Capitulo Decimo
En
cuanto volvieron las sacerdotisas del templo a la sala en la que habían tenido
la reunión hacía solo unas pocas horas, DaWon decidió que era el momento indicado
para contar lo que había encontrado en el libro de la Historia de los Cielos,
que solo la muerte de una estrella podía desatar todo su poder y que ésta era
la única forma para detener al Dios. No es que la bruja le hubiera tomado
cariño a la Estrella, cuando prácticamente no habían entablado conversación,
pero le parecía algo muy cruel hacer aquello, aunque eso supusiera poder
derrotar a su enemigo y salvar el mundo. DaWon era una bruja de la luz, no una
bruja de la sangre, por lo que la ponía muy nerviosa que tuvieran que usar ese
método para triunfar en aquella batalla.
Sin
embargo, antes de que pudiera abrir la boca siquiera, un fuerte sonido resonó
en las paredes del templo, haciendo que éstas vibraran y que algo de polvo
cayera del techo. DaWon se tuvo que sujetar en su asiento y SooBin y DaYoung se
agarraron de las manos fuertemente a su lado.
—¿Qué ha
sido eso? —preguntó una de las sacerdotisas, la chica del pelo largo.
—MinHyung…
—murmuró la elfa e, inmediatamente, se levantó del lugar en el que estaba
sentada, dispuesta a salir por la puerta. Sin embargo, antes de que pudiera dar
un paso, la voz de la Diosa hizo que se detuviera por completo.
—Tu lobo
está bien —le dijo—. Está escondido, esperando el momento oportuno de atacar.
No es tonto y sabe perfectamente que enfrentándose de frente no tiene ninguna
posibilidad.
—Entonces…
—comenzó DaWon—. ¿Él está aquí ya?
La Diosa
de la Paz dejó de mirar a la elfa y fijó sus hermosos ojos, brillantes como
perlas, en ella. Por su expresión, la bruja podía decir que no, que no era el
Dios de la Guerra quien había llegado, sino alguien más… alguien de quien no
tenían constancia anteriormente y que la Diosa no esperaba allí.
—No, no
es él —respondió—. Como Dios de la Guerra, se le adjudicaron dos divinidades
menores para que lo ayudaran en su cometido, de la misma forma que a mí también
se me adjudicaron otras dos para mantener la paz —les explicó. A DaWon le
sonaba algo de aquel tema, de cuando había estado aprendiendo sobre dioses—.
Fueron despojadas de sus poderes y enviadas a convivir con los humanos, como
parte de ellos… pero deben haberlos recuperado si están aquí.
—Emiten
un aura muy poderosa… —murmuró una de las sacerdotisas, LuDa—. El templo está
pensado para que ningún ser masculino pueda penetrar en él y con las barreras
es incluso más complicado que eso suceda… pero siento un aura femenina…
—¿Dónde
están tus ayudantes? —cuestionó entonces la Estrella, abriendo sus ojos por fin
después de haber estado un buen rato descansando.
—Son la
primera barrera para que las amenazas no entren en Cosmic Earth —dijo la Diosa—.
Se encargan de proteger el perímetro del planeta… han sido las primeras en
enfrentarse a TaeYong en cuanto ha escapado de su prisión… pero me temo que no
podemos contar con ellas más…
Las
gemelas, a su lado, se abrazaron fuertemente al escuchar aquellas palabras.
Ellas también habían notado que no tenían posibilidades de hacerle frente a lo
que estaba a punto de llegar hasta el templo, que aquella era una lucha suicida
en la que a pesar de que lo dieran todo de sí mismas, no iba a salir nada bueno
de allí. Por ese motivo, y aunque a DaWon no le terminaba de gustar la idea de
usar la sangre de la Estrella para poder triunfar, la bruja haría de tripas
corazón y lo soportaría, se guardaría aquella información para que nadie más lo
supiera y dejaría que entre los grandes y poderosos seres del Universo,
arreglaran las cosas.
★★★
Repentinamente,
un fuerte temblor sacudió el templo, como si éste hubiera recibido un gran
golpe y XuanYi le puso la mano en la espalda a LuDa, que se había tambaleado,
para estabilizarla. La chica le agradeció con un pequeño gesto que la hubiera
ayudado y después la miró con una expresión que mostraba toda su preocupación,
la misma preocupación que debían sentir todas allí. Las divinidades que estaban
a las órdenes del Dios de la Guerra estaban tratando de derribar las barreras
que acababan de poner hacía solo unos momentos y por la fuerza que los
temblores tenían, la sacerdotisa podía adivinar que no tardarían mucho en caer…
y entonces, como seres femeninos, podrían entrar al lugar.
