Título: Ocean Waves.
Pareja: Leobin (Leo + Hongbin) [Vixx]
Tipo: Yaoi
Género: AU | Drama | Fluff
Clasificación: P/PG
Advertencias: Violencia
Sinopsis: Taekwoon pasará las vacaciones de verano en compañía de su tío y un muchacho que volverá a este tímido chico en uno ruidoso, valiente y terriblemente emocional.
Nota: Este fanfic ha sido realizado como los que hicimos en Navidades, cada autora ha puesto su granito de arena. Espero que os guste mucho.
Todos los años, cuando
llega esta fecha a Taekwoon le gusta coger su vieja bicicleta y salir a dar un
paseo. La fresca brisa que golpea su pecho abre su camisa y la hace ondear,
bajo esta se encuentra una de tirantes de color blanco que se le pega al torso,
marcando su esbelta figura. Más abajo solo hay un bañador de color verde con
bolsillos azul coral. El resto de su indumentaria la completaban un par de
chanclas de goma negras.
Empezó a pedalear más
rápido y el viento alzó el cabello de su frente, despejando su cara que ahora
lucía una brillante y recta sonrisa producida por el aumento de velocidad. Casi
podía oír el ruido de las olas del mar rompiendo contra la costa. Una clara
ilusión creada en su cabeza, ya que se encontraba a más de doce kilómetros del
océano.
Pero eso no importaba,
aquel sonido se había grabado a fuego en su alma al igual que una risa cálida
que, aún hoy día, lograba ablandar su corazón. Con ese último pensamiento
latiendo con fuerza bajo su pecho aceleró su marcha, levantándose del asiento y
gritando con todas sus fuerzas.
- ¡Lee Hongbin! ¡Te
odio, idiota!
~*-.-.-.-*~
Nunca sabes que
esperar de unos padres físicamente distantes, eso es lo que Kim Taekwoon se
suele decir en ocasiones como esa, es preferible a contar que apenas le prestan
atención por sus apretadas agendas.
- ¿Nos vamos a
Noruega...? - preguntó el joven, aún sin dar crédito a lo que oía -. ¿...en
verano?
- Si, tu padre y yo
somos parte del equipo que tomará parte en la investigación. Tenemos que
empezar a prepararnos y hacer las maletas esta misma noche.
Nunca le había
importado ser hijo de dos profesores de universidad, incluso podría decirse que
le gustaba por las cosas que aprendía gracias a ellos. Pero en aquel momento
empezó a pensar la posibilidad de un universo alternativo en el que pasaba el
verano de sus dieciocho años en territorio nacional.
- Es la mejor época
del año, no hay tanto hielo y podemos seguir de cerca a los leones marinos. -
añadió su madre -. También podremos establecer relaciones con la Universidad de
Ulsik para el próximo curso.
- Estupendo... -
respondió Taekwoon con voz apagada, desviando la mirada a la masa de archivos
que acababan de cubrir el despacho de sus padres.
- Piensa en todo lo
que podrás ver allí, la gente que conocerás y los paisajes, ¿no suena
emocionante? - preguntó su padre mientras se recolocaba las gafas que estaban a
punto de resbalársele por la punta de la nariz mientras ojeaba una carpeta
llena de papeles que se mecían con el viento que creaba el ventilador del
techo.
- Sí... mucho.
Tras un corto momento
en silencio abandonó el despacho de sus padres, en donde estos no paraban de
empaquetar sus libros y documentos importantes, y caminó con pies de plomo
hasta su cuarto.
Él nunca había sido un
chico con deseos de viajar a lugares lejanos y vivir aventuras emocionantes.
Desde pequeño había amado la tranquilidad y la calidez de los lugares
conocidos. Era por eso que pasaba la mayor parte de su tiempo en su cuarto,
devorando libros y bebiéndose las películas y series que salían por la
televisión.
Pasar dos meses en un
país extranjero, en donde no podría hacer ninguna de las actividades que le
gustaban, era una noticia dura de tragar. Tras cerrar la puerta de su cuarto se
percató de la existencia de dos maletas junto a su cama, que conocía demasiado
bien.
