Capitulo Noveno
La brisa
del amanecer era fresca pero reconfortante, a pesar del olor a salitre al que
no estaba para nada acostumbrada, aquel viento procedente del mar tranquilizaba
a YeoReum y la hacía sentir mucho mejor. Seguía preocupada por todo, porque los
seres vivos de aquel lugar seguían clamando por ayuda ante el gran mal que se
avecinaba, pero el pequeño paseo matutino por la playa, caminando por la orilla
y dejando que el agua del mar chocara contra sus pies, había despejado su
mente. Desde que había llegado al templo, la elfa se había sentido un poco
fuera de lugar y añoraba la compañía de MinHyung y aunque éste no se hubiera
transformado en humano durante aquel paseo YeoReum se había sentido mucho
mejor.
Quizás
era el ambiente tenso que había en el templo lo que hacía que la joven se
sintiera de aquella forma, pero era normal que el ambiente fuera tenso. Estaban
a las puertas de una inminente guerra contra un poder oscuro que planeaba
destruir todo el planeta.
Cuando
se sintió mejor, YeoReum se dirigió hacia el templo a paso lento hasta que
llegó a éste y se despidió del espíritu lobo con un delicado toque tras sus
orejas antes de adentrarse en el acantilado sin mirar atrás. Todavía no se
había acostumbrado a estar bajo tierra y sin poder ver la luz del sol, pero al
menos podía salir de vez en cuando para aquel menester y nadie la echaría de
menos o buscaría porque todas estaban demasiado ocupadas con sus tareas. Sin
embargo, aunque eso era lo que la elfa pensaba, se dio cuenta de que no era del
todo cierto, ya que aquel día la habían estado buscando.
LuDa, la
sacerdotisa novicia, la esperaba nada más cruzó el umbral de la puerta del
templo, con una expresión seria en su rostro.
—Te
estábamos esperando —comentó—. Vamos a tener una reunión en la que intercambiar
información para tener lo máximos conocimientos sobre todo.
YeoReum
asintió y después comenzó a seguir en silencio a la chica por los pasillos
tallados en la roca y levemente iluminados del templo hasta que llegaron a una
amplia sala en la que ya se encontraban todas aquellas que habían sido llamadas
a la lucha.
—Bien,
ya que estamos todas presentes —comenzó la Diosa de la Paz—. He de contaros
algunas cosas que desconocéis.
★★★
Bona
suspiró y observó a su audiencia antes de comenzar a hablar. Si no fuera una
diosa, si solo fuera una simple humana, probablemente diría que estaba nerviosa
por exponer en voz alta y ante todas aquellas personas la historia que llevaba
tanto tiempo oculta, esa que había desencadenado todo el mal y la destrucción
sobre Cosmic Earth. Nunca la había contado en voz alta, aquellos que sabían de
ella era porque la habían vivido, no porque hubiera sido transmitida. Era una
vergüenza para los dioses —para todos los dioses, no solo para ella— y ninguno
había querido que la historia pudiera pasar de generación en generación,
ejemplificando la decadencia de los dioses.
—Nos
enfrentamos al dios de la guerra —dijo—. TaeYong, mi mellizo.
La diosa cerró sus ojos
para no ver las reacciones de las chicas que se encontraban ante ella,
escuchándola atentamente, pero estuvo completamente segura de que lo poco que
había dicho las había sorprendido.
—Hace miles de años,
Cosmic Earth vivía en completa armonía, los seres humanos, los elfos y los
brujos vivían en paz con la naturaleza y con los dioses y cada uno tenía un
papel que cumplir para que el mundo funcionara correctamente —continuó,
contando algo que no sabía si había perdurado en la memoria de los habitantes del
planeta—. De vez en cuando había alguna guerra, para eso había sido creado mi
mellizo, porque los conflictos debían existir al igual que la tranquilidad. Sin
embargo, el equilibrio se rompió y todo fue debido a nosotros —Bona inspiró
hondo, tratando de calmar el corazón que latía fuertemente dentro de su pecho,
ensordeciéndole los oídos—. TaeYong y yo nos enamoramos sin poder evitarlo
—dijo, escuchando un murmullo reverberar en las paredes de piedra del templo— y
eso hizo que dejara de haber equilibrio en el mundo, porque aunque los dioses
se pueden enamorar de sus parientes, no pueden hacerlo de sus hermanos.
La diosa abrió sus ojos,
tratando de ser fuerte, y observó a las chicas que se encontraban ante ella.
Todas tenían una expresión distinta en sus rostros, pero lo que podía ver en
todas ellas era el asombro. Asombro porque una diosa estaba dando explicaciones
sobre un pasado remoto que no había ningún mortal que lo recordara y asombro
por la historia que estaba contando.
