Pareja: PoPang
(Jung SeWoon + Lee GwangHyun) (Produce 101|Starship Planet)
Tipo: Yaoi
Tipo: Yaoi
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU | Romance | Fluff | Humor | Drama
Descripción:
SeWoon siempre ha cuidado de GwangHyun solo porque son los mejores amigos desde
tiempos inmemoriales… (o los diez años que SeWoon y GwangHyun tardaron en darse
cuenta de que estaban enamorados).
Aclaraciones:
historia basada en la tsundere letra
de la canción Nevermind (también conocida como Don’t get me wrong) compuesta por el tsundere de Jeong SeWoon.
Notas:
desde que comenzó Produce 101 y vi a mi preciosa ratilla (aka GwangHyun) junto a SeWoon, me lloró el alma por la otp tan preciosa que hacían y cuando vi este
photoshoot, mis feels por ellos explotaron y tuve que escribir esta historia.
Espero que os guste.
El último cliente salió de la
cafetería y GwangHyun se permitió dejar escapar un suspiro cansado entre sus
labios. Había sido un día agotador desde que por la mañana se había levantado
temprano para ir a las clases de la facultad y, cuando éstas apenas habían
terminado, el chico había tenido que salir corriendo para llegar a tiempo a su
trabajo, donde se había pasado las últimas horas de pie, atendiendo a todas las
personas que llegaban al local. Le dolían las piernas y la espalda, pero no era
un dolor que no estuviera acostumbrado a sentir, así que, el chico simplemente
utilizó las últimas energías que le restaban ese día para ayudar a su compañera
de trabajo, YeonJung, a recoger para salir lo más rápido posible del lugar
porque al día siguiente ambos tenían clase, ella en el instituto y él en la
universidad.
Entre ambos limpiaron y recogieron
el lugar en un periquete, conversando de vez en cuando, con el murmullo de
fondo del locutor del programa de radio que hablaba con voz calmada y
arrulladora, tratando de que sus oyentes fueran induciéndose poco a poco en un
sueño reparador.
Para cuando terminaron y pudieron salir del
local y cerrar hasta que el siguiente día fuera abierta de nuevo la cafetería,
el cielo que durante todo el día había estado encapotado, había decidido que
aquel era el mejor momento para ponerse a llover. GwangHyun miró a YeonJung
para despedirse de ella y se dio cuenta de que la chica no tenía ningún
paraguas. Sabiendo que la parada en la que tenía que coger el autobús para
volver a casa estaba algo lejos de allí, le tendió su sombrilla para que no se
mojara. Él podría correr hasta su piso y guarecerse bajo los balcones y
saledizos de los edificios por el camino para no ponerse chorreando.
—¿Estás seguro? —le cuestionó ella.
—Por supuesto, puedes llevártelo —respondió—.
No vivo muy lejos de aquí, así que te va a hacer más falta a ti que a mí.
YeonJung lo miró durante unos segundos y
después asintió, abriendo el paraguas y metiéndose debajo de él, tras esto, se
giró hacia GwangHyun para despedirse con la mano y luego emprendió su camino,
dejándolo allí al resguardo de la puerta del local. El chico se atrevió a mirar
al cielo para ver si éste daba signos de que fuera a escampar pronto, pero no
pudo ver nada más que nubes. GwangHyun suspiró. Tendría que correr hasta su
piso durante los treinta minutos que lo separaban de éste y sus piernas, a
pesar de que estaban casi al límite ese día, tendrían que funcionarle hasta que
se pudiera echar sobre su cama.
Con otro suspiro, el chico se echó la capucha
de su sudadera por la cabeza y después comenzó a correr en la dirección
contraria por la que YeonJung se había marchado, teniendo cuidado con el suelo
mojado para no resbalar y caerse. Mientras GwangHyun corría, se iba dando
descansitos en portales de bloques o donde hubiera algún saledizo bajo el que
refugiarse, nunca había estado muy bien de forma y en aquellos momentos se
arrepentía un poco de no haber jugado más al fútbol con SeWoon cuando éste se
lo proponía.
Perdido en sus pensamientos, casi no se daba
cuenta de que el agua le estaba calando la ropa cada vez más ni de cómo ésta
había hecho que su flequillo se le pegara a la frente, porque estaba mucho más
pendiente de llegar a casa cuanto antes que de todo eso. Por eso, el chico
tampoco se dio cuenta de que la figura que se dirigía hacia él con un paraguas
negro, era su amigo SeWoon hasta que éste no lo detuvo cuando pasó por su lado,
agarrándolo de la mano y metiéndolo debajo de la sombrilla para que dejara de
mojarse. En un primer momento, GwangHyun se sobresaltó, pero al ver que se
trataba del otro, simplemente esbozó una amplia sonrisa, a modo de saludo.
—¿Qué haces por aquí a estas horas? —le
preguntó el menor—. A tu casa no se va por este camino.
—Venía a encontrarte —respondió el otro—. No
sé por qué, pero tenía la sensación de que no habrías cogido paraguas y que te
pondrías como una sopa después de salir del trabajo.
—Tienes un sexto sentido —murmuró GwangHyun,
contento de tener a alguien como SeWoon a su lado.
—Con respecto a ti me parece que lo tengo —dijo
el mayor—. Ahora vamos a casa.
GwangHyun le sonrió y SeWoon le pasó un brazo
por los hombros para atraerlo a su cuerpo y que así los dos cupieran bajo el
paraguas y no se mojaran más que lo necesario. El menor agradeció la calidez del
cuerpo de SeWoon contra el suyo durante el resto de trayecto que le restaba
hasta el apartamento que compartía con DongHyun. A veces, GwangHyun no sabía
qué sería de él sin SeWoon a su lado, cuidando de él desde siempre… y tampoco
sabía qué sería de él si en algún momento el mayor se iba de su lado.
—Muchas gracias —murmuró cuando llegaron al
portal de su bloque.
—Sabes que no es nada —respondió el mayor,
dedicándole una sonrisa.
Pero aunque éste dijera que no era nada,
GwangHyun sabía que sí que lo era, porque el mayor tenía clases temprano y
había salido de casa solo para acompañarlo y que no se mojara. SeWoon hizo el
amago de irse, pero el menor lo tomó de la mano, tal y como el otro había hecho
cuando se cruzaron en la calle, y no lo dejó marchar.
—Quédate —le dijo—. Es tarde y está lloviendo
más fuerte.
—No hace falta, no vivo tampoco muy lejos de
aquí.
—Ya lo sé… pero quédate —replicó de nuevo
GwangHyun, esta vez poniendo caras monas hasta que su amigo simplemente suspiró
y asintió, siguiéndolo al interior del bloque unos momentos después.
Su despertador no había sonado y sus
padres habían salido a trabajar temprano, aquello era lo que había hecho que
GwangHyun se despertara tan tarde que casi no le dio tiempo más que a ponerse
el uniforme del instituto como una bala y a salir corriendo cogiendo su mochila
y poco más, sin siquiera peinarse. No desayunó ni cogió el almuerzo que le
habían preparado porque ya iba media hora tarde y tendría que colarse por la
verja y entrar a partir de la segunda clase de la mañana. El chico se sentía
bastante mal porque seguro que su amigo SeWoon lo había estado esperando
durante mucho tiempo y luego habría tenido que correr para poder llegar a
tiempo al instituto.
Sin embargo, cuando GwangHyun salió
del bloque de pisos en el que vivía con su familia, lo primero que se encontró
fue a su amigo SeWoon esperándolo, apoyado contra la farola que había justo
frente a la puerta. El menor abrió los ojos como platos porque no se esperaba
que el otro siguiera allí cuando era tan tarde. Ahora no solo él llegaría al
instituto a deshoras, sino que también lo haría el mayor.
—Hasta que por fin sales —le dijo su
amigo a modo de bienvenida, antes de acercarse a él para peinarlo un poco con
sus dedos.
—Perdona, no me ha sonado el
despertador —respondió, sintiéndose fatal—. ¿Por qué sigues aquí? ¿Por qué no
te has ido al instituto?
—No me gusta ir solo, es muy
aburrido —fue su contestación mientras lo cogía de la muñeca para comenzar a
tirar de GwangHyun—. Ahora démonos prisa, así podremos llegar para segunda hora
si nos colamos por el agujero de la verja.
—Y esto es todo por hoy. Recordad
que el último día para entregar los trabajos es el lunes de la semana que viene
—dijo la profesora Kim.