Puede
que ellas conocieran mejor el templo y que pudieran esconderse y desaparecer de
su vista, pero eso solo serviría durante unos momentos. No podían huir
constantemente. Igualmente, si aquellas sacudidas seguían siendo tan fuertes y
continuas, el templo acabaría viniéndose abajo y ellas quedarían atrapadas bajo
las piedras del acantilado. Salir y enfrentarse a todo era la única oportunidad
que tenían para sobrevivir a aquello… pero tampoco podían enfrentarse de forma
abierta a aquellos seres tan poderosos o perecerían, tal y como lo habían hecho
las divinidades asociadas a la Diosa.
Estaban
en un callejón sin salida y necesitaban un plan, pero no tenían tiempo para
hacerlo.
—¿Qué
deberíamos hacer? —preguntó finalmente XuanYi.
No
estaba segura de que alguna le fuera a contestar, porque sabía perfectamente
que no había ninguna opción correcta entre las que debían elegir y que todas
eran demasiado peligrosas, pero ya habían llegado hasta allí y debían cumplir
con aquella tarea para poder salvar el planeta de un horrible destino.
—Vamos a
salir —dijo la Diosa—. Entre todas deberíamos de ser capaz de acabar con las
dos divinidades que se encuentran en la entrada antes de que TaeYong llegue.
Todas
asintieron, pareciendo convencidas, pero XuanYi sabía que ninguna de ellas lo
estaba realmente. Justo después, caminaron fuera de la sala, siguiendo la
estela de la Diosa y la Estrella, que abrían la marcha. Con cada paso que
daban, el estómago de la sacerdotisa se revolvía más y más pensando a lo que se
tenían que enfrentar, pero trató de concentrarse en erigir una barrera alrededor
de todas para que tuvieran una mínima protección. Sin embargo, sola no podía
hacerlo correctamente, por lo que buscó con la mirada a sus dos compañeras,
hallándolas solo unos pasos por detrás. XuanYi se detuvo unos segundos hasta
que éstas la alcanzaron y después se puso en medio de las dos y las tomó de las
manos.
—Vamos a
protegerlas a todas —murmuró—. Al menos durante el mayor tiempo posible.
Las dos
asintieron y el agarre en sus manos fue más firme mientras el poder espiritual
de las tres se mezclaba y comenzaba a crear una barrera protectora como la que
habían utilizado para proteger el templo. Quizás no durara demasiado, pero al
menos las salvaría a todas de los primeros envites de los seres a los que se
enfrentaban, mientras ellas podían atacarlas… o al menos esa era la esperanza
de XuanYi cuando atravesó la puerta del templo y la luz de la media tarde la
cegó por un instante.
★★★
Solo
hacía unos minutos que habían llegado hasta la playa en la que se encontraba el
templo de la diosa de la paz. Les había costado un poco encontrarlo, porque
estaba protegido por varias barreras que lo hacían impenetrable incluso para
ellas —pero eso era solo de momento—. EunSeo y ella ahora tenían el poder que
habían tenido antes y con éste podían echar esas barreras abajo con varios
ataques y después internarse en el templo y acabar con todas las almas
descarriadas que la diosa había reunido para que la ayudaran. No obstante, no
tuvieron que romper las barreras y entrar al templo para poder enfrentarse a
ellas, puesto que éstas salieron por su propio pie del lugar —probablemente
porque el templo se les caería encima en cuanto acabaran con las barreras.
—Ahora
no tenemos ni que entrar —comentó EunSeo a su lado, esbozando una sonrisa—. Nos
han venido a encontrar.
Cheng
Xiao asintió, pero no compartió del todo su alegría. Frente a ellas, habían
aparecido nueve jóvenes, dos de ellas bastante poderosas —puesto que se
trataban de la diosa y de una estrella— puede que con las demás no tuvieran
problema alguno, pero aquellos dos seres podrían hacer que sus vidas
peligraran. La chica vio cómo repentinamente, de detrás de unas rocas, apareció
también un lobo enorme de color grisáceo que se colocó delante de una de las
muchachas, aquella que debía ser una elfa, por las orejas puntiagudas que tenía,
sumándose también a esa especie de formación de ataque que se había colocado
solo a una veintena de metros de ellas.
Cheng
Xiao vio cómo su compañera reunió un poco de su poder y lazó una bola de pura
energía hacia aquel grupo; sin embargo, a un par de metros antes de llegar a la
formación, ésta rebotó contra algo y se desintegró. No iba a ser tan fácil. Si
habían puesto una barrera en torno al templo, era lógico que también hubieran
puesto otra alrededor de ellas mismas para resistir a los ataques que pudieran
lanzarles. No obstante, de la misma forma que podrían haber acabado con la
barrera protectora del templo, también lo harían con aquella… no era tan
potente como para detenerlas para siempre.