Ya había acompañado a
sus padres en anteriores excursiones, y sabía de memoria la lista de cosas que
necesitaría para el viaje. Lo primero la ropa, que ocuparía una maleta entera,
luego estaban los tres pares de zapatos que consistían en zapatillas, chanclas
y botas de nieve, su bolsa de aseo, su par de gafas de repuesto, su libro
electrónico... Y ya está, nada más. En sus bolsillos llevaría el pasaporte y
DNI junto a su mp3.
"¿Y su
móvil?" os preguntaréis. Pues no tiene, hasta que cumpla dieciocho sus
padres se lo prohíben. De todos modos no tiene a nadie a quien llamar; solo se
comunica regularmente con Hakyeon, su único amigo, y se escriben por ordenador.
Tras sólo media hora
ordenando se sorprendió al notar que lo tenía todo listo. En realidad siempre
estaba preparado para salir corriendo tras sus padres por si estos acababan
aceptando un nuevo proyecto. Tras reflexionar sobre ello se dio cuenta de que
en ocasiones su vida era demasiado predecible.
Un "toc,
toc" se oyó al otro lado de la puerta.
- Adelante - respondió
el muchacho mientras terminaba de cerrar las cremalleras del equipaje.
Tras girar el
picaporte la señora Kim, alta y de cabello oscuro, se quedó esperando bajo el
marco de la puerta; observando con interés a su hijo.
- ¿Puedo pasar? - preguntó
mientras sus ojos recaían sobre el par de maletas.
- Como si estuvieras
en tu casa. - respondió con simpleza.
Esta sonrió y no tardó
en avanzar al interior, cerrando la puerta tras ella.
- Cielo, tu padre y yo
hemos notado que... Bueno... No te ha entusiasmado la idea de ir a Noruega - su
voz siempre era suave y agradable, aspecto que el chico había heredado de ella
-. Lo sentimos mucho, nos hubiera gustado poder debatirlo contigo e integrarte
en la toma de decisiones.
- No importa, papá dijo
que era una gran oportunidad y os la comunicaron a última hora - se encogió de
hombros intentando aparentar que no le afectaba -. La universidad necesita
sacar datos para proseguir en la investigación desde Seúl, no os podíais negar.
- Aun así, creemos que
en esta ocasión pasaremos mucho tiempo fuera y que, a diferencia de cuando eras
más pequeño, no podemos obligarte a ir - esta se sentó sobre la cama de su hijo
y le cogió una mano entre las suyas -. Ya sabes cuidar de ti solito, y allí no
pasaremos mucho tiempo en familia...
Taekwoon empezó a
pensar a gran velocidad. Cientos de ideas cruzaron su mente entre ellas la de
que sus padres no le llevarían a Noruega. Pero...era imposible, él no podía
quedarse en casa sólo.
- El caso es que, por
esta vez, creemos que podrías pasar las vacaciones en casa de tu tío Tablo -
respondió al fin su madre, asombrándolo por completo -. Ya le he llamado y ha
dicho que no tiene ningún problema en recibirte.
El joven miró de
repente a su madre, sin terminar de creer que aquello estuviera ocurriendo de
verdad. Tablo era su único tío materno, vivía en Busan en una casa cerca de la
playa, muy parecido a un bungaló o cabaña de playa.
- ¿Qué dices? - le
preguntó su madre con una sonrisa -. ¿Te apetecería ir?
- Por supuesto -
respondió Taekwoon.
Cualquier cosa era
mucho mejor que ir a Noruega con sus padres, además, Taekwoon se llevaba
bastante bien con su tío Tablo a pesar de que no tenían muchas oportunidades de
verse. Pasar el verano en casa de su tío en Busan iba a ser emocionante y
seguro que aquel verano se iba a convertir en el mejor verano de su vida.
- Entonces hacemos eso
- dijo su madre -. Te llevaremos con tu tío y después nos iremos nosotros a
Noruega.
