domingo, 19 de marzo de 2017

(YeSoul) Un cuento para no dormir -Oneshot-



       Título: Un cuento para no dormir.

       Pareja: YeSoul (Yein + Baby Soul) [Lovelyz]

       Tipo: Yuri

       Géneros: Fluff | Terror

       Clasificación: G/PG

       Descripción: Yein va de acampada con sus amigas con tan mala suerte de que deciden ponerse a contar historias de miedo... ¿cómo conseguirá dormir después? ¡Con lo poco que le gustan!

       Advertencias: Hay una historia de terror. Tampoco es gran cosa pero yo aviso (?).

       Notas: El motivo que tuve para escribir esto es el mismo que tuve con el TaeTen que publiqué hace poco. Mientras logro inspirarme para seguir con otras historias pendientes, aquí tenéis este oneshot de Lovelyz.


       Yein había estado realmente emocionada desde el momento que supo de la excursión que iba a hacer con sus amigas.

       Siempre había querido hacer aquello; pasar unos días fuera de casa, rodeada de naturaleza, con esas personas con las que tan bien lo pasaba y a las que tanto apreciaba. Era casi como un sueño de su infancia hecho realidad.

       El lugar elegido para acampar había sido el bosque cercano al pueblo donde todas vivían. Sí, en realidad no estaba tan lejos de su casa… pero ya podía considerarse estar fuera ¿no? Con ello se conformaba por el momento.

       Había visto esa misma situación en tantas series o películas que verse a sí misma allí era mágico. Estaban todas rodeando una hoguera que habían creado justo antes de que anocheciera, sentadas alrededor mientras charlaban y comían algunos alimentos que cocinaban allí mismo, en ese fuego.

       -Estoy súper cansada… -se quejó una de ellas. No era de extrañar, llevaban allí desde la mañana, montando las tiendas, organizando todo… debían dejarlo perfecto para los dos días que iban a pasar en el bosque.

       -Yo también… pero quiero quedarme aquí fuera más rato. Se está genial -dijo Soojung, una de las mayores.

       Yein la miró, de acuerdo con ella. Siempre había admirado a Soojung por encima de las demás. Era la mayor y la que más cuidaba de ella, la más pequeña. Siempre había habido ese vínculo especial entre ellas. Le gustaba tener a Soojung a su alrededor.

       -¿Y por qué no contamos historias de miedo? así seguro que ninguna tendrá ganas de irse a dormir. Más que nada porque no podrá -quien dijo aquello rió, divertida con su propia broma. Otras asintieron y Yein se puso en guardia. ¿Historias de miedo? no le gustaba como sonaba eso.

       -¿Quién empieza?

       -Yo no me sé ninguna…

       -¡Yo, yo!

       -No, seguro que la tuya no da miedo.

       La conversación entre ellas seguía mientras a Yein le invadían las ganas de ir a su tienda y no escuchar nada de lo que las chicas tuvieran que decir. Sabía que después no dormiría bien, sobre todo estando perdida en medio del bosque y no en su cómoda camita.

       Pero estaban todas allí… ¿cómo iba a irse ella sola? No quería quedar como la cobarde del grupo. Debía sacar un poco de valentía de su interior y quedarse allí a escuchar lo que sus amigas tuvieran que contar.

       -Ocurrió en un bosque muy parecido a este -comenzó quien se decidió finalmente que sería la que dijera su historia-. En la tarde, un hombre salió de su casa a dar un paseo con tan mala suerte de que se distrajo demasiado, se adentró más de la cuenta y terminó perdiéndose…

       Las demás habían quedado totalmente en silencio, observando con atención a su amiga. Esta había comenzado a hablar con un tono de misterio, procurando darle suspense a lo que estaba contando.

       -El hombre dio vueltas y vueltas sin encontrar una salida, incluso se hizo tan tarde que anocheció -continuó-. Cuando ya estaba a punto de rendirse y quedarse allí, tumbado en cualquier lugar y con sus piernas agotadas y doloridas de tanto caminar… vio una casa. Su primera reacción fue acercarse a pedir ayuda, por supuesto; sin embargo pronto descubrió que allí no había nadie. Parecía totalmente abandonada.