Todos los que asistían a aquella
clase asintieron y, justo después, la profesora salió del auditorio y los
alumnos comenzaron a recoger sus cosas para dar por terminadas por fin las
clases de la mañana. GwangHyun rápidamente cerró su portátil y lo metió en su
mochila después de guardar el documento en el que había estado escribiendo sus
apuntes durante la última hora —probablemente lo tendría que revisar en algún
descanso del trabajo para que no hubiera faltas de ortografía y para ver si lo
había copiado todo como debería—, pero por el momento, el chico era libre de
todas sus obligaciones y solo tenía que ocuparse de comer porque había pasado
demasiadas horas sin probar bocado.
GwangHyun no se entretuvo mucho más
y solo se despidió de sus compañeros antes de dirigirse a la salida. Probablemente
se compraría algo barato en alguno de los puestos callejeros que había de
camino a la cafetería en la que trabajaba la mayoría de las tardes. Sin
embargo, mientras todavía se encontraba dentro del edificio de su facultad, su móvil vibró un par de veces en el bolsillo de sus vaqueros y el chico
se detuvo para ver quién le había enviado los mensajes. Una sonrisa apareció en
su rostro al desbloquear el móvil y ver el nombre de la persona que le había
hablado: Ponyo.
“No
has comido todavía, ¿verdad? Almuerza conmigo”.
“No,
aun no. ¿Dónde estás?”
“En
la puerta principal del campus”.
“Voy
para allá”.
GwangHyun se guardó el móvil de nuevo en el
bolsillo pensando que su amigo realmente tenía un sexto sentido para saber
cuándo iba a hacer algo y después dio media vuelta porque la puerta principal
se encontraba justo en el lado contrario, dirigiéndose hacia allí. No tardó más
que unos minutos en llegar hasta el lugar y buscó entre la multitud a SeWoon,
hallándolo echado contra la pared, con los brazos cruzados sobre su pecho y sus
ojos cerrados. A su alrededor había un grupito de chicas que, desde lejos
cuchicheaban mientras le echaban fotos a escondidas y GwangHyun no pudo evitar
reír porque aquello le recordaba a su época en el instituto.
El chico echó a andar de nuevo y se acercó a
SeWoon, quedándose parado frente a él, tapándole la luz del sol con su cuerpo,
haciendo de esta forma que el mayor abriera sus ojos. En cuanto vio que se
trataba de GwangHyun esbozó una pequeña sonrisa que el menor correspondió de
forma inmediata.
—Pareces recién salido de una revista —le
comentó—. De hecho, si todas esas chicas que te están echando fotos fueran de
verdad fotógrafas, saldrías en todas las revistas de moda del país.
—Anda, calla —respondió SeWoon, separándose
de la pared—. No soy tan guapo.
—Claro que lo eres —replicó GwangHyun y,
aprovechando que el mayor comenzó a andar en dirección a la salida, le dio una
palmada en el trasero.
—¡Lee GwangHyun! —se quejó el otro, pero las
chicas que lo observaron gritaron encantadas por lo que había pasado y el menor
simplemente le dedicó una sonrisa pícara.
—Mira lo contentas que se han puesto —dijo—,
ahora mismo todas quieren ser yo para poder tocarte el culo a todas horas.
—Vamos a comer, que creo que el hambre te
está afectando al cerebro —fue la única respuesta de SeWoon, mientras le echaba
el brazo por los hombros para obligarlo a caminar.
—¿Dónde vamos a comer? —preguntó
GwangHyun.
—Mmmmm… ¿en algún puesto de camino a
tu cafetería? —murmuró el mayor—. Tengo ganas de tteokbokki.
—¿De verdad no puedes leer las
mentes? —le cuestionó—. Porque cuando salía de clase estaba pensando justo en
eso. No lo del tteokbokki, pero sí lo
de los puestos.
SeWoon sonrió, pero no respondió a
aquello. GwangHyun ya le había hecho muchas veces aquella misma pregunta y
nunca obtenía una respuesta porque para el mayor era totalmente obvio que el
motivo por el cual sabía lo que el chico pensaba o quería era porque llevaban
muchos años siendo amigos y lo conocía de sobra —para GwangHyun también estaba
más que claro aquello, porque él mismo también era capaz de adivinar a veces lo
que SeWoon pensaba, pero había ocasiones en las que dudaba—.
Mientras bromeaban y hablaban de lo
que habían hecho desde que se habían separado aquella mañana después de salir
del piso de GwangHyun, llegaron hasta uno de los puestos que había cerca del
trabajo del menor y se sentaron allí a comer tranquilamente, despotricando a
veces de sus profesores —sin nombrar a nadie porque todavía estaban cerca del
campus— o de todos los trabajos que tenían que hacer. Cuando terminaron de
comer, GwangHyun cogió su mochila para buscar su cartera y pagar por la comida;
pero antes siquiera de que pudiera sacarla, SeWoon ya le había dado el dinero a
la señora del puesto.
—¿Pero por qué nunca me dejas pagar?
—le preguntó GwangHyun al chico, sintiéndose mal porque desde que se conocían
el mayor había estado invitándolo cada vez que comían juntos—. Voy a dejar de
comer contigo a este paso.
—Pero aprovéchate, hombre —replicó
SeWoon—. Cualquier otra persona tiene un amigo como yo y pediría y pediría
hasta dejarlo en bancarrota.
—Es que no me gusta que pagues tú
siempre —dijo el menor—. No es como si fuera tu novia o algo y tuvieras que
pagarme cosas, puedo hacerlo yo.
—Esto es por agradecerte que me
dejaras dormir en tu piso anoche cuando empezó a llover más fuerte —respondió
su amigo y después se despidió de él—. Mañana nos vemos en la biblioteca.
—Me muero de calor —se quejó
GwangHyun mientras SeWoon y él iban de camino a casa en un día especialmente
caluroso.
—Es verano, ¿qué quieres? ¿Qué
nieve? —fue la respuesta del otro.
GwangHyun lo miró mal y después se
puso de morros. Lo que SeWoon había dicho era completamente cierto, pero lo que
él quería era que su amigo respondiera que él también se estaba muriendo de
calor para poder proponerle que fueran a por patbingsoo antes de regresar a casa para hacer los deberes que les
habían mandado. Sin embargo, con aquella respuesta, no podía hacerlo; pero
GwangHyun no desesperó y se dispuso a proponérselo, porque algún día tenía que
invitarlo a algo, no podía dejar que el mayor siempre estuviera pagando sus
cuentas. Pero antes de que abriera la boca, SeWoon habló.
—¿Quieres que vayamos a por patbingsoo? —le propuso, como si le
hubiera leído la mente—. Yo también estoy muriéndome de calor.
—¡Siempre! —respondió GwangHyun con
una sonrisa de oreja a oreja—. El patbingsoo
es lo mejor para combatir el calor. ¡Vamos. Esta vez invito yo!
—Eso será si yo te dejo.
Los dos echaron a correr entonces,
importándoles poco que la gente que se cruzaban los mirara raro, hasta el lugar
más cercano en el que vendían patbingsoo
para compartir uno. Y, aunque GwangHyun lo intentó, como todas las anteriores
veces lo había intentado, al final fue SeWoon el que acabó pagando por todo.
—¡Achís!
GwangHyun no pudo contener el
estornudo y éste acabó resonando en toda la biblioteca, haciendo que todas las
personas que se encontraban allí —incluidos SeWoon, YoungMin y DongHyun—
alzaran su cabeza para mirarlo mal durante unos momentos. El chico esbozó un
silencioso “lo siento” y después
buscó un pañuelo para sonarse la nariz tratando de no hacer mucho ruido para no
volver a molestar. Tras esto, volvió a enfocarse en la pantalla de su ordenador
y se dio cuenta que ésta había acabado llena de microbios, así que la limpió
antes de dedicarse a leer el documento que le habían mandado comentar para la
clase que tenía en dos horas y que no había podido hacer antes debido a todo el
trabajo atrasado que tenía.
Sin embargo, antes de que pudiera
enfocarse de nuevo en lo que tenía que hacer, SeWoon, que se encontraba sentado
a su lado, le tocó el brazo para llamarle la atención y cuando GwangHyun se
giró hacia él para ver qué era lo que quería, el otro se acercó para hablarle
directamente contra su oreja, haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo
del menor cuando el aliento de SeWoon chocó contra su piel.
—¿Estás bien? —le preguntó.
—Perfectamente —susurró él en
respuesta.
—¿De verdad? ¿No te enfriarías el
otro día cuando te mojaste con la lluvia? —GwangHyun negó con la cabeza.
