viernes, 13 de julio de 2018

(LeoBin) Ocean Waves -Oneshot-



Título: Ocean Waves.

Pareja: Leobin (Leo + Hongbin) [Vixx]

Tipo: Yaoi

Género: AU | Drama | Fluff

Clasificación: P/PG

Advertencias: Violencia 

Sinopsis: Taekwoon pasará las vacaciones de verano en compañía de su tío y un muchacho que volverá a este tímido chico en uno ruidoso, valiente y terriblemente emocional.

Nota: Este fanfic ha sido realizado como los que hicimos en Navidades, cada autora ha puesto su granito de arena. Espero que os guste mucho.


Todos los años, cuando llega esta fecha a Taekwoon le gusta coger su vieja bicicleta y salir a dar un paseo. La fresca brisa que golpea su pecho abre su camisa y la hace ondear, bajo esta se encuentra una de tirantes de color blanco que se le pega al torso, marcando su esbelta figura. Más abajo solo hay un bañador de color verde con bolsillos azul coral. El resto de su indumentaria la completaban un par de chanclas de goma negras. 

Empezó a pedalear más rápido y el viento alzó el cabello de su frente, despejando su cara que ahora lucía una brillante y recta sonrisa producida por el aumento de velocidad. Casi podía oír el ruido de las olas del mar rompiendo contra la costa. Una clara ilusión creada en su cabeza, ya que se encontraba a más de doce kilómetros del océano.

Pero eso no importaba, aquel sonido se había grabado a fuego en su alma al igual que una risa cálida que, aún hoy día, lograba ablandar su corazón. Con ese último pensamiento latiendo con fuerza bajo su pecho aceleró su marcha, levantándose del asiento y gritando con todas sus fuerzas.

- ¡Lee Hongbin! ¡Te odio, idiota!

~*-.-.-.-*~

Nunca sabes que esperar de unos padres físicamente distantes, eso es lo que Kim Taekwoon se suele decir en ocasiones como esa, es preferible a contar que apenas le prestan atención por sus apretadas agendas.

- ¿Nos vamos a Noruega...? - preguntó el joven, aún sin dar crédito a lo que oía -. ¿...en verano?

- Si, tu padre y yo somos parte del equipo que tomará parte en la investigación. Tenemos que empezar a prepararnos y hacer las maletas esta misma noche.

Nunca le había importado ser hijo de dos profesores de universidad, incluso podría decirse que le gustaba por las cosas que aprendía gracias a ellos. Pero en aquel momento empezó a pensar la posibilidad de un universo alternativo en el que pasaba el verano de sus dieciocho años en territorio nacional.

- Es la mejor época del año, no hay tanto hielo y podemos seguir de cerca a los leones marinos. - añadió su madre -. También podremos establecer relaciones con la Universidad de Ulsik para el próximo curso.

- Estupendo... - respondió Taekwoon con voz apagada, desviando la mirada a la masa de archivos que acababan de cubrir el despacho de sus padres.

- Piensa en todo lo que podrás ver allí, la gente que conocerás y los paisajes, ¿no suena emocionante? - preguntó su padre mientras se recolocaba las gafas que estaban a punto de resbalársele por la punta de la nariz mientras ojeaba una carpeta llena de papeles que se mecían con el viento que creaba el ventilador del techo.

- Sí... mucho.

Tras un corto momento en silencio abandonó el despacho de sus padres, en donde estos no paraban de empaquetar sus libros y documentos importantes, y caminó con pies de plomo hasta su cuarto. 

Él nunca había sido un chico con deseos de viajar a lugares lejanos y vivir aventuras emocionantes. Desde pequeño había amado la tranquilidad y la calidez de los lugares conocidos. Era por eso que pasaba la mayor parte de su tiempo en su cuarto, devorando libros y bebiéndose las películas y series que salían por la televisión.

