El tiempo parecía como si se hubiera detenido por unos momentos. Key miraba ansioso a Amber, y esta lo observaba incrédula y sorprendida. Aquello la había pillado de improvisto. Nunca se lo hubiera esperado.
-Key... -murmura casi para ella, tanto que el otro no consiguió oír apenas nada.-... Claro que te perdono, tonto.
-¿De verdad? -Una sonrisa se ensanchó en su rostro, y sin poder evitarlo comenzó a dar saltitos de alegría.