Aquella noche Taekwoon
no pudo dormir bien por la emoción, por lo que, al final acabó quedándose
completamente dormido en el largo viaje en coche desde Seúl hasta Busan, con el
rumor de la carretera y la conversación que mantenían sus padres de fondo como
nana para dormir. El chico solo estuvo despierto en los momentos en los que el
coche se detenía en las distintas estaciones de servicio para comer, pero solo
porque la comida y la bebida eran importantes en los días de calor para no
morir. Porque se pasó todo el viaje completamente grogui, éste se le hizo
demasiado ameno y, para cuando llegaron a Busan, Taekwoon no sentía que se
hubieran cruzado el país de punta a punta.
Al llegar a casa de su
tío y aparcar el coche lo más cerca que pudieron, Taekwoon se dio cuenta lo
mucho que aquel lugar había cambiado en el tiempo que llevaba sin ir a visitar
a su tío Tablo. La burbuja inmobiliaria parecía haber llegado también hasta Busan.
Todos los lugares que el chico recordaba completamente desiertos, estaban ahora
bien y masivamente construidos. Apartamentos y hoteles en primera línea de la
playa
Y luego, allí estaba,
imperturbable al paso del tiempo y a los cambios a su alrededor, la casa de su
tío. Junto a todas aquellas nuevas y modernas construcciones aquella casa no
encajaba, porque era totalmente distinta a todo lo que había en el lugar, por
lo que eso lo hacía atractiva, encantadora, única. Taekwoon sonrió. Había
echado de menos ir allí.
Junto a sus padres
recogió su maleta y después se encaminó con ellos a la casa, llamando su madre
al timbre de la casa de su hermano, quien no tardó más que unos segundos en
abrir la puerta y recibirlos con una gran sonrisa.
- ¡Pero qué alto
estás, Woonnie! - dijo el hombre al verlo -. Ya me sacas media cabeza, ¿cuánto
más piensas crecer? Eh, ¿granuja?
Después de aquello,
los invitó a pasar a su casa y todos compartieron una velada muy agradable,
contando anécdotas y hablando sobre las cosas que se habían perdido en los
últimos años que no se habían visto, cosas sin importancia y cosas importantes
que los tuvieron despiertos hasta la madrugada y que hicieron que cuando
Taekwoon se echó a dormir, lo hiciera completamente agotado.
Cuando Taekwoon se
levantó a la mañana siguiente, sus padres ya se habían marchado. Tenía sentido
que lo hubieran hecho, aún les quedaban muchas horas por delante de carretera
para volver a Seúl y al día siguiente tenían que coger un avión en Incheon que
los llevaría hasta Noruega. No tenían tiempo que perder. Su tío tampoco estaba,
pero el chico supuso que no tardaría demasiado en llegar porque la hora del
almuerzo se acercaba y, aunque saliera a pescar temprano por la mañana, siempre
estaba allí al medio día, después de haber llevado su captura a la lonja local.
Por ese motivo, Taekwoon no se preocupó mucho y decidió arreglarse un poco y
salir a dar una vuelta por aquel lugar que había cambiado tanto en los últimos
años.
En apenas unos minutos
ya caminaba por la playa que le traía tantos recuerdos, la ventaja de que su
tío viviera justo en primera línea, la arena quemaba un poco, así que, decidió
que el paseo mejor lo debía de dar por la orilla, refrescándose los pies en las
siempre frescas aguas del Pacífico. Hundir los pies en la arena mojada y sentir
el agua en sus tobillos hizo que Taekwoon no pudiera evitar soltar un suspiro
por lo agradable que era todo aquello.
Caminando por la
orilla, se dedicó a observar el lugar, a recordar las cosas que había antes y a
ver todo lo nuevo que había ahora, echando de menos las pequeñas tiendas de
barrio que se encontraban por todas las esquinas, ahora todas ellas cerradas
porque habían construido un centro comercial cerca. La playa, otrora siempre
vacía, ahora contaba con unos pocos turistas que se bañaban en las aguas y
tomaban el sol en la arena como si fueran lagartos. Era todo bastante diferente
a como lo recordaba.
