sábado, 24 de marzo de 2018

(JiHan) Travels in the Time -Oneshot-


          Título: Travels in the Time

          Personajes: Joshua + Jeonghan [SEVENTEEN]

          Tipo: Yaoi

          Género: Drama | AU

          Clasificación: T/T+

          Descripción: Jeonghan pertenece al año 2500 donde los viajes en el tiempo son posibles. Él es un amante de esos viajes pero algo ocurre que le hace querer viajar al mismo día, en el mismo lugar, a la misma hora...

          Advertencias: Muerte de un personaje.

          Notas: ¡Hola! Hace mucho tiempo que no consigo escribir nada, estoy estancada con las historias y no consigo sacar nada decente. Esto es lo primero que ha salido y no estoy del todo segura de como está la historia, así que espero que os guste.


          Tal vez era un error lo que estaba haciendo, pero qué bonito error. Tal vez si lo descubrían estaría perdido, pero no le importaba; mientras no interfiriera en la vida de alguien no tenía que pasar nada.

          Al principio no era más que un juego. Viajar en el tiempo no era un juego en realidad, pero Jeonghan se lo tomaba como tal. Viajar al pasado para ver cómo la gente interactuaba, cómo eran sus vidas… y de paso reírse de ellos. Ese era su hobbie. Otros preferían escuchar música excéntrica o gastar su dinero en cosas absurdas. Él prefería viajar en el tiempo. Llevaba muchos años en la Orden de los Viajeros y es que en el 2500 ya se podían hacer ese tipo de viajes sin problema alguno. Todo con el uso de unos relojes analógicos modificados para ese fin aunque no todos podían tenerlos, había que ganárselos tras pasar unos exámenes y unas pruebas en la Orden de los Viajeros. La única objeción que había era que no podían interferir en la vida de nadie no fuera a cambiar el transcurso de la historia. Cualquier pequeñísimo detalle podía llevar a todo el mundo a la destrucción.

          Pero para Jeonghan eso era absurdo ¿cómo podía cambiar el transcurso del devenir de la humanidad solo moviendo algo de lugar? Para él no tenía lógica que el hecho de cambiar de sitio aunque fuese un papel, hiciera que todo pudiera cambiar drásticamente. No obstante, nunca se atrevió a hacer nada… por lo que pudiera pasar.

          Sin embargo, todo cambió para él cuando se le ocurrió viajar a principios de 2018, a Seúl, la capital de Corea del Sur. Se dedicaba a pasear por sus calles observando a la gente pasear, trabajar o discutir. Sobre todo eso último. Era algo entretenido de ver, cómo las personas se enfadaban y acababan sin querer volver a hablarse. Caminaba con las manos metidas en los bolsillos delanteros de sus pantalones pensando en sus cosas cuando se tropezó con el cambio de un semáforo al ir a cruzar la calle. Estaba distraído viendo los coches pasar y no se fijó en nada especial hasta que fue a cruzar con la señal verde. En la acera de enfrente un chico algo más alto que él, con un bello y angelical rostro, caminaba con un aire tranquilo y sosegado. No tenía nada especial, salvo su belleza. Llevaba unos auriculares que seguramente lo mantenían en un mundo ajeno a la realidad, el mundo de su mente, donde solo sus pensamientos y fantasías existían. Al pasar a su lado, un olor a café impregnó sus fosas nasales, provocando que Jeonghan acabara girándose hacia el chico con descaro, quien seguía caminando hacia su destino sin ser consciente que un humano de otra época se había quedado totalmente eclipsado por él.

          El chico acabó perdiéndose entre la multitud, pero algo ya no era lo mismo en Jeonghan. Algo había cambiado en su interior, aunque no en ese momento no pudiera verlo.

          Jeonghan volvió a su tiempo y, tumbado sobre su mullida cama, rememoró la imagen del chico de 2018, repitiendo aquel encuentro que solo había durado unos segundos una y otra vez en su mente a cámara lenta. Su cabello perfecto cayendo sobre sus ojos y aquella tranquila sonrisa en sus labios. Cada vez que lo recordaba, una agradable sensación recorría su joven cuerpo; una muy agradable sensación.