—Sabes que en cuanto llegué a casa
me duché con agua caliente —contestó.
—Entonces… ¿estás bien?
—Claro, seguro que habrá sido por el
polvo de los libros que tiene DongHyun ahí.
SeWoon pareció convencerse de que
estaba bien y DongHyun alzó su cabeza al escuchar su nombre y le lanzó una
mirada interrogativa, a lo que GwangHyun simplemente murmuró que no era nada, y
todos siguieron trabajando en sus respectivas cosas prácticamente sin reparar
en la presencia de los demás, concentrados en hacer las cosas lo más rápido
posible para salir de aquel lugar. Desde que habían entrado a la universidad y
habían conocido a DongHyun y YoungMin había sido así, aunque no estudiaban lo
mismo, parecía que siempre que se juntaban para hacer los trabajos hacían que
sus tardes fueran de lo más productivas —aunque eso solo pasaba cuando se iban
a la biblioteca, donde no podían hablar y donde no perdían el tiempo, porque
cuando se iban al piso de DongHyun y GwangHyun o al de YoungMin y SeWoon, la
cosa cambiaba bastante porque al final hacían de todo menos lo que tenían que
hacer—.
Sin embargo, a pesar de que cuando
siempre quedaban en la biblioteca a hacer trabajos o a estudiar, los cuatro
eran de lo más productivos, por alguna razón, aquella tarde era imposible para
GwangHyun concentrarse en el artículo y cada dos por tres parpadeaba para
tratar de enfocarse en las letras de la pantalla y en escribir en otro
documento a parte las ideas principales para después redactar el comentario. El
chico lo intentó y, poco a poco, consiguió hacer el trabajo que debía entregar,
aunque no supiera realmente cómo lo hizo.
Para cuando GwangHyun terminó
finalmente el trabajo, miró el reloj de su portátil y se dio cuenta de que solo
le quedaba media hora para imprimir lo que había hecho y llegar a tiempo a
clase, así que, metió el documento escrito en un pendrive y después recogió sus cosas, dispuesto a dirigirse a la
copistería. El chico se despidió de sus amigos, dando unos toquecitos en la
madera de la mesa para llamar su atención y después agitando su mano. Ellos le
respondieron de la misma forma y GwangHyun se dispuso a irse, pero antes de
poder hacerlo, sintió la cálida mano de SeWoon sujetando la suya. El chico lo
miró interrogante y su amigo le indicó con la otra mano que se acercara a él,
así que lo hizo para que el otro pudiera decirle lo que quería sin molestar.
—Esta noche tengo una presentación
con JaeHwan en el pub —le susurró en la oreja—. ¿Vendrás?
—¿A qué hora es? —preguntó.
—Sobre las once.
—Allí estaré —prometió.
Después de eso, GwangHyun se soltó
del agarre que el mayor todavía mantenía sobre su mano y se despidió de él para
ir a la copistería y después a aquella horrible clase que tenía. Al chico no le
gustaban las clases por la tarde porque generalmente estaba mucho más cansado y
menos receptivo que por las mañanas, de la misma forma, tampoco le gustaba
aquella aburrida asignatura que tenía que cursar por la tarde porque no había
hueco libre por las mañanas. Pero aunque odiaba con todas sus fuerzas la clase,
siempre trataba de prestar toda la atención posible y entretenerse copiando lo
apuntes; sin embargo, aquel día era incapaz de concentrarse en nada de lo que
decía el profesor debido a un punzante dolor en su cerebro que le taladraba
toda la cabeza y que lo hacía querer matar a la persona más cercana.
Cuando la clase acabó finalmente, el
chico se arrastró como pudo hasta su apartamento, sintiéndose algo mejor al
caminar y al sentir el aire fresco del otoño contra su piel y se tumbó sobre el
sofá en cuanto llegó, queriendo quedarse allí por el resto de la eternidad. No
tenía ganas de nada, ni siquiera de moverse cuando el cuello le comenzó a doler
por haber cogido una mala postura, pero le había prometido a SeWoon que iría
verlo tocar y, ni una sola vez había faltado a una presentación de su amigo ni
a lo que hubiera prometido. Por eso, sacando sus últimas fuerzas de donde no
sabía que las tenía, GwangHyun se levantó del sofá, dispuesto a ducharse y a
ponerse una ropa más decente que la camiseta descolorida y los vaqueros rotos
que llevaba. Antes de salir comería cualquier cosa y se tomaría una pastilla
para que le quitara el dolor, al menos por esa noche.
GwangHyun estaba tratando de que en
su cabeza entraran las últimas páginas del tema que tenía que estudiarse para
el examen que tenía al día siguiente, el último día de exámenes, y después de
eso sería libre. No obstante, por más que trataba de concentrarse, había algo
que no se lo permitía y el chico quería tirarse de los pelos… algo que se
encontraba tumbado sobre su espalda, con el mismo libro que él tenía en las
manos y suspirando cada dos segundos… algo llamado Jeong SeWoon. GwangHyun
quería tirarlo por la ventana, pero desde aquella poca altura, su amigo no se
mataría, sino que se quedaría medio tonto y le tocaría cargar con él toda su
vida, así que no era una buena solución.
—¿Quieres dejar de suspirar y
estudiar? —murmuró, mirando por encima de su hombro, haciendo que el mayor
también lo mirara—. Mañana es el último examen, solo nos queda esto para poder
ser libres.
—Es que estoy cansado —le respondió—.
Llevamos muchas horas estudiando, tenemos que darnos un respiro o empezará a
sangrarnos la nariz.
GwangHyun no le hizo ningún caso a
su amigo y volvió su atención al libro para tratar de terminar lo que se había
propuesto, pero SeWoon ya no solo no paraba de hacer ruiditos que lo distraían,
sino que había comenzado a moverse sobre su ya adolorida espalda y el chico no
lo pudo soportar más. Sabía que cuando SeWoon se ponía trabajoso era imposible
ganarle.
—¿Call of Duty o LOL? —fue
lo único que preguntó, soltando su libro sobre el colchón y girando su cuerpo,
haciendo que el otro se desequilibrara—. También podemos salir fuera y jugar un
rato al fútbol si te apetece más.
—Fútbol —respondió sin ninguna duda
SeWoon, desde el suelo, donde había acabado después de que GwangHyun se
revolviera.
De la misma forma que GwangHyun se
sabía de memoria el camino que tenía que seguir para ir hasta la universidad,
el súper donde hacía la compra o la cafetería donde trabajaba, el chico conocía
el camino que debía seguir para ir al pub en el que SeWoon solía tocar desde
que había cumplido la mayoría de edad y le habían dejado hacerlo. Normalmente
tocaba una vez a la semana, aunque en épocas de exámenes o cuando estaba más
agobiado con los trabajos lo hacía cada dos semanas porque no tenía tiempo de
prepararse las canciones que presentaría en el escenario, y GwangHyun siempre
iba a todas las actuaciones del mayor, por lo que se había aprendido el camino
perfectamente y casi podría ir hasta allí con los ojos cerrados.
SeWoon tocaba allí con uno de sus sunbaes de la facultad, su amigo
JaeHwan, y normalmente cogía cada uno su guitarra y cantaban armonizando de
forma maravillosa a pesar de que sus voces eran bastante diferentes. GwangHyun
no conocía demasiado a JaeHwan aunque de vez en cuando habían quedado los tres
juntos o los cinco —cuando iban DongHyun y YoungMin también con ellos—, pero le
parecía alguien majo y divertido… lo único que no le gustaba especialmente era
que se pasase todo el rato toqueteando a SeWoon porque era un poco incómodo de
ver y porque parecía que cuando estaba con él lo tenía que tocar de alguna
forma o su mundo se iría al garete o algo así. GwangHyun le había preguntado a
SeWoon en alguna que otra ocasión si estaban saliendo juntos y su amigo siempre
lo había negado, pero cada vez que los veía juntos siempre le quedaba la duda y
le dolía un poco pensar que SeWoon le mintiera sobre aquello, el pecho se le
encogía.
Pero en aquellos momentos, mientras GwangHyun
caminaba por las calles de Seúl, llegando casi al local, no era el pecho lo que
le dolía, sino la cabeza. Al final, se le había hecho un poco tarde mientras se
arreglaba y no se había podido tomar la pastilla antes de salir del piso, por
lo que seguía sintiendo cómo si su cerebro estuviera siendo taladrado. El chico
solo esperaba que en el pub aquella noche no hubiera demasiado jaleo, porque si
no iba a acabar la noche muy mal… si es que la acababa.