En ese momento,
mientras Taekwoon se estaba poniendo nostálgico, sintió un repentino empujón
que lo desestabilizó y lo hizo caer al agua, mojándose la parte inferior de su
cuerpo y quedándose un poco atontado. Sin embargo, pudo alzar la mirada y ver
cómo un chico se había detenido para hacerle una pequeña reverencia y pedirle
disculpas antes de echar a correr de nuevo. Un segundo después, varios
muchachos corrían detrás de él, persiguiéndolo. Taekwoon lanzó un suspiro al
aire. Aquel lugar no era tan tranquilo como recordaba y la gente ni siquiera
tenía los mismos modales, así que, el chico se levantó del agua y después se
dirigió a la casa de su tío para almorzar junto a él, que seguro que ya habría
llegado a casa, esperando no encontrarse de nuevo con aquella gente.
Sin embargo, el
destino le tenía preparado algo muy distinto.
Cuando llegó junto a
la casa de su tío, un grito tras él le hizo volverse y encontrar al susodicho
que momentos antes le había hecho caer al agua. Este muchacho corría hacia él
con gesto preocupado. Así que se detuvo junto a la puerta esperando comprobar
si realmente le había llamado o no.
- ¿Ocurre algo? - fue
lo primero que se le pasó por la cabeza.
- Me persiguen -
farfulló casi sin voz nada más llegar a su lado -.
Poco después
distinguió a un grupo de chicos en la distancia, el mismo que vio cuando
caminaba por la playa. Ellos aún no los habían visto, así que sin pensarlo dos
veces Taekwoon empujó al muchacho con él al interior de la casa. Cerró con
llave y se asomó por la ventana para comprobar si seguían en el mismo lugar,
fue entonces cuando cayó en que había metido a un completo desconocido en casa
de su tío.
- ¿Por qué te siguen?
- dijo volviéndose hacia el chico.
- Bueno... - respondió
metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones cortos -. Sólo quieren
meterse conmigo.
Taekwoon frunció el
ceño y se paró frente al muchacho.
- ¿Por qué?
Sus ojos viajaron por
primera vez a lo largo de la figura del más bajo y por poco su corazón casi
sale disparado. Era extremadamente atractivo.
- Porque no les gusto
- contestó el otro con una mueca.
Taekwoon no podía
imaginar un motivo por el que a alguien no pudiera gustarle ese chico. Es
decir, a simple vista no podía verle nada malo, ¿acaso el problema venía de su
personalidad?
- ¿Vives aquí con el
señor Lee? - preguntó el chico, aún parado en ese mismo lugar.
- Sí, soy su sobrino,
Taekwoon. Pasaré aquí el verano - el más alto se dio cuenta de la incomodidad
del otro y le invitó a sentarse con un gesto -. ¿De qué le conoces?
- Vivo aquí cerca y
suelo cruzarme con él todos los días - respondió aceptando sentarse en una
silla de madera -. Por cierto, me llamo Hongbin.
Taekwoon se
sorprendió. Nunca había visto a ningún muchacho de su edad con ese nombre.
Mientras estaba perdido en sus ensoñaciones alguien llamó a la puerta y Hongbin
saltó de su asiento. Antes de que el más alto pudiera advertirlo, este ya se
había colocado tras él.
- No abras la puerta -
susurró muy cerca de su oreja.
Aquello hizo que
Taekwoon olvidara por un momento dónde se encontraban y quienes eran. Lo
extraño, era que al de ojos afilados no le había gustado nunca nadie de esa
manera. Había algo más allá de la atracción física, quizá Hongbin desprendía un
aroma que le volvía loco.
Sin embargo, volvieron
a llamar a la puerta, y el más alto rehusó actuar como un cobarde. Le pasó la
mano por la cabeza a su invitado, para mostrarle que no tenía nada que temer y
se movió hacia la entrada. De un solo movimiento giró el pomo y abrió la puerta,
dando a continuación un paso al exterior. Efectivamente, esos chicos habían
llegado hasta allí.