En ese
momento, Cheng Xiao se fijó en una cosa. Tres de las chicas que estaban ante
ellas, se estaban cogiendo de las manos y tenían sus ojos cerrados… eso solo
podía significar una cosa: eran ellas las que mantenían aquella barrera en
alto. Para comprobarlo, Cheng Xiao les lanzó un ataque, dirigido directamente a
las tres y en sus rostros pudo ver cómo ese ataque les había afectado
especialmente y que no podrían aguantar mucho más.
—EunSeo —llamó
a su compañera—. Debemos atacar a aquellas tres chicas —le señaló—. Son quienes
mantienen la barrera para que nuestros ataques no las afecten.
Su
compañera asintió y seguidamente envió un ataque contra las tres. La barrera
que había en torno a aquel grupito se hizo visible durante un segundo y Cheng
Xiao pudo ver cómo tembló. Solo debían continuar haciendo aquello por un poco
de más tiempo hasta que por fin pudieran penetrar en la barrera y acabar con
ellas antes de que llegara su dios para que éste no tuviera que preocuparse de
aquella molestia. Sin embargo, tan concentradas estaban ambas en penetrar en la
barrera para atacarlas, que ninguna de ellas pensó que desde detrás la barrera
podían ser atacadas y, por eso, el rayo de luz las pilló totalmente
desprevenidas. Cheng Xiao solo lo pudo ver cuando éste pasó por su lado,
golpeando de lleno a EunSeo en el pecho, haciéndola caer de espaldas sobre la
arena de la playa.
—¡EunSeo!
—gritó, sintiendo cómo se le encogía el corazón al verla inmóvil.
★★★
YeoReum
había estado demasiado ocupada concentrándose en reunir energía de la
naturaleza a su alrededor en los últimos minutos para poder usarla en la
batalla, tan ocupada que casi ni había sentido la presencia reconfortante del
espíritu a su lado, pero agradeció que hubiera llegado hasta ella sano y salvo
y que se introdujera dentro de la barrera protectora que habían creado las
sacerdotisas para protegerlas. Sin embargo, aunque estaba muy concentrada en su
tarea, la elfa pudo notar todas las energías de fuentes no naturales que había
a su alrededor: el gran poder que emanaba de la Diosa y de la Estrella y los
poderes latentes de las brujas.
Estaban
siendo atacadas, pero la barrera se mantenía intacta de momento, por lo que la
elfa no se preocupó demasiado y continuó con su tarea, hasta que unos momentos
después sintió cómo una gran energía de tipo eléctrico se acumulaba cerca de
ella y abrió sus ojos para ver cómo las gemelas brujas se habían tomado de las
manos con fuerza. En los días que habían pasado dentro del templo, YeoReum las
había visto realizar conjuros y sabía que cuando los hacían juntas su magia era
mucho más poderosa, pero nunca había sentido esa gran cantidad de energía
procedente de ellas. Sus ojos se habían vuelto de color verde y sus cuerpos
parecían estar siendo recorridos por aquella corriente eléctrica que estaban
acumulando.
Recibieron
otro ataque y la barrera se tambaleó, no aguantaría mucho más, por lo que ella
debía darse prisa. No obstante, antes de poder hacer nada, las gemelas brujas
lanzaron su ataque contra una de sus enemigas, acertándole de pleno en el pecho
y haciendo que cayera sobre la arena. La otra de las divinidades a las que se
enfrentaban gritó algo y después se acercó a su compañera caída, probablemente
sin reparar que todavía seguían en plena batalla y que eso la hacía vulnerable
totalmente. A YeoReum no le quedaba mucho para terminar de recoger toda la
energía que necesitaba, así que, en cuanto lo hiciera, la atacaría sin que
pudiera hacer nada para defenderse.
Sin
embargo, antes de que pudiera terminar, la barrera recibió otro ataque, esta
vez mucho más fuerte y lleno de cólera de parte de la divinidad que todavía se
encontraba viva y la protección se deshizo como si nunca hubiera estado allí.
YeoReum vio a las sacerdotisas tratando de levantar otra rápidamente, pero
estaban demasiado cansadas, así que no pudieron hacerlo antes de que otro
ataque se dirigiera hacia ellas. La elfa vio a la Diosa tratando de detener la
bola de energía y fuego o desviarla para que no las tocara, pero el poder de
aquel ataque era demasiado para ella, demasiado para que alguna de las que se
encontraban allí pudieran hacer algo y éste se acabó introduciendo en su
formación, alcanzando de pleno a MeiQi y a SooBin.
YeoReum
terminó de acumular la energía que necesitaba y acabó formando una bola de luz
en sus manos, pura energía natural, y la soltó, dirigiéndola hacia su enemiga.