Pasar dos meses en un país extranjero, en donde no podría hacer ninguna de las actividades que le gustaban, era una noticia dura de tragar. Tras cerrar la puerta de su cuarto se percató de la existencia de dos maletas junto a su cama, que conocía demasiado bien.

Ya había acompañado a sus padres en anteriores excursiones, y sabía de memoria la lista de cosas que necesitaría para el viaje. Lo primero la ropa, que ocuparía una maleta entera, luego estaban los tres pares de zapatos que consistían en zapatillas, chanclas y botas de nieve, su bolsa de aseo, su par de gafas de repuesto, su libro electrónico... Y ya está, nada más. En sus bolsillos llevaría el pasaporte y DNI junto a su mp3. 

"¿Y su móvil?" os preguntaréis. Pues no tiene, hasta que cumpla dieciocho sus padres se lo prohíben. De todos modos no tiene a nadie a quien llamar; solo se comunica regularmente con Hakyeon, su único amigo, y se escriben por ordenador.

Tras sólo media hora ordenando se sorprendió al notar que lo tenía todo listo. En realidad siempre estaba preparado para salir corriendo tras sus padres por si estos acababan aceptando un nuevo proyecto. Tras reflexionar sobre ello se dio cuenta de que en ocasiones su vida era demasiado predecible.

Un "toc, toc" se oyó al otro lado de la puerta.

- Adelante - respondió el muchacho mientras terminaba de cerrar las cremalleras del equipaje.

Tras girar el picaporte la señora Kim, alta y de cabello oscuro, se quedó esperando bajo el marco de la puerta; observando con interés a su hijo.

- ¿Puedo pasar? - preguntó mientras sus ojos recaían sobre el par de maletas.

- Como si estuvieras en tu casa. - respondió con simpleza.

Esta sonrió y no tardó en avanzar al interior, cerrando la puerta tras ella.

- Cielo, tu padre y yo hemos notado que... Bueno... No te ha entusiasmado la idea de ir a Noruega - su voz siempre era suave y agradable, aspecto que el chico había heredado de ella -. Lo sentimos mucho, nos hubiera gustado poder debatirlo contigo e integrarte en la toma de decisiones.

- No importa, papá dijo que era una gran oportunidad y os la comunicaron a última hora - se encogió de hombros intentando aparentar que no le afectaba -. La universidad necesita sacar datos para proseguir en la investigación desde Seúl, no os podíais negar.

- Aun así, creemos que en esta ocasión pasaremos mucho tiempo fuera y que, a diferencia de cuando eras más pequeño, no podemos obligarte a ir - esta se sentó sobre la cama de su hijo y le cogió una mano entre las suyas -. Ya sabes cuidar de ti solito, y allí no pasaremos mucho tiempo en familia...

Taekwoon empezó a pensar a gran velocidad. Cientos de ideas cruzaron su mente entre ellas la de que sus padres no le llevarían a Noruega. Pero...era imposible, él no podía quedarse en casa sólo.

- El caso es que, por esta vez, creemos que podrías pasar las vacaciones en casa de tu tío Tablo - respondió al fin su madre, asombrándolo por completo -. Ya le he llamado y ha dicho que no tiene ningún problema en recibirte. 

El joven miró de repente a su madre, sin terminar de creer que aquello estuviera ocurriendo de verdad. Tablo era su único tío materno, vivía en Busan en una casa cerca de la playa, muy parecido a un bungaló o cabaña de playa.

- ¿Qué dices? - le preguntó su madre con una sonrisa -. ¿Te apetecería ir?

- Por supuesto - respondió Taekwoon.

Cualquier cosa era mucho mejor que ir a Noruega con sus padres, además, Taekwoon se llevaba bastante bien con su tío Tablo a pesar de que no tenían muchas oportunidades de verse. Pasar el verano en casa de su tío en Busan iba a ser emocionante y seguro que aquel verano se iba a convertir en el mejor verano de su vida.