GwangHyun llegó al pub cuando faltaban solo
unos pocos minutos para las once y entró al local, sintiendo cómo la música que
estaba sonando en esos momentos a través de los altavoces y a todo volumen, le
penetraba en el cerebro como agujas. Por eso, se tomó unos momentos para
adecuarse al fuerte sonido y después avanzó entre la gente que se encontraba ya
allí para encontrar un lugar cerca del escenario donde SeWoon pudiera verlo y
donde él pudiera ver a SeWoon perfectamente. Gracias a que era delgaducho y no
muy alto, el chico se fue haciendo hueco entre el público hasta que, sin dar
ningún empujón demasiado fuerte, acabó llegando a la primera fila justo en el
mismo momento en el que SeWoon y JaeHwan aparecían y se sentaban en los lugares
que les habían sido asignados en el escenario. SeWoon no llevaba su guitarra
para esa actuación y JaeHwan se había sentado en el piano.
El chico observó cómo, una vez sentado y
mientras JaeHwan colocaba bien las partituras en el piano, SeWoon escaneó el
público con su mirada hasta que sus ojos se encontraron con los de GwangHyun y
éste le sonrió. SeWoon también le sonrió y lo saludó sutilmente con la mano
antes de acomodar su micro a la altura de sus labios para que se le escuchara
bien.
—Buenas noches —dijo, llamando la atención
del público—. Los habituales del pub ya nos conocen, pero para quienes hayan
venido por primera vez, vamos a estar amenizando la noche durante una horita
más o menos.
—Somos JaeHwan y SeWoon —continuó el mayor,
señalando a SeWoon cuando dijo su nombre—. Esperamos que os gusten las
canciones que hemos preparado para hoy.
El público aplaudió después de eso y
GwangHyun también lo hizo, anticipando cuáles iban a ser las canciones que
habrían estado ensayando para hacer esa noche. Inmediatamente después,
empezaron a sonar las primeras notas desde el piano y el chico reconoció la
canción que iban a tocar, la reconoció porque era una de sus favoritas y porque
le había pedido un montón de veces a SeWoon que la tocara para él pero éste
siempre se había negado a ello. GwangHyun miró a su amigo y SeWoon comenzó a
cantar la primera estrofa de la canción, agarrando fuertemente el micrófono con
sus dos manos y mirando a los ojos al chico dulcemente.
GwangHyun tragó saliva de una forma bastante
obvia y sintió cómo su corazón comenzaba a latir muy rápidamente mientras en
sus oídos reverberaba la voz dulce y melosa de SeWoon cantando aquella canción.
Estaba totalmente encantado con que su amigo por fin hubiera decidido aceptar
aquella petición suya y, mientras disfrutaba de la balada y de la voz de
SeWoon, su dolor de cabeza desapareció repentinamente y no volvió en toda la
noche, porque los rápidos latidos de su corazón opacaban todo lo demás.
Cuando todas las canciones que
SeWoon y JaeHwan habían preparado para la noche terminaron, su amigo guardó su
guitarra en aquella funda amarilla y desvencijada que GwangHyun le había
comprado años atrás para su cumpleaños y después se despidió de JaeHwan para
bajar corriendo del escenario justo donde se encontraba el menor y dedicarle
una sonrisa.
—¿Te ha gustado la presentación de
hoy? —le preguntó y, aunque GwangHyun estaba totalmente seguro de que SeWoon
sabía perfectamente la respuesta, le contestó.
—Ha sido la mejor… sobre todo al
comienzo.
Normalmente, en las horas libres
entre clases y clases, los chicos y chicas del instituto aprovechaban para
estudiar, hacer los ejercicios que les habían mandado en las anteriores horas o
simplemente hablaban en voz baja sobre cualquier cosa que se les viniera a la
mente; sin embargo, aquello no era exactamente de esa forma en la clase de
GwangHyun y SeWoon, al menos no lo era los días en los que el mayor se llevaba
la guitarra al instituto porque hacía tiempo que no la tocaba y no quería
perder la práctica. No eran muchos los días que aquello sucedía, quizás solo
dos o tres veces al mes a lo sumo, pero GwangHyun adoraba aquellos días.
Desde que SeWoon pasaba por su casa
a recogerlo y veía que llevaba a la espalda la funda de su guitarra, además de
la mochila, una sonrisa aparecía en el rostro de GwangHyun, sonrisa que no
abandonaba su rostro en todo el día por más que éste fuera horrible en otros
aspectos. Porque ver cómo el mayor disfrutaba tocando el instrumento y cantando
con su melosa voz las tsunderes letras
que con tanto esmero había escrito, hacía que GwangHyun se sintiera feliz
incondicionalmente.
—Si sigues mirándome así mientras
toco creo que pronto acabarás perteneciendo a mi club de fans —le comentó
SeWoon, justo después de rasgar las cuerdas de su guitarra durante unos
segundos, llenando la clase de una melodía tranquila y suave—. No es muy
numeroso, pero algunas chicas me traen chocolates de vez en cuando.
—Pero yo ya pertenezco a tu club de fans
—respondió GwangHyun—. De hecho, soy orgullosamente el fundador y tu fan número
uno.
Y SeWoon se rio, a la vez que sus
orejas y sus mejillas se tornaban de un tono rojo brillante.
La insistente melodía de su teléfono
móvil debajo de su almohada fue lo único que hizo que GwangHyun se despertara
aquella mañana. Con los ojos aun cerrados y sin muchas ganas de abrirlos, el
chico buscó a tientas con su mano el móvil hasta que lo encontró y lo cogió.
Después abrió un ojo, solo una pequeña rendija para poder descolgar la llamada,
y tosió un poco para aclarar su voz antes de llevarse el teléfono a la oreja.
Ni siquiera leyó el nombre de quién lo había llamado.
—¿Sí? —respondió con voz ronca a la
llamada.
—¿Te he despertado? —preguntó al
otro lado de la línea una voz muy conocida, tan conocida que el chico la
reconocería en cualquier lugar y en cualquier momento, incluso más dormido que
despierto, como en aquellos instantes.
—¿Por qué me llamas, SeWoon?
—cuestionó, frotándose los ojos con la mano libre para tratar de quitarse un
poco el sueño.
—Para recordarte que hoy habíamos
quedado con YoungMin y DongHyun para relajarnos —respondió el otro—. DongHyun
está ya aquí, pero tú no dabas señales de vida.
GwangHyun tardó unos momentos en
procesar las palabras de su amigo, pero en cuanto su cerebro entendió lo que el
otro había dicho, se levantó del colchón como si tuviera un resorte y se sentó
en la cama, con los ojos bien abiertos. Era verdad. Había quedado con todos
para tener un poco de relax porque llevaban unas semanas sin nada de tiempo
libre y lo necesitaban. Hacía cuatro o cinco días que lo habían planeado y
habían decidido aquel día como la fecha clave porque ninguno tenía compromisos
obligatorios a los que atender por la mañana. Y GwangHyun lo sabía, pero la
noche anterior se había olvidado de poner el despertador porque se había tirado
directamente sobre la cama, totalmente muerto, sin quitarse la ropa siquiera.
—Voy inmediatamente —dijo.
—Te esperamos.
GwangHyun colgó la llamada sin
siquiera despedirse de SeWoon y se levantó de la cama para prepararse para
salir —no es que tuviera que hacer mucho, solo quitarse la arrugada ropa que se
había puesto la noche anterior y peinarse un poco—. Apenas unos minutos
después, el chico se iba del apartamento que compartía con DongHyun maldiciendo
su mala memoria, su dolor de cabeza y muriéndose de hambre porque desde que el
día anterior había almorzado no había probado bocado. Pero el chico no pensó en
eso, sino en hacer que sus piernas fueran lo más rápidas posible para no tardar
demasiado en llegar al otro piso, donde los demás lo esperaban.
Gracias a que no vivían demasiado
lejos los unos de los otros, GwangHyun pudo llegar al lugar en solo unos
minutos y se sintió de lo más aliviado cuando llamó a la puerta porque no le
gustaba llegar tarde a los sitios. SeWoon fue quién le abrió, con una sonrisa
en su rostro que el menor correspondió inmediatamente antes de pasar al
interior de la vivienda, buscando a su compañero de piso.
—Kim DongHyun —lo llamó—. ¿Por qué
no me has despertado?
—Creía que te habías quedado a
dormir con SeWoon —respondió el otro desde algún lugar indeterminado—, anoche
no te oí llegar al piso.