          Acabó cogiendo un ligero sueño que no lo dejó descansar por horas. Su mente parecía estar en otro mundo, un mundo en el que buscaba a ese chico una y otra vez. Tenía algunos asuntos que atender al día siguiente; sin embargo, en lo primero en lo que pensó al despertar fue en volver a ese momento en el que se había encontrado con el chico que olía a café. Y Jeonghan pasó los siguientes días viajando una y otra vez a ese preciso instante. A veces solo decidía pasar por su lado para verlo mejor de cerca, otras se quedaba plantado en la acera para ver cómo se acercaba y se alejaba después, totalmente ajeno a los latidos que causaba en su corazón cada vez que lo presenciaba más próximo a él.

          Entonces una fugaz idea cruzó su mente. Si podía averiguar a dónde iba, tal vez podría pasar más tiempo observándolo, tal vez pudiera conocer más sobre ese chico tan misterioso que levantaba pasiones en su interior. Una descabellada idea, pero buena al fin y al cabo. Así que, al día siguiente nada más despertar, viajo a 2018, justo al mismo paso de peatones en el que se cruzaba con el otro. Solo tuvo que esperar unos minutos para ver su figura aparecer, esbelta y tranquila, como tantas otras veces lo había visto.

          Una tonta sonrisa floreció en sus labios. Una sonrisa que esperaba que nadie se percatara de ella porque pensarían que tenía un problema. Jeonghan esperó hasta que pasó por su lado y esperó unos segundos antes de seguirlo. Se sentía extraño persiguiendo al chico en el que últimamente pensaba mucho, con el que soñaba cada noche. Pero lo hizo… a pesar de sentirse temeroso de ser descubierto.

          Todo salió bien. El chico con sus auriculares parecía estar en su propio mundo. Era un punto a su favor, así no se percataría de que estaba siendo seguido por él, un extraño. El muchacho acabó deteniéndose en una cafetería. El local era pequeño por fuera. Jeonghan contó hasta sesenta antes de entrar también. No pretendía entrar justo tras él, quería disimular aunque con los nervios que tenía seguro que se delataría a sí mismo con cualquier gesto. El lugar estaba decorado a un estilo algo vintage, muy curioso y agradable. Una sensación familiar lo inundó en el instante que puso un pie en ese lugar. No había ningún lugar similar en su época. Pero era como si hubiera nacido para estar en un sitio de ese estilo toda la vida. Tras observar el lugar asombrado por lo fascinante que era todo, por su sencillez, acabó encontrado al chico por el que estaba allí.

          Se había sentado en una mesa junto a un ventanal, donde podía observar a toda la gente que pasaba fuera. Jeonghan se puso algo más nervioso. No tenía muy claro cuál era el siguiente paso, por lo que dejó que su cuerpo fuera el que lo guiara hasta una mesa algo alejada del chico, pero en frente, para poder observar su rostro. Aunque debía ir con cuidado para que no lo notase.

          Pidió algo que llamaban cappuccino para beber y tener una excusa para estar allí, pero no estaba interesado en la bebida, sino en el chico que tenía ante él. Pero tenía que disimular de alguna forma. El muchacho Seguía con sus auriculares y mientras se tomaba un café, estaba leyendo lo que parecía un libro. No existían muchos en su época. Tal vez algún coleccionista o alguien con un alto patrimonio. Todo era de alta tecnología, a diferencia de ese tiempo.

          Era curioso descubrir que incluso tan concentrado se veía muy guapo.

          El tiempo pasó volando, el café se enfrió y su mirada no se apartó en ningún momento de las finas y elegantes facciones del solitario chico algo propiciado por el hecho de que éste no se había percatado de ello. No era consciente que había examinado hasta el último palmo de su rostro y de sus delicadas manos, las partes que podía ver más del chico. Por eso mismo, cuando lo vio levantarse para irse del local, Jeonghan notó como su corazón le daba un vuelco. No quería que se fuera, quería seguir más tiempo allí, observándolo, empapándose de su belleza y de los segundos que pasaba haciéndolo. Pero tampoco podía detenerle en contra de su voluntad ni interferir en su vida así porque así, por lo tanto lo dejó marchar apenado.