- Entonces hacemos eso - dijo su madre -. Te llevaremos con tu tío y después nos iremos nosotros a Noruega.

Aquella noche Taekwoon no pudo dormir bien por la emoción, por lo que, al final acabó quedándose completamente dormido en el largo viaje en coche desde Seúl hasta Busan, con el rumor de la carretera y la conversación que mantenían sus padres de fondo como nana para dormir. El chico solo estuvo despierto en los momentos en los que el coche se detenía en las distintas estaciones de servicio para comer, pero solo porque la comida y la bebida eran importantes en los días de calor para no morir. Porque se pasó todo el viaje completamente grogui, éste se le hizo demasiado ameno y, para cuando llegaron a Busan, Taekwoon no sentía que se hubieran cruzado el país de punta a punta.

Al llegar a casa de su tío y aparcar el coche lo más cerca que pudieron, Taekwoon se dio cuenta lo mucho que aquel lugar había cambiado en el tiempo que llevaba sin ir a visitar a su tío Tablo. La burbuja inmobiliaria parecía haber llegado también hasta Busan. Todos los lugares que el chico recordaba completamente desiertos, estaban ahora bien y masivamente construidos. Apartamentos y hoteles en primera línea de la playa 

Y luego, allí estaba, imperturbable al paso del tiempo y a los cambios a su alrededor, la casa de su tío. Junto a todas aquellas nuevas y modernas construcciones aquella casa no encajaba, porque era totalmente distinta a todo lo que había en el lugar, por lo que eso lo hacía atractiva, encantadora, única. Taekwoon sonrió. Había echado de menos ir allí.

Junto a sus padres recogió su maleta y después se encaminó con ellos a la casa, llamando su madre al timbre de la casa de su hermano, quien no tardó más que unos segundos en abrir la puerta y recibirlos con una gran sonrisa.

- ¡Pero qué alto estás, Woonnie! - dijo el hombre al verlo -. Ya me sacas media cabeza, ¿cuánto más piensas crecer? Eh, ¿granuja?

Después de aquello, los invitó a pasar a su casa y todos compartieron una velada muy agradable, contando anécdotas y hablando sobre las cosas que se habían perdido en los últimos años que no se habían visto, cosas sin importancia y cosas importantes que los tuvieron despiertos hasta la madrugada y que hicieron que cuando Taekwoon se echó a dormir, lo hiciera completamente agotado.

Cuando Taekwoon se levantó a la mañana siguiente, sus padres ya se habían marchado. Tenía sentido que lo hubieran hecho, aún les quedaban muchas horas por delante de carretera para volver a Seúl y al día siguiente tenían que coger un avión en Incheon que los llevaría hasta Noruega. No tenían tiempo que perder. Su tío tampoco estaba, pero el chico supuso que no tardaría demasiado en llegar porque la hora del almuerzo se acercaba y, aunque saliera a pescar temprano por la mañana, siempre estaba allí al medio día, después de haber llevado su captura a la lonja local. Por ese motivo, Taekwoon no se preocupó mucho y decidió arreglarse un poco y salir a dar una vuelta por aquel lugar que había cambiado tanto en los últimos años.

En apenas unos minutos ya caminaba por la playa que le traía tantos recuerdos, la ventaja de que su tío viviera justo en primera línea, la arena quemaba un poco, así que, decidió que el paseo mejor lo debía de dar por la orilla, refrescándose los pies en las siempre frescas aguas del Pacífico. Hundir los pies en la arena mojada y sentir el agua en sus tobillos hizo que Taekwoon no pudiera evitar soltar un suspiro por lo agradable que era todo aquello.

Caminando por la orilla, se dedicó a observar el lugar, a recordar las cosas que había antes y a ver todo lo nuevo que había ahora, echando de menos las pequeñas tiendas de barrio que se encontraban por todas las esquinas, ahora todas ellas cerradas porque habían construido un centro comercial cerca. La playa, otrora siempre vacía, ahora contaba con unos pocos turistas que se bañaban en las aguas y tomaban el sol en la arena como si fueran lagartos. Era todo bastante diferente a como lo recordaba.

