martes, 6 de febrero de 2018

(Varias) The Secret -Serial- Capítulo 9



Capitulo Noveno


            La brisa del amanecer era fresca pero reconfortante, a pesar del olor a salitre al que no estaba para nada acostumbrada, aquel viento procedente del mar tranquilizaba a YeoReum y la hacía sentir mucho mejor. Seguía preocupada por todo, porque los seres vivos de aquel lugar seguían clamando por ayuda ante el gran mal que se avecinaba, pero el pequeño paseo matutino por la playa, caminando por la orilla y dejando que el agua del mar chocara contra sus pies, había despejado su mente. Desde que había llegado al templo, la elfa se había sentido un poco fuera de lugar y añoraba la compañía de MinHyung y aunque éste no se hubiera transformado en humano durante aquel paseo YeoReum se había sentido mucho mejor.


            Quizás era el ambiente tenso que había en el templo lo que hacía que la joven se sintiera de aquella forma, pero era normal que el ambiente fuera tenso. Estaban a las puertas de una inminente guerra contra un poder oscuro que planeaba destruir todo el planeta.

            Cuando se sintió mejor, YeoReum se dirigió hacia el templo a paso lento hasta que llegó a éste y se despidió del espíritu lobo con un delicado toque tras sus orejas antes de adentrarse en el acantilado sin mirar atrás. Todavía no se había acostumbrado a estar bajo tierra y sin poder ver la luz del sol, pero al menos podía salir de vez en cuando para aquel menester y nadie la echaría de menos o buscaría porque todas estaban demasiado ocupadas con sus tareas. Sin embargo, aunque eso era lo que la elfa pensaba, se dio cuenta de que no era del todo cierto, ya que aquel día la habían estado buscando.

            LuDa, la sacerdotisa novicia, la esperaba nada más cruzó el umbral de la puerta del templo, con una expresión seria en su rostro.

            —Te estábamos esperando —comentó—. Vamos a tener una reunión en la que intercambiar información para tener lo máximos conocimientos sobre todo.

            YeoReum asintió y después comenzó a seguir en silencio a la chica por los pasillos tallados en la roca y levemente iluminados del templo hasta que llegaron a una amplia sala en la que ya se encontraban todas aquellas que habían sido llamadas a la lucha.

            —Bien, ya que estamos todas presentes —comenzó la Diosa de la Paz—. He de contaros algunas cosas que desconocéis.

★★★

            Bona suspiró y observó a su audiencia antes de comenzar a hablar. Si no fuera una diosa, si solo fuera una simple humana, probablemente diría que estaba nerviosa por exponer en voz alta y ante todas aquellas personas la historia que llevaba tanto tiempo oculta, esa que había desencadenado todo el mal y la destrucción sobre Cosmic Earth. Nunca la había contado en voz alta, aquellos que sabían de ella era porque la habían vivido, no porque hubiera sido transmitida. Era una vergüenza para los dioses —para todos los dioses, no solo para ella— y ninguno había querido que la historia pudiera pasar de generación en generación, ejemplificando la decadencia de los dioses.

            —Nos enfrentamos al dios de la guerra —dijo—. TaeYong, mi mellizo.

La diosa cerró sus ojos para no ver las reacciones de las chicas que se encontraban ante ella, escuchándola atentamente, pero estuvo completamente segura de que lo poco que había dicho las había sorprendido.

—Hace miles de años, Cosmic Earth vivía en completa armonía, los seres humanos, los elfos y los brujos vivían en paz con la naturaleza y con los dioses y cada uno tenía un papel que cumplir para que el mundo funcionara correctamente —continuó, contando algo que no sabía si había perdurado en la memoria de los habitantes del planeta—. De vez en cuando había alguna guerra, para eso había sido creado mi mellizo, porque los conflictos debían existir al igual que la tranquilidad. Sin embargo, el equilibrio se rompió y todo fue debido a nosotros —Bona inspiró hondo, tratando de calmar el corazón que latía fuertemente dentro de su pecho, ensordeciéndole los oídos—. TaeYong y yo nos enamoramos sin poder evitarlo —dijo, escuchando un murmullo reverberar en las paredes de piedra del templo— y eso hizo que dejara de haber equilibrio en el mundo, porque aunque los dioses se pueden enamorar de sus parientes, no pueden hacerlo de sus hermanos.

La diosa abrió sus ojos, tratando de ser fuerte, y observó a las chicas que se encontraban ante ella. Todas tenían una expresión distinta en sus rostros, pero lo que podía ver en todas ellas era el asombro. Asombro porque una diosa estaba dando explicaciones sobre un pasado remoto que no había ningún mortal que lo recordara y asombro por la historia que estaba contando.