          Jeonghan volvió a su tiempo con muchas sensaciones y sentimientos en el cuerpo. Era un torbellino lo que recorría ahora su interior. Estaba exhausto y algo agobiado, pero también feliz y emocionado. Tantas cosas habían sucedido ese día que tendría que procesarlas poco a poco aunque su mente no diera más de sí. No obstante, si de algo estaba seguro era que, después de esa experiencia, lo repetiría todo una y otra vez. Se acabó el limitarse solo a verlo en el cruce.

          Y fue así como, cada vez que tenía algún momento libre, Jeonghan iba a visitar al chico.

          Era lo mismo cada día. Iba hasta la cafetería, se pedía el capuccinno y pasaba los minutos observando al chico leer y beber café. Con el paso de los días descubrió que iba todos los días a hacer lo mismo y a la misma hora así que lo tomó como iniciativa para ir cada día diferente y no repetir el mismo. Solía repetir el mismo día una y otra vez, por eso mismo decidió que lo mejor era ir un día diferente cada vez y tener diferentes recuerdos. El chico vestía diferentes ropas, pero siempre se veía hermoso llevase lo que llevase. Cada día era una maravilla poder admirarlo.

          Con el paso de los días, descubrió que su nombre era Jisoo, que trabajaba en una empresa comercial y que en su rato de descanso lo pasaba en esa cafetería tomando su café preferido, el que llevaba chocolate. Jeonghan se estaba animando demasiado. Cada vez iba más contento a verlo, e incluso a veces no se cortaba en dejar de mirarlo a pesar de que hubiera quien se diera cuenta. Era inevitable.

          Una de esas veces en las que estaba sentado frente a él, pudo ver como se manchó los labios con el café. Quiso acercarse y con un sutil movimiento, retirar la mancha, pero tuvo que contenerse con todas sus fuerzas. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que estaba enamorándose de Jisoo, de un chico que era de una época muy anterior a la suya. No estaba bien, nada bien. ¿Pero qué podía hacer? No dejaba de pensar en él, necesitaba verlo, tocarlo, conocerlo más, protegerlo. Unos sentimientos que salían a flote con tan solo observar la fina sonrisa que dibujaban sus labios cuando la camarera se acercaba a dejarle su bebida. Ojalá algún día pudiera sonreírle a él de esa manera.

          Gracias a ese nuevo sentimiento, surgió la necesidad de querer entablar una conversación con Jisoo ¿pero qué le decía? ¿Lo tenía acaso permitido sin romper ninguna regla? Cada día que pasaba, con más ganas se quedaba de escuchar su voz, de hacerle sonreír y de hacer que su atención estuviera en él.

          Y de todo eso, acabó llegando a la conclusión de que quería invitarlo a un café. Al pasar tanto tiempo allí junto a él lo sentía como alguien cercano, tal vez Jisoo se sintiera igual, por eso quería invitarlo a tomar algo. Era un acercamiento arriesgado pero al que estaba dispuesto al menos solo por escuchar su dulce voz, al menos por verle sonreír de cerca.

          Lo tenía todo pensado. Dejaría una nota sobre la mesa donde Jisoo solía sentarse, una nota que lo invitaba a tomarse un café con él al día siguiente. No iba a saber quién era, tal vez pensaría que era alguien extraño que querría hacerle algo no decente, pero tenía que confiar en que todo saldría bien. Porque sería así ¿no? Había pasado un día entero en esa época buscando un papel para la nota. En su año no existían ese tipo de cosas, el papel como tal era cosa del pasado, en el presente solo había pantallas de luz. Le costó escribir la nota, ya que no estaba acostumbrado a hacerlo con papel y lápiz, pero fue sencilla y directa:


"Mañana a la hora a la que vienes siempre te veré. Quiero que nos tomemos un café juntos. J"


          Satisfecho por haberlo conseguido, después de varios intentos ya que su letra era terrible, Jeonghan fue a la cafetería antes de lo normal, antes de que Jisoo llegara. Con las manos temblorosas, depositó la nota sobre la mesa; asegurándose que fuera en un lugar que el chico lo viera sí o sí. Pero tenía que irse, no podía estar allí mientras la viera porque sería una sorpresa para el día siguiente. Además que no quería adelantar los hechos.