—A pesar de estar
enamorada de él, yo hice todo lo que pude para mantenerme alejada, pero eso
solo hizo que TaeYong quisiera más y más de mí y finalmente, lo nuestro
traspasó el plano personal, presentándose ante lo divino y lo humano. No
tardaron en acontecer terribles guerras, grandes masacres entre los habitantes
de Cosmic Earth, entre las distintas razas que poblaban el planeta, como una
táctica para atarme a él —explicó—, pero los dioses, que todavía estaban
pendientes de lo que sucedía en el mundo, se dieron cuenta de todo y no
tardaron en llamarnos ante ellos.
Solo quedaba la última
parte de la historia, pero un nudo se le había formado en la garganta y era
incapaz de continuar. Bona tragó saliva, tratando de bajar aquel nudo y lo
consiguió levemente, lo suficiente para poder terminar aquella historia que
tenía que haber contado hacía mucho tiempo.
—En ese momento, para
proteger las vidas de los habitantes de Cosmic Earth, para proteger la paz y
que todos los seres vivos pudieran vivir sin dificultades, yo lo traicioné.
Traicioné a mi hermano, a mi amor, les dije a los dioses que yo no estaba
enamorada de él y que había sido todo culpa suya —Bona suspiró—. Por ese
motivo, los dioses le quitaron sus poderes y lo encerraron en la luna mayor,
donde ha permanecido hasta ahora... y TaeYong, juró vengarse de mí destruyendo
este planeta porque lo amaba más que a él.
★★★
LuDa escuchó las
palabras de su Diosa con un palpitante dolor en su corazón. Nunca jamás había
escuchado aquella historia antes, aunque para ella, los dioses no existían
realmente, eran mitos y leyendas de culturas pasadas que no tenían que ver con
la actualidad en la que ella vivía; pero después de lo que le había sucedido en
los últimos meses, descubrir que era una sacerdotisa de la Diosa de la Paz y
verse envuelta en aquello, LuDa sentía mucho más las cosas en su interior y
estaba mucho más implicada. Debía haber sido horrible para su Diosa hacer la
elección entre traicionar a los habitantes de Cosmic Earth, quienes debía de
proteger de todo mal o traicionar a quien amaba, aunque éste fuera su hermano y
estuviera prohibido.
—Sabiendo que el deseo
de venganza sería muy fuerte y que éste acabaría rompiendo el castigo que se le
había impuesto, escapando de su prisión, comencé a pensar en la forma de
detenerlo hasta que hallé la mejor solución —continuó la Diosa—. Los demás
dioses dejaron de preocuparse por la vida en Cosmic Earth y lo único que yo
podía hacer para detenerlo, era utilizar el poder de un ser mucho más antiguo y
poderoso que yo —señaló con su cabeza a la Estrella—. Mis poderes me fueron
arrebatados en su gran mayoría, como recordatorio de que no había cumplido con
mi tarea de mantener la paz en el mundo, por eso yo no podía enfrentarme sola a
él y por eso tampoco podía llamar sola a una Estrella.
En la mente de LuDa,
todas las piezas de aquel rompecabezas, comenzaron a encajar. El por qué del
ritual, por qué el llamamiento de la Estrella y por qué estaban todas allí en
aquellos momentos.
—Y como no podía hacerlo
sola, me dirigí a un representante de todas las razas de Cosmic Earth y les
pedí ayuda y todas juraron que ésta se me prestaría llegado el momento... y
ahora ha llegado el momento —explicó—. TaeYong, el dios de la guerra, ha
escapado y quiere comenzar su venganza.
★★★
Cuando a DaWon le habían
comentado que iban a reunirse para aclarar las cosas, no se había esperado que
realmente la Diosa diera explicaciones sobre todo, pero estaba bastante
contenta con aquello, porque por fin habían sido resueltas sus dudas... al
menos, la mayoría de ellas. La bruja seguía sintiendo en el fondo de su ser que
había algo que todavía no había sido explicado y que era una pieza muy
importante en aquello, pero no sabía lo que era y no se había sentido con el
derecho a pedirle más explicaciones a la Diosa de las que ya había dado.
Además, con la declaración de que el enemigo al que debían enfrentarse había
escapado de su prisión, quienes se encontraban en la sala habían comenzado a
sentirse inquietas hasta que una de las sacerdotisas se había puesto en pie y
había comenzado a dar órdenes.
DaWon la había escuchado
mandar a las otras dos sacerdotisas a distintos lugares del templo para
levantar una barrera protectora en torno a éste, porque aunque era un lugar al
que los hombres no podían acceder, se enfrentaban a un dios, con lo cual, éste,
probablemente sería capaz de traspasar la entrada, aunque tuviera que hacer un
poco de presión para hacerlo. Sin embargo, las demás, sin poder hacer nada más
para ayudar, se quedaron en aquella misma sala, esperando a que llegara el
momento de la acción en silencio.