—A pesar de estar enamorada de él, yo hice todo lo que pude para mantenerme alejada, pero eso solo hizo que TaeYong quisiera más y más de mí y finalmente, lo nuestro traspasó el plano personal, presentándose ante lo divino y lo humano. No tardaron en acontecer terribles guerras, grandes masacres entre los habitantes de Cosmic Earth, entre las distintas razas que poblaban el planeta, como una táctica para atarme a él —explicó—, pero los dioses, que todavía estaban pendientes de lo que sucedía en el mundo, se dieron cuenta de todo y no tardaron en llamarnos ante ellos.

Solo quedaba la última parte de la historia, pero un nudo se le había formado en la garganta y era incapaz de continuar. Bona tragó saliva, tratando de bajar aquel nudo y lo consiguió levemente, lo suficiente para poder terminar aquella historia que tenía que haber contado hacía mucho tiempo.

—En ese momento, para proteger las vidas de los habitantes de Cosmic Earth, para proteger la paz y que todos los seres vivos pudieran vivir sin dificultades, yo lo traicioné. Traicioné a mi hermano, a mi amor, les dije a los dioses que yo no estaba enamorada de él y que había sido todo culpa suya —Bona suspiró—. Por ese motivo, los dioses le quitaron sus poderes y lo encerraron en la luna mayor, donde ha permanecido hasta ahora... y TaeYong, juró vengarse de mí destruyendo este planeta porque lo amaba más que a él.

★★★

LuDa escuchó las palabras de su Diosa con un palpitante dolor en su corazón. Nunca jamás había escuchado aquella historia antes, aunque para ella, los dioses no existían realmente, eran mitos y leyendas de culturas pasadas que no tenían que ver con la actualidad en la que ella vivía; pero después de lo que le había sucedido en los últimos meses, descubrir que era una sacerdotisa de la Diosa de la Paz y verse envuelta en aquello, LuDa sentía mucho más las cosas en su interior y estaba mucho más implicada. Debía haber sido horrible para su Diosa hacer la elección entre traicionar a los habitantes de Cosmic Earth, quienes debía de proteger de todo mal o traicionar a quien amaba, aunque éste fuera su hermano y estuviera prohibido.

—Sabiendo que el deseo de venganza sería muy fuerte y que éste acabaría rompiendo el castigo que se le había impuesto, escapando de su prisión, comencé a pensar en la forma de detenerlo hasta que hallé la mejor solución —continuó la Diosa—. Los demás dioses dejaron de preocuparse por la vida en Cosmic Earth y lo único que yo podía hacer para detenerlo, era utilizar el poder de un ser mucho más antiguo y poderoso que yo —señaló con su cabeza a la Estrella—. Mis poderes me fueron arrebatados en su gran mayoría, como recordatorio de que no había cumplido con mi tarea de mantener la paz en el mundo, por eso yo no podía enfrentarme sola a él y por eso tampoco podía llamar sola a una Estrella.

En la mente de LuDa, todas las piezas de aquel rompecabezas, comenzaron a encajar. El por qué del ritual, por qué el llamamiento de la Estrella y por qué estaban todas allí en aquellos momentos.

—Y como no podía hacerlo sola, me dirigí a un representante de todas las razas de Cosmic Earth y les pedí ayuda y todas juraron que ésta se me prestaría llegado el momento... y ahora ha llegado el momento —explicó—. TaeYong, el dios de la guerra, ha escapado y quiere comenzar su venganza.

★★★

Cuando a DaWon le habían comentado que iban a reunirse para aclarar las cosas, no se había esperado que realmente la Diosa diera explicaciones sobre todo, pero estaba bastante contenta con aquello, porque por fin habían sido resueltas sus dudas... al menos, la mayoría de ellas. La bruja seguía sintiendo en el fondo de su ser que había algo que todavía no había sido explicado y que era una pieza muy importante en aquello, pero no sabía lo que era y no se había sentido con el derecho a pedirle más explicaciones a la Diosa de las que ya había dado. Además, con la declaración de que el enemigo al que debían enfrentarse había escapado de su prisión, quienes se encontraban en la sala habían comenzado a sentirse inquietas hasta que una de las sacerdotisas se había puesto en pie y había comenzado a dar órdenes.