En ese momento, mientras Taekwoon se estaba poniendo nostálgico, sintió un repentino empujón que lo desestabilizó y lo hizo caer al agua, mojándose la parte inferior de su cuerpo y quedándose un poco atontado. Sin embargo, pudo alzar la mirada y ver cómo un chico se había detenido para hacerle una pequeña reverencia y pedirle disculpas antes de echar a correr de nuevo. Un segundo después, varios muchachos corrían detrás de él, persiguiéndolo. Taekwoon lanzó un suspiro al aire. Aquel lugar no era tan tranquilo como recordaba y la gente ni siquiera tenía los mismos modales, así que, el chico se levantó del agua y después se dirigió a la casa de su tío para almorzar junto a él, que seguro que ya habría llegado a casa, esperando no encontrarse de nuevo con aquella gente.

Sin embargo, el destino le tenía preparado algo muy distinto.

Cuando llegó junto a la casa de su tío, un grito tras él le hizo volverse y encontrar al susodicho que momentos antes le había hecho caer al agua. Este muchacho corría hacia él con gesto preocupado. Así que se detuvo junto a la puerta esperando comprobar si realmente le había llamado o no.

- ¿Ocurre algo? - fue lo primero que se le pasó por la cabeza.

- Me persiguen - farfulló casi sin voz nada más llegar a su lado -. 

Poco después distinguió a un grupo de chicos en la distancia, el mismo que vio cuando caminaba por la playa. Ellos aún no los habían visto, así que sin pensarlo dos veces Taekwoon empujó al muchacho con él al interior de la casa. Cerró con llave y se asomó por la ventana para comprobar si seguían en el mismo lugar, fue entonces cuando cayó en que había metido a un completo desconocido en casa de su tío.

- ¿Por qué te siguen? - dijo volviéndose hacia el chico.

- Bueno... - respondió metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones cortos -. Sólo quieren meterse conmigo.

Taekwoon frunció el ceño y se paró frente al muchacho. 

- ¿Por qué? 

Sus ojos viajaron por primera vez a lo largo de la figura del más bajo y por poco su corazón casi sale disparado. Era extremadamente atractivo. 

- Porque no les gusto - contestó el otro con una mueca.

Taekwoon no podía imaginar un motivo por el que a alguien no pudiera gustarle ese chico. Es decir, a simple vista no podía verle nada malo, ¿acaso el problema venía de su personalidad? 

- ¿Vives aquí con el señor Lee? - preguntó el chico, aún parado en ese mismo lugar. 

- Sí, soy su sobrino, Taekwoon. Pasaré aquí el verano - el más alto se dio cuenta de la incomodidad del otro y le invitó a sentarse con un gesto -. ¿De qué le conoces?

- Vivo aquí cerca y suelo cruzarme con él todos los días - respondió aceptando sentarse en una silla de madera -. Por cierto, me llamo Hongbin.

Taekwoon se sorprendió. Nunca había visto a ningún muchacho de su edad con ese nombre. Mientras estaba perdido en sus ensoñaciones alguien llamó a la puerta y Hongbin saltó de su asiento. Antes de que el más alto pudiera advertirlo, este ya se había colocado tras él.

- No abras la puerta - susurró muy cerca de su oreja.

Aquello hizo que Taekwoon olvidara por un momento dónde se encontraban y quienes eran. Lo extraño, era que al de ojos afilados no le había gustado nunca nadie de esa manera. Había algo más allá de la atracción física, quizá Hongbin desprendía un aroma que le volvía loco. 

Sin embargo, volvieron a llamar a la puerta, y el más alto rehusó actuar como un cobarde. Le pasó la mano por la cabeza a su invitado, para mostrarle que no tenía nada que temer y se movió hacia la entrada. De un solo movimiento giró el pomo y abrió la puerta, dando a continuación un paso al exterior. Efectivamente, esos chicos habían llegado hasta allí.