GwangHyun hizo un puchero y después
suspiró. Las cosas habían sido así y no las iba a poder cambiar, por eso,
simplemente se quitó las zapatillas y las dejó en la entrada. SeWoon pasó por
su lado y se colocó frente a él, cortándole el paso para que no se moviera,
haciendo que el menor lo mirara interrogante.
—No te has lavado la cara esta
mañana, ¿verdad?
—Nope
—reconoció el otro.
—Ven aquí.
Y entonces SeWoon llevó sus manos al
rostro de GwangHyun para quitarle de forma delicada las legañas que el chico ni
siquiera se había dado cuenta que tenía.
—¡Tortolitos! —llamó YoungMin, asomándose
a la entrada—. O venís o echamos la partida DongHyun y yo.
—¡Ni de coña! ¡Nos toca a nosotros!
—replicó SeWoon, cogiendo de la mano a GwangHyun y tirando de él hacia el
salón.
Se pasaron la mañana jugando con la play, probando todos los juegos que
tenía YoungMin en su poder y tratando de ganarle en alguno —cosa más que
imposible porque el otro tenía un vicio enorme— hasta que llegó la hora del
almuerzo y pidieron jangjanmyun de su
restaurante favorito. Mientras jugaban, a GwangHyun se le había olvidado el
hambre que tenía, pero en cuanto dejaron de hacerlo y acomodaron la mesita para
comer antes de que llegara el pedido, su estómago comenzó a rugir, haciendo que
los demás bromearan con que la comida debía de llegar antes de que GwangHyun se
hartara de esperar y se los comiera a todos.
Cuando la comida llegó finalmente,
GwangHyun fue el primero en abrir su plato y en comenzar a comer, sintiendo
inmediatamente cómo su estómago dejaba de quejarse porque —¡por fin!— estaba
siendo llenado. Tan concentrado estaba en comer, que casi no se dio cuenta de
que en su plato, a pesar de que comía y comía, no parecía descender la
cantidad, pero una de las veces que miró hacia abajo vio la mano de SeWoon
dejándole sobre su plato más comida. GwangHyun alzó su mirada en ese momento,
encontrándose con la del mayor y, como tenía la boca llena, simplemente le
señaló su plato.
—¿No te estabas muriendo de hambre?
—le dijo—. Yo he desayunado esta mañana como parar un tren, así que no tengo
mucha hambre.
—Gracias —respondió, después de
tragar, sin darle muchas vueltas al asunto.
Desde hacía mucho tiempo, se habían
acostumbrado a compartir su comida sin importarles demasiado cuando el otro
tenía más hambre. Nunca habían decidido las reglas de aquello, pero siempre lo hacían,
y GwangHyun agradecía enormemente cada vez que SeWoon le daba parte de su
comida.
—Anda~ porfa~
SeWoon estaba a su lado y mientras
trataba de mostrarse adorable, le daba levemente con su hombro en el de
GwangHyun. El mayor trataba de aquella forma de apelar al corazoncito del chico
para que éste le dejara copiar los deberes de matemáticas que no había hecho
porque —según él— se había dejado los ejercicios olvidados en clase y todos los
que se encontraban sentados en la misma mesa de la cafetería comiendo con ellos
el almuerzo estaban pendientes en cómo acababa aquello porque generalmente
SeWoon se mostraba en el instituto como alguien cool y chic, no de
aquella forma.
—Haré todo lo que me pidas durante
esta semana a cambio —le propuso—. Absolutamente todo.
Solo después de escuchar aquello,
GwangHyun dejó de comer y se giró hacia SeWoon, interesado en lo que tenía que
decirle. No eran muchas las ocasiones en las que podía obtener lo que quisiera
del mayor y si éste cumplía con su palabra, GwangHyun iba a pasar una semana de
lo más divertida.
—Te escucho —dijo—. ¿Cuál es tu
oferta final? Después de escucharla decidiré si dejarte los ejercicios o no.
—Haré todo lo que me pidas, Lee
GwangHyun —respondió el otro—, pero, por favor, ten corazón y no dejes que el
profesor Lee use la vara contra mí.
—Está bien —accedió el menor después
de unos momentos—. Pero esta es una promesa que tienes que cumplir, tenemos
testigos —señaló.
—Yo siempre cumplo mis promesas
—replicó SeWoon.
—Perfecto. Dame entonces tu postre
—y sin pensarlo ni un solo segundo, el mayor le tendió su postre, haciendo que
una gran sonrisa se instalara en el rostro de GwangHyun. Esa semana sería muy
divertida.
Ir a clase por la tarde siempre era
un dolor para GwangHyun, de la misma forma que lo era ir al trabajo después de
haber tenido clases por las mañanas, pero lo que realmente lo mataba era tener
que ir a trabajar un día que no había tenido clases por la mañana, más cuando
ese día lo que había hecho había sido el inútil con sus amigos, relajándose y
sacando todo el estrés de la universidad con los videojuegos. Pero no había
cosa que GwangHyun odiara más que tener que trabajar cuando la cabeza le seguía
doliendo como si le fuera a estallar de cualquier momento a otro. No obstante,
al menos tenía el consuelo de que aunque tenía que trabajar por unas horas,
después volvería a tener un tiempo de relax.
SeWoon lo había acompañado hasta el
trabajo porque quería tener unas horas de tranquilidad para escribir alguna
canción y por el camino le había propuesto que esa noche vieran una película
para rematar el día bien. Ver películas de miedo con cerveza y ramyun era algo que se había convertido
en tradición para ellos desde que habían cumplido la edad necesaria para poder
beber alcohol porque de aquella forma se reían de lo que veían en la pantalla y
no pasaban miedo. GwangHyun había accedido a ello a pesar de su dolor de
cabeza, porque igual bebiendo se le pasaba durante un rato —o al menos se le
olvidaba que le dolía la cabeza—.
Cuando llegaron a la cafetería,
GwangHyun se retiró a la parte de atrás para ponerse el uniforme reglamentario
y saludó a YeonJung con la mano, que ya había llegado para relevar a las
muchachas que estaban en el turno anterior. Mientras se cambiaba, el chico pudo
ver el paraguas que le había dejado unos días atrás a su compañera colgado del
pomo de su taquilla y sonrió porque YeonJung era un encanto. Una vez tuvo el
uniforme puesto y su ropa de calle guardada, se dirigió hasta el mostrador,
donde se encontraba su compañera charlando con SeWoon animadamente. Su amigo no
era muy dado a interactuar abiertamente con la gente extraña, pero llevaba
conociendo a YeonJung desde hacía unos meses —de todas aquellas veces que había
acampado en aquel lugar para tratar de hacer algo con su vida o simplemente
para escapar de la monotonía que suponían las clases, la sala de prácticas
donde ensayaba con JaeHwan o su piso— y parecía que habían hecho migas.
Viendo que ambos estaban muy
entretenidos, GwangHyun se dedicó a limpiar una mesa que se acababa de quedar
libre, cogiendo los vasos y los platos vacíos para más tarde lavarlos. Después
de hacer aquello, el chico vio cómo SeWoon se había instalado en la mesa más
cercana al cajero, para poder tener de vez en cuando algo de conversación con
ellos mientras estaban trabajando y no pudo evitar sonreír porque supuestamente
había ido allí para concentrarse en escribir algunas letras para la última
canción que estaba escribiendo. GwangHyun le había pedido en un par de
ocasiones que le dejara escuchar al menos la base, porque no tenía mucho más,
pero el otro se había negado, diciendo que tenía que tenerla terminada antes de
poder mostrársela.
Un grupo de chicas entró al local,
haciendo que GwangHyun dejara de pensar en SeWoon y su canción, ocupándose
inmediatamente de atenderlas. Y poco después dejó de tener tiempo para pensar
en nada más que no fuera en hacer bien su trabajo porque la hora de la merienda
había llegado y la concentración de gente en la cafetería fue increíble,
haciendo que apenas tuviera tiempo para atender órdenes y recoger las mesas de
quiénes ya se habían ido. Sin embargo, una vez que el tiempo de la merienda
finalizó, la cafetería se fue quedando más vacía y ya no tenía tanto trabajo
que hacer, por lo que charló de vez en cuando con YeonJung y con SeWoon, pero
sobre todo, estuvo atento a las conversaciones profundas que su amigo compartía
con ella, tratando de contener la risa.