DaWon la había escuchado mandar a las otras dos sacerdotisas a distintos lugares del templo para levantar una barrera protectora en torno a éste, porque aunque era un lugar al que los hombres no podían acceder, se enfrentaban a un dios, con lo cual, éste, probablemente sería capaz de traspasar la entrada, aunque tuviera que hacer un poco de presión para hacerlo. Sin embargo, las demás, sin poder hacer nada más para ayudar, se quedaron en aquella misma sala, esperando a que llegara el momento de la acción en silencio.

La bruja observó a su alrededor y vio a las gemelas, justo a su lado, apoyándose la una en la otra y susurrándose palabras de ánimo y murmurando leves encantamientos para el valor y la tranquilidad. Debían estar muy nerviosas y DaWon no las culpaba, aquello podía superar a cualquiera. Un poco más allá, se encontraba la elfa, con sus ojos cerrados y sus manos juntas, como si estuviera realizando una plegaria. Y, en el otro extremo de la sala, la Estrella se encontraba descansando, mientras que la Diosa se encontraba a su lado, observándola con una mirada que parecía culpable, algo que la extrañó.

La Estrella era la clave para derrotar al Dios, pero, ¿qué poder exacto tenía para poder hacerlo?

Con aquella pregunta en mente, DaWon cogió el libro de La Historia de los Cielos, que llevaba con ella a todas partes, y buscó la sección que hablaba de las estrellas. La había leído un montón de veces, tantas que casi se la sabía de memoria, pero sentía que algo se le había pasado por alto. Y, en ese momento, lo encontró.

"Las Estrellas son los seres más poderosos del Universo, pero solo son capaces de desplegar todo su poder cuando mueren, realizando de esta forma cualquier tarea, por ardua que sea".


Y DaWon por fin lo entendió todo, incluso el motivo de aquella mirada.

★★★

Después de realizar la ceremonia para el regreso de su dios, Cheng Xiao y EunSeo se sintieron como llevaban mucho tiempo sin sentirse: poderosas y capaces de todo. Después de haber liberado finalmente de la prisión al dios de la guerra, ambas recogieron lo que habían usado para aquel importante ritual, así, ningún humano podría utilizarlo para invocar algo a Cosmic Earth mientras ellas no estaban en aquel lugar. Una vez estuvo todo dentro de la casa, no tardaron mucho en usar sus poderes para quemarla, borrando toda prueba de lo que habían hecho y acabando con aquel lugar que había sido su pequeño refugio en el que habían superado todo aquel tiempo que habían tenido que vivir entre los humanos. Ya no tendrían que volver más allí, porque su dios había regresado y porque iban a desatar el caos en el mundo y a recuperar su antigua vida junto a los demás dioses.

Cheng Xiao se sintió un poco triste al ver las llamas consumir el hogar que había compartido con EunSeo, aquel lugar en el que habían hecho buenos recuerdos y en el que ambas se habían consolado la una en brazos de la otra. De algún modo, lo echaría de menos, aunque no echaría de menos vivir como un mortal. No obstante, sintió un pinchazo en su corazón, porque estaba destruyendo algo que había formado parte de su pasado, algo a lo que realmente le tenía aprecio.

Sin embargo, no se dejó llevar por aquellas emociones tan humanas. Era una divinidad, quizás no tan poderosa como los grandes dioses, pero sí tenía cierto poder, un poder que había recuperado y que la hacía dejar de ser humana, por lo tanto, aquellos sentimientos, eran algo que una divinidad como ella no podía tener.

—Tenemos que irnos —escuchó decir a EunSeo y se giró hacia ella—. Él no tardará mucho en llegar hasta aquí, así que, debemos darnos prisa y llegar hasta el lugar en el que nos encontraremos.
—¿Dónde vamos? —preguntó. Ella no había escuchado las indicaciones que el dios le había dado a EunSeo después de escapar de su prisión.
—Al templo de la diosa de la paz, donde está escondida —le respondió.
—Vamos entonces —dijo Cheng Xiao—. Antes de que la diosa pueda escapar.

★★★

En las últimas horas, la actividad en la luna mayor de Cosmic Earth había ido en aumento, hasta que, en un momento dado, una energía enorme había hasta el lugar en el que SeolA y EXY se encontraban vigilando el satélite. Esa onda de energía que habían sentido les caló hasta los huesos y un creciente miedo se apoderó de sus corazones, haciendo que ambas tuvieran que sostenerse la mano la una a la otra, para tratar de tranquilizarse lo máximo que pudieran. Las dos divinidades no tenían ni que utilizar el aparato que les habían construido y que servía para medir la actividad del dios en la luna para saber que finalmente, éste había roto sus cadenas y los barrotes que lo mantenían atrapado en aquel lugar.