       Quería taparse los oídos y no seguir escuchando. Llegados a ese punto estaba claro que las cosas iban a empezar a ponerse feas.

       -“Entonces entraré sin problemas” pensó. Estaba todo muy oscuro y la electricidad parecía no funcionar. “Es normal, parece muy vieja”, se dijo. El hombre estaba tan cansado que no tenía en mente otra cosa que irse a la cama, por lo que buscó una -todo estaba en silencio. Lo único que se escuchaba era la interesante e inquietante historia que la chica contaba-. Cuando encontró un dormitorio, se echó en la cama sin pensarlo dos veces e intentó dormir; pero había algo se lo impedía… “Malditos cuadros. No me dejan dormir”. Las imágenes de estos iban a causarle pesadillas. Los rostros deformes que se veían, allí colgados de las paredes, le hacían sentirse terriblemente observado e inquieto ¿Quién en su sano juicio colgaría esos cuadros? ¿Quién habría vivido en esa casa, tan apartada de la sociedad? No se podía tener peor gusto.

       Yein miró a un lado y a otro, inquieta. Estaban todas tan atentas y ella tan asustada al saber que pronto pasaría algo en el relato que su amiga les contaba.

       -Aun así, durmió. Le costó pero lo hizo ya que, después de todo, no eran más que cuadros -la joven hizo una pausa antes de continuar, echando un vistazo al ambiente que había creado con sus palabras-. La mañana llegó, por fin. Era un día bastante soleado y bonito, perfecto para continuar con su intento de volver a casa, ya más descansado. Pero… en cuanto abrió los ojos, se paralizó. Su piel se puso pálida y se heló… pues allí no había cuadro alguno… solo ventanas.

       El silencio que había estado presente durante el transcurso de la historia se prolongó de forma total con la finalización del relato. Algunas se miraron entre ellas con inquietud mientras otras permanecían con la mirada puesta en aquella que lo contó, todavía asimilando.

       -Tampoco da tanto miedo -se escuchó al fondo.

       -¿Te sabes tú otra mejor?

       De esa forma el silencio se rompió con una nueva discusión sobre quien debería contar la siguiente historia.

       Por su parte, a Yein le habría gustado no haber escuchado nada pues ahora no podía quitarse de la cabeza la parte final del terrorífico cuento. ¿Y querían seguir? Estaban locas.

       -Bueno, vosotras seguid si queréis pero yo estoy demasiado cansada -dijo una de las chicas, levantándose de donde estaba sentada para irse a su tienda a dormir. Parecía no tener miedo, qué valiente.

       En parte fue un alivio. Si una de ellas se iba, significaba que ya no quedaría tan mal por marcharse la primera.

       -Yo me iré también… -dijo rápidamente, aprovechando aquella oportunidad de escapar.

       -Jo, al final os vais todas -se quejó una sin darle al final mucha importancia. Ella no iba a quedarse para escuchar más y solo aumentar la posibilidad de tener pesadillas.

       Ignorando el comentario, se despidió de las demás y se alejó de la hoguera. Para su desgracia, su tienda estaba un poco más alejada por lo que el camino era un poco oscuro y más larguito. Además, dormía sola. Había pensado que sería lo mejor, cuando todavía estaba emocionada por la idea de la acampada. Le gustaba más dormir sin compañía, a sus anchas. Ahora ya no estaba tan segura de si era eso lo que quería.

       Cuando llegó entró rápidamente a la tienda de campaña, no queriendo estar ni un segundo más fuera. Dentro seguro que se sentiría mucho más segura.

       Encendió una pequeña lamparilla portátil que había llevado con ella para iluminar mientras se preparaba para dormir. Bueno, eso estaba un poco mejor… pero la soledad la inquietaba un poco y en ocasiones dudaba de si era mejor quedarse con ellas o estar allí sola, en ese pequeño espacio.