- ¿Qué queréis? - la voz de Taekwoon sonó más seria y profunda de lo normal.

- Hemos seguido unas huellas en la arena y nos han llevado hasta aquí... - respondió el chico que iba a la cabeza del grupo, también parecía el más duro que ellos, pero era fácil ver que al menos era dos años menor que Taekwoon -. ¿Ha intentado entrar un chico hace poco?

Hongbin, quien se había escondido entre la puerta y la pared, negó con la cabeza. Taekwoon lo meditó unos instantes.

- ¿Puedo preguntar para qué lo buscáis? 

El grupo que formaban con apenas cuatro chavales se rio y empezaron a responder de forma desordenada, pero una voz sonó más fuerte que las demás.

- Para romperle la cara de maricón que tiene.

Antes de que pudiera acabar aquella frase Taekwoon ya había cruzado el umbral de la cabaña. Ninguno de ellos vio llegar el primer puñetazo y la patada que se llevó el dueño de la última declaración. Por eso, cuando fueron a reaccionar su compañero estaba en el suelo con la boca sangrando y ahora eran tres contra uno.

A pesar de sus intentos, Taekwoon era mucho más fuerte que ellos, y no tardó en derribar al segundo y tercer muchacho. El cuarto optó por echar a correr. El mayor agarró del cuello de la camisa al más fuerte del grupo, y primero en caer, y lo alzó frente a él.

- Que no os vuelva a ver cerca de Hongbin, porque os arrancaré los ojos con mis propios dedos. - dicho esto, lo lanzó lejos de él y entró en casa dando un portazo.

Solo entonces la mirada de Hongbin calló sobre él por primera vez y el corazón del mayor dió un vuelco. Sus ojos brillaban con una luz dorada que le hacía perderse en ellos como si fuera un océano. Y, cuando una sonrisa asomó en la comisura de sus labios, Taekwoon supo que estaba perdido.

- Gracias... - murmuró Hongbin con una voz extremadamente dulce.

- ¿Es cierto que te gustan los hombres? - preguntó el más alto.

Taekwoon siempre se había sentido atraído por aquellos de su mismo sexo, es por eso que hacía unos instantes había reaccionado con tanta fiereza cuando se burlaron del menor. Y ahora, deseaba con toda su alma que el más bajo dijera que sí, de ese modo podría fantasear con la idea de tener alguna oportunidad con él; a pesar de que en el fondo de su ser no creía que un ángel cómo Hongbin sintiera nunca algo por él.

- Puede ser... - contestó riendo.

Aquella risa iluminaría cada mañana del mayor desde ese momento y para el resto de sus días.

- ¿Puede ser? - preguntó Taekwoon -. ¿No sabes si te gustan o no los hombres?

- Creo que me está gustando uno, pero acabo de conocerlo... - respondió lanzándole una mirada sugerente, la primera de muchas otras que le volverían loco.

Así fue cómo conoció a su primer amor. Tan sorprendente como que tras un mojito esparramado por su camisa tuvieran su primer beso. De esa forma tan curiosa acabó rendido a los pies de un muchacho que aún hoy, seguía jugando con él y su pobre corazón a través del teléfono. 

Aunque al igual que las olas del océano que vienen y van, Taekwoon siempre vuelve a esa playa para verle cada verano. Porque Hongbin es la brisa que le impulsa de vuelta a él.






1 comentario:

  1. Oh Dios! ¡Qué hermosa historia tienes! ¡Realmente me gustó! Muchas gracias! )))))

    ¡Pero tengo una pregunta! ¿Cuándo saldrá el noveno capítulo "Le Beau et la Bete"? ¡Ha pasado más de un año! Realmente la extraño! Por favor autor! Te lo ruego !!!!!!

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