, pero algo hizo clic en su corazón y puso en marcha un mecanismo que llevaba demasiados años sin ponerse en marcha cuando se había distraído un momento y había mirado a su alrededor, encontrándose aquella escena. Sin darse cuenta siquiera, se quedó observando al Santa Claus de forma bastante fija, parado en mitad del centro comercial, con gente pasando por su lado y empujándolo, sin perturbarse por ello. En ese instante, la mirada del muchacho vestido de Santa Claus y la suya se encontraron y por la corriente eléctrica que le recorrió todo el cuerpo debido a esa mirada JiHoon sintió que aquella Navidad iba a ser especial solo por aquel micro momento.

Sin embargo, JiHoon no tenía ni idea de cuánto iba a cambiar su Navidad en ese momento… ni siquiera cuando JeongHan se acercó a él y le dijo unas palabras que lo dejaron con sentimientos encontrados.

—Oh, así que es aquí donde estaba trabajando SeungCheol como Santa —murmuró a su lado, con las manos llenas de bolsas con regalos—. Si te ha gustado te lo puedo presentar.
—No me ha gustado, ni siquiera un poco —se apresuró a responder el más bajo, evitando mirar nuevamente en dirección al Santa Claus.
—Venga, tienes que empezar a relacionarte y un chico guapo es un comienzo inmejorable.

Iba a volver a negarse, pero no tuvo tiempo para ello porque antes de que se diera cuenta ya era arrastrado por JeongHan hasta el pequeño puesto de cartas a Santa. En ocasiones como aquella, JiHoon deseaba con todas sus fuerzas ser más grande y fuerte para poder ser él quien pudiera empujar a sus amigos con la misma facilidad con la que ellos lo llevaban de un lado a otro.

—¡Eh! ¡SeungCheol! —gritó su amigo nada más llegar al puesto.
—Oh… JeongHan —dijo el chico al levantar su cabeza y verlos. Se dirigió a ellos unos momentos después, aprovechando que no había niños esperando conocerlo—. Perdona, no te había visto antes con todo el jaleo del puesto —añadió, pero posando sus ojos en JiHoon.
—Mira cómo vas… —dijo JeongHan señalando el viejo disfraz de Santa Claus—. No te pagan lo suficiente.
—Hoy es un voluntariado, así que lo hago gratis —respondió el otro con una gran sonrisa.
—Estás loco —murmuró el alto, a la vez que parecía recodar la presencia de su amigo bajito—. Éste es JiHoon, por cierto, el hermano pequeño del Grinch.

JiHoon se volvió hacia JeongHan y le echó una de sus miradas de odio eterno por haber dicho aquello. Quizás no era la alegría de la huerta y quizás tampoco le gustaba la Navidad como a todo el mundo, pero tampoco hacía falta que los tratara como el hermano menor del Grinch… él podía ser el mismísimo Grinch en carne y hueso si se lo proponía.

—Oh… creía que venía a pedir un deseo a Santa —dijo SeungCheol mostrándole una sonrisa encantadora.
—¡Qué te den! No soy un crío —declaró JiHoon, con la cara toda roja por la rabia. Que fuera bajito y siguiera teniendo cara de crío no significaba que lo fuera, era un adulto hecho y derecho, con una carrera y con un trabajo muy digno en el que podía putear a todos sus alumnos cada vez que no daban pie con bola con la flauta.
—¡No! Yo no quería… aish… —replicó SeungCheol rápidamente mientras sacaba una tarjeta de su bolsillo y se le entregaba—. En realidad también esto es un evento "Deseos de Santa". La gente escribe su nombre y lo metemos en el saco y al final regalamos una videoconsola a uno de los dueños de las tarjetas.

Durante unos momentos, todo se quedó en silencio —todo lo silencioso que podía ser un centro comercial en plena ebullición mientras se hacían las compras de Navidad— hasta que JeongHan se echó a reír como un descosido y luego le dio un ataque de hipo. Estuvo unos segundos tratando de no ahogarse entre la risa y el hipo bajo la atenta mirada de los otros dos hasta que  tuvo que irse un momento para pedir un vaso de agua para detener aquello.