No obstante, antes de que ésta pudiera llegar a su destino, se estrelló contra
otro cuerpo que se había interpuesto, un cuerpo que emitía una energía
demasiado poderosa y oscura que hizo a su cuerpo temblar. Antes de escuchar a
la Diosa susurrando el nombre de TaeYong, la elfa supo perfectamente que ante
ellas se encontraba el Dios de la Guerra.
★★★
Todo
había pasado demasiado rápido. La barrera que sus sacerdotisas mantenían
erigida para protegerlas a todas había caído y, acto seguido, otro ataque se
había dirigido hacia ellas. Bona lo había visto y había tratado de detenerlo
con todas sus fuerzas, con todo el poder que tenía a su disposición, pero no
había podido con la energía y el poder de aquel ataque, era demasiado para
ella, que no tenía todos sus poderes como diosa. Inevitablemente, aquel ataque
se había introducido en su formación y había acabado alcanzando a dos de las
chicas, haciendo que, su energía vital desapareciera de forma inmediata.
El
corazón de la diosa se encogió, porque había sido incapaz de hacer algo por
evitar que sucediera, ella solo tenía puestas sus esperanzas en que la estrella
que había llamado pudiera acabar con él, pero no había previsto que aquellas
divinidades se cruzaran también en su camino y lo hicieran todo tan complicado.
Bona sintió en ese momento cómo una esfera de energía de la naturaleza salía de
las manos de la elfa, tratando de alcanzar a la divinidad que les había lanzado
el anterior ataque, pero éste no llegó a buen puerto porque antes de que
pudiera alcanzarla, una figura oscura se interpuso y lo bloqueó, como si no
fuera nada. Una figura que llevaba demasiado tiempo sin contemplar y que hizo
que su corazón se detuviera durante unos segundos.
—TaeYong
—susurró.
—Hace
mucho tiempo que no nos vemos, hermana —dijo él—. Creía que me recibirías de
otra forma mucho más agradable, con un beso apasionado o dejando que me
introdujera en tu cuerpo, como antaño… pero no, me recibes atacando a mis
subordinadas.
—No
tendrías que haber escapado de tu prisión —respondió ella—. Y deberías volver a
ella.
—No,
hermana. Estás equivocada —le replicó—. Tú deberías haber estado conmigo allí
durante todo este tiempo y ahora deberías estar a mi lado mientras destruimos
este mundo. No quiero hacerte daño.
—Jamás
permitiré que destruyas Cosmic Earth —contestó—. ¡Jamás!
—Inténtalo.
TaeYong
se preparó para atacar, pero en ese mismo instante, la estrella se separó de su
lado y comenzó a caminar lentamente hacia el dios, con gran determinación,
hasta solo quedarse a unos pasos de él. Bona sintió cómo su corazón se encogía.
La estrella iba a cumplir con la misión que le había encomendado, iba a hacer
lo que debía para poder solucionar aquello, iba a cumplir su deseo. El dios la
miró sin comprender durante unos momentos, hasta que YeonJung sacó un cuchillo
de sus ropas y antes de que nadie pudiera hacer nada por detenerla, se lo clavó
profundamente en su corazón, haciendo que su sangre comenzara a manar y que el
ser acabara de rodillas sobre la arena.
—¡NO! —gritó
TaeYong, pero ya no había vuelta atrás.
El deseo de Bona estaba
siendo cumplido y el dios estaba comenzando a perder sus poderes de nuevo, tal
y como lo había hecho la primera vez. Su hermano la miró, con odio puro en sus
ojos y por un momento la diosa se sintió mal por hacer aquello, porque era
sangre de su sangre, porque era el único al que alguna vez había amado… pero
aquello era lo único que podía hacer y eso era lo correcto. Encerrar de nuevo a
TaeYong en la prisión que había sido creada para él y así salvar el mundo y a
todas las criaturas que habitaban en él.
★★★
5 meses después…
Bona se
acercó hasta la escalinata de mármol que subía hacia el lugar en el que se
encontraba el busto de su amado y se sentó junto a él como acostumbraba para
mirar hacia el mundo que se extendía a sus pies. Desde que había detenido el
mal que había acechado el planeta, este estaba de lo más tranquilo y en paz a
pesar de que la sangre había sido derramada para poder protegerlo. La diosa
sentía una intensa punzada en su corazón cada vez que pensaba en las vidas que
habían tenido que ser quitadas para que todo pudiera ir bien y en el dolor que
éstas provocaban en aquellas que las recordaban.
Pero el
dolor poco a poco empezaría a remitir y poco a poco, el recuerdo de las
personas que habían dejado atrás se iría diluyendo y todas aquellas que habían
ayudado en aquella causa podrían seguir viviendo su vida… ese era el único
regalo que Bona podía hacerles por los servicios que le habían prestado y por
haber formado parte de aquello y haber jurado mantenerlo en secreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Tus comentarios son importantes para que el blog siga creciendo!