Ambos eran mayores que la chica y
estaban en la universidad, mientras que ella seguía en el instituto, por lo que
YeonJung los veía como una gran fuente de sabiduría de la que podía aprender
muchas cosas y de vez en cuando les hacía preguntas existenciales. SeWoon se
transformaba entonces en un oppa
serio y confiable, al que se le podía preguntar de todo porque todo lo
respondía con franqueza y madurez. En esos momentos, GwangHyun se quería echar
a reír muy fuerte, porque SeWoon nunca había sido alguien serio y, sobre todo,
nunca había tenido la cabeza sujeta a sus hombros.
Cuando ambos eran pequeños, el que
siempre estaba pensando locuras para hacer era SeWoon y quien siempre acababa
mal parado por aquellas locuras era GwangHyun, como la vez en la que se le
ocurrió que saltar con el patinete sobre una pila de libros era una magnífica
idea y después de aquello el menor había acabado con el antebrazo roto en la
sala de urgencias del hospital más cercano.
Pero a pesar de que a GwangHyun le
daban muchas ganas de poner en evidencia a su amigo, no lo hacía porque el
chico siempre había tratado de mostrar una fachada cool para el resto del mundo, aunque con sus amigos se comportara
como el más idiota de los idiotas. Por eso GwangHyun se aguantó las ganas de
contarle a YeonJung que el que tenía mejor amueblada la cabeza de los dos era
él y que no le prestara atención a lo que SeWoon dijera, tampoco le dijo a su
amigo que dejara de hacer el inútil pretendiendo ser serio —al menos hasta que
terminara su turno de trabajo, entonces le diría de todo por alardear—.
En Seúl los veranos eran calurosos y
húmedos, demasiado calurosos y húmedos, por lo que todo el mundo tendía a
pasarlos frente a los ventiladores o aires acondicionados, tratando de quitarse
de encima el calor de aquella forma. Aquello era lo que la mayoría hacía, otros
se iban a las piscinas a refrescarse o simplemente se echaban un poco de agua
fría por encima para estar un poco menos acalorados; pero SeWoon y GwangHyun
aprovechaban que el mayor de los dos vivía en una casa que tenía un pequeño
patio trasero con una manguera de la que salía el agua congelada a su entera
disposición. Por ese motivo, ambos se pasaban la mayor parte del día allí,
jugando con el agua o simplemente refrescándose con ella.
Solían tener peleas de globos de
agua y luego siempre eran regañados por la madre de SeWoon por ponerlo todo por
medio y como castigo tenían que recoger todos los trocitos de globos rotos que
habían usado, pero el castigo no era nada gracias a lo bien que se lo pasaban
jugando con los globos hasta quedar totalmente empapados.
Y cuando por las noches bajaba un
poco la temperatura, pero no lo suficiente para que fuera agradable dormir y
GwangHyun se quedaba en casa del mayor, los dos atacaban el congelador y usaban
todos los cubitos de hielo que había a su disposición para tratar de bajar su
temperatura corporal lo máximo posible, haciendo de ello una competición para
ver cuántos cubitos eran capaces de soportar.
A pesar de que las horas de trabajo
se le pasaron relativamente rápido y se pudo olvidar un poco del dolor de
cabeza porque estaba más ocupado en otras cosas, para cuando acabó su turno y
salió de la cafetería junto a SeWoon, GwangHyun no se sentía nada bien. Ya no
era solo el dolor de cabeza, se sentía un poco mareado y la garganta le picaba.
Por los síntomas que tenía, estaba seguro de que se estaba poniendo malo y
además de una forma bastante exagerada porque en lugar de descansar cuando su
dolor de cabeza había aparecido, había seguido haciendo su vida como si éste no
existiera, algo que iba a seguir haciendo al menos hasta que SeWoon dejara su
piso para no preocuparlo más de la cuenta. Porque desde que se conocían, hacía
ya unos diez años, GwangHyun se había puesto enfermo en muchas ocasiones y
sabía que el otro se preocupaba mucho en esos momentos.
Por ese motivo, trató de aparentar
estar perfectamente delante de su amigo mientras caminaban hacia su piso, que
quedaba mucho más cerca de la cafetería que el de SeWoon y que, además, estaba
totalmente desocupado. DongHyun seguía en el piso de YoungMin jugando con la play y ninguno de los dos era muy fan de
las noches peliculeras de GwangHyun y SeWoon, por lo que era lo mejor acampar
allí.
El camino a su piso, aunque no era
largo, se le hizo bastante eterno y, en cuanto llegaron, no pudo evitar
tumbarse en el sofá como un muerto, bocabajo y despatarrado, de la misma forma
que lo había hecho el día anterior, queriendo quedarse allí para siempre. Sin
embargo, para siempre no se podía quedar allí porque tenía a un invitado al que
atender y al que prepararle las cosas para poder ver la película. Por eso, con un
esfuerzo titánico, GwangHyun se levantó unos momentos después del sofá, quedándose
sentado en el mueble y descubriendo que SeWoon estaba frente a él, mirándolo
con preocupación.
—¿Estás bien? —le preguntó, algo a
lo que GwangHyun asintió inmediatamente.
—Cansado —respondió.
—¿Quieres que me vaya y te deje
dormir?
—No, quiero ver la peli contigo
—dijo, tratando de levantarse para ir a la cocina e ir haciendo las cosas, pero
antes de que pudiera hacerlo, SeWoon le colocó las manos en sus hombros y lo dejó
clavado en el asiento.
—Este lugar es como mi segunda casa
—comentó—. Yo puedo preparar las cosas mientras tú descansas un poco, así que
no te preocupes por nada —le aseguró con una sonrisa.
—Está bien —contestó GwangHyun, no
teniendo muchas ganas de oponerse a aquello—. Si necesitas algo me lo dices.
—Por supuesto.
GwangHyun vio cómo su amigo se iba
de su lado y se marchaba a la cocina, donde iba a preparar el ramyun para los dos antes de ponerse a
ver la película. Durante unos minutos, el chico se quedó con la mente en blanco
mirando fijamente algún punto de la pared de enfrente, pero sin realmente ver
nada. Su cabeza estaba envuelta en una especie de niebla que no lo dejaba
pensar correctamente en nada que pudiera hacer, pero tras aquellos minutos, el
chico se enfocó. Tenía frío, así que cogió la manta que siempre tenían en el
sofá y se la echó por encima, después miró en su móvil las últimas películas de
miedo que habían salido y estuvo mirándolas por encima, por si había alguna que
le llamara mínimamente la atención; sin embargo, aquella neblina volvió a
aparecer y GwangHyun se sintió muy mareado, por lo que se dejó caer como un
peso muerto sobre el sofá de nuevo para descansar un poco.
Seguro que debía de tener la fiebre
bastante alta, porque sentía que sudaba a pesar del frío que su cuerpo tenía y
notaba cómo las venas de la sien le latían de forma ensordecedora. También,
aunque se había echado en el sofá seguía bastante mareado y, como aquello
continuara así, el chico estaba completamente seguro de que acabaría
desmayándose. Por eso trató de respirar hondo y tratar de calmar los latidos de
su corazón, además de arrebujarse más en la manta. Sin embargo, no terminó de
conseguirlo para antes de que SeWoon llegara con las cervezas que acababa de
sacar del frigorífico en sus manos.
—GwangHyun… ¿qué te pasa? —le
preguntó, visiblemente alarmado al verlo en ese estado—. ¿Qué te duele?
—Estoy bien… —trató de mentir, pero
al hablar su voz flaqueó.
—No, no estás bien.
SeWoon se acercó a él e
inmediatamente le tocó la frente con el dorso de su mano, sintiendo que su piel
estaba ardiendo. El mayor le dirigió una mirada de reproche, probablemente
pensando en regañarlo porque no le había dicho que se encontraba tan mal, pero
no le dijo ni una sola palabra, simplemente comenzó a moverse por el piso,
yendo de un lado para otro, haciendo cosas que GwangHyun no terminaba de
procesar, no al menos hasta que SeWoon apareció con sus zapatillas y se las
puso.
—¿Dónde vamos? —le preguntó,
sintiendo su voz lejana, como si no fuera suya y cómo el mundo a su alrededor
comenzaba a desenfocarse.
—Te llevo al hospital —contestó el
otro.
—No hace falta…
Pero antes de que pudiera replicar
de alguna forma, SeWoon utilizó todas sus fuerzas para levantarlo del sofá y
para cargárselo a la espalda. GwangHyun trató de zafarse, pero el otro lo
agarró fuertemente para que no se desenganchara y el chico se sintió
completamente inútil por haber dejado que aquello hubiera llegado a esos
extremos y por hacer que su amigo se preocupara. Pero no pudo pensar durante
mucho tiempo sobre eso porque minutos después de haber salido del piso, el
mundo dejó de darle vueltas para convertirse en un lugar completamente negro.