—No me refería a que tú… lo siento, no quería ofenderte —se disculpó el de largas pestañas cuando JeongHan había salido ya de su vista.
—No, yo soy el que se ha puesto a gritar en mitad del centro comercial, sería yo quien debería pedirte perdón —dijo JiHoon, quedándose pensativo unos momentos—. ¿Cu… cuánto cuestan esas tarjetas?
—Mil won cada una —respondió el chico vestido de Santa Claus.
—Dame diez, tengo que limpiar mi imagen.

SeungCheol asintió sonriendo, le dio un boli y después fue en busca de otras nueve para entregarle mientras JiHoon se acercaba a una pequeña mesita y comenzaba a rellenar la tarjeta. Por alguna extraña razón, era sencillo hablar y bromear con ese hombre. Su cálida y sincera mirada lo invitaban a querer saber mucho más sobre él, sobre lo que hacía. JiHoon no conocía a nadie que se vistiera de Santa Claus de gratis  se pusiera a aguantar cómo miles de niños se le sentaran encima con una sonrisa en los labios durante horas.

—Pon tú número de teléfono también, para que pueda contactar contigo si te toca —le pidió amablemente SeungCheol, apoyándose junto a la mesita decorativa en la que el más bajito escribía.
—Es genial que hagas esto gratis —dijo JiHoon, siguiendo el hilo de sus pensamientos en voz alta, sorprendiéndose a sí mismo incluso por su intento de sostener una conversación.
—Gracias, pero no es para tanto —contestó el Santa Claus de mentira.
—¿Trabajas en alguna organización? —le preguntó.
—En varias, siempre de voluntario —JiHoon se sorprendió tanto que no pudo evitar poner una expresión incrédula—. Pero el sueldo que me lo permite viene de una carpintería a las afueras de Seúl. Yo mismo he aportado el trono y trineo de Santa para la decoración del puesto.

De inmediato los ojos del más bajo vagaron por el lugar hasta ver esas piezas de madera tallada y sonrió enternecido. Era demasiado bueno.

—Repito, eres genial —dijo tras acabar de escribir la última tarjeta y devolverle el bolígrafo.
—No lo soy, de verdad. Es algo que me apetecía hacer y no están tan bonitos cómo deberían, además… —se explicó con timidez.
—Disculpe, ¿podemos entregar una carta al señor Santa Claus?

Ambos se giraron para ver a dos niñas, una más mayor que otra, sujetando dos cartas en sus pequeñas manos.

—¡Jou, jou, jou! —JiHoon se hubiera avergonzado terriblemente de la actuación de aquel que acababa de conocer si no hubiera visto la emoción brillar en los ojos de las niñas cuando este empezó a brincar hasta ellas—. ¡Por supuesto que sí!

Sentándose en aquel pequeño trono y acomodando su gran barriga falsa llamó a las chicas para que se sentaran en sus rodillas y éstas no tardaron en cumplir. Tras dictar dos veces cada carta en voz alta y afirmar que habían sido muy buenas ese año, le entregaron sus respectivas cartas. JiHoon se había perdido en las inocentes sonrisas de aquellas tres personas hasta que un dedo molesto le pinchó el hombro, trayéndole de nuevo a la realidad.

—Disculpa, pero hay más personas que quieren ser atendidas por Santa Claus —le dijo un hombre mayor, acompañado por quien parecía ser su nieto.
—Oh, lo siento —murmuró avergonzado. Agachó la cabeza, tras dar un último vistazo al Santa que lucía feliz sentado sobre su trono rodeado de niños que volvían a acercarse al puesto, para alejarse de allí y buscar a JeongHan. ¿Dónde había ido a por agua? ¿A la otra punta del mundo?
—Pensé que me moría con el dichoso hipo, te ibas a quedar sin tu mejor y maravilloso amigo, ¿qué sería de ti? —escuchó decir a su lado. JeongHan había vuelto, tan tranquilo como de costumbre.
—Sería feliz por fin —respondió.

JiHoon miró cómo su amigo cargaba con las bolsas llenas de regalos y creyó ver un par nuevas que no estaban allí cuando se habían detenido en el puesto de Santa Claus. Lo peor de todo era que estaba seguro que las bolsas aumentarían a lo largo de la tarde. Y no sé equivocó. JeongHan se lo llevó de nuevo a rastras, tienda tras tienda, en busca de regalos para todo el mundo.