- ¿Qué queréis? - la
voz de Taekwoon sonó más seria y profunda de lo normal.
- Hemos seguido unas
huellas en la arena y nos han llevado hasta aquí... - respondió el chico que
iba a la cabeza del grupo, también parecía el más duro que ellos, pero era
fácil ver que al menos era dos años menor que Taekwoon -. ¿Ha intentado entrar
un chico hace poco?
Hongbin, quien se
había escondido entre la puerta y la pared, negó con la cabeza. Taekwoon lo
meditó unos instantes.
- ¿Puedo preguntar
para qué lo buscáis?
El grupo que formaban
con apenas cuatro chavales se rio y empezaron a responder de forma desordenada,
pero una voz sonó más fuerte que las demás.
- Para romperle la
cara de maricón que tiene.
Antes de que pudiera
acabar aquella frase Taekwoon ya había cruzado el umbral de la cabaña. Ninguno
de ellos vio llegar el primer puñetazo y la patada que se llevó el dueño de la
última declaración. Por eso, cuando fueron a reaccionar su compañero estaba en
el suelo con la boca sangrando y ahora eran tres contra uno.
A pesar de sus
intentos, Taekwoon era mucho más fuerte que ellos, y no tardó en derribar al
segundo y tercer muchacho. El cuarto optó por echar a correr. El mayor agarró
del cuello de la camisa al más fuerte del grupo, y primero en caer, y lo alzó
frente a él.
- Que no os vuelva a
ver cerca de Hongbin, porque os arrancaré los ojos con mis propios dedos. -
dicho esto, lo lanzó lejos de él y entró en casa dando un portazo.
Solo entonces la
mirada de Hongbin calló sobre él por primera vez y el corazón del mayor dió un
vuelco. Sus ojos brillaban con una luz dorada que le hacía perderse en ellos
como si fuera un océano. Y, cuando una sonrisa asomó en la comisura de sus
labios, Taekwoon supo que estaba perdido.
- Gracias... - murmuró
Hongbin con una voz extremadamente dulce.
- ¿Es cierto que te
gustan los hombres? - preguntó el más alto.
Taekwoon siempre se
había sentido atraído por aquellos de su mismo sexo, es por eso que hacía unos
instantes había reaccionado con tanta fiereza cuando se burlaron del menor. Y
ahora, deseaba con toda su alma que el más bajo dijera que sí, de ese modo
podría fantasear con la idea de tener alguna oportunidad con él; a pesar de que
en el fondo de su ser no creía que un ángel cómo Hongbin sintiera nunca algo
por él.
- Puede ser... -
contestó riendo.
Aquella risa
iluminaría cada mañana del mayor desde ese momento y para el resto de sus días.
- ¿Puede ser? -
preguntó Taekwoon -. ¿No sabes si te gustan o no los hombres?
- Creo que me está
gustando uno, pero acabo de conocerlo... - respondió lanzándole una mirada
sugerente, la primera de muchas otras que le volverían loco.
Así fue cómo conoció a
su primer amor. Tan sorprendente como que tras un mojito esparramado por su
camisa tuvieran su primer beso. De esa forma tan curiosa acabó rendido a los
pies de un muchacho que aún hoy, seguía jugando con él y su pobre corazón a
través del teléfono.
Aunque al igual que
las olas del océano que vienen y van, Taekwoon siempre vuelve a esa playa para
verle cada verano. Porque Hongbin es la brisa que le impulsa de vuelta a él.
Oh Dios! ¡Qué hermosa historia tienes! ¡Realmente me gustó! Muchas gracias! )))))
ResponderEliminar¡Pero tengo una pregunta! ¿Cuándo saldrá el noveno capítulo "Le Beau et la Bete"? ¡Ha pasado más de un año! Realmente la extraño! Por favor autor! Te lo ruego !!!!!!