       ¿Cómo iba a poder dormir después de la historia que acababa de escuchar? Lamentaba ser tan cobarde… las demás estaban allí como si nada mientras ella parecía una niña de cinco años. Además, tampoco era un relato tan horrible como para sentirse como se estaba sintiendo.

       Se puso un pijama de verano que había llevado con ella y que constaba de un pantaloncito corto y una camiseta de tirantes con algunos dibujos adorables decorando las prendas. Se lo había comprado exclusivamente para la acampada. Sí, a veces podía llegar a ser así de presumida.

       Bueno… era el momento de apagar la luz ¿no? Sin estar muy segura de querer hacerlo, apagó la lámpara y todo quedó en una oscuridad prácticamente absoluta. Ahora empezaba lo difícil.

       Intentó despejar su mente de mil formas pero al final siempre acababa imaginando esos rostros terroríficos que había descrito su amiga en el cuento.

       Cerró los ojos y se mantuvo así hasta perder la cuenta de lo minutos que habían pasado. Escuchó a varias de sus compañeras irse a dormir, sin querer estaba atenta a cada mínimo sonido que ocurría a su alrededor.

       Finalmente, nada más se escuchó. Solo el sonido de la naturaleza estaba presente allí, entre tanta oscuridad. Parecía que ya todas habían decidido que era el momento de irse a descansar. El día que las esperaba era intenso y lleno de actividades, así que era lo mejor que podían hacer. Por su parte iba a parecer un zombie al paso que iba.

       Algo llamó su atención más de la cuenta… unos pasos se acercaban a donde ella estaba, lentamente.

       Su cuerpo se tensó, poniéndose en guardia por lo que fuera a pasar ¡Esos monstruos venían a por ella! Se asustó tanto que su cuerpo se quedó totalmente inmóvil, bloqueado; incapaz de defenderse.

       Fuera quien fuera, estaba abriendo su tienda… el corazón le iba a mil y ella se encogió sobre sí misma, petrificada. Eso no podía estarle pasando…

       ¡Había entrado! ¡Ese monstruo había entrado! Ya sentía que esos iban a ser los últimos segundos de su vida… qué corta había sido. Le habría encantado hacer más cosas…

       Algo rozó su hombro y parecía una mano. Ese fue el detonante.

       -¡Déjame, no me hagas nada! -Suplicó en un chillido.

       El silencio se hizo durante varios segundos. Todo pareció detenerse.

       -¿Pero qué dices, tonta? Soy yo, Soojung -la chica habló en voz baja, tratando de no reír por la exagerada reacción de la más joven.

       El alivio que recorrió el cuerpo de Yein fue una sensación indescriptible. Su única reacción fue incorporarse y abrazarse con fuerza al cuello de la más mayor. Qué alegría verla allí.

       SooJung correspondió al abrazo con una suave carcajada. Le hacía gracia y al mismo tiempo le parecía súper adorable.

       -¿Por qué has venido…? -le preguntó en un susurro, ya mucho más tranquila después del tremendo susto que se había llevado.

       -Porque te conozco y sabía que ibas a estar exactamente como te he encontrado.

       Yein se puso como un tomate, avergonzada de las palabras de Soojung. Sabía que tenía razón… era tan boba.

       -Siento hacerte venir hasta aquí… aunque haya sido inconscientemente.

       -No te disculpes por eso, anda -la acercó un poco más a ella una vez más y dejó un tierno, tranquilizador beso en una de sus mejillas.- En cuanto han propuesto contar esas historias me he fijado en tu cara y sabía que lo ibas a pasar mal. Y aunque hubieras dicho que preferías dormir sola sabía que terminarías agradeciendo mi visita.

       -Pues sí… es verdad -Lo reconocía. Las palabras de Soojung eran exactamente la realidad-. Entonces… ¿te quedas conmigo?

       -Sí, me quedo contigo -le dijo con una sonrisa, sabiendo lo mucho que lo agradecería la otra.

       Ambas se tumbaron, una pegada a la otra, y así por fin Yein pudo dormir sintiéndose más tranquila y segura en la compañía de aquella que siempre cuidaba de ella.


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