No volvió a salir el tema de SeungCheol. Ni JeongHan preguntó ni él dijo nada. Simplemente se quedó dónde estaba. Como si nunca se lo hubieran encontrado. Pero la realidad era diferente.

            Para JiHoon la imagen del Santa Claus no dejaba de flotar en su mente. Cuando veía alguna figurita adornando los escaparates o a alguien disfrazado por la calle, SeungCheol acudía a su cabeza. Le había parecido un chico adorable y de buen corazón y eso que no lo había conocido mucho. Lo que había visto de él, le pareció suficiente para que llamara su atención y que se quedara sin querer con un trocito de su corazón.

            Sin embargo, algunos días pasaron y no volvió a saber nada de SeungCheol. No había desaparecido de sus pensamientos. Incluso sus sueños se veían repletos de Santa Claus que le recordaban a él. Llegó un momento que tuvo que obligarse a sí mismo a olvidarse de él para no vivir soñando despierto con una persona con la que solo había cruzado un par de palabras.

            Pero todo cambió cuando un día recibió una llamada. Un número desconocido lucía en su pantalla iluminada, ¿quién sería?

            —¿Diga? —preguntó interesado y curioso.
            —¿JiHoon? Soy SeungCheol… el amigo de JeongHan que estaba vestido de Santa —el corazón le dio un vuelco cuando escuchó su voz a través del aparato—. Te preguntarás como sé tu teléfono, es por la tarjeta del sorteo… no has ganado pero quería hablar contigo ya que ni siquiera pude despedirme de ti como es debido, ¿te apetecería verme o ya te habías olvidado de mí?

            ¿Había escuchado bien? ¿Le estaba diciendo de quedar? ¿Algo similar a una cita? Su cabeza aún estaba procesando toda esa información, tanto que no se dio cuenta que su corazón se agitaba en su pecho por la emoción.

            —Claro, vamos a vernos… —murmuró con un tono bajo. JiHoon aún no era consciente de lo que le estaba sucediendo.
            —Si no quieres, no pasa nada.
            —¡No, no! Lo siento, es que no me esperaba tu llamada… pero sí, vamos a vernos —casi había perdido la oportunidad de ver a SeungCheol de nuevo por aquel bloqueo mental que estaba sufriendo.
            —Ah, perfecto ¿te parece bien mañana? —ahora escuchaba la voz del chico incluso animada. Eso era buena señal, ¿no?—. Hay una cafetería llamada "Coco Coffee" en el centro comercial donde nos conocimos, cerca de donde estaba yo… ¿a las 5 de la tarde te viene bien?
            —Sí, tengo un rato libre mañana, nos vemos allí —en realidad tenía la tarde completamente libre, pero hizo un intento de parecer interesante, aunque segundos después de hacerlo se arrepintió.
            —¡Vale! ¡Te espero allí! ¡Hasta mañana!

El pitido de llamada finalizada le desanimó un poco. Estaba encantado de haber podido escuchar de nuevo su tranquila y animada voz, así que ahora el silencio se le hacía algo pesado. Sin embargo, no dejó que aquel sentimiento lo embargara, al menos tenía la oportunidad de volver a verlo al día siguiente. Eso era más que suficiente para JiHoon, que se había pasado los últimos días pensando en aquel chico que había conocido. Estaba ilusionado como llevaba mucho tiempo sin estarlo y por una parte eso lo asustaba, pero por otra lo emocionaba. Ya era hora de pasar página y SeungCheol parecía ser la persona más indicada para ello.

            Las horas pasaron lentas para JiHoon y el día acabó como si hubieran pasado dos. Cuando se echó a dormir tardó bastante en quedarse dormido y cuando se volvió a despertar, las horas siguieron pasando tan lentamente como si hubiera transcurrido una semana entera; pero por fin llegó el momento en el que se encontró sentado en una mesa de la cafetería "Coco Coffee" a la espera de ver a SeungCheol.

            Llegó cerca de media hora antes de la hora a la que habían quedado porque los nervios no le habían permitido estar más tiempo en su casa. Al menos así, se aseguraba de no quedar mal llegando tarde. Cuando llegó, comprobó que era el primero; así que se quedó tomando un café con leche mientras esperaba a SeungCheol… pero el tiempo comenzó a pasar y no había ni rastro de la persona con la que había quedado.