La bruja observó a su
alrededor y vio a las gemelas, justo a su lado, apoyándose la una en la otra y
susurrándose palabras de ánimo y murmurando leves encantamientos para el valor
y la tranquilidad. Debían estar muy nerviosas y DaWon no las culpaba, aquello
podía superar a cualquiera. Un poco más allá, se encontraba la elfa, con sus
ojos cerrados y sus manos juntas, como si estuviera realizando una plegaria. Y,
en el otro extremo de la sala, la Estrella se encontraba descansando, mientras
que la Diosa se encontraba a su lado, observándola con una mirada que parecía
culpable, algo que la extrañó.
La Estrella era la clave
para derrotar al Dios, pero, ¿qué poder exacto tenía para poder hacerlo?
Con aquella pregunta en
mente, DaWon cogió el libro de La Historia de los Cielos, que llevaba con ella
a todas partes, y buscó la sección que hablaba de las estrellas. La había leído
un montón de veces, tantas que casi se la sabía de memoria, pero sentía que
algo se le había pasado por alto. Y, en ese momento, lo encontró.
"Las Estrellas son los seres más poderosos del Universo,
pero solo son capaces de desplegar todo su poder cuando mueren, realizando de
esta forma cualquier tarea, por ardua que sea".
Y DaWon por fin lo
entendió todo, incluso el motivo de aquella mirada.
★★★
Después de realizar la
ceremonia para el regreso de su dios, Cheng Xiao y EunSeo se sintieron como
llevaban mucho tiempo sin sentirse: poderosas y capaces de todo. Después de
haber liberado finalmente de la prisión al dios de la guerra, ambas recogieron
lo que habían usado para aquel importante ritual, así, ningún humano podría
utilizarlo para invocar algo a Cosmic Earth mientras ellas no estaban en aquel
lugar. Una vez estuvo todo dentro de la casa, no tardaron mucho en usar sus
poderes para quemarla, borrando toda prueba de lo que habían hecho y acabando
con aquel lugar que había sido su pequeño refugio en el que habían superado
todo aquel tiempo que habían tenido que vivir entre los humanos. Ya no tendrían
que volver más allí, porque su dios había regresado y porque iban a desatar el
caos en el mundo y a recuperar su antigua vida junto a los demás dioses.
Cheng Xiao se sintió un
poco triste al ver las llamas consumir el hogar que había compartido con
EunSeo, aquel lugar en el que habían hecho buenos recuerdos y en el que ambas
se habían consolado la una en brazos de la otra. De algún modo, lo echaría de
menos, aunque no echaría de menos vivir como un mortal. No obstante, sintió un
pinchazo en su corazón, porque estaba destruyendo algo que había formado parte
de su pasado, algo a lo que realmente le tenía aprecio.
Sin embargo, no se dejó
llevar por aquellas emociones tan humanas. Era una divinidad, quizás no tan
poderosa como los grandes dioses, pero sí tenía cierto poder, un poder que
había recuperado y que la hacía dejar de ser humana, por lo tanto, aquellos
sentimientos, eran algo que una divinidad como ella no podía tener.
—Tenemos que irnos
—escuchó decir a EunSeo y se giró hacia ella—. Él no tardará mucho en llegar
hasta aquí, así que, debemos darnos prisa y llegar hasta el lugar en el que nos
encontraremos.
—¿Dónde vamos?
—preguntó. Ella no había escuchado las indicaciones que el dios le había dado a
EunSeo después de escapar de su prisión.
—Al templo de la diosa
de la paz, donde está escondida —le respondió.
—Vamos entonces —dijo
Cheng Xiao—. Antes de que la diosa pueda escapar.
★★★
En las últimas horas, la
actividad en la luna mayor de Cosmic Earth había ido en aumento, hasta que, en
un momento dado, una energía enorme había hasta el lugar en el que SeolA y EXY
se encontraban vigilando el satélite. Esa onda de energía que habían sentido
les caló hasta los huesos y un creciente miedo se apoderó de sus corazones,
haciendo que ambas tuvieran que sostenerse la mano la una a la otra, para
tratar de tranquilizarse lo máximo que pudieran. Las dos divinidades no tenían
ni que utilizar el aparato que les habían construido y que servía para medir la
actividad del dios en la luna para saber que finalmente, éste había roto sus
cadenas y los barrotes que lo mantenían atrapado en aquel lugar.