Unos suaves golpes contra la puerta
resonaron en el interior de su habitación y GwangHyun dio paso a la persona que
había llamado, saliendo de debajo de las sábanas un poco mareado por la fiebre.
La puerta fue abierta y por ella entró SeWoon haciendo pucheros, haciendo que
el menor se sobresaltara porque no lo esperaba allí. Él había faltado al
instituto porque estaba enfermo y casi no se podía levantar de la cama, por lo
que su madre había avisado a SeWoon para que lo dijera en el colegio y no lo
esperara en la puerta de la casa; pero el mayor tenía que estar en clase y no
allí. Fue entonces, GwangHyun miró la hora en el reloj que tenía colgado en la
pared de su habitación y se dio cuenta de que era ya media tarde y las clases
habían acabado.
—¿Cómo estás? —le preguntó SeWoon,
sentándose en la cama frente a él y con una expresión de preocupación en su
rostro.
—Mejor que esta mañana —respondió el
chico—. Al menos ahora puedo estar sentado.
—Mira que resfriarte en pleno
septiembre, todavía hace calor —dijo el mayor—. No tiene sentido, eres un
debilucho.
—¿Quieres que te estornude para que
seas tú también un debilucho y me hagas compañía? —amenazó GwangHyun, pero con
una sonrisa.
—No, no, no —replicó SeWoon,
levantándose de la cama como un rayo—. ¿Entonces quién vendría a visitarte para
hacer tus días menos aburridos?
—Podemos hacernos más compañía
estando los dos enfermos.
—No. Gracias —dijo el mayor,
rechazando su oferta y, tras unos segundos de silencio añadió—: solo recupérate
pronto, el instituto es aburrido sin ti… pero no me malinterpretes… es por mi
propia salud mental…
Y aquella fue la primera vez que el
corazón de GwangHyun se saltó un latido debido a algo que había dicho SeWoon.
GwangHyun comenzó a despertarse
escuchando algunos sonidos del mundo exterior resonando lejanamente en sus
oídos, no ubicaba nada, ni siquiera ubicaba totalmente las extremidades de su
cuerpo… pero poco a poco, comenzó a sentirse mucho más despierto, mucho más
consciente de la realidad y los sonidos que escuchaba pudo distinguirlos como
voces, voces que le sonaban conocidas, muy conocidas. GwangHyun trató de
enfocarse en esas voces como forma de terminar de salir del mundo de los sueños
hasta que consiguió discernir que se trataban de las voces de su madre y de
SeWoon. Por unos momentos, el chico no entendió por qué estaba escuchando
hablar a ambos, pero el recuerdo de ir sobre la espalda de SeWoon mientras éste
buscaba un taxi para llevarlo al hospital le atacó la mente y entonces tuvo
algo de sentido.
Siguió escuchando las voces de su
amigo y su madre mientras trataba de despertarse, pero no pudo hacerlo durante
un tiempo y, para cuando finalmente lo hizo y abrió sus ojos, la única persona
que se encontraba en la habitación con él era SeWoon, que estaba sentado a su
lado, leyendo un libro. GwangHyun parpadeó varias veces, tratando de despejar
de sus ojos la neblina que se había instalado en ellos para dejar de ver
borroso a su amigo y después carraspeó, queriendo hablar pero sin poder
hacerlo, su boca estaba horriblemente seca.
—¿GwangHyun? ¿Estás despierto? ¿Cómo
te encuentras?
El chico quiso contestar a todas las
preguntas, pero tardó todavía unos momentos más en hacer que su boca le
respondiera, por lo que primero solo asintió y fue después de unos segundos
cuando pudo por fin hablar.
—Creo… creo que estoy bien…
—No sé si creérmelo o no después de
lo que ha pasado —replicó SeWoon.
GwangHyun se sintió un poco mal,
porque por no querer preocuparlo más de la cuenta y por no querer parar de
hacer cosas había acabado de aquella forma. Probablemente su amigo adivinó que
estaba pensando en disculparse por lo que había causado, porque inmediatamente
soltó el libro que tenía en las manos, se sentó sobre la cama en el hueco que
GwangHyun no ocupaba y lo cogió de la mano que no tenía el tubito del suero,
mirándolo fijamente a los ojos antes de hablar.
—Ni se te ocurra disculparte, ¿vale?
—dijo—. Ahora todo está bien, ya no tienes fiebre y mañana por la mañana podrás
salir de aquí como si no hubiera pasado nada —GwangHyun asintió levemente—.
Solo… para la próxima… no andes como un zombi varios días y no le prestes
atención alguna a tu cuerpo. ¿Me lo prometes?
—Prometo que lo intentaré —respondió
el menor.
—Bueno… creo que eso es lo máximo
que voy a sacar de ti —comentó SeWoon con una sonrisa.
Tras eso, el mayor llevó una de sus
manos hasta el pelo de GwangHyun y lo revolvió cariñosamente durante unos
momentos, haciendo que el chico no pudiera evitar sonreír cálidamente por la
acción. Sin embargo, poco después, SeWoon soltó un suspiro profundo y se dejó
caer levemente sobre el torso del menor, abrazándose a éste.
—No me des nunca más estos sustos,
por favor —murmuró en ese momento, aunque fue en un tono tan bajo que GwangHyun
pensó que se lo había imaginado… al menos hasta que el mayor volvió a hablar,
esta vez un poco más fuerte—. Se me encogió el corazón al verte en el sofá
sudando, sin poder respirar correctamente y con la mirada perdida… casi me da un
infarto, algún día me dará si sigues cuidándote tan mal.
—Lo siento… —susurró GwangHyun en
respuesta, pero no estuvo seguro de si SeWoon había escuchado o no su disculpa,
puesto que siguió hablando.
—Cuando te desmayaste sobre mi
espalda y por más que te llamaba no contestabas, me sentí fatal porque no podía
hacer absolutamente nada por ti, no al menos hasta que te dejara en un
hospital… —SeWoon suspiró y, con su mano libre, puesto que la otra seguía
sujetando fuertemente la de GwangHyun, comenzó a acariciar lentamente la sábana
que cubría el pecho del menor—. He pasado mucho miedo… pensé que te perdía…
GwangHyun sintió cómo su corazón se
detenía por unos momentos tras escuchar lo que SeWoon acababa de decirle y
después comenzaba a latir rápidamente, de la misma forma que sintió cómo sus
mejillas y sus orejas comenzaban a calentarse, poniéndose probablemente de un
color rojo brillante. Probablemente su corazón estaba sonando de forma tan
ensordecedora que el otro lo tenía que estar escuchando, algo que hizo que
GwangHyun se pusiera todavía más nervioso de lo que ya lo habían puesto las
palabras del mayor.
Había pasado mucho tiempo desde la
última vez que le había pasado, tanto que casi ni se acordaba de ello —o al
menos eso era lo que GwangHyun se había olvidado a creer— pero cuando SeWoon le
decía cosas como aquellas, el chico no podía olvidarse de nada. Era imposible
para él hacer como que nada pasaba, hacer como que no se emocionaba cada vez
que el mayor lo cuidaba, incluso cuando había veces que lo hiciera a través de
otros o buscando que no se enterara de que estaba cuidando de él. GwangHyun era
incapaz de olvidar la sensación de opresión en su pecho y el mismo pensamiento
que ocupaba su mente, aquel pensamiento que le decía una y otra vez que no podía
seguir siendo solo amigo de SeWoon porque eso lo único que hacía era
incrementar sus esperanzas.
En días normales, GwangHyun opacaba
todo aquello, simplemente disfrutando de la compañía de SeWoon y disfrutando de
su amistad con él… pero todavía débil por la fiebre y tras todo lo que le había
dicho el mayor era imposible para él dejar de pensar en ello.
A veces, GwangHyun se preguntaba por
qué SeWoon se comportaba de formas tan distintas dependiendo de las situaciones
y de las personas que se encontraban a su alrededor. Normalmente en el
instituto se mostraba como alguien frío y reservado y eran muy pocas las
personas que conseguían acercarse a él, pero con GwangHyun era totalmente
diferente, con él se mostraba tal y como era sin tapujos y le contaba chistes
sin gracia o pensaba locuras que podían hacer. Pero no era solo aquello lo que
le mostraba al menor, porque con él, SeWoon era especialmente cuidadoso y
siempre estaba pendiente de que no le sucediera nada malo.