Nervioso, no dejó de consultar la hora una y otra vez. Y a cada minuto que pasaba, más se inquietaba. Ya era la hora acordada y miraba a todos lados, pero seguía sin señal alguna de SeungCheol.
            JiHoon se empezó a sentir mal. El ánimo en su corazón se iba apagando conforme los segundos pasaban y no había rastro de SeungCheol. No aparecía. Como un tonto se quedó allí sentado buscándolo con la mirada cerca de tres cuartos de hora después de que pasaran las cinco de la tarde, cuando ya había perdido toda esperanza de que apareciera. ¿Cómo había sido tan estúpido de sentirse ilusionado por ese encuentro? Sin duda, aquello era un plantón de campeonato.

            Por eso, el chico se levantó de la mesa en la que había estado más de una hora esperando al otro y se dispuso a salir de la cafetería, con su mente yendo a toda velocidad, preguntándose por qué SeungCheol había concertado una cita a la que no iba a asistir y, sobretodo, por qué él había accedido tan rápidamente, como si estuviera desesperado por un poco de aquella candidez que el otro había mostrado en su breve encuentro. JiHoon nunca había buscado recibir afecto de los demás, estaba bien y tranquilo solo, sin las complicaciones que encarnaban las relaciones —él más que ninguna otra persona sabía que las relaciones podían llegar a ser horribles— por eso, no lo entendía.

            Quizás había pensado que una persona tan encantadora como parecía SeungCheol sería incapaz de hacerle daño alguno… pero ahí estaba, siendo plantado por aquel chico que parecía un sol.

            JiHoon salió por la puerta del establecimiento y después caminó hasta su casa, queriendo despejarse un poco la cabeza con el paseo aunque su piso estaba bastante lejos de la cafetería en la que había sido plantado. En cuanto llegó a casa, simplemente se dejó caer sobre la cama como un peso muerto y allí se quedó, sin hacer nada, solo quedarse tumbado mientras se decía lo estúpido que había sido por ilusionarse de aquella manera. Definitivamente, la Navidad, aquel tiempo en el que todo el mundo era feliz, era un asco y JiHoon seguiría pensando de aquella forma el resto de su vida.

            Puede que su teléfono móvil vibrara por mensajes nuevos recibidos en un montón de ocasiones a lo largo de aquella tarde-noche y puede que éste también sonara por llamadas que dejó que se perdieran. No tenía ganas de nada, así que no quería ser molestado y simplemente se quedó dormido sobre la colcha, totalmente vestido.

            Cuando horas más tarde se despertó, solo lo hizo porque alguien lo había zarandeado con fuerza y le estaba gritando con una voz bastante irritante. Al principio, más dormido que despierto, JiHoon no ubicó a quién pertenecía aquella voz, pero conforme pasó un poco de tiempo, el chico se dio cuenta de que era su amigo JeongHan el que le hablaba y solo tardó un poco más en poder entender que le estaba diciendo una y otra vez que se despertara. Por callarlo, más que por otra cosa, JiHoon finalmente abrió sus ojos y le echó una de sus miradas frías a su amigo.

            —¿Por qué no contestas al teléfono? —fue lo siguiente que salió de los labios de JeongHan, al ver que ya estaba despierto—. Nos tenías a todos preocupadísimos.
            —A mí no me preocupabas —dijo una voz grave desde algún lugar de su habitación. JiHoon miró a su alrededor hasta que descubrió al todavía más irritante novio de su amigo en el marco de la puerta de su habitación—. Solo he venido porque JeongHan me lo ha pedido.

            JiHoon también le echó una de aquellas miradas suyas que matarían a cualquiera y también pensó en levantarse de su cama y agarrar su guitarra para abrirle la cabeza con ella. Sin embargo, se lo pensó mejor y como le tenía mucho cariño a su guitarra y no tenía ganas de levantarse, lo dejó correr.

            —¿De verdad tenía que venir él? —le preguntó a JeongHan.
            —Aquí las preguntas las hago yo —replicó éste—. Contéstame a por qué no respondías el teléfono.
            —No ha sido por nada en especial, simplemente tenía sueño y me eché a dormir —contestó—. Ya sabes que tengo un sueño muy pesado, podría caérseme el edificio entero y seguir durmiendo como si nada.