Finalmente, el momento que tanto habían temido había sucedido y, lo único que ellas podían hacer en ese instante era dar todo de sí mismas para detenerlo —o al menos para retenerlo durante el suficiente tiempo para que su diosa estuviera preparada para hacerle frente—. Por eso, se habían puesto en contacto con ella nada más notar la energía que procedía de la luna y le habían dado la mala noticia: el dios de la guerra había escapado.

SeolA y EXY no estaban preparadas para hacerle frente al dios, nunca habían tenido el poder suficiente para hacerlo, pero nunca habían estado tan seguras de ello como en aquel momento, después de sentir el esplendor de su poder. Antes, se habían permitido tener una pequeña esperanza, la esperanza de que tras haber usado su poder para escapar de la prisión, éste estaría mermado y ellas podrían tener la oportunidad... pero no había sido así y eso se habría debido a que el dios había debido recibir ayuda de alguna forma para romper aquellos barrotes. Y ambas divinidades esperaron que ese hecho no decantara la balanza en su favor, porque si lo hacía, Cosmic Earth sería destruida.

—Tú también lo sientes, ¿verdad? —le preguntó SeolA y EXY asintió.

Lo sentía. Sentía aquella energía y sentía que ésta comenzaba a vagar por la luna, buscando la salida. En cuanto lo hiciera, se encontrarían frente a frente y tendría que enfrentarse a él, por lo que debían de estar preparadas.

—Vamos —dijo.

No tuvo que especificar nada más, solo mover su mano hacia la puerta del coche para abrirla y SeolA hizo lo mismo que ella. Ambas salieron del coche. EXY sintió la ingravidez del espacio a su alrededor durante unos segundos y, después, su cuerpo se acostumbró a ella y avanzó hasta el capó del coche, donde ya la esperaba la mayor sentada. Desde allí tratarían de retener al dios en cuanto éste apareciera ante ellas, algo que no tardó mucho en suceder. Solo habían pasado unos minutos desde que las divinidades habían salido del coche cuando vieron una sombra vestida de color rojo que se aproximaba a ellas y SeolA tomó su mano fuertemente.

—Estamos juntas en esto —susurró EXY—. Juntas podemos hacerle frente, ¿estás preparada?
—Lo estoy.

La voz de SeolA fue firme al contestarle, pero EXY sintió su cuerpo temblar a través de la unión de sus manos cuando la figura del dios se acercó a ellas hasta que se quedó a solo unos pocos metros de distancia del coche.

—Vaya, vaya —dijo—. No esperaba encontrarme con problemas nada más salir de ese asqueroso agujero, pero una parte de mí me decía que no iba a ser tan fácil llegar hasta Cosmic Earth, que habría algo en mi camino —el dios sonrió—. Sin embargo, me esperaba algo más espectacular, no dos divinidades menores protectoras sin ningún poder para detenerme.

Molesta por aquellas palabras tan arrogantes, EXY no se lo pensó antes de acumular su energía y lanzarle una esfera destructiva al dios para callarlo. Sin embargo, tal y como había temido, ésta no le hizo absolutamente nada porque el dios alzó su brazo y la detuvo sin ningún problema, deshaciéndola en unos segundos.

—Al menos tenéis agallas —replicó él—. Aunque no os va a servir de mucho.

En ese momento, SeolA también le lanzó otra bola de destrucción al dios, que también esquivó sin mucho esfuerzo por su parte, aunque ésta había sido mucho más poderosa que la que había lanzado EXY segundos antes. Estaba claro que, aunque tenían la superioridad numérica, no tenían nada que hacer contra él y contra su desbordante poder.

—Vamos a dejarnos de juegos —anunció el dios—. No tengo tiempo para perderlo con vosotras. Tengo un planeta que destruir para llevar a cabo mi venganza.

Y, justo después de decir aquellas palabras, EXY vio cómo una espada escarlata aparecía en su mano derecha, dispuesto a atacarlas. Pero antes de que ambas pudieran hacer nada por detenerlo, éste había cruzado el espacio que las separaba y había atravesado el cuerpo de SeolA con ella sin ningún esfuerzo. La menor sintió el dolor de su compañera como si fuera suyo y sintió también cómo algo moría en su interior junto a ella. Unos segundos después, y a pesar de haber puesto distancia entre ella y el dios, EXY sintió la espada atravesarla de la misma forma que a SeolA.

No habían podido hacer nada para detenerlo y éste se dirigiría a Cosmic Earth para destruir el planeta que siempre habían guardado y protegido. Antes de morir, EXY se sintió mal por no haber podido cumplir con su deber y por haber dejado que SeolA también muriera.
  



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