En los días más fríos siempre
llevaba una bufanda que le ponía a GwangHyun en cuanto lo veía salir de casa
con el cuello al descubierto, en los días más calurosos siempre llevaba
toallitas frías encima y se las daba para que no sintiera el calor. También,
siempre que iban a comer a algún sitio, era él el que pagaba aunque el menor
tratara de evitarlo o si GwangHyun tenía algún tipo de accidente, allí estaba
SeWoon para él al momento.
A GwangHyun le gustaba mucho
sentirse tan importante para su amigo, porque eran los mejores amigos y también
le encantaba que SeWoon solo se comportara de aquella forma con él, pero
también lo hacía sentir algo extraño, porque SeWoon también tenía otros amigos,
aquellos con los que tocaba, y no se comportaba de esa forma con ellos. Y era
en esas ocasiones cuando GwangHyun pensaba en los por qué… pero nunca se
atrevió a preguntar por ellos, asustado por cuál podría ser la respuesta del
mayor y por cuál podría ser su reacción al saberla.
—SeWoon… —murmuró el chico—. Estoy
bien, solo me he resfriado un poco, no es como si me estuviera muriendo o algo…
El aludido se levantó de su torso,
dejando de abrazarlo, para quedarse sentado sobre la cama, recuperando la
compostura que había perdido unos segundos antes y tratando de ofrecerle a
GwangHyun una expresión afable antes de hablar y no aquella de temor y
preocupación que le había mostrado segundos antes de echarse sobre él.
—No me malinterpretes… —respondió el
mayor—. Es que el médico dijo que habías tenido un brote de gripe muy fuerte y
que menos mal que te había traído corriendo porque si no habría sido mucho peor…
“No
me malinterpretes”.
Aquella frase era la que siempre aparecía
cuando SeWoon hacía o decía algo estando preocupado o enfadado con él, aquella
frase en la que el mayor parecía querer dejar claro que no tenía ninguna
intención extraña al ofrecerle su ayuda o tras decirle algo profundo. Con el
paso de los años y tras escucharla demasiadas veces como para contarlas,
GwangHyun había acabado odiando aquella frase. En todas las anteriores
ocasiones que el chico la había escuchado un sentimiento de rabia le recorría
todo el cuerpo, pero por el bien de su amistad, había tratado de obviar aquel
sentimiento en favor de dirigirle una sonrisa como respuesta a SeWoon… pero
aquel día no quería sonreírle al mayor después de haberlo escuchado decir todo
aquello.
SeWoon era bastante tsundere —todas aquellas canciones que escribía así lo demostraban—,
casi nunca era completamente sincero y GwangHyun pensaba que con él era
bastante sincero, al menos siempre había sido mucho más sincero con él que con
el resto del mundo… pero sentía que al respecto de sus sentimientos nunca había
sido realmente sincero con él.
Puede que la fiebre todavía estuviera
dominando su mente y que por eso no pensara con la claridad suficiente para
darse cuenta de que quizás todo lo que estaba pasando por su cabeza era una locura,
una locura que probablemente tenía que haber llevado a cabo antes para
ahorrarse todos esos años en los que había tratado de mentirse a sí mismo y a
SeWoon. Quizás solo era producto de su imaginación que el mayor pudiera sentir
algo por él de la misma forma que él lo hacía y que arruinara su amistad… pero
GwangHyun se había cansado de esconder sus sentimientos.
—SeWoon… —murmuró, llamando su atención—.
¿Por qué siempre dices que no te malinterprete? —le preguntó—. ¿De qué forma
puedo malinterpretarte?
Una vez que terminó su pregunta, GwangHyun
observó la reacción del otro y vio cómo sus pupilas se movieron rápidamente y
cómo su boca se apretaba en una fina línea durante solo unos segundos. La
cuestión lo había puesto un poco nervioso y el menor sintió que igual no era
tanta locura querer las respuestas a todas las preguntas que se había estado
haciendo desde que estaban en el instituto. Por eso, antes de que SeWoon
pudiera contestar, se armó de valor para hacer en voz alta todas las preguntas
que siempre se había hecho en su cabeza.
—¿Y por qué siempre que hacía frío llevabas
una bufanda para luego dármela? ¿O por qué siempre que puedes vienes a
recogerme al trabajo? ¿Y por qué pagas todas las veces que comemos juntos? —comenzó
a hacer las preguntas, una detrás de otra—. ¿Y por qué siempre estás tan
preocupado por mí, por lo que pueda pasarme? ¿Por qué tratas siempre de hacer
que sea feliz? ¿Por qué?
GwangHyun tenía muchas otras preguntas en
mente, como el por qué se había asustado tanto cuando solo tenía algo de fiebre
y lo había llevado corriendo al hospital o por qué solo a él lo cogía de la
mano cuando le hablaba, o incluso por qué era con él con el único que se
permitía ser realmente como era, sin tapujos, sin dobleces… pero por el
momento, las preguntas que le había hecho eran las más importantes. SeWoon
tardó un momento en responder, como si se estuviera pensando la respuesta que
le tenía quedar.
—Porque eres mi amigo —fue lo que le dijo
finalmente.
—También eres amigo de YoungMin, DongHyun y
JaeHwan y jamás he visto que con ellos hagas las mismas cosas que conmigo —replicó
rápidamente.
—Llevo más años siendo tu amigo…
—A JaeHwan también lo conoces desde hace
mucho tiempo, casi tanto tiempo como a mí —rebatió GwangHyun—. Por favor,
respóndeme con la verdad, SeWoon.
El mayor lo miró a los ojos por unos
instantes, como si quisiera comprobar algo, pero probablemente lo único que vio
en ellos fue el fuerte deseo de GwangHyun de saber la verdad que escondían sus
acciones. No obstante, aunque estaba totalmente claro lo que el menor quería,
SeWoon tardó unos minutos en responderle.
—No sé si quieres escuchar la respuesta a
esas preguntas.
—Sí la quiero escuchar —replicó—. Da igual la
respuesta que sea, quiero escucharla —dijo seriamente, buscando los ojos de
SeWoon. Y éste suspiró al ver que no lo iba a hacer cambiar de opinión—. Por
favor.
—Llevo… creo que llevo… —comenzó el mayor,
titubeando, mirando a sus manos en lugar del rostro de GwangHyun—. Creo que…
llevo mucho… mucho tiempo… enamorado de ti… y todo lo que hacía… y que hago…
son muestras de… de mis sentimientos… pero no quería… que te dieras cuenta… que
te dieras cuenta de ellos…
Y, en ese momento, tras escuchar por fin las
palabras que había estado ansiando escuchar desde había tanto tiempo, el
corazón de GwangHyun se saltó un latido, para después latir muy rápidamente,
saltando de felicidad dentro de su cuerpo, una felicidad que podía leerse en la
sonrisa que había aparecido en el rostro del chico pero que SeWoon todavía no
había visto porque evitaba mirarlo.
—SeWoon… —comenzó GwangHyun—. Esa era la
respuesta que quería escuchar.
Después de que GwangHyun dijera aquello, el
otro por fin alzó su cabeza y lo miró, incrédulo, pero sonriente y el menor
supo que, a partir de aquel momento, la relación entre ambos iba a ser algo
distinta… y ya no habría nada que pudiera ser malinterpretado.
Notas finales:
—STARSHIP!!!!!!
DEBUTA A SEWOON Y GWANGHYUN!!!!!!!!! JUNTOS!!!!!!!!! LLEVO DESDE MARZO PIDIÉNDOTELO!!!!!!!!!!!
—La
tal YeonJung es la chica de WJSN (Cosmic Girls), que también formó parte de
I.O.I y, como necesitaba una chica, ella fue la elegida. El tal DongHyun y el
tal YoungMin que menciono son los chicos de MXM, grandes amigos de SeWoon, que
lo adoran sobre todas las cosas. Obviamente, el tal JaeHwan que toca la
guitarra es el JaeHwan de Wanna One.
—La
canción que SeWoon y JaeHwan cantan en el pub es esta. Ya que la
cantaron en Produce y suena maravillosamente bien, no pude resistirme a ponerla
aquí.
—Como
habréis podido comprobar, las escenas impares pertenecen al presente mientras
que las pares lo hacen al pasado.
—También,
creo que habréis comprobado que en esta historia, SeWoon y GwangHyun tienen la misma
edad (aunque separados por los meses reglamentarios) cuando en la realidad se
llevan un año un unos meses. Necesitaba que fuera así para que me cuadraran
unas cuantas de cosas que quería hacer.
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