            A JeongHan pareció calmarle aquella respuesta, porque dejó escapar un suspiro y después se abrazó fuertemente a JiHoon diciéndole que pensaba que había hecho alguna tontería porque SeungCheol no se había presentado a la cita y que él lo quería muchísimo.
            —No tenías que haberte preocupado solo porque me han dado un plantón —dijo JiHoon—. Aunque… ¿cómo sabías lo de la cita? —le preguntó, alejándolo de su cuerpo.
            —SeungCheol me dijo que te había mandado mensajes explicándote por qué había llegado tarde a la cita y que no le respondías, pensaba que estabas muy enfadado con él, así que yo te llamé y no contestabas, así que rápidamente le dije a MinGyu que me trajera hasta aquí porque el metro no funciona a las dos de la mañana —respondió—. La verdad es que SeungCheol estaba un poco abatido pensando que podías odiarlo y se sentía muy mal por no haber aparecido a la hora porque le había surgido un contratiempo, es un buen chico.
            —¿Qué contratiempo? —preguntó JiHoon.

            Inmediatamente después de hacer la pregunta se pegó mentalmente por tonto. No debía importarle aquel chico que lo había plantado, no tenía ninguna excusa, así que solo tenía que haber ignorado aquello… pero ya era muy tarde para retirar sus palabras.

            —Pues me dijo que estaba repartiendo regalos para los niños de un orfanato y que de repente uno de ellos se puso muy enfermo y lo llevó el corriendo al hospital —relató JeongHan—. Estaba tan preocupado porque el chiquillo se pusiera bien que se quedó con él hasta que los médicos le aseguraron que estaba perfectamente y cuando miró el reloj y se dio cuenta de la hora que era y que llegaba terriblemente tarde a la cita te mandó varios mensajes explicándotelo… parecía bastante arrepentido por haberte dejado plantado.

            Al escuchar aquella historia, el corazón de JiHoon dio un vuelco. SeungCheol no lo había plantado porque hubiera querido, sino que había sido por una causa de fuerza mayor y no haber podido acudir a su cita lo había hecho sentir mal cuando su ausencia había sido porque había ayudado a una persona que lo necesitaba. JiHoon era un poco sieso y muy poco dado a relacionarse con las personas, pero muy dentro de sí mismo sabía que quería seguir relacionándose con SeungCheol porque éste podía ser alguien que le hiciera ver el mundo de otra forma mucho más bonita.

            —Contestaré sus mensajes —dijo, haciendo que JeongHan se sorprendiera—, y tendrá que currárselo mucho para que me olvide de que me dejó plantado.
            —Creo que SeungCheol estará encantado de escuchar eso —respondió su amigo.
            —Sí, pero ahora no, que es muy tarde —JiHoon se volvió a tumbar en la cama—. Si no queréis volver a casa podéis quedaros en el sofá, yo me voy a dormir.

            Se acurrucó dentro de las sábanas, aunque seguía vestido con la ropa que se había puesto para salir y poco después se quedó dormido, sintiéndose mucho más ligero que cuando se había echado a dormir la primera vez. Ya no se culpaba por haberse ilusionado con una persona, ya no se sentía mal por haber pensado que SeungCheol lo había plantado de forma cruel y eso lo hizo sentir muchísimo mejor.

            A la mañana siguiente, el día de Navidad, JiHoon se despertó con una sonrisa en su rostro —algo que no ocurría muy a menudo— y justo después le mandó un mensaje a SeungCheol respondiéndole a lo que éste le había puesto y diciéndole que le debía una cita y que más le valía presentarse a esa. Inmediatamente después había recibido su respuesta afirmativa en la que también le daba las gracias para poder enmendar su error y JiHoon sintió que las ganas de sonreír no se le iban a ir en el resto del día a pesar de que era Navidad y de que la odiaba.

            Quizás… a partir de aquel día dejara de odiarla tanto; quizás gracias a la aparición de SeungCheol aquella fuera una Navidad que recordaría para siempre porque desde hacía bastante tiempo no la pasaba sonriendo.








Notas finales:
—JiHoon odia la Navidad porque tuvo una relación en el pasado no muy buena que finalmente terminó en Navidad y las fechas le traen muy malos recuerdos. Siento no haberlo podido explicar mucho en el fic porque no sabía cómo meterlo, pero sí que quería que quedara claro cuál era el motivo por el que JiHoon se comporta de esta forma en la historia.


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