          Emocionado y triste. Así es como se encontraba cuando se vio en su época, en su habitación, solo. Triste porque no había podido verlo ese día, emocionado porque al día siguiente por fin podría conocerle más, por fin podría tomar un café con él y tener la oportunidad de limpiarle si se manchaba. Solo de pensarlo, en sus labios aparecía una feliz y amplia sonrisa que era imposible borrar. Y con esa sonrisa fue con la que acabó dormido, esperando ansioso que el nuevo día llegara.

          Lo que no recordaba Jeonghan es que la única norma que tenían para viajar en el tiempo era la de no interferir de ninguna manera, y aquella insignificante nota había cambiado mucho el futuro. Cuando levantó a la mañana siguiente lo último que pensaba es que su mundo se fuera a poner patas arriba por una simple e inofensiva nota. Como un día cualquiera, hizo las cosas que debía hacer antes de viajar en el tiempo, aunque en esta ocasión estaba más nervioso de lo habitual. Pero acabó en la época de Jisoo tan pronto como pudo. Incluso llegó a la cafetería antes de lo normal. Se sentó en la mesa de Jisoo, nervioso. Le sudaban las manos. Las ansias de que llegara el momento lo estaban carcomiendo por dentro.

          Jisoo, al recibir esa nota se había emocionado. Nunca había pensado que un desconocido pudiera llegar a interesarse por él y querer conocerlo. Ese fue el motivo por el que salió antes de la hora a la que estaba habituado de salir del trabajo, cambiando su futuro con ese simple gesto. Cuando estaba cruzando el paso de peatones donde una vez Jeonghan se lo encontró, un conductor a la fuga no tuvo ninguna intención de apartarse cuando los peatones cruzaban la carretera; con tal mala suerte que acabó llevándose a algunas personas de por medio, entre ellas, Jisoo. El chico cayó en el asfalto tras ser atropellado inconsciente.

          El escándalo del accidente en seguida se propagó y llegó a oídos de Jeonghan. Un mal presentimiento se adueñó de él. Tomó aire y salió de la cafetería. A paso ligero siguió el escándalo de la gente. Al fondo se escuchaban las sirenas de unas ambulancias que iban directas hasta el lugar donde una vez se quedó prendado de Jisoo. Su corazón se encogía cada vez más que se acercaba allí. La gente murmuraba cosas "coche" "atropello" y "muertos". Esas eran las únicas palabras que llegaba a alcanzar escuchar. Con el corazón desbocado acabó llegando a la escena del accidente. Con sus ojos buscaba entre los rostros de la gente, deseando no ver a Jisoo entre ninguno de los cuerpos. Pero el destino era caprichoso y no quería que fuera así.

          Justo cuando una ambulancia llegaba al lugar, su mirada se cruzó con los hermosos ojos de Jisoo que ahora se habían apagado. Jeonghan ahogó un sonido de exclamación cuando vio el cuerpo sin vida de Jisoo tendido en el suelo, junto a un charco de sangre. Una cálida lágrima escapó de uno de sus ojos, advirtiendo del torrente que se avecinaba. Tras esta, llegaron más que empaparon el rostro de Jeonghan. Estaba paralizado, su cuerpo no hacía más que temblar pero sus miembros no reaccionaban a nada. Solo un hueco vacío en su pecho era lo que sentía cuando vio como cubrían el cuerpo de Jisoo. Solo el pensamiento de que por su nota, no volvería a verlo a sonreír ni a oler su dulce aroma a café, lo mataba por dentro.

          Siempre podría volver al pasado y evitar el desastre, evitar que Jisoo perdiera su luz que lo mantenía vida, pero cuando fue a echar mano a su reloj con la intención de volver minutos atrás para evitar todo lo sucedido, el reloj se rompió. Se hizo añicos en cuestión de segundos. Dejando así a Jeonghan atrapado en un tiempo que no era el suyo y con la perdida de Jisoo cargando sobre sus hombros.


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