Finalmente, el momento
que tanto habían temido había sucedido y, lo único que ellas podían hacer en
ese instante era dar todo de sí mismas para detenerlo —o al menos para
retenerlo durante el suficiente tiempo para que su diosa estuviera preparada
para hacerle frente—. Por eso, se habían puesto en contacto con ella nada más
notar la energía que procedía de la luna y le habían dado la mala noticia: el
dios de la guerra había escapado.
SeolA y EXY no estaban
preparadas para hacerle frente al dios, nunca habían tenido el poder suficiente
para hacerlo, pero nunca habían estado tan seguras de ello como en aquel
momento, después de sentir el esplendor de su poder. Antes, se habían permitido
tener una pequeña esperanza, la esperanza de que tras haber usado su poder para
escapar de la prisión, éste estaría mermado y ellas podrían tener la
oportunidad... pero no había sido así y eso se habría debido a que el dios
había debido recibir ayuda de alguna forma para romper aquellos barrotes. Y
ambas divinidades esperaron que ese hecho no decantara la balanza en su favor,
porque si lo hacía, Cosmic Earth sería destruida.
—Tú también lo sientes,
¿verdad? —le preguntó SeolA y EXY asintió.
Lo sentía. Sentía
aquella energía y sentía que ésta comenzaba a vagar por la luna, buscando la
salida. En cuanto lo hiciera, se encontrarían frente a frente y tendría que
enfrentarse a él, por lo que debían de estar preparadas.
—Vamos —dijo.
No tuvo que especificar
nada más, solo mover su mano hacia la puerta del coche para abrirla y SeolA
hizo lo mismo que ella. Ambas salieron del coche. EXY sintió la ingravidez del
espacio a su alrededor durante unos segundos y, después, su cuerpo se
acostumbró a ella y avanzó hasta el capó del coche, donde ya la esperaba la
mayor sentada. Desde allí tratarían de retener al dios en cuanto éste apareciera
ante ellas, algo que no tardó mucho en suceder. Solo habían pasado unos minutos
desde que las divinidades habían salido del coche cuando vieron una sombra
vestida de color rojo que se aproximaba a ellas y SeolA tomó su mano
fuertemente.
—Estamos juntas en esto
—susurró EXY—. Juntas podemos hacerle frente, ¿estás preparada?
—Lo estoy.
La voz de SeolA fue
firme al contestarle, pero EXY sintió su cuerpo temblar a través de la unión de
sus manos cuando la figura del dios se acercó a ellas hasta que se quedó a solo
unos pocos metros de distancia del coche.
—Vaya, vaya —dijo—. No
esperaba encontrarme con problemas nada más salir de ese asqueroso agujero,
pero una parte de mí me decía que no iba a ser tan fácil llegar hasta Cosmic
Earth, que habría algo en mi camino —el dios sonrió—. Sin embargo, me esperaba
algo más espectacular, no dos divinidades menores protectoras sin ningún poder
para detenerme.
Molesta por aquellas
palabras tan arrogantes, EXY no se lo pensó antes de acumular su energía y
lanzarle una esfera destructiva al dios para callarlo. Sin embargo, tal y como
había temido, ésta no le hizo absolutamente nada porque el dios alzó su brazo y
la detuvo sin ningún problema, deshaciéndola en unos segundos.
—Al menos tenéis agallas
—replicó él—. Aunque no os va a servir de mucho.
En ese momento, SeolA
también le lanzó otra bola de destrucción al dios, que también esquivó sin
mucho esfuerzo por su parte, aunque ésta había sido mucho más poderosa que la
que había lanzado EXY segundos antes. Estaba claro que, aunque tenían la
superioridad numérica, no tenían nada que hacer contra él y contra su
desbordante poder.
—Vamos a dejarnos de
juegos —anunció el dios—. No tengo tiempo para perderlo con vosotras. Tengo un
planeta que destruir para llevar a cabo mi venganza.
Y, justo después de
decir aquellas palabras, EXY vio cómo una espada escarlata aparecía en su mano
derecha, dispuesto a atacarlas. Pero antes de que ambas pudieran hacer nada por
detenerlo, éste había cruzado el espacio que las separaba y había atravesado el
cuerpo de SeolA con ella sin ningún esfuerzo. La menor sintió el dolor de su
compañera como si fuera suyo y sintió también cómo algo moría en su interior
junto a ella. Unos segundos después, y a pesar de haber puesto distancia entre
ella y el dios, EXY sintió la espada atravesarla de la misma forma que a SeolA.
No habían podido hacer
nada para detenerlo y éste se dirigiría a Cosmic Earth para destruir el planeta
que siempre habían guardado y protegido. Antes de morir, EXY se sintió mal por
no haber podido cumplir con su deber y por haber dejado que SeolA también
muriera.
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